Ante los feminicidios por el machismo golpeador de mujeres (Donald G Dutton y Susan K Golant, El golpeador: un perfil sicológico, ediciones Paidós), ante el maltrato a los niños y las constantes agresiones, censuras y homicidios contra periodistas, es urgente crear al defensor de la mujer, al defensor del niño y al defensor del periodista. Estas figuras resultan indispensables con facultades de recomendación y de consignación a los presuntos responsables y/o sorprendidos en flagrante delito, como a ese prepotente inspectorcillo tabasqueño que maltrató a un niño que vendía mercancías en la calle.
Son demasiados los secuestros de mujeres para obligarlas a la prostitución como para que permanezcan a la buena voluntad de los ministerios públicos que atienden cuando les da su regalada gana y los abogados de oficio que no cumplen con sus obligaciones. Cientos de miles de niños son objeto de explotación en labores del campo, al lado de jornaleros ¡desde los 4 o 5 años de edad!, por empresarios agrícolas que en las narices del peñista Alfonso Navarrete Prida, al frente de la Secretaría del Trabajo ¡y Previsión Social!, se comportan descaradamente como esclavistas. Los periodistas, por su parte, son víctimas de salarios de hambre y, todavía, censurados en su trabajo por sus editores al servicio de los funcionarios quienes, a su vez, agreden o niegan información; y al igual que los delincuentes, los mandan asesinar.
Necesitamos instituciones dedicadas a la defensa de las mujeres, los niños y los periodistas, que sepan que cualquiera de éstos ha sufrido ataques a sus derechos, cuando las garantías para hacerlos valer quedan suspendidas en las averiguaciones y en los juzgados, denegando justicia o impartiéndola tardíamente… El vergonzoso caso del expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Genaro Góngora Pimentel y sus complicidades judiciales es prueba de que el defensor de la mujer ya no debe posponerse más, pues no basta la Alerta de Género, como la solicitada para el Estado de México, donde desde el peñismo y hoy, con el desgobernador Eruviel Ávila, no se ha puesto en vigor por irracionales criterios de los responsables que minimizan y subestiman (como con la inseguridad en general, según Miguel Ángel Osorio Chong y Manuel Mondragón) los miles de feminicidios. Lo mismo pasa con los niños, que para ayudar a sus hogares andan por las calles vendiendo chucherías que les son robadas por policías e inspectores a la luz del día y en la total impunidad; aparte de sufrir pobreza, hambruna y enfermedades, son abusados por pederastas y secuestradores.
Por cuanto se refiere a los periodistas, sus derechos para ejercer su trabajo, su propia vida, su libertad constitucional, no hay día que no sepamos que son difamados, perseguidos y víctimas de la violencia de delincuentes y funcionarios que se comportan como tales, para tratar de silenciar la libertad de expresión. El gobierno peñista y el de los estados, con los desgobernadores, insisten en censurar a los medios de comunicación para que no divulguen la información de la sangrienta inseguridad por la fallida lucha contra los sicarios del narcotráfico, que desde Michoacán se extiende a todo el territorio impunemente; y a golpes, secuestros y balas arremeten contra los periodistas, sobre todo contra quienes se desempeñan como reporteros. Así, acaban de privar de la vida a Alberto López Bello, reportero del diario El Imparcial y Radiorama, en el estado de Oaxaca. Es uno más de los asesinados durante la continuidad del calderonismo, el peñismo, las dos caras del mal gobierno.
Defensores de la niñez, las mujeres y los periodistas son indispensables para que, sin demora, atiendan las quejas y se avoquen a los casos que, por todos los medios, incluidos el internet y lo que circula por denuncias, están teniendo lugar y no son atendidos debidamente. Los ministerios públicos de los estados y de competencia federal –al cual también se le debe otorgar su autonomía– están saturados o de plano son negligentes para cumplir con sus obligaciones. Por lo tanto, es urgente implantar al defensor del niño, al defensor de la mujer y al defensor del periodista.
Debe movilizarse la sociedad a través de la democracia directa –la de ganar las calles– para manifestarse y reclamar a las autoridades que resuelvan la gran cantidad de agresiones y homicidios, en tanto los funcionarios legislativos crean a esos defensores en cada entidad del país. Urgen 32 defensores de mujeres, 32 defensores de los niños y 32 defensores de los periodistas, puesto que los defensores de competencia general y nacional no pueden ya con su carga. De esta manera se evitará el centralismo que a muchos está tentando para liquidar al federalismo.
Necesitamos, pues, defensor del pueblo en cuanto a niños, mujeres y periodistas, para continuar con esa tarea democrática (Víctor Fairén Guillén, El defensor del pueblo: ombdusman, editorial Centro de Estudios Constitucionales). Lo demandamos para enfrentar la ola de violencia que se ha apoderado de la nación.
*Periodista
Fuente: Contralínea 351 / 9 al 15 septiembre de 2013