En la mesa, despenalización de drogas y revisión del uso civil de armas de fuego, advierte la ministra Sánchez Cordero. Segura de que López Obrador ganará la Presidencia, indica que el Cisen no desaparecerá pero se transformará radicalmente. Propuesta para encabezar Gobernación, la jurista pide “un voto de confianza” a los movimientos armados y a los sociales que no simpatizan con el obradorismo. Al mismo tiempo señala que se respetará a rajatabla la inversión y la propiedad privada, y que lo que necesita el país no es una redistribución de la riqueza sino del ingreso
“Inteligencia, sí; espionaje, no”, dice la ministra en retiro Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila, mejor conocida como Olga Sánchez Cordero.
Arquea las cejas y aspira antes de enfatizar: “Ne-ce-sa-ria-men-te se tiene que gobernar con inteligencia”. Traje sastre oscuro y sobrio, anteojos discretos y transparentes, la jurista agita las manos. “Imagínate que haya un movimiento social en Guerrero o en Oaxaca y que no tengamos conocimiento de estos movimientos sociales, que no tengamos conocimiento de lo que está sucediendo en la sociedad mexicana. Sería gravísimo”.
—¿Qué le interesaría de esos movimientos a una Secretaría de Gobernación encabezada por usted: los nombres de sus líderes, sus familias, o su razón de ser, sus demandas?
—Pero cómo no: sus demandas, sus inconformidades, sus necesidades… Saber de la corrupción que puede haber con un cacique ahí en la sierra. O tener la información de cuando se están peleando dos pueblos de Oaxaca. Hay muchas cosas de esta naturaleza. Se pelean hasta la muerte, de verdad.
—López Obrador ha dicho que desaparecerá el Cisen. ¿Usted lo confirma? –se le cuestiona.
—Para tener el control de la gobernabilidad se necesita inteligencia. Pero para espiar a los opositores, espiar a los adversarios políticos, de ninguna manera. Andrés Manuel dice: “Voy a desaparecer el Cisen”; pero se refiere a como está actualmente: espiando. Así no. Inteligencia, sí. Podría ser una institución más enfocada a la seguridad humana, porque a eso va, a la seguridad humana: a tener una seguridad como seres humanos. Es la tendencia internacional y de la Organización de las Naciones Unidas. Entonces: sí a la inteligencia; no al espionaje.
Sánchez Cordero despacha desde la Notaría 182 de la Ciudad de México, de la que es titular desde 1984. El Senado de la República la hizo ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a propuesta del entonces presidente Ernesto Zedillo, en febrero 1995. Se mantuvo en ese cargo hasta noviembre de 2015, cuando se retiró. Antes se había desempeñado como magistrada numeraria en el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (marzo de 1993-enero de 1995). No puede exhibir ninguna experiencia en el ejercicio público, la contienda política ni en la ejecución de políticas públicas. Con todo, de ganar López Obrador, se convertiría en la primera mujer en ocupar la titularidad de la Secretaría de Gobernación.
—Cómo abordaría el problema de las drogas. Tenemos a un país con los cárteles más fuertes del mundo y con el mercado más grande al otro lado de la Frontera. Y una estela de, según datos oficiales, 250 mil asesinados, 300 mil desplazados y 32 mil desaparecidos –se le inquiere.
—Vamos por un cambio de estrategia…
Se interrumpe. Reflexiona. Reconoce: “Yo no he platicado con Andrés Manuel a profundidad” la propuesta. Advierte que habrá un cambio de rumbo en la manera de enfrentar al narcotráfico, pues aunque no ha afinado los detalles con el líder del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) la propuesta de ambos es similar.
—Es un tema fundamental. ¿No lo han platicado?
Sonríe. Agranda los ojos.
“El otro día quería platicar con él ya unos temas de gobernabilidad y de cuestiones de la propia secretaría, como la estructura misma de la dependencia. Y me dijo una frase que lo pinta de cuerpo entero a don Andrés: ‘A ver, Olgicha, para que haya guisado de liebre se necesita la liebre; entonces vámonos al proceso electoral y después, si ganamos, ya vamos a ver otros temas’”.
