Perros y gatos son víctimas colaterales en esta pandemia de la Covid-19: en medio de la contingencia sanitaria, muchas mascotas son abandonadas por quienes creen que éstas pueden ser transmisoras del nuevo coronavirus. En los peores casos, incluso, hay quienes agreden a los animales hasta causarles una muerte atroz.
Echarlos a la calle es en sí mismo un hecho que amenaza sus vidas. “Cuando un animal es abandonado es expuesto a muchos riesgos: puede ser atropellado, atacado por otros animales o contagiarse de otras enfermedades”, explica a Contralínea el presidente de la Federación de Colegios y Asociaciones de Médicos Veterinarios Zootecnistas de México (FedMVZ), AC, José Palafox Uribe.
La ignorancia es pieza clave en estos actos inhumanos, pues “no existen pruebas de que los animales de compañía estén desempeñando un papel epidemiológico significativo en esta enfermedad de humanos”, ha señalado la Organización Mundial de Sanidad Animal ante las expresiones de odio que se han vivido en diferentes latitudes del planeta.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, 57 de cada 100 hogares en el país tienen una mascota, siendo los perros el animal favorito, con 89 por ciento de preferencia. Sin embargo, el Censo canino 2019 que realiza la compañía DogHero evidencia que, de todo Latinoamérica, la República Mexicana ocupa el primer lugar en abandono de animales, con 70 por ciento viviendo en situación de calle.
El médico veterinario zootecnista Palafox Uribe señala que esta situación también puede generar problemas de salud pública, ya que “todas las excretas que ellos ocasionan quedan en la calle expuestas, se desecan y entran en contacto con todas las personas a través del medio ambiente. Es una polución que puede traer un grave problema: por esto podemos enfermarnos o adquirir parásitos”.
Otra posibilidad es que los perros y gatos en situación de calle se conviertan en animales ferales, advierte José Palafox. Esto quiere decir que no existe un control sobre ellos, “se hacen manadas, grupos de animales que llegan a atacar niños, adultos mayores o cualquier otra persona. Por lo que es muy problemático que haya abandono porque los exponemos y nos exponemos a muchos problemas sanitarios”.
Para evitar que las cifras de animales abandonados incrementen durante la pandemia y que se deriven otros problemas de salud pública, diferentes instituciones a nivel nacional e internacional han emitido información que señala la inexistencia de estudios científicos que comprueben que los animales transmitan el coronavirus a los seres humanos. Aunque sí se han registrado casos aislados en los que los dueños o cuidadores han contagiado felinos y caninos, pero no al revés.
Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud señaló que “la propagación actual de Covid-19 es el resultado de una transmisión de humano a humano y, hasta la fecha, no existe evidencia de que los animales de compañía tengan un rol significativo en la propagación de la enfermedad. Por consiguiente, no existe justificación alguna para tomar medidas relacionadas con estos seres vivos que puedan afectar su bienestar”.
Y en México, el gobierno federal –a través de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural– ha reiterado que el SARS-CoV-2 no puede ser contagiado por las mascotas.
Roberto Navarro López, director de la Comisión México-Estados Unidos para la prevención de la fiebre aftosa y otras enfermedades exóticas de los animales (CPA) ?del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica)? explica en entrevista que las autoridades quieren evitar el incremento del abandono animal y, para lograrlo, los medios de comunicación son fundamentales.
También destaca la importancia de tener claro que los animales no desempeñan ningún papel importante en la transmisión. “Las personas se deben cuidar de las personas, no de los animales”.
Por su parte, el veterinario José Palafox dice que aunque “se tiene la teoría de que es una enfermedad que inició así, [es decir] transmitida de un animal a los humanos, al día de hoy no se ha podido esclarecer su origen”.
Al respecto, el 19 de mayo pasado la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas señalaron que no hay evidencia científica suficiente para atribuir el origen del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 a los murciélagos. Por el contrario, consideraron que la actual crisis surgió de la inadecuada forma que tiene la humanidad de relacionarse con el medio ambiente.
Por su parte, el veterinario Palafox Uribe refiere que, si bien se han presentado algunos casos aislados de animales contagiados del virus SARS-CoV-2 en otros países, “se detectó en ellos por la estrecha cercanía que tuvieron con una persona infectada. Se hicieron pruebas y evidentemente salió positivo. Esto no quiere decir que hayan desarrollado la enfermedad, y mucho menos que la transmitan al ser humano, sino que por la convivencia actúan como vectores”.
Paulina Bermúdez, directora de la organización Proyecto Gran Simio México, subraya que “la información científica nos puede ir enseñando qué animales sí, qué animales no y sobre todo cómo actuar. Al final, una discusión más informada, liderada por científicos y expertos en la materia nos puede enseñar mucho. Por ejemplo, qué es lo que tenemos que mejorar en políticas públicas”.
Asimismo, dice que no hay que tenerle miedo a la información, pues la organización tuvo muchas respuestas negativas por parte de la comunidad en pro de los derechos de los animales cuando difundieron que una tigresa había dado positivo al virus en un zoológico del Bronx en Nueva York.
