Si la frase ex libris significa “de entre los libros”, entre los de mi raquítica biblioteca de George Gordon Byron (mejor conocido como Lord Byron) se encuentran su grandioso poema Don Juan, al que presenta no como seductor, sino como seducido; Diario de Cefalonia, donde cuenta su estancia en Grecia luchando por su independencia; Obras escogidas; Morir de pie, casi sus memorias; y, en elegante presentación, una selección de sus obras La peregrinación de Childe Harold, La novia de Abydos, El corsario; la conmovedora historia de amor Lara; y, en una edición soberbia, Caín, de presentación bilingüe.
Lord Byron vivió de 1778 a 1824. Inglés de nacimiento, pero literato universal e inmortal. William Shakespeare escribió en Medida por medida que es la “muerte la que debe morir”, mientras sobreviven en la historia universal los Byron, los Kelsen, los Marx, los Goethe, los Schiller, los Neruda, los López Velarde, los Newton, etcétera.
Caín, el fratricida, el destinado a matar a su hermano Abel, primogénito de Adán y Eva, es el retador de Yavé, el colérico Dios, mientras dialoga con Lucifer. Caín es el rebelde, el primero de la metafísica paradisíaca. Es el Prometeo de la leyenda reclamando libertad, la racionalidad y la crítica devastadora al dogma religioso. Caín es una obra maestra, un poema grandioso, ya desde entonces “humano, demasiado humano”, proyectando desde la raíz una de las caras de la naturaleza humana. “Caín no envidiaba a Abel, pues nunca había querido para él esa satisfacción que mana de una existencia resignada y sumisa”, escribe en su penetrante introducción Enrique López Castellón, quien es también extraordinario traductor y autor de las notas. Al leer el poema de 760 estrofas con cientos de versos en un libro de 275 páginas, uno quisiera que fueran más, para continuar estremeciéndose ante el drama del primer homicidio del Génesis. Son versos contando una historia donde dialogan Caín, Abel, Lucifer, Adán, Eva y el Dios Jehová.
A la pregunta: “¿dónde se encuentra Abel, tu buen hermano?”, Caín responde: “¿De mi hermano guardián soy por ventura?”. Byron va tejiendo su historia de amor criminal y arrepentimiento, donde Caín asume las consecuencias del suceso en el Edén, donde el preferido es Abel. Estremecedor poema sobre el sacrificio de Abel tan dispuesto a dar su vida a Jehová. En versos vibrantes, Byron creó la vida y la muerte, el alfa y el omega de la existencia efímera, biológica, de la mayoría de los humanos donde todos somos Abel y Caín, porque como otro poeta escribió: “el hombre mata lo que ama… El valiente con una daga, el cobarde con un beso” (Oscar Wilde, La balada de la cárcel de Reading). Nadie como Caín –canta Byron– amó a Abel. Ésta es una obra maestra del romanticismo, de las libertades, de “la protesta contra toda explotación y esclavitud; el ansia de libertad, específicamente romántica [que] impulsó la lucha contra la opresión obrera, en el ámbito industrial, y contra la invasión de una nación contra otra”. Esto fue el legado de Byron.
Ficha bibliográfica:
Autor: George Gordon Byron
Título: Caín
Editorial: Abada Editores, 2011
*Periodista
Fuente: Contralínea 348 / agosto de 2013