Históricamente, la construcción de muros es indicador de retrocesos en la evolución humana, considera Octavio Trejo Armida, especialista en Contraterrorismo por la National Defense University.
Agrega que “los nacionalismos acendrados y enfermizos devienen en horribles catástrofes humanitarias y en delitos de lesa humanidad, por lo que el discurso y las acciones antisistémicas de Estados Unidos, mueven a mucha preocupación e incertidumbre”.
Por eso, la política exterior de Donald Trump ha generado una dinámica incierta y peligrosa en la relación entre México y Estados Unidos; así como incertidumbre y preocupación en las relaciones internacionales, pues es un retroceso para el desarrollo de la humanidad en general, indica Trejo Armida.
“La postura del gobierno de Donald Trump es muy clara, al conducirse con un marcado nacionalismo pragmático y transaccionalista, contrario a los valores del libre comercio y cooperación internacional vigentes en la política exterior americana desde el siglo pasado, lo cual ha originado desconcierto y preocupación en la comunidad internacional y en la sociedad americana”, subraya.
Por su parte, el capitán del Centro de Estudios Superiores Navales (Cesnav) Pablo Gabriel Alcántara Silva, advierte que la asunción de Trump a la presidencia de Estados Unidos no es una cuestión aislada, sino resultado del trabajo de un grupo de la ultradrecha estadunidense con una visión radical de las formas de ostentar el poder.
“El objetivo no fue per se llegar a ocupar la Casa Blanca, sino las condiciones que se buscan a través de una política nacionalista, de supremacía blanca, antiinmigrante, racista y proteccionista de su comercio”, señala y aduce que ello significará poca flexibilidad en su postura y en sus negociaciones con cualquier país u organización internacional, a menos que observe un gran beneficio económico o un país fuerte en líderes, instituciones y valores.
El peligro, no sólo para México sino para la comunidad internacional, radica en que la nación más poderosa del mundo lidere un retroceso en el desarrollo de la humanidad. “Ésa es la preocupación más grande, no sólo del gobierno mexicano, sino de los gobiernos de muchos países, pero, principalmente, de una buena parte de la sociedad americana”, dice el especialista Trejo Armida.
Para este país y su vecino del Norte, el conflicto podría recaer en los aspectos social, económico y militar, debido a la interdependencia que existe entre ambas naciones y el cuidado que debe tenerse en la toma de decisiones que afectan dicha relación.
“El panorama de las relaciones entre México y Estados Unidos luce agitado, incierto y preocupante; sin embargo, los vínculos construidos a lo largo del tiempo, principalmente en materia social, económica y militar, obligan a ambos Estados a esforzarse en la búsqueda de mecanismos que generen una mayor estabilidad y certidumbre a la relación”, apunta.
Para el capitán José Luis Vega Calles, analista del Cesnav, la política de Donald Trump, su forma de actuar y su visión de Estados Unidos redefinirán el sistema internacional que se construye desde la década de 1980. Un sistema que inició con el fin de la Guerra Fría y que se fundamenta en el libre comercio, la democracia, los derechos humanos y el multilateralismo.
Asegura que la modificación de esos fundamentos, a través de las acciones de Trump, afectará en mayor medida los campos económico y social y, en menor medida, el campo político y militar del poder nacional de México.
Dada su formación y actividad profesional, dice, Donald Trump es un globalista, pero al ingresar a la política, y tomando en cuenta sus discursos y documentos, puede ubicársele como halcón, al plantear como ejes de su actuación la paz a través de la fuerza como el centro de su política exterior. Por ello busca incrementar el Ejército a 540 mil efectivos; reconstruir la Armada para que cuente con 350 buques; dotar a la Fuerza Aérea con 1 mil 200 aviones de combate, y aumentar la Infantería de Marina a 36 batallones.
No obstante lo anterior, considera Vega Calles, también se ubica a Trump como un transaccionalista. “Tres elementos definen su forma de actuar: toda política es una transacción con ganadores y perdedores; tiene una obsesión con el poder y ser percibido como poderoso; Estados Unidos es un perdedor en casi todos sus acuerdos internacionales por débil y torpe”.