—Es uno de los temas más importantes de la secretaría que usted pretende asumir. Qué hará, en materia de combate al narcotráfico, si ganan.
—Tú sabes perfectamente que yo voté en favor, con-ven-ci-da además, del uso médico de la marihuana; y, en todo caso, de la despenalización de la marihuana.
En noviembre de 2015, Olga Sánchez Cordero junto con otros ministros que hicieron mayoría, votó en contra de la prohibición absoluta del uso de la marihuana. Además la SCJN concedió un amparo a cuatro personas para su consumo lúdico.
—¿Se traducirá ahora esa convicción en un programa de gobierno?
—Necesitamos salir de esta situación. El problema no es tan complicado. Estados Unidos es el gran consumidor de droga. Y ahora ya la está plantando, porque ya la despenalizó en varios estados, y cada vez son más estados los que la despenalizan. Eso le ha redituado ingresos enormes por impuestos. El impuesto de la marihuana es muy importante. Ya han tenido una recaudación fiscal importantísima. ¡Cómo es posible que nosotros aquí en nuestro país nos estemos matando y los estadunidenses despenalizando la droga! ¡Cómo es posible que aquí tengamos penalizadas las armas y en Estados Unidos se las vendan a los chicos de 18 años! ¡A ver, la simetría jurídica! Cuánta gente hay en las cárceles de México por portación de arma. Muchísima gente porque, a veces, la verdad, es el único delito que le pueden comprobar, o sembrar: digámoslo claramente. Mientras, allá [Estado Unidos] las venden y todo mundo puede llevarlas a las escuela: las AK, las 9 milímetros…
—¿Buscarían negociar con Estados Unidos una especie de corresponsabilidad?
—Aquí tenemos penalizadas las armas y penalizadas las drogas. Y allá, despenalizadas las armas y despenalizada la droga. Y estamos en frontera. No lo he planteado, ¿eh?, con Andrés Manuel, pero debemos considerar no estar penalizando de esta manera las drogas. Tenemos una asimetría enorme con Estados Unidos. Somos absolutamente asimétricos. Hay que hacerlo simétrico.
—¿También en la despenalización de las armas aquí o buscar la penalización de las armas allá?
—No lo sé. No lo sé aún cómo vamos a plantearlo; pero ahorita nosotros estamos poniendo todos los muertos. No se vale.
Considera que la actual estrategia ha fallado porque ni siquiera se conoce la cifra real de asesinados, desparecidos y desplazados. Los datos oficiales no reflejan lo que está ocurriendo. Explica que el cambio de rumbo comenzará con lo que ya ha anunciado el candidato de Morena: separar la seguridad pública de la Secretaría de Gobernación.
“Estoy convencida de esa posición de Andrés Manuel. Eso ya es un paso enorme. De lo que se trata es que la Secretaría de Seguridad Pública se dedique precisamente a esas funciones de seguridad y de policía y asuma la relación de la Federación con los estados en esta materia. Y dejar a la Secretaría de Gobernación aspectos muy importantes, que no solamente es el tema de la gobernabilidad el país, sino de la gobernanza, que es distinto; y los derechos humanos.”
A decir de Sánchez Cordero, los derechos humanos serán un tema central de la Secretaría de Gobernación que aspira a ocupar. “Tanto como la gobernabilidad, será primordial la promoción y protección de los derechos humanos. Se garantizará a los ciudadanos sus derechos humanos. Es un tema importantísimo. Los derechos humanos de las víctimas pero también de los imputados. En muchas ocasiones no están los criminales en la cárcel, sino los inocentes que no pueden defenderse. Este espectro de protección de los derechos humanos abarca todo: refugiados, migrantes”. Promete otro trato a los migrantes, no incriminatorio.
—La gobernabilidad tendrán que pactarla también con el poder económico y aspirar a la gobernanza con el apoyo de los industriales. A usted le corresponderá hablar con todos ellos.
