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Cese al fuego en Gaza no se va a lograr pronto: embajada de Palestina

Publicado por
Darren García

Más de 42 mil personas palestinas han sido asesinadas por Israel desde el 7 de octubre de 2023. Han herido también a 99 mil. A pesar de eso, un alto el fuego no parece ser lo próximo que suceda, lamenta Fakhry Taha. En entrevista para Contralínea, el titular de la embajada de Palestina en México opina que el objetivo israelí es la limpieza étnica y el desplazamiento forzado de las y los palestinos, siempre apoyados por Estados Unidos, lo que provoca un desbalance de fuerzas en Medio Oriente y que ya padecen otros países como el Líbano

“Lo que está ocurriendo ahora en Palestina es el uso del tiempo de guerra para llevar a resultados extremos, como en la Segunda Guerra Mundial”, advierte Fakhry Taha, encargado de Negocios ad interim de la Embajada de Palestina en México. De manera cruda, menciona lo que para él es el objetivo israelí: realizar una herida profunda a través de la limpieza étnica y el desplazamiento forzado, situación inimaginable hace cinco o 10 años, “pero ahora estamos pensando en que sí es una realidad”.

Más de 42 mil 600 personas palestinas han sido asesinadas por Israel –con casi el 70 por ciento de niñas, niños y mujeres como víctimas– a lo largo y ancho de Gaza desde el comienzo del último conflicto ante ambos países, el 7 de octubre de 2023. Asimismo, la gente herida sobrepasa las 99 mil, según el Ministerio de Salud Palestino. No obstante, las esperanzas de que terminen las hostilidades lucen lejanas.

Lo que va a pasar en Gaza “es diferente a lo que se espera que pase. Esperamos un cese al fuego, que pare todo este horror”; pero “lo que va a pasar es que los logros militares [actuales] israelíes en el Líbano” crearán “un sentido de que son invencibles”, admite, cabizbajo. Esto no es una buena noticia; por ello, a poco más de un año de comenzado el genocidio que comete Israel, no piensa que vaya a parar pronto.

Un territorio desolado

Una mujer, cubierta hasta la cabeza con una prenda negra, sostiene entre sus brazos una manta color carmín con adornos floreados en amarillo. Envuelve en su totalidad un cuerpo inerte, que por su tamaño asemeja un bebé. Camina flanqueada por un hombre y otra mujer con rostros desencajados y muecas de dolor. El de ella, en cambio, está paralizado: su barbilla contraída, como quien aguanta el llanto. Fotografías similares, así como otras con edificios destruidos y humeantes, recubren el ventanal de la habitación principal donde Fakhry Taha se encuentra.

Israel ha escogido el modelo de destrozar completamente a la gente colonizada en Palestina. “Esa es la apuesta que siempre hicieron los israelíes y los movimientos sionistas antes de Israel, desde los años 30” del siglo pasado, critica –en entrevista– quien está al frente de la embajada hasta que la nueva diplomática tome el cargo en los próximos días.

De 2.3 millones de personas en Gaza, la mayoría “se ha visto desplazada a la fuerza y atrapada en sólo el 10 por ciento del territorio”. Alrededor de 1.9 millones fueron obligadas a huir de sus hogares “al menos una vez al mes, en promedio”, por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Algunas han sufrido esto en más de 10 ocasiones, informó el pasado 6 de octubre la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Medio Oriente (UNRWA, por su sigla en inglés).

En condición de desplazadas, al menos 563 personas han sido asesinadas mientras se encontraban refugiadas en edificios de la UNRWA, donde hasta 1 millón de palestinas y palestinos se han resguardado. Las y los trabajadores de esta organización no han estado a salvo: a 226 los asesinaron los ataques israelíes.

Aunado a esto, el 66 por ciento de las edificaciones ha sido dañado o destruido en Gaza. Más del 87 por ciento de escuelas deberá ser reconstruido por completo o en gran parte para que vuelvan a funcionar, subraya la Agencia para Refugiados. Además, 70 por ciento de las redes de distribución de agua se ha perdido por daños, por lo que el agua potable y para uso doméstico, de 92 mil 517 metros cuadrados en total, es “menos de un cuarto” de lo que se proveía antes de octubre de 2023.

