I. No todos los diccionarios precisan algunas palabras. Y los que lo hacen son muy especializados. Magnicidio, otra palabra para homicidio, se encuentra en el Diccionario de Política de Rafael Garzaro: “Acción violenta y voluntaria que produce la muerte de un jefe de Estado, ya sea presidente o rey, o jefe del gobierno… el término significa asesinato de cualquier persona destacada… se reserva para los antes indicados”. Privar de la vida a un político no deja de ser un homicidio, que se magnifica en la medida de su importancia en el poder del Estado; o un líder relevante. Pedro González-Trevijano reserva el término sin definirlo ni citarlo en su libro: Magnicidios de la historia, salvo en su portada. Y en cuyas casi 300 páginas que acusan una fuerte cultura, narra el asesinato de 10 personajes que actuaban en el centro de gravedad del poder político, víctimas de conspiraciones para quitarlos de en medio porque estorbaban a los intereses siempre políticos; y hacerlos a un lado exige matarlos. Algunos han sido impactantes e inolvidables, volviéndolos leyenda o héroes, aunque no lo sean, a menos que sea un Gandhi o un Lincoln.
II. El autor nos presenta cada homicidio en su atmósfera política, con sus prendas de admiración, sus defectos o la escapatoria momentánea a su final. En páginas centrales nos ofrece pinturas y fotografías que recuerdan esos hechos; a los que pinta bajo el signo de un “destino” al que no podían escapar. Un aliento romántico-metafísico para justificar esos magnicidios, en lugar de explicar los hechos. Salvo esto, son puntuales microbiografías de crímenes políticos; exposiciones cronológicas de cómo, por qué, en dónde y quienes los perpetraron o movieron sus hilos. Respecto a que eran individuos marcados por un destino, es un mito pues cada quien va construyendo su naturaleza humana. Homicidios parteaguas de quienes decidieron sus destinos hasta que una conspiración, un individuo o todos a una (como en Fuenteovejuna) los ultimaron: como el de Mahatma Gandhi, Abraham Linconl, Nicolás II o Luis Carrero Blanco. Trágicos como el de Aldo Moro. Memorables como el de Lev Davidovich Bronstein (alias León Trotsky); el dramático de Kennedy. O el conmovedor de Marat. El de Francisco Fernando de Austria o Julio César, por traicionar éste la República para implantar el cesarismo monárquico y despótico; y que según la leyenda una pitonisa vaticinó su muerte cuando los idus de marzo.
III. Matar a los líderes ha sido una constante en la historia política. Victoriano Huerta manda matar a Madero; Carranza a Zapata; Obregón a Carranza y la mano negra del clero a Obregón; a Morelos y a Hidalgo los gachupines… a Colosio los salinistas-zedillistas, y el franchute José Córdoba “mucho tuvo que ver”. Ésta es una colección de 10 biografías que terminaron en homicidios. Y su autor nos cuenta las vidas de esos personajes que ejercieron el poder, crearon odios, despertaron fanatismos y sus enemigos los quitaron de en medio. Ha sido una manera de intentar cambiar, no el curso de la historia ni eso que dicen otros necios de querer parar el círculo de la historia (ésta es repetición, dicen, entre otros el más reciente: Arnold Toynbee). Nada hay escrito, la humanidad va creando lo que al final se llama destino. Magnicidios de la historia es un interesante libro de información de hechos relevantes. Autócratas, demócratas, religiosos… han sido asesinados para quítaselos de encima y “liberar” al poder de quienes lo ejercen con mano dura, mano blanda o mano pacífica, mediante quienes decidieron usar un puñal, una pistola y hasta un piolet o un rifle.
Ficha bibliográfica:
Autor: Pedro González-Trevijano
Título: Magnicidios de la historia
Editorial: Galaxia-Gutenberg.-2012
Álvaro Cepeda Neri
[BLOQUE: MISCELÁNEO][SECCIÓN: EX LIBRIS]
Contralínea 497 / del 18 al 23 de Julio 2016