La política neoliberal que generó profundas desigualdades en México es apenas el primer elemento que citó el presidente Andrés Manuel López Obrador, entre la retahíla no exhaustiva de cosas que lo diferencian de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto de quienes dijo, son sus adversarios, no sus enemigos.
“Nosotros no tenemos enemigos. No es mi enemigo el expresidente Peña Nieto, ni el expresidente Calderón, ni el expresidente Fox, ni el expresidente Zedillo, ni el expresidente Salinas. Somos adversarios, pero no los considero mis enemigos. Ellos actuaron en su momento, aplicaron una política que yo combatí siempre, nunca estuve de acuerdo con la política de Salinas, ni de Zedillo, ni de Fox, ni de Calderón, ni de Peña Nieto. Entonces, las diferencias son de orden político, no en lo personal. Yo no odio, lo que creo es que esa política que ellos impulsaron y llevaron a la práctica benefició a minorías, auspició la corrupción y produjo el atraso de México y el empobrecimiento de nuestro pueblo, ese es el fondo del asunto”, señaló en su conferencia matutina desde Palacio Nacional.
Recordó que él acusa a Salinas de haber entregado los bienes de la nación a la iniciativa privada: empresas, bancos, minas, las tierras ejidales. Los beneficiarios de las privatizaciones, dijo, fueron sus allegados porque quiso construir una nueva oligarquía, un grupo compacto. De ello, consideró, hay evidencias en los datos del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional. Pidió a los jóvenes consultar esas fuentes de información para documentarse sobre cómo se profundizaron las desigualdades con la política de Carlos Salinas: “cómo unos cuantos, una minoría se hizo inmensamente rica mientras se empobreció a la mayoría del pueblo”.
También puso como ejemplo las listas de multimillonarios que publica la revista Forbes: “cuando entró Salinas había una sola familia mexicana con más de 1 mil millones de dólares de capital, cuando terminó Salinas ya eran 24 multimillonarios mexicanos con más de 48 mil millones de dólares y la mayoría de ellos se había beneficiado o con un banco o con una empresa pública. Por eso yo le llamo el padre de la desigualdad moderna”.
Respecto del expresidente Zedillo, indicó que las diferencias radican en cómo atendió este último una de las peores crisis que ha vivido el país: el llamado error de diciembre de 1994. “Ante una crisis que provocó el mismo gobierno, una crisis económica-financiera que se dio cuando termina Salinas y empieza Zedillo, ante esa crisis, en vez de rescatar al pueblo decide rescatar a los de arriba: a los mismos que se habían beneficiado con la política entreguista de Salinas, a las grandes empresas, a los bancos y convierten las deudas privadas de esas corporaciones en deuda pública y de ahí surge el llamado Fobaproa”.
Y agregó: “en vez de rescatar a los de abajo, rescatar a los pequeños comerciantes, pequeños empresarios, se rescató a los de mero arriba y se dejó esa deuda que en términos generales significa 3 billones de pesos, que la vamos a tener que seguir pagando todavía en nuestra generación y es posible que se herede a las nuevas generaciones. Ésa es mi diferencia”.
Luego vino el turno de Vicente Fox, y la diferencia de fondo que señaló López Obrador fue que el entonces panista “engañó a millones de mexicanos de que iba a haber un cambio y siguió con lo mismo, siguió aplicando el salinismo como política, al grado que su secretario de Hacienda [Francisco Gil Díaz] había estado de subsecretario de Hacienda con Salinas, y claro que no hubo ningún cambio, siguieron las privatizaciones de Salinas, de Zedillo”.
Pero no sólo eso, también se refirió al fraude electoral de 2006, promovido por Fox. “Para colmo, después de que se logra hacer a un lado al PRI –por décadas de lucha de mucha gente de todas las corrientes del pensamiento, porque era una lucha que venía de opositores de derecha, de opositores de izquierda, para hacer a un lado al partido único, al partido de Estado–, él traiciona ese movimiento y al final, en vez de respetar la voluntad del pueblo, participa, encabeza el operativo de fraude cuando nos roban la Presidencia de la República”.
