Berlín, Alemania. El acuerdo entre Estados Unidos, Israel y los Emiratos Árabes Unidos, hecho público el pasado 13 de agosto, constituye un hito en las relaciones diplomáticas en el mundo árabe. Las negociaciones entabladas por Washington entre Tel-Aviv y Abu Dabi tienen como resultado la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, a cambio de la suspensión de la anexión de una parte de Cisjordania por parte de Israel. Las reacciones internacionales no se hicieron esperar, sobre todo por parte de los palestinos. Con este precedente, los Emiratos Árabes Unidos son el tercer país árabe que establece relaciones diplomáticas con Israel.
El presidente Trump, mediante un mensaje en su cuenta de la red social Twitter, se congratuló de este éxito diplomático. Según su punto de vista pudo prevenir mayores anexiones israelíes en tierras palestinas. Como parece, el primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, tan sólo “suspendió” esta medida, pero no renuncia a hacerlo en un momento posterior. Otros países como Arabia Saudita podrían seguirle los pasos a los emiratíes pronto. Así, el éxito de romper con el aislamiento diplomático de Israel en el mundo árabe por parte de Estados Unidos, y concretamente de Jared Kushner, consejero y yerno del presidente, está siendo exitoso.
Mientras tanto el rechazo categórico del gobierno palestino ante este hecho consumado se hizo escuchar claramente. “Los dirigentes palestinos rechazan lo que han hecho los Emiratos Árabes Unidos y lo consideran una traición a Jerusalén, a la mezquita de Al-Aqsa y a la causa palestina. Este acuerdo es un reconocimiento de facto de Jerusalén como capital de Israel2″, dijo el portavoz del presidente palestino Mahmoud Abbas, Nabil Abu Rudeinah, en la televisión pública palestina. Agregó que “Ni los Emiratos [Árabes Unidos] ni ninguna otra parte tiene derecho a hablar en nombre del pueblo palestino. Los dirigentes palestinos no permitirán que nadie interfiera en los asuntos palestinos o decida en su nombre sobre sus derechos legítimos en su patria”.
No obstante, otros países reaccionaron de forma igualmente contundente en contra de esta normalización. Ankara calificó el comportamiento de los Emiratos Árabes Unidos como “hipócrita” y amenazó con suspender sus relaciones diplomáticas con Abu Dabi. El ministro de relaciones exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn asimismo afirmó a la cadena alemana Deutschlandfunk que “[…] desde hace tiempo que la solidaridad con los palestinos ya no es una prioridad, especialmente en el Golfo. […]. Ahora se está vendiendo de tal manera que estas anexiones en Cisjordania son realmente impedidas. Sin embargo, estoy de acuerdo con los palestinos cuando dicen que esto significa ahora que Jerusalén es la capital de Israel y no la capital de Israel y Palestina”, añadió. Por su lado se emitió un comunicado a través del Departamento de Relaciones Internacionales y Cooperación (DIRCO por su sigla en inglés) sudafricano, donde afirmaba que “Sudáfrica toma nota de las preocupaciones expresadas por los dirigentes palestinos y desea expresar su convicción de que toda iniciativa encaminada a la solución del conflicto debe tener en cuenta las necesidades y aspiraciones del pueblo palestino”.
Con base en la declaración de la Cumbre de la Liga Árabe de Jartum, Sudán, del 1 de septiembre 1967, salieron tres ejes centrales en la política de los miembros del organismo, también conocidos como “los Tres No”: ninguna paz con Israel, ninguna negociación con Israel, ningún reconocimiento diplomático de Israel. Claramente a más tardar en 1979, en Egipto bajo Anwar Sadat, y Jordania bajo el rey Hussein en 1994, este principio fue roto. Ahora en 2020 los Emiratos Árabes Unidos bajo Mohammed bin Zayed se unen como el tercer país en la lista.
El presidente palestino llamó a una cumbre extraordinaria de la Liga Árabe tras una reunión de urgencia de su gabinete el mismo 13 de agosto. El futuro de una solución de dos Estados está siendo significativamente afectada, y el espíritu de Jartum está siendo cada vez más socavado por importantes países del mundo árabe. Si Israel consigue su normalización a nivel diplomático sin concesiones reales, esto reduce la presión que los países árabes puedan ejercer sobre esa nación. Asimismo, si en un futuro próximo igualmente se produce la anexión que fue evitada por este giro, y el resultado sería el mismo, pero sin el aislamiento internacional del régimen sionista por parte de la Liga Árabe.
Otra arista importante en esta jugada política es la alianza de dos enemigos de Irán, que ya desde años habían colaborado de forma discreta. La confrontación que se produce entre Teherán y los países del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG) liderados por Arabia Saudita en este caso se ve acrecentada por un país poseedor de la bomba atómica. Si bien ya existía una cooperación estrecha anteriormente entre Tel-Aviv y Abu Dabi, tanto desde los servicios secretos, pero también a nivel gubernamental, se cae el secretismo y se lleva a cabo de forma ostentativa.
Este acuerdo que por ahora es meramente verbal requeriría una firma de ambas partes. Esto se podría llevar a cabo en Washington, DC, en la Casa Blanca a la brevedad, lo cual implicaría coronar la Presidencia de Donal Trump con un aparente éxito diplomático celebrado con bombo y platillo. Sin duda esto sería capitalizado para ganar popularidad entre el electorado estadunidense ante las elecciones de noviembre 2020, cuando se encuentra en un momento de gran debilidad ante una pésima gestión de la pandemia del Covid-19 y una crisis económica que llevó a una tasa de desempleo nunca antes vista.
A su vez el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu apenas y pudo formar un gobierno de coalición con su antiguo contrincante Benny Gantz, después de la tercera elección consecutiva. En su última campaña electoral prometió también la anexión de 30 por ciento de Cisjordania. Según sus propias declaraciones no renunció formalmente a la anexión, pero no lo haría sin el consentimiento de Estados Unidos. Su debilidad política es que si no cumple con dicha promesa podría perder una parte de los apoyos de los partidos de ultraderecha y de los colonos en los asentamientos ilegales.
Finalmente, el gobierno palestino se encuentra desde mayo sin cooperación con Israel, y se rehúsa a recibir los impuestos recaudados por Israel, al exigir este último una cooperación tácita. Por ende, financieramente están en grandes dificultades, y aunado a esto políticamente parecen perder protagonismo con estos desarrollos.
Lejos de evitar una anexión unilateral por parte de Israel, la postergó a cambio de reducir la posible presión internacional hacia Israel para entrar en negociaciones en pos de una resolución del conflicto palestino-israelí. En ese sentido representa un éxito para Netanyahu en el plano internacional y una seria derrota diplomática para Palestina.
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