Estos elementos, argumenta el analista del Cesnav, ubican la visión de Donald Trump como un juego de suma cero, es decir, lo que unos ganan otros pierden y viceversa. Analizado bajo la óptica del transaccionalismo, Trump entiende que en la globalización, especialmente en lo económico, Estados Unidos está perdiendo, por eso decidió retirarse del Acuerdo de Cooperación Transpacífica Económica (TPP); renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y revisar los acuerdos de intercambio comercial internacional, a fin de terminar de forma inmediata con lo que cree son abusos.
Sin embargo, Vega Calles sostiene que el problema con esta visión del mundo, particularmente lo económico, es que choca con el orden internacional que Estados Unidos ha impulsado desde 1980, cuyos fundamentos son el libre comercio, la democracia liberal, los derechos humanos y el multilateralismo. Ahora, Trump revive el “americanismo” en el que los principios, valores o formas son irrelevantes ante los objetivos o metas que se persiguen.
Vega Calles considera indispensable ubicar los efectos de Trump en el poder nacional mexicano, constituido por los campos económico, político, sicosocial y militar, para la defensa de la independencia, la integridad territorial, la soberanía nacional y coadyuvar en la conformación de un sistema internacional que ayude a realizar el proyecto de nación, evitando que se frustre por políticas de fuerza, guerra, desorden económico o inestabilidad entre países.
Señala que los efectos de la visión de Trump sobre el campo político mexicano radican en que no está claro qué significa la paz a través de la fuerza; sin embargo, apunta que este enunciado se contrapone a los principios de la política exterior mexicana de autodeterminación de los pueblos; de no intervención y solución pacífica de controversias; y, sobre todo, de la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.
En el campo económico, indica, la renuncia al TPP y renegociar el TLCAN tienen un efecto en el modelo de integración con América del Norte, que México impulsa desde la década de 1980. La economía mexicana está enfocada en el libre comercio, especialmente a las exportaciones de manufactura y materias primas, siendo Estados Unidos su principal socio comercial. Bajo la visión de Trump, las fábricas de su país se han trasladado a México, por lo que los estadunidenses pierden empleos que ganan los mexicanos.
Por ello, en el campo social, Trump se ha propuesto cancelar los recursos federales para las ciudades santuario de migrantes; suspender la migración de regiones propensas al terrorismo; expulsar a dos millones de migrantes ilegales; cancelar las visas en los países que no los acepten de regreso, y construir un muro impenetrable.
En ese sentido, los discursos y acciones de la administración de Trump vulneran los intereses mexicanos, en particular la naturaleza soberana de las decisiones del Estado, la estrategia de desarrollo mediante la acción externa y la conformación de un sistema internacional que auxilie en la realización del proyecto nacional.
“Estamos en presencia de un nuevo comportamiento en las relaciones internacionales y, aunque los actores externos del sistema o antisistema ya habían aparecido en otros países, la relevancia de Estados Unidos les da mayor relieve. El orden internacional que se impulsó con el fin de la Guerra Fría está en entredicho, especialmente sus aspectos comerciales. El ‘americanismo’ se impone al globalismo.”
El endurecimiento de los criterios relacionados con México en las estrategias de seguridad nacional del gobierno de Estados Unidos (los cuales pasan de una visión propositiva e integral a una más enfocada en la debilidad institucional y la actividad criminal) pueden incentivar a Trump a adoptar medidas orientadas a fortalecer la seguridad nacional de Estados Unidos, con efectos adversos en los campos del poder nacional mexicano.
Este antagonismo se convertiría en una amenaza a la seguridad nacional de nuestro país, considera el maestro Virgilio Muñoz Alberich, experto en seguridad nacional y académico del Cesnav.
A los riesgos nacionales derivados de la relación bilateral, dice, “se suman otros de orden internacional con afectaciones a las condiciones en que se desenvuelve nuestro poder nacional, como la lucha contra el cambio climático, de la que Estados Unidos se excluyó en la reciente cumbre de París”.
Considera que bajo ese escenario, México está más expuesto a este fenómeno global que en 12 años afectó a 2.5 millones de personas en su territorio, hizo retroceder los avances de la política social e infraestructura en varias regiones y generó un costo para el Estado mexicano del orden de 338 mil millones de pesos.
Por esa razón, Muñoz Alberich advierte que, a partir de la matriz de riesgos nacionales e internacionales, el gobierno mexicano requiere asegurar la incorporación de los efectos de la política de Estados Unidos dentro de su Agenda Nacional de Riesgos, con el fin de garantizar una estrategia integral que mitigue los efectos de antagonismos en la seguridad nacional en el corto plazo.
