En Argentina se ha concretado un golpe de Estado. En Venezuela está en marcha. Miles de millones de dólares en la embestida contra los gobiernos populares de América Latina. Ante la protesta popular ya se tiene el antídoto probado en México y Colombia: el crecimiento deliberado del narcotráfico y la violencia que justifique el intervencionismo, la militarización y la guerra
Stella Calloni*/Prensa Latina
Buenos Aires, Argentina. ¿Qué sucedería si una mayoría del Partido Republicano de Estados Unidos dijera que sería “irresponsable” dejar terminar su periodo de gobierno al presidente Barack Obama (cuyo partido es el Demócrata)? ¿Qué sucedería si la mayoría parlamentaria argentina dijera que sería “irresponsable” dejar continuar a un gobierno como el de Mauricio Macri, que funciona por Decretos de Necesidad y Urgencia, arrasando la ley y las instituciones, reprimiendo a un pueblo al que le mintió impunemente en la campaña electoral?
El pasado 29 de enero el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Henry Ramos Allup, afirmó que sería “irresponsable” permitir que el presidente Nicolás Maduro finalice su mandato. Y no sólo esto, advirtió que si el dignatario continúa en el gobierno su sucesor heredará un “cementerio”, ante lo cual sostuvo –sin ningún límite– que en el mes de junio la oposición elegirá una figura legal para cambiar el gobierno.
Envalentonado por el amparo imperial con que cuenta, dijo: “La verdad es que yo no quiero que esto dure 3 años más, así de peor en pésimo, porque, qué va a pasar al final. Si tú puedes ponerle remedio a una enfermedad antes de que te produzca la muerte, pues le pones el remedio, parece obvio”. ¿Qué dirán los civilizados europeos que tanto apoyan a sus “democráticos” amigos venezolanos, golpistas?
Las preguntas iniciales son más que válidas ante las novedades de los últimos tiempos, cuando asistimos a nuevos esquemas de golpes de Estado más que blandos y encubiertos, a cara descubierta, como se está viendo en Argentina –con la constitución de un verdadero gobierno de facto surgido de elecciones– y Venezuela, donde la oposición mayoritaria en la Asamblea Nacional tiene un presidente que canta el golpe con la brutalidad que caracteriza a las nuevas derechas.
Sostiene Ramos Allup que se proponen terminar con el gobierno de Maduro antes de 6 meses sin que nada diga el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, de este golpismo abierto y descarnado.
Días antes el mismo Ramos Allup aseguró que ante la gravedad de la crisis económica no vislumbra a Maduro concluyendo su mandato. “Yo lo veo muy mal, no sé si a final del año, porque tampoco es posible poner un día preciso, pero yo al final del periodo constitucional, a este ritmo, no lo veo llegar”, manifestó.
Es la confesión pública de que llegaron a la Asamblea Nacional exclusivamente a impedir gobernar a Maduro, pidiendo el respaldo a las nuevas leyes que presentará la mayoría opositora para intentar dar un golpe final, sobre lo actuado desde el golpe de 2002.
Curiosa situación de golpismo permanente en Venezuela, que pasó de las calles enlutadas con muerte y destrucción, después de aquella declaración pública de Leopoldo López –que no es un preso político– al inicio de un nuevo intento de golpe de Estado llamado “La Salida”, con manifestaciones violentas supuestamente estudiantiles (encubriendo a los paramilitares colombianos que participaron activamente) a comienzos de 2014, cuando dijo que no se iban a ir de las calles hasta “no sacar a Maduro”, declaración golpista si las hay.
Un total de 43 muertos, casi un millar de heridos, millones de pesos en destrucción de edificios, universidades y demás, fue el saldo criminal de “La Salida”. Los golpistas eternos que desabastecieron el país, se robaron millones de dólares en gasolina, en alimentos, medicamentos y demás en complicidad con los paramilitares colombianos, que además de matar en su país, asesinan sin piedad en Venezuela, como sucedió con el asesinato del periodista Ricardo Durán.
El periodista Durán trabajaba para el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV), era jefe de prensa del gobierno del Distrito Capital. Trabajó como director de Comunicación e Información de la Asamblea Nacional y ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2009.
El periódico opositor El Universal sostuvo que fue uno de los periodistas clave en comunicar “lo que ocurrió durante los días de abril de 2002, desde las propias instalaciones del canal, en tiempos en los que reinó la confusión cuando el entonces presidente, Hugo Chávez, fue retirado del cargo”.
