8M: ¡ni una asesinada más!

8M: ¡ni una asesinada más!

FOTO: ÉRIKA RAMÍREZ

Pañuelos, diademas, playeras, paliacates, cubrebocas, la ola morada distinguía a miles de mujeres que este 8 de marzo salieron a las calles en reclamo de justicia, equidad y no más feminicidios, en un país donde diariamente son asesinadas, en promedio 10 mujeres. Madres, estudiantes, académicas, enfermeras, sociólogas, amas de casa. Mujeres. Más de 75 mil, según reportó Martí Batres, secretario de Gobierno de la Ciudad de México.

Los vagones rosas de las líneas 1, 2 y 3 del metro se colmaron de ellas, quienes cargaban pancartas y se comunicaban para acordar su llegada, se cuidaban. Sobre avenida Reforma, una de las principales de la capital del país, ya había contingentes a la espera. La ola morada cubría las calles del primer cuadro de la Ciudad de México, gobernada por una mujer.

Los contingentes comenzaron a salir poco antes de las 16 horas. La estación Insurgentes fue uno de los puntos de encuentro, otras se citaron en el monumento a la Revolución.  Las voces comenzaron a escucharse: ¡Mujer que se organiza, no aguanta más palizas! ¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más! ¡Hay que abortar este sistema patriarcal! ¡Y la culpa no era mía ni dónde estaba ni cómo vestía! ¡Con falda o pantalón, respétame cabrón!

María, una de las mujeres que ahí se encontraba pedía las mujeres diputadas que se unieran a la marcha, “a ver las causas de cada una, cada causa es diferente y cada causa duele”.

Avanzaban los contingentes en calma. Había quienes se unían a las batucadas, mientras que al sonar de los tambores lanzaban sus consignas. En las jardineras de concreto ya se miraban algunas pintas, lo mismo en las estaciones del metrobús y las bases de algunas estatuas en el Paseo de la Reforma. El reclamo común: Ni una menos y el símbolo feminista del 8M.

La glorieta de las mujeres que lucha se llenó de nombres de mujeres ilustres, feministas, indígenas, entre estas últimas, las desplazadas por la violencia paramilitar del municipio de Tierra Blanca, Copala, en Oaxaca.

En pancartas se leía: “La ternura es revolucionaria”. “Somos el grito de las que no están”. “Este cuerpo no se toca, no se viola, no se mata. No es no”. “Que las niñas de mañana puedan ser lo que quieran”. “Ver cuerpos como objeto de consumo es capricho capitalista, especista y patriarcal”.

No a la violencia de género: Atenea

Fue hasta llegar a avenida Juárez, a la altura del Hemiciclo a Juárez, que apareció a la vista el cuerpo policiaco femenino denominado Atenea, adscritas a la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana capitalina.

Recibían las flores que otras mujeres, integrantes del colectivo Mujeres en Resistencia Pacífica. Avanzaban conforme lo hacían los contingentes, frente al Palacio de Bellas Artes. Otras, ya custodiaban los alrededores del Banco de México y la calle de 5 de Mayo, por donde caminaban los contingentes femeninos. La marcha transcurría sin disturbios.

Ahí estaba la suboficial Soraya Sabido Meza quien manifestó a Contralínea que “este día es muy importante para todas las mujeres. Estamos viendo, en lo general, la cuestión de nuestros derechos, la violencia de género, no a la violencia entre nosotras. Queremos ser todas ser libres, que no haya represión de ningún tipo. Lo queremos, somos mujeres y es importante estar unidas.

“Nosotros recibimos instrucciones pacifistas, somos pacifistas. Venimos a trabajar en favor de la ciudadanía, nosotros también somos pueblo. Ahorita,  estamos de este lado ejerciendo funciones y las hacemos con mucho amor, con mucho gusto porque amamos nuestro trabajo. Somos mujeres como todas, queremos que esta marcha sea pacifista, que vaya como hasta ahora. No a la violencia de género, no a la violencia física. No a la violencia a la policía. No a la violencia a la policía. No a la violencia al pueblo”.

Después de las 17 horas ya se veían a miles de mujeres en la plancha del Zócalo. Una bocina comenzó a sonar el que ya se ha hecho himno feminista, la Canción Sin Miedo: “Por todas las compas marchando en Reforma. Por todas las morras peleando en Sonora. Por las comandantas luchando por Chiapas Por todas las madres buscando en Tijuana. Cantamos sin miedo, pedimos justicia. Gritamos por cada desaparecida. Que resuene fuerte: ¡Nos queremos vivas! ¡Que caiga con fuerza el feminicida!” coreaban las asistentes a esta manifestación del 8M.

Al fondo, retumbaban las vallas metálicas que tapiaron el Palacio Nacional y la Catedral Metropolitana, que ya mostraba las pintas del reclamo femenino. Humos de colores eran lanzados por mujeres vestidas todas de negro hacia el recinto.

En la base del asta bandera, las fotos de quienes han sido acusados de abuso sexual, violación, pedofilia, acoso, feminicidio. La más grande de las pintas se plasmó sobre la plancha del primer cuadro de la Ciudad: “No tenemos miedo, tenemos fuego”.

Al cierre de esta edición, Itzania Otero, coordinadora de las Ateneas en las marchas feministas, reportó que fue una marcha “muy tranquila” aunque señaló que cinco mujeres policías resultaron lesionadas, una de ellas con contusión en su ojo derecho, ya dada de alta.

Érika Ramírez/Texto y fotografías

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