“Es un tema delicado, pero no es un motivo que tenga que llevarlos al miedo o a promover la ignorancia o a no hablar sobre algo que es evidente. Como si por hablar del caso del tigre la gente fuera a abandonar perros y gatos”, opina.
El 6 de abril pasado, el director general de Salud Animal del Senasica, Juan Gay Gutiérrez, envió un oficio con cuatro “medidas básicas” para los médicos veterinarios: preguntar si existe antecedentes de Covid-19 en sus clientes; educar a los propietarios para limitar el contacto con sus mascotas en caso de ser contagiados; que el cliente infectado se lave las manos antes y después de interactuar con sus animales; recomendar al propietario que si su perro o gato desarrolla una enfermedad atípica llame a su veterinario.
En entrevista, el director del CPA, Roberto Navarro, aclara que lo que les están pidiendo a los veterinarios, en primer lugar, es que “apliquen medidas de bioseguridad porque esto no solamente es para las mascotas; ellos mismos, como veterinarios, pueden infectarse del virus. No por la mascota que le están llevando, sino por las personas que están ingresando y que tienen contacto con ellos”.
También explica que si alguna persona sospecha que su animal de compañía está enfermo de Covid-19, lo primero que tendría que considerar es que ella o algún familiar podría estar contagiado. “Para que una mascota se llegue a enfermar es porque estuvo en contacto con personas infectadas”, señala.
El procedimiento que ocurre a partir de la alerta generada por el cliente es el siguiente: “el médico veterinario va a hacer una inspección clínica del animal. Le puede tomar una muestra con un hisopo nasal o un hisopo nasofaríngeo que va a conservar en un tubo estéril, lo va a guardar en refrigeración y después nos lo va a comunicar a nosotros”.
Navarro detalla: “en menos de 24 horas, vamos a acudir por esa muestra y la vamos a mandar a algunos de nuestros laboratorios que tenemos en el país. Tenemos 17 laboratorios clasificados por nivel de seguridad dos y uno de alta seguridad de nivel tres en la Ciudad de México para hacer estos diagnósticos”,.
El funcionario señala que si bien aún no se ha reportado ningún caso sospechoso de algún animal infectado, si esto sucede se hará una investigación epidemiológica para saber qué fue lo que pasó con él. “Al igual que una persona, [el animal] se va a recuperar en un tiempo muy corto. No tenemos ninguna evidencia de que ese animal infecte a otros animales o infecte a otras personas”.
Además, precisa que para que una notificación de Covid-19 en animales proceda, necesariamente tuvo que haber un antecedente de contagio en sus dueños o cuidadores. “Ése es un prerrequisito indispensable para nosotros, ya que toses, neumonías, diarreas en los animales son frecuentes y pueden ser causadas por un sinfín de agentes infecciosos virales, bacterianos o parasitarios”.
José Palafox Uribe, presidente de la FedMVZ, confirma que el gremio está acatando las recomendaciones de la autoridad sanitaria y que, como profesionales de la rama médica y de la salud, siempre cuentan con medidas de bioseguridad y tienen “vasta experiencia en tratar y controlar enfermedades”.
También detalla a Contralínea que hay muchas opciones para “salvaguardar la salud física y mental de nuestros animales de compañía”. Explica que algunos cuidados básicos que los médicos veterinarios buscan fomentar en los propietarios es la higiene. “Antes y después de interactuar con los animales de compañía debemos lavarnos las manos perfectamente. Además, limpiar con frecuencia el área donde duermen y juegan”.
A propósito de algunas malas prácticas detectadas durante esta pandemia, la Federación que preside Palafox ha alertado sobre el uso nocivo de gel antibacterial y cloro en perros y gatos. “Estas sustancias químicas no son amigables con la piel [humana] ni tampoco con los animales, ni su piel ni su pelaje. [Al usarlas], las personas sentimos cómo las manos se dañan y en los animales esto puede generar desde una irritación leve hasta algún tipo de dermatitis o incluso úlceras”.
Explica que el comportamiento normal de perros y gatos es acicalarse a través de lamidas. De tal forma que el uso erróneo de gel o cloro para desinfectarlos también puede ocasionar que los animales lo ingieren y sufran otro tipo de padecimientos, como intoxicaciones.
“Lo más recomendable para usar es agua y jabón neutro cuando se requiera lavar las patas o bien su cuerpo. Además, en el mercado existen muchos productos diseñados y creados para ellos: jabones y champús que sirven perfectamente para mantener la higiene de los animales”, aclara.
En este sentido, Andrés González Serrano, oficial de Desarrollo Ganadero de la Oficina Regional en Chile de la Organización de las Unidad para la Alimentación y Agricultura, señala la importancia de que los productos que se utilicen estén aprobados por laboratorios veterinarios. También destaca que bajo ninguna circunstancia se debe usar lejía; recomienda que si existe alguna duda sobre alguna sustancia, es importante consultar a un médico veterinario o al servicio de sanidad nacional.