Qué delicadeza de El Universal usando la palabra “retirado del cargo”, cuando Chávez fue secuestrado en medio de un brutal golpe de Estado cívico militar.
Vale recordar lo sucedido (octubre 2014) con el asesinato, torturas previas, del joven diputado del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) Robert Serra y María Herrera, su compañera, además de otros crímenes brutales de la “oposición democrática” y de los sabotajes contra el país que más había avanzado en recuperación social de su población, como lo admitían los organismos internacionales.
Estos crímenes son parte del golpismo y de la injerencia de Estados Unidos, que hace tiempo amenaza con invadir ese país, financia, asesora y dirige a una oposición mercenaria y al paramilitarismo mediático que le sirve. Millones de dólares fueron repartidos en Venezuela y en Argentina para orientar las campañas electorales. Esto es injerencia y corrupción y es el mayor fraude contra nuestros gobiernos y pueblos. La ofensiva avanza sobre Brasil, Bolivia, Ecuador.
Macri, la invención de un presidente
En Argentina el “modelo democrático” de Mauricio Macri emprendió una demolición brutal de todo lo que había recuperado el país, esencialmente el Estado, que en 2001 se derrumbó en la crisis económica y política más dura en la historia nacional.
Gobernando desde el pasado 10 de diciembre por Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), violando las leyes y la constitución, llevando al país hacia un camino que significa no sólo la destrucción de lo que costó años construir, con muertes y sacrificios. Macri comienza su gobierno entregando Argentina al poder hegemónico mundial, a los organismos siniestros como el Fondo Monetario Internacional, de lo que se ufana el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, un agradecido empleado de bancos e instituciones extranjeras.
Macri no sólo apoya el golpismo contra Venezuela, sino que se ha convertido hipócritamente en un “defensor de los derechos humanos en ese país”. Es el mismo presidente que está arrasando con todos los derechos del pueblo argentino, violando los derechos humanos, sociales y políticos, intentando volver atrás todo lo actuado contra los responsables de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura pasada, algo tan valorado en el mundo.
Rápido y furioso arremete contra todo vestigio de defensa y derecho logrado por el pueblo, después de la campaña mediática terrorista encabezada por el grupo monopólico Clarín, dueño de todos los espacios más importantes de comunicación a nivel nacional y el más favorecido por el gobierno de Macri.
La persecución del monopolio Clarín contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner no tiene parangón en la historia.
El golpismo actual en Argentina comenzó el mismo día de la asunción de Macri, un empresario ultraderechista que desde 2007 (de acuerdo con Wikileaks) ofreció sus servicios a la embajada de Estados Unidos en Argentina. La ofensiva golpista comenzó con decretos que determinaron la intervención de instituciones, medidas absolutamente ilegales, como el nombramiento de dos de sus jueces por decreto en la Corte Suprema. Todas las medidas económicas favorecen a los poderosos y marcan un camino de exclusión para el pueblo.
Los despidos masivos con métodos brutales –que es una forma de desaparecer a un ser humano– desconociendo al Congreso, la persecución político-ideológica, abiertamente, con la impunidad que le da el poder mediático, desde que era un intendente de la Ciudad de Buenos Aires.
Asumió la presidencia con dos procesos abiertos, por reprimir a los pobres y espiar a trabajadores, políticos y hasta sus propios familiares.
Mientras Estados Unidos y su red de asociados y empleados locales apoyan los decretazos anticonstitucionales de Macri, aplaudidos por el poder hegemónico, en Venezuela el decreto de “emergencia económica” firmado por el presidente Nicolás Maduro fue rechazado por la oposición legislativa con la complacencia de ese mismo poder.
Maduro tiene una razón patriótica, de defensa nacional para pedir la aprobación de este decreto de emergencia en un país petrolero, en el marco de la mayor caída de los precios de ese producto a cifras jamás imaginadas.
Ramos Allup y los suyos que apoyan al gobierno de Macri, golpean al corazón de Venezuela, obstaculizando cualquier medida del gobierno de Maduro, que tiene la obligación de accionar con urgencia ante un problema nacional y económico. La negativa opositora en el Congreso es parte del golpismo continuo que Estados Unidos y sus títeres locales ejecutan contra Venezuela.
Ofensiva imperial
Estamos asistiendo a una embestida, una ofensiva de verdadera demolición de los gobiernos populares de América Latina, para lo cual se han destinado millones de dólares interfiriendo procesos electorales, desacreditando para terminar de golpear la unidad regional, que es la única posibilidad de resistir al proyecto de expansión global y de recolonización continental del imperio.
