José Réyez, @jose_contra/Cuarta parte
En sus memorias, que empezó a escribir en 2004, Pedro Aníbal Riera Escalante, exoficial destacado de la inteligencia cubana, narra los motivos que lo obligaron a abandonar su militancia, su país y finalmente exiliarse en Oviedo, España, donde prepara un libro sobre sus experiencias como agente que logró penetrar en la Agencia Central de Inteligencia estadunidense (CIA, por su sigla en inglés), el Departamento de Estado de Estados Unidos, y a gobiernos y partidos políticos en varios países del mundo.
Riera sabe de los riesgos que enfrenta al revelar las operaciones secretas en las que participó en México y otros países. Por ello, de manera tajante, advierte: “Me dejaron salir porque no les quedó otra alternativa, pero no disminuye los riesgos para mi vida y la de mi esposa por la publicación de este libro [en preparación]. Hago responsable al gobierno cubano de cualquier accidente o incidente que de alguna manera ponga en peligro nuestras vidas. En 2011 me autorizaron viajar a España bajo amenazas.
“En diciembre de 1991 –dice–, concluyo mi asignación en México y regreso a Cuba. Un mes después, compruebo que estoy bajo vigilancia de Control Interno [la contrainteligencia interna del Ministerio del Interior, subordinada directamente a Fidel Castro].
“La coronela Walkiria Fernández me comunica que me presente ante el coronel Francisco Blanco Font, jefe de la Ayudantía del Ministro del Interior, para que le exprese mis ideas sobre la política migratoria. Me dice que había recibido un cable del embajador de Cuba en México, José Fernández de Cossío, en el cual le proponía que escucharan mis propuestas respecto de las reformas migratorias.
“En enero de 1992 me presento ante el coronel Blanco Font, en su oficina del Ministerio del Interior, en la Plaza de la Revolución. Me pregunta con tono seco y prepotente:
“—¿Cuáles son sus ideas?
“—Durante los 5 años y medio que permanecí en México he podido comprobar los positivos resultados que tuvimos al mantener una política de acercamiento hacia la comunidad cubana en México, dándole un trato no discriminatorio. En la propuesta que le presenté al coronel Eduardo Sánchez Alberro, director de Inmigración, le argumenté que era importante que se hiciera una nueva Ley de Ciudadanía para hacer efectivo el derecho establecido en la Constitución de que todos los ciudadanos son iguales.
“Finalmente le reitero que no debe haber diferencia entre los residentes en Cuba y los que viven en el exterior. Le argumenté que Cuba era uno de los muy contados países en los que sus ciudadanos requerían de un permiso para salir y entrar al país y esto afectaba la imagen internacional de Cuba.
“Me respondió:
“—La política migratoria la establece el comandante en jefe.
“Y con mi respuesta sellé mi condena:
“—Considero que las políticas pueden analizarse y cuando cambian las situaciones se cambian las políticas. Tengo un listado de personalidades relevantes de la comunidad cubana radicada en México que le propongo darle un trato especial, por su papel dentro de las sociedad mexicana y por la posición mostrada hacia el Consulado y por su participación en la actividad de solidaridad con Cuba, que organizamos en la ciudad de Guadalajara, a mediados del año pasado, con motivo de la visita del comandante en jefe con motivo de la Primera Cumbre Iberoamericana.
Explica que fue militante del Partico Comunista y su separación ocurrió de manera poco clara. “Fui miembro del Partido hasta abril 1993, cuando fui separado por decisión de la Comisión Adjunta del Partido Comunista en la Inteligencia. Apelé a la Dirección Política del Ministerio del Interior y rectificaron la sanción alegando que durante todo el tiempo había demostrado mi fidelidad ideológica. Mi único error era haber aceptado que se le diera una misa católica en México a Mayté y no haber seguido los canales de mi jefatura inmediata superior para solicitar la autorización para su viaje a México. A fines de 1993 me devolvieron la militancia con una sanción de limitación de derechos de la organización por 1 año, pero no me reintegraron a la Dirección de Inteligencia. No obstante haberme reintegrado a la militancia del Partido con una sanción de 1 año con delimitación de los derechos como militante, no me reintegraron al Ministerio y continuaron la persecución a través de Control Interno.
“En 1997, después de casarme con la ciudadana mexicana María del Socorro Yánez, me dirigí por tercera vez al general de Cuerpo de Ejército Abelardo Colomé Ibarra, ministro del Interior y miembro del Buró Político, para solicitarle autorización para residir en México. No hubo respuesta durante 1998 y 1999.
