Como un monumento a la desorganización fue catalogada por diversos participantes la Asamblea de Autoridades Indígenas del 7 de febrero de 2020, convocada por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), preparatoria del diálogo del presidente de México con el pueblo nahua y comunidades indígenas residentes de la ciudad de México.
La convocatoria emitida por Adelfo Regino, director del INPI, que fue dada a conocer sólo un par de días antes, reunió a representantes de pueblos y barrios originarios así como indígenas residentes en la Ciudad de México, en el Centro Cultural Calmecac de Villa Milpa Alta, en un ejercicio social que en momentos dio la impresión de una verdadera torre de Babel contemporánea construida en cuatro pistas.
Los organizadores diseñaron la “Asamblea” dejando de lado las diferencias entre indígenas originarios y residentes provenientes de otros estados de las República; las diferencias entre pueblos y barrios absorbidos por la mancha urbana y los pueblos que aún mantienen sus actividades agrícolas y pecuarias; las diferencias entre los que mantienen o no sus tradiciones y organización propia, y las diferencias geográficas. Lo anterior resultó en cuatro mesas de trabajo donde se abordaban temas disímbolos, con diferentes niveles de gravedad y urgencia, lo que dejaba una sensación en los participantes de estar divagando.
Desde el primer momento fue una sorpresa para los participantes del pueblo nahua de Milpa Alta, el llegar al auditorio del Centro Cultural Calmecac y encontrarse con que la mayoría de los 700 espacios disponibles ya estaban ocupados por personas movilizadas en numerosos camiones por la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA), quienes portando enormes banderas verdes de esta organización ocupaban los lugares más estratégicos. Un verdadero problema se abrió para los organizadores, pues en el auditorio se planeaba llevar a cabo la Mesa 2 que abordaría los temas de Territorios y Actividades Productivas; Tierra, Recursos Naturales y Desarrollo Regional. Así que decidieron, a las 11:20, ante la presencia corporativa de la UNTA, dejar el auditorio para tratar los temas de esta organización. Así lo explicó el delegado del INPI en el área metropolitana: “Para poder dar la atención… de la mejor forma… Ustedes ya están aquí muy bien acomodados y se va a trabajar aquí con ustedes, con los de la UNTA específicamente, con los otros compañeros y compañeras… les pediríamos que nos acompañen del otro lado para hacer la misma dinámica”, refiriéndose a las otras mesas localizadas en el Centro Cultural Calmecac. Sin embargo, Jonathan, el líder de la UNTA de mayor jerarquía presente, simplemente se opuso y decidió que no, que ahí se quedarían todos, contradiciendo abiertamente a los organizadores: “Yo creo que no hay que movernos… no hay necesidad de que nos podamos mover… los que ya llegaron del otro lado que se acomoden y que trabajen… nosotros aquí no nos vamos a mover”. Y así quedó. Luego de un retraso de más de hora y media, se dio inicio a los trabajos de las Mesas restantes, sin una plenaria introductoria o explicativa para los participantes y con una notable desproporción, pues mientras en la Mesa 2, ocupada por la UNTA se concentraban más de 700 personas, en las restantes apenas se reunían 10 o 15 personas.
Fue el intento de la UNTA por sabotear la asamblea lo que, paradójicamente, terminó equilibrando la reunión. En efecto, una joven comunera de Milpa Alta señaló en el auditorio que la reunión les parecía una vacilada, una falta de respeto para las comunidades: “Esto es un desorden y una vacilada para los pueblos… como va a venir nuestro presidente Andrés Manuel, les agarró la apuración… Yo quisiera que este proceso se repusiera”. Esa intervención fue aplaudida y confirmada por Irina Castillo, de San Miguel Ajusco, quien dijo: “Apoyo a la compañera en el decir que esto es una apuración porque viene nuestro señor presidente… se nos debe de respetar… se me hace ilógico y ridículo que nos digan que nos van a dar respuesta a un pliego petitorio cuando no hemos podido desarrollar el primer tema…”. Jonathan, uno de los líderes de la UNTA, aprovechando el ambiente crítico, intervino cerca de las 12:20 horas diciendo que “nosotros nos vamos a retirar este foro… porque a este delegado de Milpa Alta (Octavio Rivero) le pedimos que instalara el Consejo de Desarrollo Rural, no lo ha hecho… aquí no veo ninguna dependencia. ¿Tienen miedo porque estamos aquí nosotros [la UNTA]? Entonces nosotros nos vamos a pasar a retirar… vamos al monumento a Zapata y vamos a bloquear ahí hasta que llegue este pinche delegado… Levántense los de la organización y vamos a dar la pelea”. Y, en efecto, los movilizados por la UNTA, pero también algunos despistados, salieron del auditorio Calmecac, abandonando definitivamente la reunión al grito de “Zapata vive, la lucha sigue”. La puerta de acceso al auditorio y la salida de emergencia se abarrotaron de banderas verdes pugnando por salir y, como lo dijo Jonathan, pronto iniciaron un bloqueo carretero en el cercano monumento a Emiliano Zapata, principal vía de acceso a Villa Milpa Alta.
Desde el principio, hasta ese momento, el comentario general tanto de organizadores como de participantes era: “Esto es un desmadre”, pero la salida de la UNTA permitió un mejor desenvolvimiento de la reunión. Fue, sin lugar a duda, la bondad y paciencia del resto de participantes, su identificación emocional, en el fondo, con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y no el diseño de los organizadores, lo que permitió mantener la reunión, aunque claro, no sin reclamos y severos llamados de atención para el INPI y para el resto de instituciones que (salvo una excepción) no estuvieron oficialmente presentes. Hay que notar, que aunque la convocatoria a la reunión fue firmada personalmente por Adelfo Regino, el director de INPI no se hizo presente.
Pasada la una de la tarde las Mesas empezaron a disolverse, abandonadas paulatinamente por los participantes, un tanto aburridos por la divagación campante. Con la exigencia de que las demandas presentadas se dieran a conocer por escrito a los participantes, la última Mesa en terminar, que por cierto fue la mesa que desde el principio se desarrolló de una manera asertiva, concluyó sus trabajos. El resultado de lo vertido fue presentado al presidente de la República el domingo 9 de febrero en San Pedro Atocpan, en la mega carpa en la que se desarrolló el Diálogo con el Pueblo Náhuatl y las Comunidades Indígenas Residentes en la Ciudad de México.
Algo ha avanzado el INPI, quién ahora podrá escribir un Manual sobre cómo no diseñar y organizar reuniones. Y también la UNTA, quien ahora sabe que no basta movilizar camiones de personas para romper una reunión de pueblos indígenas.
David Cilia Olmos*
*Maestro en desarrollo social; investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco; exintegrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre
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