Es también la única posibilidad de enfrentar las estrategias contrainsurgentes que supone esta Guerra de Baja Intensidad (GBI) que se aplica en toda la región contra los gobiernos que lograron cambiar el paradigma de la sumisión colonial.
De hecho estamos invadidos por las fundaciones como la National Endowment Foundation (supuesta Fundación para el Desarrollo de la Democracia) que conocemos como NED. También la vieja Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID, por su sigla en inglés), los institutos internacionales tanto Republicano como Demócrata y su enorme red de Organizaciones No Gubernamentales, lo que permite la ocupación anticipada de territorio y facilita el terrorismo mediático que se nos aplica. Y no olvidemos la red de bases militares, las tropas de despliegue rápido, la IV Flota y demás.
En el plano de guerra sicológica asistimos a la absoluta desculturización de nuestras sociedades mediante entretenimientos y ofertas, que han desconcientizado a millones de aquellos que el poder hegemónico considera esclavos mediáticos.
Es imprescindible comparar la doble moral de los supuestos demócratas de la oposición venezolana y argentina, y las derechas –en todos los casos las más mediocres en la historia de América Latina– que son el ariete con que el gobierno de Estados Unidos intenta retornar a su patio trasero para su proyecto de recolonización.
Para esto está planeado –y hay que seguir los acontecimientos en Argentina y Venezuela– demoler todo lo que haya de posible resistencia futura y avanzar en el control absoluto de la población como lo está haciendo el actual “modelo argentino” y el golpista bloque opositor venezolano.
En Argentina el gobierno ha sido ocupado por figuras impuestas por Washington, ya que este país, por una parte, e Israel, su socio, han colocado sus alfiles en los ministerios estratégicos, sin disimulo.
Estos ministros y secretarios de área pertenecen desde hace tiempo a las Fundaciones de Estados Unidos, como Pensar, Crecer, Libertad, Uno América, y una lista de otras que se han instalado en lo más alto del poder en sólo 40 días. Se tomaron los medios –muy pocos por cierto– que no controlaban, ya que el monopolio del Grupo Clarín impuso la anulación de la Ley de Comunicación Audiovisual, votada en 2009, reconocida en el mundo como un enorme esfuerzo de democratización informativa y recuperación cultural.
Como se sabe no puede existir un monopolio mediático, que como Clarín, controle todo el país, el papel prensa y ahora, gracias a decretos de Macri, la posición monopólica se expandió en horas hasta el control de las telecomunicaciones y más.
Para hacerlo en sólo 40 días despidieron a miles de trabajadores, a centenares de periodistas y ampliaron sus poderosos manejos de la justicia, que le permitió a este grupo monopólico burlar –mediante jueces amigos– la Ley de Medios durante 6 años. Ahora esos jueces son el poder judicial, una verdadera corporación del poder económico, golpista. Esto viola todas las leyes y los derechos de los pueblos y los derechos humanos.
Se tomaron uno de los países más importantes para la unidad regional, como un severo golpe a la integración. Es un golpe de Estado rápido y furioso, un shock cuyas consecuencias son inevitablemente graves para la región.
Y para asegurarlo, ante la evidente resistencia en Argentina que, a medida que se sigan tomando acciones cada vez más antipopulares y regresivas seguirá creciendo, introducen dos temas que son el caballo de batalla de los argumentos del imperio. Advierten sobre el terrorismo y el narcotráfico, instalando el miedo en la población y sin duda –como lo estamos viendo aquí– pedirán ayuda militar a Estados Unidos para combatir estos males.
Nadie deberá asombrarse de atentados de falsa bandera, como lo hacen en todo el mundo, instalando el miedo irracional, que significa el dominio emocional de una población aterrorizada que lo acepta todo.
Para eso tienen los medios, el paraperiodismo, muy bien pagado –como se paga a los mercenarios– y el trabajo de zapa de la desconcientización social “para dominarnos mejor”.
Sólo la resistencia inteligente, la unidad y solidaridad instaladas por el empoderamiento de los pueblos de sus derechos, nos hará enfrentar el retorno colonial, y recuperar la libertad y a la independencia definitiva. Tenemos la fuerza de la razón, la dignidad y el futuro.
Stella Calloni*/Prensa Latina
*Periodista
[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN INTERNACIONAL]
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Contralínea 477/ del 29 de Febrero al 05 de Marzo del 2016