“En 1998, al entrar en contacto con el ciudadano suizo Olinto Moro, confidencialmente me comenta que mantiene relaciones estrechas de amistad y negocios ilícitos con dos de los hijos de Fidel Castro. Al conocer esta delicada situación pienso que hay dos posibilidades: una, que este sujeto fuera un agente de la seguridad cubana y me daba esa información para comprobar mi fidelidad al régimen; o la otra que era real lo que decía y los hijos del presidente estaban expuestos a una situación de peligro con un individuo que los estaba difamando a ellos e indirectamente a Fidel Castro.
“Poco tiempo después comprobé documentalmente y mediante gestiones internacionales y con la Interpol [Organización Internacional de Policía Criminal], que Moro había sido condenado por estafa en Francia, Italia y Suiza. Informé de esta situación a un oficial de la seguridad del Estado a fin de proteger la seguridad personal e integridad moral del presidente Fidel Castro y su familia. Me solicitaron un informe por escrito y así lo hice. Tenía en mi poder una foto de los hijos de Fidel Castro con Olinto Moro que él me había mostrado. Olinto Moro me acusó de haberle vendido información secreta por 30 mil dólares, una calumnia extremadamente grave. Logré aplicar un plan para denunciar sus intenciones y su duplicidad con la realización de negocios ilegales en Cuba, que la seguridad le permitía como forma de pago por sus informaciones.”
Lo que considera la traición del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y de las autoridades de las secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores es relatado al detalle.
“A fines de 1999, durante su visita a Cuba con motivo de la Cumbre Iberoamericana, Rosario Green, secretaria de Relaciones Exteriores de México, se había reunido con los disidentes. En el pie de firma de la Declaración, leo el nombre y teléfono de Edelmiro Castellanos, responsable del Comité Organizador. Durante su discurso en la Cumbre, el presidente Ernesto Zedillo había proclamado su apoyo a los luchadores por la libertad y la democracia en Cuba. Eran sólo falsas palabras. Edelmiro era un activo militante anticastrista y, que yo supiera, no era agente de la inteligencia cubana. En los años que estuve de oficial de inteligencia en México, habíamos realizado una operación contra él, consistente en utilizar a un agente para sustraerle su archivo personal.
“Edelmiro afirma que tiene buenas relaciones con Pedro Tamayo, secretario particular de Rosario Green, y con figuras importantes del Partido de Acción Nacional [PAN], que sostenían una posición favorable de apoyo a los derechos humanos en Cuba.
“Me refiere que ‘La Otra Cuba’ es dirigida por Jorge Poo, exguerrillero mexicano que había estado preso en Cuba y quien había regresado a México; era financiada por el Comité de los Plantados, organización anticastrista radicada en Miami, Estados Unidos; había tenido discrepancias con él porque no le había informado sobre el envío del mexicano César Chávez a Cuba, quien estuvo preso varios días en Villa Maristas, la cárcel de la seguridad del Estado, y devuelto a México.
“La conversación con Tamayo me causó una buena impresión, salí más tranquilo y confiado, esperaba una reacción positiva de la licenciada Green y que el gobierno de México actuara de una forma honorable; que respetara la palabra de su presidente, sus compromisos internacionales y que actuara conforme al derecho internacional y a sus propias leyes. Esto resultó un espejismo.
“Edelmiro recibió una llamada telefónica de Tamayo comunicándole que el 8 de septiembre de 2000 a las 10 de la mañana nos presentáramos en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) con Carlos de Icaza González, subsecretario para el área de América.
“De Icaza González es tajante: ‘México no concede asilo político’.
“Estaba consciente de la gravedad de la situación, la conversación con Carlos de Icaza González me había causado una malísima impresión y estaba convencido de que estaba procediendo de manera meramente formal, sin ningún interés por cumplir con el derecho internacional. Sospechaba que informaría a la Embajada cubana en México, a fin de indagar cuál era su interés en mi caso para satisfacerlo. Tuve la convicción de que Carlos de Icaza era agente de la inteligencia cubana.
“En otra ocasión, veo a Edelmiro con dos individuos, el más joven se identifica como director de Área Política de la Secretaría de Gobernación y de Contrainteligencia del Cisen: José Luis Valles.
“Quince días después, Edelmiro me propuso sostener una entrevista con Adolfo Aguilar Zinser, integrante del equipo del presidente electo Vicente Fox, quien junto con Jorge Castañeda eran candidatos para la Secretaría de Relaciones Exteriores. Edelmiro concertó la entrevista con Alejandro Hope, secretario particular de Aguilar Zinser, para lograr su apoyo y el del presidente electo Vicente Fox, para obtener mi asilo político. Le sugerí a Edelmiro que fuera él y cuando lograra la entrevista con Zinser iría yo. Temía que el Cisen, que seguramente tenía interceptado los teléfonos de los integrantes del equipo de transición y el de Edelmiro, pudiera determinar que yo iba al lugar y aprovechar para apresarme.