—Queremos cambiar una política pública de seguridad que no ha dado resultados, pero también queremos cambiar una política económica en la que sí se respeten las inversiones privadas, las inversiones extranjeras, la propiedad privada. Que no haya duda de ello.
—Y como próxima secretaria de Gobernación, ¿qué le diría a quienes desde la izquierda no están con López Obrador? Me refiero al movimiento social que no encuentra representación en ninguno de los partidos ni los candidatos e, incluso, a los numerosos grupos que han optado por la insurrección armada para hacer valer sus derechos o transformar su realidad.
—Les diría que nos den un voto de confianza, porque sí queremos cambiar el país. Tenemos que empezar a demostrarle a la gente, a convencerla, que sí, definitivamente, tendrán una respuesta. El más humilde tendrá una respuesta, habrá redistribución, no de la riqueza, del ingreso. Y que nos den un voto de confianza. Denos la oportunidad de servirles y de cambiar.
—¿Este movimiento de cambio, de llegar López Obrador a la Presidencia, alcanzaría también el Poder Judicial? Usted vivió en el Poder Judicial 25 años, una también cuestionada elite intelectual y económica, una elite que no está en el escrutinio público.
—Sí. Lo conozco desde sus entrañas. Te podría decir dos cosas. La primera, que sí se requiere tener gente altamente calificada, con exámenes de oposición sumamente rigurosos, porque no es fácil no tener la capacitación técnica, jurídica y de calidad para impartir justicia. Sí se requiere… no me gusta la palabra, pero la voy a usar porque no hay otra: una elite intelectual y de cualificaciones técnicas para ser juzgador. No podría ser de otra manera. No podrían ser improvisados. A ese tipo de elite me refiero. Con carrera judicial, con exámenes de oposición muy rigurosos, etcétera. Y depende mucho de que las personas que son jueces y magistrados se crean a sí mismos autónomos e independientes del poder público y de los poderes fácticos.
—Pero el Poder Judicial también necesita cambios…
—Sí, pero más que en el Poder Judicial, los ajustes tendrían que ser en la Procuración de Justicia, en las fiscalías. Ahí es donde no saben integrar las averiguaciones previas sólidamente y ahí es donde falla mucho. Si el juez no tiene los elementos probatorios, no puede tener la convicción de la culpabilidad de una persona o para adjudicar un derecho en materia civil o en materia familiar. Sin esos elementos simplemente no tiene la manera de hacerlo. Una de las grandes fallas del sistema de administración de justicia, en general, está en las procuradurías. Claro, también en los juzgadores en la medida en que no son independientes y autónomos y que se dejen influenciar por el poder económico, por el poder de los medios, por el poder público…
—Cómo la convenció López Obrador. La trayectoria de usted fue apartidista.
—Yo sí quería terminar mi vida profesional como senadora de la República. Así que lo busqué. Tuvimos un primer encuentro. Plantee la posibilidad de llegar al Senado.
—Hay quienes cuestionan su elegibilidad, pues sostienen que el Artículo 55 de la Constitución se lo prohíbe.
—Tengo mi interpretación. Y claro que le platiqué de esto a Andrés Manuel. No podría ser de otra manera. Como ministra en retiro me coloco en el 101 Constitucional. Yo tenía una prohibición de 2 años para acceder al cargo de senador. Sólo 2 años, que ya transcurrieron. Y no estoy en el supuesto del 55 porque el 55 se refiere a ministros, no a ministros en retiro, como claramente lo señala el artículo 101. Y ahí separarse del cargo implicaría 3 años de impedimento. Además, le dije, el 101 tiene destinatarios muy claros: ministros en retiro, magistrados del Tribunal Electoral, consejeros de la Judicatura. Muy poca gente había leído el 101, porque los destinatarios de esa norma constitucional somos un universo muy pequeño. Y el 55 es un universo muy amplio. Él me dijo: “Yo estoy de acuerdo con su interpretación, ministra, y para nosotros es un gran honor”.