Para el capitán y catedrático del Cesnav Pablo Gabriel Alcántara Silva, las turbulencias del exterior hacia la vida nacional de México no habían tenido tanto impacto y relevancia desde la víspera de la entrada en vigor del TLCAN, en 1994. “Hoy las turbulencias resultan de implicaciones también importantes, pero con una génesis diferente”.
Trump, apunta, es el generador de estas condiciones de inestabilidad que ha tomado a México como su rival idóneo para exponer sus propuestas (construir el muro, renegociar el TLCAN, deportar connacionales), a través de las cuales, según el presidente estadunidense, se mejorarán las condiciones que han afectado a su población, después de que México “tomó ventaja en las cláusulas del TLCAN y por ser un país exportador de grandes males”.
Así, este país resiente los efectos negativos desde los días aciagos en que se pronosticaba la victoria de Donald Trump, quien ha colocado a México en el banquillo de los acusados.
Por ello, el efecto de las acciones de Trump en México ha sido perjudicial: la depreciación del peso mexicano, la expectativa de crecimiento del producto interno bruto (PIB), por su tendencia a la baja; y el impacto del turismo hacia México, al generarse una sensación de destino poco atractivo a visitar.
Por eso, sostiene Gabriel Alcántara Villa, para México como nación y para los mexicanos como receptores directos de las repercusiones de los actos del presidente estadunidense, resulta necesario identificar cómo está conformado su plan de acción, a fin de estructurar el propio, para no sólo salir sin más efectos negativos en esta inevitable relación, sino obtener beneficios y resurgir fortalecidos de las diferentes negociaciones o acuerdos que se pongan sobre la mesa.
Y es que la problemática que ahora enfrenta México ante las políticas de Trump se debe principalmente a la dependencia y no tanto al contenido de las aseveraciones del presidente estadunidense, agrega.
El catedrático considera que la visión de otros gobiernos y la situación que se está viviendo obliga a los mexicanos a buscar una negociación con Estados Unidos, pero considera que hay grandes oportunidades en las relaciones con otros países.
“El momento sirve de lección para mirar a los otros puntos cardinales, pero no sólo para establecer vínculos comerciales, sino además para retomar y reposicionar el liderazgo que antaño caracterizó a la diplomacia de México y que mucho sirvió para darle un papel preponderante en la toma de decisiones sobre los asuntos más trascendentales del planeta.”
Finalmente, Alcántara Silva alerta que esta circunstancia coloca a las nuevas generaciones en riesgo, y subraya que la forma de revertir el impacto de la administración de Trump en México “no será con liderazgos que consideren sólo el oportunismo político o la gravedad por la que atraviese el país para radicalizar aún más su postura y para dividir a la población. Esa actitud dista mucho de los hombres de Estado y de los principios de aquellas personalidades ocupadas en aportar al porvenir favorable de su pueblo y de su nación”.
En entrevista, señala que nadie desea un catastrofismo, ni minimizar la incertidumbre de las acciones presidenciales de Trump que atentan contra el orden internacional.
Observa que México no puede mantener una actitud de defensa, de previsión ante la posibilidad de que ello ocurra, incluso a pesar de que hubiese un contrapeso en los otros poderes públicos o en los intereses de los corporativos financieros y comerciales de Estados Unidos.
Considera que el nuevo escenario obliga a repensar las características del desarrollo, el interés y la seguridad nacional de cada país, de cada región del mundo y valorar lo que se puede mantener, avanzar o recrear bajo la nueva circunstancia del país hegemónico.
La prevención, fundada en la prospectiva estratégica, en los escenarios posibles, obliga a atender y desarrollar el mercado interno nacional, a fortalecer las ventajas comparativas y escrutar los riesgos y amenazas de los nuevos personajes de la política norteamericana, de sus acciones.
Y para el caso del proceso de sucesión presidencial de 2018, Vizarretea Rosales considera que lo ocurrido en Estados Unidos conduce al gobierno a repensar la relación con ese país.
“México habrá de revalorar sus estrategias de desarrollo, de seguridad nacional y avanzar en la nueva inserción del escenario actual, porque el nuevo discurso gatopardiano está en proceso de articulación del futuro resultado esperado”, señala Vizarretea Rosales.
José Réyez/Tercera y última parte
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