“La entrevista de Edelmiro con el secretario de Zinser fue inicialmente positiva, pero quedó pendiente de la consulta con el presidente electo Fox. Al telefonear en varias ocasiones, la respuesta fue que era necesaria la aprobación del presidente. Finalmente nos comunicó que no me recibiría, lo que aumentó mis preocupaciones en cuanto a sostener un nuevo encuentro con Valles. El domingo 1 de octubre de 2000 recibí varias llamadas en mi teléfono celular, desde teléfonos desconocidos y desde la casa de Edelmiro. Me expresó que estaba muy preocupado por mí, debido a que no había respondido las llamadas y telefoneado a Valles, quien se había alarmado mucho, y le comentó que tomarían medidas para vigilar los aeropuertos, por si ‘los cubanos trataban de sacarme del país’. Valles proseguía su engaño.
“El 3 de octubre, alrededor de las 6 de la tarde, asisto en unión de Edelmiro a la segunda entrevista con José Luís Valles, quien me dice: ‘Ya se aprobó otorgarle asilo político; tenga mucho cuidado y manténgase en contacto con nosotros’.
“Cuando salgo del restaurante donde fue la reunión, se desarrolla un operativo en el que participan efectivos de Gobernación, se abalanzan sobre mí, me piden los documentos. Violentamente me obligan a subir a una camioneta Van, me obligan a sentarme en el piso, me cachean en busca de armas y me sujetan de ambos brazos. No se identifican como oficiales de inmigración ni me dicen los motivos de la detención, tampoco a dónde me conducen. Identifico al jefe del operativo, le pido una explicación: no entiendo que si vengo de una reunión con funcionaros de Gobernación, ¿cómo es posible que suceda esto? Ellos continúan sin identificarse.
“Para los funcionarios mexicanos no era un perseguido político ni un refugiado ni un indocumentado con derecho a recurrir a una resolución administrativa de expulsión; tampoco era un criminal perseguido por la justicia en Cuba. Era un sujeto especial para el cual no era aplicable ninguna ley mexicana, ni tratado internacional, despojado de todos los derechos; por arte y magia de la voluntad de persecución del gobierno cubano.
Relata que estuvo preso durante 126 días en Villa Maristas; en unos “calabozos” de 3 por 2 metros de área y 1 metro de espacio entre el techo y las literas, que eran planchas de acero encadenas a la pared. Es la sede de la Jefatura de la Seguridad del Estado y del Departamento de Instrucción, que se ocupa de los interrogatorios.
“Antes de la Revolución había sido una escuela de los Hermanos Maristas. Allí radica la Jefatura de la Dirección de Contrainteligencia por la parte principal delantera y por la de atrás están los calabozos del Departamento de Investigación e Instrucción. Allí se procesan los casos que son de interés de la seguridad del Estado: contrarrevolución, espionaje, malversación en firmas extranjeras, salidas ilegales, disidentes, extranjeros que han cometido delitos en el país. El sistema de tratamiento e interrogatorios está diseñado científicamente por la KGB [Agencia de Seguridad] soviética, más los aportes locales. El objetivo es despersonalizar al preso, hacerlo sentir un objeto, una cosa insignificante que depende únicamente de sus carceleros, es un sistema de lavado de cerebro dirigido a doblegar la voluntad de las víctimas.
“El interrogatorio se centró en la manera que había salido de Cuba, el delito de salida ilegal estaba totalmente comprobado gracias a la eficiente labor del Cisen, pues al entregarme después de capturarme en México ya era la prueba de haber sido apresado cometiendo un delito in fraganti. Pasé 22 días, del 22 de noviembre al 18 de diciembre de 2000, en la Sala de la Seguridad del Estado del Hospital Militar para la atención médica de mis problemas de salud: hipertensión arterial, pancreatitis crónica, esteatosis hepática y una infección de la piel en el mentón.
“Las visitas se realizan bajo la vigilancia directa del instructor y con cámaras de video y micrófonos ocultos, con la prohibición de hablar sobre el proceso o situación legal del encarcelado. En mi caso el trato de los guardias fue respetuoso, ningún guardia me maltrató físicamente.
El fiscal pidió 12 años de prisión para Riera Escalante. La sentencia fue de 6 años. Luego de la apelación, el resultado final fue de 5 años.
