I. Tal vez el primero en inaugurar la moderna literatura mexicana fue Ignacio Manuel Altamirano Basilio (1834-1893), autor de las novelas El Zarco, Clemencia, Julia, Navidad en las montañas, además de vibrantes versos. Historiador, políticamente juarista, abogado, periodista, luchador, legislador, cronista, profesor-educador… En suma: un escritor desde su natal Guerrero, que fue cuna de la gloriosa revolución democrática de 1854 que echó del poder autoritario a Antonio López de Santa Anna, guiada por el honorable héroe Juan Álvarez, a cuya sombra se formó la generación de Juárez. En ese entonces, la nación supo construir su futuro inmediato –que es ahora nuestro presente– sobre los hombros de Altamirano y su maestro Ignacio Ramírez, el más grande laico y pensador de la Ilustración mexicana que conquistó, tras la Revolución de Ayutla, la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, la República Restaurada, las Leyes de Reforma, la derrota a la invasión francesa rematada con el fusilamiento del usurpador Maximiliano y su pandilla de traidores, para que Benito Juárez condujera la vida política solucionando problemas y dejando un ejemplo del buen gobierno republicano.
II. En el prólogo al libro Ignacio Manuel Altamirano, seleccionado por Vicente Quirarte, éste cita a Justo Sierra (autor del deslumbrante libro Juárez, su obra y su tiempo), quien dice: “Un apotegma de Juárez, una carta de Lerdo, un estudio de Iglesias, un artículo de Ramírez, una oda de Prieto, un discurso de Altamirano, una canción de Riva Palacio, una proclama de Porfirio Díaz, eran acontecimientos inmensos de nuestra vida literaria. Novias, fiestas, novelas, códigos, todo se eclipsaba para nosotros […] estaban más allá del horizonte, allá donde despuntaba vaga y blanca la aurora de la resurrección”. Eso fue Altamirano y con él esos “mexicanos que parecían gigantes”. Con un manejo maestro del español, siendo que hasta los 12 años sólo hablaba su lengua indígena, fundó periódicos. Escribió la erudita carta suscrita como Próspero, al Nigromante –el alias de Ignacio Ramírez–, y la biografía de éste. En este libro, con 767 páginas, se encuentra lo fundamental de Altamirano. Ya en otra reseña evoqué la obra completa –en 12 tomos, editados por la Secretaría de Educación Pública– de quien se hizo escritor leyendo, estudiando y escribiendo, simultáneamente a su quehacer patriótico.
III. En estas páginas están 15 de sus poemas, melancólicamente rurales, provincianos, amorosos en versos hilados con el más puro sentimiento. Fue un trabajador incansable cuyo legado permanece para abrevar en él, yendo a sus obras que son el testimonio de quien se fijó la tarea de contribuir a la cultura universal. Por esto es que Quirarte dice: “En Ignacio Manuel Altamirano aparecen reunidas virtudes y contradicciones, talentos y carencias, esplendores y derrotas de los hombres del siglo XIX que al aceptar el desafío de su tiempo, destinaron su energía a entender cabalmente el nuevo sentido de la palabra México”. Sólo Francisco Zarco se le compara; son dos mexicanos que honran a la nación. Altamirano se forjó en el yunque de pensar, estudiar, trabajar, ilustrarse y divulgar la literatura al público. Es el demócrata que expresó: “Que el presidente de la República cometa otra falta, y yo acusaré al presidente; que cualquiera otro funcionario por elevado que sea traicione a la nación, y yo pediré su castigo aunque lleve el riesgo de no ser escuchado. Cumpliré con mi deber”. Fue Altamirano creador del periodismo moderno de contrapoder.
Ficha bibliográfica:
Autor: Ignacio Manuel Altamirano (selección de textos de Vicente Quirarte)
Título: Ignacio Manuel Altamirano
Editorial: Ediciones Cal y Arena, 2012
Álvaro Cepeda Neri*
*Periodista
[BLOQUE: MISCELÁNEO][SECCIÓN: EX LIBRIS]
Contralínea 463 / del 16 al 22 de Noviembre 2015