El presidente López Obrador criticó que el propio Fox haya confesado su intervención en las elecciones. “Hay testimonios, declaraciones de él, en donde dice: ‘claro que participé. ¡Cómo iba yo a dejar que un loco llegara a la Presidencia! Claro que cargué los dados’, a su estilo”.
Acerca de ese estilo, pidió que se proyectara uno de los tuits de Fox en la pantalla del Salón Tesorería, y lo leyó entre risas: “Esto es lo que pasa por hacer las cosas con las patas. Marranadas, puras marranadas. Tren Maya, juez federal ordena suspensión definitiva de obras en tramo.’ Pero lo de arriba es característico de Fox, lo describe muy bien. Entonces, ¿ustedes creen que yo tengo odio hacia Fox? No, para nada. Le debe de dar pena a la gente que votó por él, porque mucha gente pensó que iba a haber un cambio y siguió con lo mismo, y con el agravante de que dirige un fraude electoral. Luego de que él llega a la Presidencia por un movimiento democrático opositor, se convierte en un traidor a la democracia”.
Al referirse a las diferencias con Felipe Calderón, inició con el robo de las elecciones y continuó con una fuerte crítica a la estrategia de seguridad que ha llevado a México a una crisis humanitaria de la que no se ha podido salir. “Imagínense el nivel de inmoralidad, porque él sabe perfectamente que no ganó la Presidencia, pero agréguese que, de manera irresponsable, sin tener un diagnóstico, sin saber lo que estaba sucediendo y sin pensar que la paz es fruto de la justicia, entrando, entrando, declara una guerra a la delincuencia organizada. Bueno, hasta se pone chaleco militar”.
El primer mandatario añadió que Calderón “sabe que no gana, no permite que se cuenten los votos, el voto por voto, casilla por casilla; hace acuerdos con todos, hasta con gente impresentable. Es el ‘haiga sido, como haiga sido’. Además, nos induce a esta confrontación con tanto sacrificio, con tantos muertos. Y luego le ayuda también a Peña, se entiende perfectamente con Peña porque ya había un acuerdo, le deja hasta comprado el avión presidencial”.
López Obrador profundizó también sobre la guerra contra el narcotráfico, pues, dijo, se ha ido descubriendo que una pantalla, una simulación, porque el gobierno calderonista tenía un acuerdo con el Cártel de Sinaloa. Al respecto, indicó que eso era algo muy común en el pasado: proteger a un grupo criminal y combatir a los demás, a pesar de que la autoridad tiene que actuar con rectitud, pintar la raya, definir con claridad las fronteras: aquí está la delincuencia, aquí está la autoridad. No proteger a unos y combatir a otros, pues quien comete un delito tiene que ser castigado, “cero impunidad y nada de componendas”.
Y citó como ejemplo de esos nexos el caso de Genaro García Luna, procesado judicialmente en Estados Unidos por su vínculo con el Cártel de Sinaloa. “Y el gobierno de Estados Unidos tiene que decidir sobre esto [el juicio contra el exsecretario de Seguridad Pública]. Acaban de resolver, me llamó la atención lo de una denuncia muy publicitada de unos esposos divorciados que acusaban, la señora acusaba de maltrato [el caso de Jonhy Deep y Amber Heard], y ya resolvieron los jueces, pero todo el proceso creo que tardó seis meses, o sea, el proceso judicial, y lo de García Luna ya lleva años, está rarísimo. ¿Qué, no tienen información? ¿Por qué tanto tiempo? Entonces, esa es de las diferencias con Felipe Calderón. Estoy en contra de él por haber desatado esa guerra y por haber autorizado que se llevaran a cabo masacres, como se demuestra con los altos niveles, índices de letalidad en enfrentamientos, claro que estoy en contra de él”.
Finalmente se refirió al expresidente Peña Nieto, de quien solo dijo: “estoy en contra de él por el desparpajo y la corrupción que imperó”. Y añadió: “pero de ahí a que yo les tenga odio, no, no, no. Si me encontrara yo a Calderón, me encontrara yo a Salinas, a lo mejor lo saludaría. A lo mejor no lo haría por cuestiones políticas, porque me afectaría políticamente, pero lo personal es otra cosa”.
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