Así, su época de preso inició en la Estación Migratoria Las Agujas de la Ciudad de México la noche del 3 de octubre de 2000 hasta el amanecer, cuando fue enviado a La Habana. Del aeropuerto fue conducido a Villa Maristas, donde permaneció 126 días; después 730 días en el ‘área especial’ de la prisión de Guanajay y 316 días en la prisión-campamento de trabajo de Calderón, lo que hacen un total de 1 mil 173 días.
Finalmente, en diciembre de 2010 fue puesto en libertad y se le autorizó salir del país rumbo a España, donde permanece desde entonces en compañía de su esposa.
“Sin embargo, esta historia no es solamente así, en el libro revelaré toda la realidad de lo ocurrido, y en primer lugar cómo la CIA y el Departamento de Estado aparentaron defenderme cuando en realidad todo era parte de una operación de desinformación y guerra sicológica de la CIA. El objetivo: que fuera condenado por espionaje para castigarme por haber sido eficaz contra ellos. No lograron su objetivo porque lo descubrí a tiempo y tomé las medidas para protegerme. Mi libro en preparación se titula: Mis 25 años en la inteligencia cubana contra la CIA, El poder secreto de Fidel Castro.”
José Luis Valles, operador de la CIA desde el Cisen
Pedro Aníbal Riera Escalante relata cómo el entonces director de Contrainteligencia del Cisen, José Luís Valles, se encargó de su secuestro para deportarlo a Cuba, por orden de la CIA.
“José Luis Valles violó su mandato como director de Contrainteligencia del Cisen de responder a su misión de salvaguardar los intereses del Estado mexicano y no a un Estado extranjero; actuó en mi secuestro y deportación a Cuba por interés de la CIA cometiendo un acto de alta traición a su país.
“Aceptó la información que le proporcionó la CIA que había sido enviada por la Dirección de Inteligencia cubana y que no era un solicitante de asilo legítimo, y en eso fundamentó su decisión de negarme el asilo, violar la Convención de Refugiados y las leyes de México. Asimismo llevó a México a violar el Tratado Bilateral de extradición que estaba vigente en esos momentos, que prohibía realizar una extradición sin cumplir lo establecido; y en mi caso, de que era un delito no perseguido en México por no existir: la salida ilegal del país.
“Valles debió haber desarrollado un interrogatorio en detalles de la información que poseía sobre las actividades de la inteligencia cubana en México y no lo hizo, a pesar que le manifesté mi disposición a colaborar; incluso le comenté que estaba preparando unas revelaciones para la prensa y que podría dárselas antes para que las revisaran como muestra de que mi interés no era perjudicar a México. Valles no lo aceptó.
“El embajador Jeffrey Davidow y el Departamento de Estado estadunidense hicieron declaraciones manipulando mi caso y echándole la culpa de mi deportación al gobierno mexicano, acusándolo al igual que al cubano de violar los derechos humanos por haberme devuelto a La Habana transgrediendo las convenciones internacionales; cuando los principales responsables fueron ellos.
“Valles se prestó a esta conspiración para cometer delitos internacionales con la CIA y Davidow y el Departamento de Estado en ningún caso reconocieron públicamente que me habían negado el asilo y que fueron los que me colocaron en una situación de extremo peligro exponiéndome a una devolución a Cuba. Las pruebas que tengo demuestran que fue la CIA la responsable cumpliendo una operación de desinformación y guerra sicológica contra la Dirección de Inteligencia y el gobierno cubano.
“Una profunda investigación que de ser necesario haré pública, demuestra que la CIA desarrolló una operación de devolución encubierta en una acción del Cisen.
“En esta operación he podido comprobar que se aplicaron métodos tradicionales de la CIA, que se evidenciaron en el caso del desertor de la KGB Yuri Nosenko, y que fueron prohibidas en la CIA en su momento, y de la Operación Amrod, efectuada en la década de 1960, presentando al comandante y viceministro de Defensa cubano Joaquín Ordoqui como agente de la CIA y que surtieron efecto llevándolo a prisión domiciliaria hasta su muerte en Cuba.
“Desarrollé un plan de acción para protegerme, y neutralizar el plan de la CIA para enviarme a Cuba para que se me condenara a muerte por espionaje. No pude evitarlo, pero sí salvar la vida logrando que no se me juzgara por espionaje y poder contar ahora la historia real. El objetivo de la CIA era crearle problemas al gobierno cubano y especialmente a la Dirección de Inteligencia.
“Mi opinión es que Fidel Castro no ordenó mi enjuiciamiento por espionaje porque apreció que la CIA se había equivocado conmigo, y lo mejor para los intereses del gobierno cubano era dejarlos que persistieran en su error al no juzgarme por espionaje. La CIA lo interpretó, aparentemente, como una prueba de que fui enviado, lo cual es otra manipulación.”
José Réyez, @jose_contra/Cuarta parte
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