Roma, Italia. Con 18 millones 800 mil personas, casi siete de cada 10 habitantes que requieren asistencia humanitaria, 10.3 millones de las cuales la necesitan de inmediato, Yemen tiene la mayor crisis en un sólo país, según la ONU, que advierte que la guerra, que ya lleva 2 años, amenaza con empujarlo a un “colapso social, económico e institucional”.
Lo más preocupante es que el conflicto en ese país de Oriente Medio y sus consecuencias económicas son responsables de la mayor emergencia en materia de seguridad alimentaria, precisa la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
Yemen es un país árabe del extremo sur de la península Arábiga, el segundo más grande con casi 528 mil kilómetros cuadrados y una franja costera de 2 mil kilómetros.
Según la agencia, unos 17 millones de personas sufren “inseguridad alimentaria”, de las cuales 6.8 millones sufren una “grave inseguridad alimentaria” y requieren asistencia inmediata, y 2 millones de niñas y niños presentan desnutrición aguda en una población de 27.4 millones de habitantes.
“Podemos evitar una catástrofe humanitaria, pero necesitamos 2 mil 100 millones de dólares para ofrecer alimentación, nutrición, salud y otro tipo de asistencia vital”, estima la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La ONU convocó a una reunión de donantes de alto nivel para hacer frente a la crisis humanitaria en Yemen, organizada por los gobiernos de Suiza y Suecia y que se realizó el 25 de este mes en Ginebra.
“Es hora de juntarnos para evitar una ‘catástrofe humanitaria inminente’ en Yemen”, invitaron los organizadores.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios recordó que aun antes de que escalara el conflicto actual, a mediados de marzo de 2015, Yemen necesitaba “un enorme volumen” de asistencia humanitaria debido a los años de “pobreza, falta de desarrollo, declive ambiental, conflictos intermitentes y al frágil Estado de derecho”.
Mientras, la agencia también subrayó la necesidad de proteger a la población civil. “El tenor de las hostilidades ha sido brutal. Al 31 de diciembre de 2016, los centros médicos registraron casi 48 mil víctimas (entre ellas unas 7 mil 500 muertas por el conflicto)”, indica.
Esos números no reflejan el verdadero impacto de la situación debido a la disminuida capacidad de registro de los centros de salud y a las dificultades de las personas en acceder a la atención médica.
Los ataques aéreos y los enfrentamientos continúan dejando un gran número de víctimas, daños materiales a la infraestructura pública y privada e impiden la distribución de asistencia humanitaria, a lo que se añade que las partes en conflicto y sus seguidores crearon una vasta crisis de protección, que deja a millones de personas frente a tremendas amenazas a su seguridad y bienestar, y las más desfavorecidas tienen problemas para sobrevivir.
Según la agencia, desde marzo de 2015, más de tres millones de personas están desplazadas en Yemen. Alrededor de 73 por ciento viven con familias de acogida o en viviendas alquiladas y 20 por ciento en centros colectivos o asentamientos espontáneos. Un número considerable de las que regresan viven en casas destruidas porque no pueden hacer frente a las reparaciones, y están en una situación de peligro.
La economía de Yemen se destruye de forma deliberada, alerta la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios. Los resultados preliminares de la Evaluación de Necesidades después del Desastre muestran que los daños a la infraestructura y otros ascienden a 19.000 millones de dólares, alrededor de la mitad del producto interno bruto de 2013.
“Las partes en conflicto afectaron infraestructura económica clave. Principalmente los ataques aéreos, pero también los bombardeos y otros, dañaron o destruyeron puertos, caminos, puentes, fábricas y mercados. También impusieron restricciones que perturban el flujo de mercadería y asistencia humanitaria, que incluye alimentos y medicamentos”, añade.
Durante meses, casi todos los productos básicos están disponibles de forma esporádica en la mayoría de los lugares, y en diciembre de 2016, su precio aumentó 22 por ciento en promedio en relación con lo que era antes de la crisis, indica la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
Además, Yemen tiene un problema de liquidez, que hace que las personas, los comerciantes y los socios humanitarios no puedan transferir efectivo al país ni dentro del mismo. Los prestamistas son cada vez más reacios a ofrecer créditos a los comerciantes yemeníes interesados en importar bienes esenciales.
La situación económica en Yemen hace que los productos básicos sean más escasos y más caros, a la vez que las oportunidades laborales disminuyen, así como el acceso al efectivo mengua o desaparece del todo.
Y los socios humanitarios se encuentran frente a la creciente presión de compensar el desequilibrio del sector comercial, que supera su capacidad y su papel. Los servicios esenciales y las instituciones que los proveen también colapsan por el conflicto, los desplazamientos y la decadente economía.
“Las autoridades yemeníes informaron que las reservas de divisas del Banco Central cayeron de 4 mil 700 millones de dólares, a fines de 2014, a menos de 1 mil millones, en septiembre de 2016, y el déficit público aumentó más de 50 por ciento a 2 mil 200 millones de dólares”, indica.
En ese contexto, los salarios del personal de la salud, la educación y otros servicios públicos se pagan de forma esporádica, dejando a los 1.25 millones de funcionarios y a sus 6.9 millones de dependientes, casi 30 por ciento de la población, sin ingresos regulares en un momento de escasez e inflación.
En agosto de 2016, el Ministerio de Salud Pública y Población de Saná anunció que no podría hacer frente a los costos operativos de los servicios de salud, y para octubre solo funcionaban correctamente 45 por ciento de las instalaciones.
El absentismo de médicos, asesores en nutrición, maestros, entre otros, aumenta, porque buscan alternativas para ganarse la vida, observó la Organzición de las Naciones Unidas.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios indica que Yemen depende de la importación de más de 90 por ciento de los alimentos básicos que consume y de casi todo el combustible y los medicamentos.
Las autoridades de Saná y otras áreas también niegan o demoran los permisos para las actividades humanitarias, incluidas las solicitudes de movimiento para las evaluaciones o la entrega de asistencia. Las restricciones a la realización de talleres, a la recolección de datos y al intercambio de información también se dictan y se levantan de forma intermitente.
La pérdida de tiempo que eso implica supone una carga inaceptable para las personas que están desesperadas de asistencia.
Unos 8 millones de yemeníes perdieron su sustento o viven en comunidades con un mínimo o ningún servicio básico, indica la Organización de las Naciones Unidas. Y alrededor de 2 millones de escolares no van a la escuela. (Traducido por Verónica Firme)
Baher Kamal/Inter Press Service
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