El veterinario José Palafox enfatiza que las personas no deben olvidar interactuar frecuentemente con sus mascotas. “Hay que aprovechar este tiempo para realizar entrenamientos y comandos básicos como: sentarse, dar la pata, siempre bajo refuerzos positivos y premios que alientan a los animales a seguir haciéndolo. No hay que olvidar que todas esas actividades, jugar con ellos y darles cariño, serán beneficiosas tanto para las personas como para los animales, pues se disminuye el estrés, y estaremos mentalmente positivos. Tanto ellos como nosotros”.
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Tras la exigencia de activistas y organizaciones de defensa animal, finalmente el 24 de abril la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema) publicó el Protocolo de bioseguridad aplicable durante la contingencia de covid-19 para primates no humanos, felinos no domésticos y otras especies silvestres en la Dirección General de Zoológicos y Conservación de la Fauna Silvestre.
Este documento reconoce que el principal riesgo de contagio de animales proviene del cuidador, por lo que éste tendrá que cambiarse de ropa de calle por la de trabajo, deberá usar cubrebocas y guantes de látex, además de reportarse con su superior, tanto al inicio como al final de la jornada, para descartar signos de la enfermedad de Covid-19.
Por otra parte, como ya se había anticipado, se suspendieron las visitas de personas externas a los zoológicos y se realizaron tareas de limpieza, tales como desinfección de implementos, candados, llaves, perillas y mesas de preparación de alimentos. También se estableció el uso del tapete sanitario.
El Protocolo estipula que se debe disminuir al mínimo las actividades de condicionamiento operante. En caso necesario, el personal tiene que mantener una distancia de 1.5 a 2 metros de distancia respecto al ejemplar animal.
Se advierte que estas medidas siguen en revisión y actualización constante, “toda vez que la Covid-19 es una enfermedad emergente”. La Sedema señala que se están considerando cualquier actividad orientada a minimizar la posibilidad de transmisión de trabajadores a animales, a pesar de que aún no se sabe con certeza las posibilidades de contagio.
La Sedema explicó, en un comunicado, que dicho documento se integró desde que la epidemia inició y fue resultado de “la revisión de la literatura científica en la materia, así como de los aportes del personal médico veterinario de los zoológicos de la Ciudad de México”.
Por su parte, Roberto Navarro, director de la CPA de Senasica, indica que la Comisión trabaja constantemente con los tres zoológicos capitalinos. Por lo que, al igual que a la FedMVZ, les hicieron llegar algunas recomendaciones que tienen que seguir para mejorar las medidas de bioseguridad y afirmó que sí se están apegando al Protocolo.
Proyecto Gran Simio México fue una de las organizaciones que presionó para que el Protocolo fuera de acceso público, ya que, al ser un documento oficial, no “puede ser secreto”.
Paulina Bermúdez, directora de la organización, dice a Contralínea que, cuando inició la Jornada Nacional de Sana Distancia, trabajadores de los tres zoológicos se acercaron a ellos para denunciar que no contaban con elementos básicos para cuidar de su salud y, al mismo tiempo, proteger a los animales, como jabón y gel antibacterial. También afirma que aunque ya se publicó el Protocolo, la situación sigue siendo la misma.
La directora también denuncia que, anteriormente, la organización ya había detectado situaciones en las que los trabajadores de los zoológicos están expuestos a otras enfermedades zoonóticas, como es el caso de la Leptospirosis. La defensora de los derechos de los animales explica que la Secretaría de Salud cuenta con una norma oficial y con un protocolo específico para atender casos de esta enfermedad, pero los zoológicos “jamás lo han aplicado”.
Asimismo, sostiene que, en general, las medidas de protección que se aplican dentro de los zoológicos son insuficientes tanto para los animales como para los trabajadores, porque a éstos se les puede observar “manipulando” los alimentos o en contacto con los animales sin ningún equipo especial.
Comenta que también se permite la entrada de visitantes enfermos. “Nunca hemos visto que el público sea detenido por entrar así al zoológico, y es algo que debería hacerse. No es una práctica que se lleve a cabo porque la lógica es tener visitantes; el entretenimiento del mismo público. No es la protección como tal de los animales y así la cuestión se agrava porque hay un tema de derechos humanos, en particular el derecho humano a la salud que no se está atendiendo”.
En este sentido, Paulina Bermúdez llama a las autoridades a hacer una reflexión sobre si realmente “existe la capacidad de tener animales en cautiverio en estos espacios y, si los vamos a tener, ¿para qué?”. Compara con otros espacios de conservación, como parques nacionales, donde las medidas de protección sí consideran estas situaciones y son muy estrictos con todas las personas que entran en contacto con las especies.
Por último, señala que los zoológicos mexicanos públicos y privados no cuentan con planes de emergencia ante una contingencia sanitaria, “lo cual es grave” porque indica que “no son sustentables económicamente y no están preparados para atender una situación de esta magnitud”.
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