Thalif Deen/IPS
Naciones Unidas. Unidas. Cuando el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, asumió el cargo en enero de 2007 los pedidos de fondos para las emergencias humanitarias mundiales ascendían a unos 4 mil millones de dólares anuales.
“Ahora necesitamos más de 20 mil millones de dólares”, subrayó en los últimos días, mientras más de 60 millones de personas están desplazadas dentro de sus propios países de origen o tienen que huir de ellos para convertirse en refugiados de la noche a la mañana.
Y aproximadamente 40 de los 193 Estados miembros de la ONU están envueltos en “crisis y violencia de alto nivel, mediano nivel y bajo nivel”, declaró Ban.
Un estudio de la organización Oxfam Internacional, titulado Corrigiendo lo incorrecto, señala que decenas de millones de personas reciben ayuda humanitaria cada año, pero millones más sufren sin la ayuda y la protección necesarias.
“Con demasiada frecuencia su sufrimiento se debe a que sus gobiernos no pueden asegurar, o no lo hacen de manera intencional, el acceso de sus ciudadanos a la asistencia y la protección”, según el estudio publicado el 26 de enero pasado.
La ayuda internacional no ha seguido el ritmo de los desastres derivados del clima y los conflictos aparentemente insolubles, y las promesas de ayuda para reducir la vulnerabilidad de los damnificados ante las crisis futuras y permitirles conducir su propia respuesta humanitaria no se cumplieron, denuncia Oxfam.
La ONU y varias de sus agencias siguen solicitando fondos con fines humanitarios con monótona regularidad, pero las respuestas son escasas.
Ban informó que algunos donantes redujeron sus fondos de 30 a 40 por ciento. “Ésta es una situación comprensible. Pero no es un juego de suma cero”, destacó.
“La ayuda para el desarrollo y la ayuda humanitaria… debe haber un presupuesto adicional y dinero para esas personas. Eso es lo que he estado exhortando”, añadió.
La mayor solicitud de fondos es para Siria –por más de 3 mil 200 millones de dólares para este 2016–, donde se libra una guerra civil que cumplirá 5 años en marzo y que causó más de 220 mil muertos, 7 millones 600 mil desplazados y casi 4 millones de refugiados.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia pidió 2 mil 800 millones de dólares para brindar asistencia a los cerca de 43 millones de niñas y niños refugiados en todo el mundo.
Al mismo tiempo, el Programa Mundial de Alimentos solicita 41 millones para alimentar a cerca de 2 millones 500 mil personas que padecen hambre en República Centroafricana.
En enero pasado la ONU puso en marcha un plan por valor de 885 millones de dólares para cubrir las necesidades de 30 mil yemeníes que huyen de su país devastado por la guerra a la vecina Somalia. Se prevé que ese número de personas crecerá este año.
Y la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, la Organización Internacional para las Migraciones y 65 organizaciones no gubernamentales solicitaron este mes 550 millones de dólares para cubrir la comida, el agua, el refugio y la atención médica de los refugiados que se dirigen a Europa.
En Siria, el gobierno y las fuerzas insurgentes bloquean el acceso humanitario en distintas partes del país, lo cual priva de alimentos y agua a cerca de 181 mil residentes en ciudades y pueblos sitiados, mientras que 4 millones 500 mil sirios viven en zonas “difíciles de alcanzar”.
El portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, recordó que el uso de la inanición como arma en los conflictos bélicos es una clara violación del derecho internacional humanitario y constituye un crimen de guerra.
El estudio de Oxfam denuncia que el extenso sistema internacional humanitario liderado por la ONU –en el que Oxfam y el Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y otras organizaciones no gubernamentales internacionales son fundamentales– no salva todas las vidas que podría debido a profundas fallas estructurales que perpetúan la dependencia de los beneficiarios de la ayuda de manera insostenible.
A pesar de esas fallas, mucho se ha logrado en los últimos 70 años.
“Valientes trabajadores dedicados a la ayuda salvaron miles de vidas y brindaron servicios vitales, como la salud, el agua y la protección a millones de personas”, resume el estudio.
“Pero el sistema actual se estira demasiado y la asistencia humanitaria suele ser insuficiente, tardía e inapropiada para el contexto local”, añade.
En la asamblea anual del Foro Económico Mundial celebrada en Davos, Suiza, del 20 al 23 de enero, el secretario de Estado estadunidense, John Kerry, manifestó que con el fin de crear una base de financiamiento más sólida y sostenible para los pedidos humanitarios de la ONU “estamos buscando compromisos de contribuciones regulares de al menos 10 naciones nuevas”.
“A la par de ese esfuerzo, vamos a buscar al menos un aumento de 30 por ciento en el financiamiento de pedidos humanitarios globales, de 10 mil millones de dólares en 2015 a 13 mil millones este año”, declaró.
El presidente de Oxfam Estados Unidos, Ray Offenheiser, recibió con beneplácito los comentarios de Kerry.
“Debemos trabajar juntos para enfrentar las causas fundamentales de la crisis de refugiados e invertir más para asegurar que las comunidades tengan mejores condiciones de respuesta cuando ocurre un desastre”, expresó en diálogo con IPS.
Oxfam solicitó a la comunidad internacional que responda a las solicitudes de fondos, reasiente a los refugiados y les permita trabajar y hacer más para apoyar a los países receptores.
“Tenemos que mirar más allá del tema del reasentamiento, que es de vital importancia, para abordar de manera integral lo que podemos hacer para mejorar la situación de los refugiados y las comunidades de acogida”, añadió Offenheiser.
“En términos de empleo, la comunidad internacional debe trabajar con los países en el desarrollo de políticas que permitan a los refugiados mantenerse financieramente y contribuir con la economía de su comunidad de acogida”, recomendó.
“Es en provecho de todos que los refugiados puedan encontrar un empleo estable y legal. No sólo tienen derecho a trabajar, sino que eso generará comunidades más prósperas y estables”, concluyó.
En su estudio, Oxfam pregunta “¿cómo podemos corregir esta falla?”.
La respuesta reside en el paso de más poder, recursos y responsabilidad de los actores internacionales –las agencias de la ONU, los países ricos, las grandes organizaciones no gubernamentales internacionales y el Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja– a los actores locales, como los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales nacionales, grupos comunitarios y otras organizaciones de la sociedad civil.
Es una tarea enorme, reconoce Oxfam. Pero en la actualidad sólo una pequeña fracción de los fondos se destinan directamente a los actores locales.
Más a menudo, los trabajadores humanitarios locales reciben instrucciones de la comunidad humanitaria internacional, que tiende a relegarlos al papel de subcontratista en lugar de considerarlos pares en igualdad de condiciones. (Traducción de Álvaro Queiruga)
Thalif Deen/IPS
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: LÍNEA GLOBAL]
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