Alrededor de 1.4 millones de personas enfrentan escasez de agua bebible y el 62.4 por ciento de hogares cuenta con menos de los seis litros recomendados al día por persona para beber y cocinar. Ahora la tienen que comprar. “El flujo de agua de la línea de transmisión principal corriendo desde Israel hacia el norte de Gaza se mantiene en solo el 80 por ciento de su capacidad”, explica la UNRWA.

En más de 12 meses, Gaza se ha transformado “en un irreconocible mar de escombros y un cementerio para decenas de miles de personas, […] no pasa un día sin que las familias sean sometidas a un sufrimiento indescriptible”, donde bombardeos, desplazamiento forzado, enfermedades, hambre y muerte “se convierten en la norma diaria”, advierte el organismo.

El futuro se desvanece

Las personas en Palestina “buscan el cese al fuego”, pero también “el sentido de futuro, de estabilidad, que no viene con la continuación de la ocupación”, analiza Fakhry Taha, con voz ahogada, a veces imperceptible, como si hablara a la distancia.

Ese futuro, representado en las niñas y los niños, se ve amenazado con cada bombardeo que, de manera indiscriminada, es enviado desde territorio israelí. Más de 14 mil infantes han sido asesinados desde el 7 de octubre de 2023. “Hoy en día, todos los niños han estado expuestos a acontecimientos y traumas profundamente angustiosos. […] No hay un lugar seguro” para ellos y ellas, señala el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

No sólo es la infancia asesinada. Más de 20 mil personas menores de edad se encuentran desaparecidas, “posiblemente enterradas en fosas comunes, detenidas o atrapadas bajo los escombros”, exhibió la organización Save the Children el 7 de octubre de este año. La guerra ha convertido Gaza “en el lugar más mortal en la tierra para ser niño. […] Están siendo asesinados por bombas y balas a un ritmo sin precedentes,” y “cuanto más tiempo continúe la guerra, más difícil será reconstruir sus vidas”.

Los daños son múltiples e infinitos. Casi 660 mil niñas y niños fueron forzados a salir de las escuelas. La mitad acudía a las aulas de la UNRWA, pero más del 85 por ciento de éstas han sido impactadas o dañadas, contabilizó la propia organización, y agregó que, al 6 de octubre de 2024, había entre 17 mil y 18 mil huérfanos desprotegidos, “muchos de los cuales no están acompañados por ningún familiar”.

De igual manera, las enfermedades se vuelven un riesgo que aumenta para niñas y niños, como la poliomielitis. “Durante 25 años, la Franja de Gaza se mantuvo libre de polio, hasta que su reciente reaparición planteó una amenaza para los niños de la región”, describe la UNICEF. Por su parte, la UNRWA ha informado la vacunación contra la polio de aproximadamente 560 mil infantes desde principios de septiembre.

Silencio estruendoso

El diplomático Fakhry Taha señala a Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, como uno de los principales culpables del genocidio. “Es una persona que vive por la guerra […], que siempre elige la guerra. Estás enfrentando a una persona así, y si luchas te van a decir que eres terrorista”.

Israel ha atacado continuamente a Palestina incluso cuando se le ha ordenado detenerse. El pasado 18 de septiembre, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó una resolución para exigir al Estado israelí “poner fin a su presencia ilegal en el Territorio Palestino Ocupado” en un lapso máximo de 12 meses. En votación, hubo 124 sufragios a favor del dictamen, 14 en contra (entre ellos el propio Israel, Estados Unidos y Argentina) y 43 abstenciones (Alemania, Canadá, Gran Bretaña y Uruguay, entre otros).

Esto se dio con base en una opinión consultiva hacia la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el 19 de julio, órgano judicial que determinó la ilegalidad de la presencia israelí en Palestina; la obligación de Israel a salir de ese territorio y “cesar de inmediato cualquier nueva actividad de asentamiento”, así como reparar los daños “causados a todas las personas físicas o jurídicas afectadas” en Palestina; y que los países extranjeros no reconozcan como legal la ocupación. Así consta en los documentos A/ES-10/L.31/Rev.1 y A/78/968 de la ONU.

Estados Unidos, principal defensor de Israel, es “un socio muy importante en el proyecto de colonización”, declara Fakhry Taha. “Es un Estado adicto a apoyar a Israel, e Israel es un Estado adicto a la guerra”; por lo que piensa que las instituciones en política exterior de Washington están al borde del colapso.