Olga Sánchez Cordero dice que se sintió muy honrada cuando López Obrador le dijo que la incluiría en la lista de Morena de plurinominales al Senado de la República. “Y así quedamos en la primera ocasión en que nos entrevistamos. Posteriormente, unas semanas después, me llamaron de la oficina de Andrés Manuel, ahí en las calles de San Luis Potosí, y me dijeron que el precandidato quería platicar conmigo nuevamente”.
En cuanto López Obrador la vio, le soltó: “el tercer lugar del Senado de la República está garantizado, señora ministra”. Pero no era todo, quería invitarla participar en su movimiento y en la formación de su gobierno.
“Y ahí sí fue una gran sorpresa para mí: me dijo: ‘Quiero invitarla como secretaria de Gobernación’. Le dije: ‘Es algo que no me esperaba’.”
—Y cómo la convenció para que aceptara asumir el segundo cargo en importancia del Poder Ejecutivo
—Me dijo que es el momento histórico para que una mujer se encargue de la política interior de este país. Además, me argumentó que Morena quiere volver el país a los causes de la legalidad: vivir en estado de derecho donde la ley se cumpla, se respeten a las instituciones, la división de poderes, se dialogue permanentemente pero sin invadir facultades ni atribuciones. La violación de la ley es el origen de los homicidios, la corrupción, la impunidad, la violencia, los secuestros, las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones y las desapariciones forzadas. Que se respete la ley verdaderamente y las instituciones.
—¿Nada de mandar al diablo a las instituciones?
—Para nada. Andrés Manuel es un convencido del respeto a las instituciones y también de la legalidad. Lo digo con toda claridad. Cuando él en un momento dado habló de: ‘Al diablo con sus instituciones’, no es menor la palabra: “sus”, porque eran instituciones secuestradas por el Estado con fines no necesariamente legales ni constitucionales. Entonces no es que él haya mandado al diablo a las instituciones, sino a sus instituciones. No es menor. Él respeta las instituciones y la división de poderes.
—Usted pudo haber buscado a Meade o Anaya. Por qué a López Obrador.
—Yo siempre me he autoadscrito como de izquierda, como liberal. Ser de izquierda es aplicar la universalidad de los derechos. Y veamos a la derecha. La derecha pensó siempre, desde el siglo XVIII, que los derechos eran para una elite, en donde no entrábamos las mujeres ni los de raza diferente ni tampoco los niños. Sólo los adultos blancos, propietarios, sin discapacidad y hombres. Esos eran los que tenían los derechos. Los niños eran objeto de protección. Ni tenían titularidad de derecho. Los indígenas tampoco, los de preferencias sexuales tampoco, las clases sociales menos privilegiadas tampoco, las mujeres menos. Yo siempre me he autoadscrito de izquierda y liberal. Obviamente me fui con Morena. De verdad, es un Movimiento de Regeneración Nacional. Y conforme más lo conozco, más profundamente estoy convencida de que es lo que va a cambiar nuestro país. Vamos a ganar la Presidencia.
—Y si no, usted tiene asegurado el Senado de la República.
—Vamos a ganar. ¿No has visto las encuestas? Son contundentes.
—A sus 70 años y luego de una cerrera en el Poder Judicial de 2 décadas y media, por qué regresar del retiro.
—Te voy a decir algo: estoy convencida desde lo más íntimo de mi corazón que necesitamos un cambio en el país y lo necesitamos respetando las instituciones, que son instituciones que han sido construidas durante siglos. No vamos a ir en contra de las instituciones. Vamos a consolidarlas, a hacerlas más sólidas, pero también, y Andrés tiene un plan de gobierno maravilloso y un proyecto de nación, donde no se hagan más ricos los ricos y más pobres los pobres. Porque esto ha pasado. Cada vez hay una elite más poderosa económicamente y una pauperización del resto de la población en niveles de pobreza y de pobreza extrema. Él quiere detonar el desarrollo. Hay una frase en inglés que me encanta: share the profits [comparte las ganancias]. Se hará a través de una redistribución del ingreso. No de la riqueza, del ingreso. Voltear hacia dentro, hacia nuestro desarrollo, hacia nuestra soberanía alimentaria. Tenemos que cambiar.
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