Con las elecciones presidenciales estadunidenses en puerta –del próximo 5 de noviembre–, el representante de la embajada de Palestina en México critica ambas candidaturas. Donald Trump “tiene una tesis de ser leal a Israel”. Y es aún más duro con Kamala Harris y su partido: “es el genocidio del partido demócrata. Esto te demuestra la crisis de sistema político” en Estados Unidos, país que, además, “está sancionando a cualquiera que está apoyando a los palestinos en lugar de sancionar al agresor”, reclama.

No obstante las dificultades, “hay que quedarse con los logros internacionales para crear algo parecido a una deuda de ilegitimidad; una burbuja que va a explotar al final con el gobierno actual israelí”, considera, en referencia a las declaraciones formales hechas por organismos como la ONU y la CIJ desde hace meses. “Se acerca más el boicot, las sanciones, por toda esta vida política de Israel fuera de la legalidad. Aunque no se está aplicando por ahora estas decisiones, son decisiones muy importantes”, continúa Fakhry Taha.

Por ejemplo, señala que “tenemos con México un enfoque acumulativo sostenible. No queremos lograr un gobierno mexicano –[aunque] sería bonito- […] muy, muy, muy pro palestino, sino crítica. Nuestro enfoque de México está basado en acumular logros y mantener estos logros para que, cuando llegue otro gobierno después de [Claudia] Sheinbaum, no perdamos estos logros. México ha sido muy apoyante [sic]” y “da el ejemplo de un enfoque moderado”, el cual apoyan, se sincera. Y resalta las ideas del sur global: “la necesidad de un mundo más justo, no un mundo de gente que da [y recibe] ayuda humanitaria”.

Hambre como munición

Entre septiembre y octubre de 2024, “todo el territorio [palestino] está clasificado” en estado de emergencia alimentaria (fase 4), según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria, herramienta a nivel mundial que mide la hambruna. A este punto se llega cuando los hogares “tienen brechas de consumo de alimentos grandes que se reflejan en desnutrición aguda muy alta y exceso de mortalidad”, o que las mitigan sólo a través de emergencias como la venta de bienes, situación que actualmente ocurre, añade la institución.

“Alrededor de 1.84 millones de personas en la Franja de Gaza están experimentando altos niveles de inseguridad alimentaria aguda”, lo cual las coloca en fase de crisis (3) o más, “incluidos cerca de 133 mil personas enfrentando inseguridad alimentaria catastrófica” (fase 5) y 664 mil en emergencia (fase 4), complementa el documento publicado este 17 de octubre.

Apenas en marzo pasado, la UNRWA alertaba que “uno de cada seis niños menores de 2 años en el norte de Gaza sufre desnutrición aguda y emaciación”, y habían muerto 15 por desnutrición y deshidratación, según el Ministerio de Salud Palestino. El organismo añadió en los últimos días que más del 96 por ciento de mujeres e infancias de entre 6 a 23 meses no cumple con los nutrientes requeridos. Todo agravado porque casi 70 por ciento de las tierras de cultivo está dañado.

El norte de Gaza sufre más. Desde el 2 de octubre no ha ingresado asistencia alimentaria a esa zona. Ahí, “al menos tres cuartos de la población presente han dependido de la ayuda alimentaria para sobrevivir”, y desde mediados de este mes “al menos 100 mil toneladas de alimentos –equivalente a las raciones de comida para toda la población de Gaza por más de dos meses– se mantiene esperando fuera de la Franja y debe urgentemente ser llevada a través de varios corredores”, pues hay el temor de que mucha expire, resalta la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

Pero la proyección no es alentadora. El informe de la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria prevé que, entre noviembre de este año y abril de 2025, casi 2 millones de personas estarán en crisis alimentaria, cuando se refleja “desnutrición aguda alta o peor de lo usual”, según la propia escala. Asimismo, la fase catastrófica está proyectada para 345 mil personas (más del doble que las actuales); y, en fase 4, unas 876 mil personas. En Rafah y otras partes del norte será probablemente más severa la inseguridad alimentaria, añade el texto.

“Se espera que la situación se deteriore debido a una fuerte reducción en el número de camiones comerciales que ingresan a la Franja, lo que ha puesto en peligro aún más el estado nutricional de niños ya vulnerables que han sufrido durante meses un acceso muy deficiente a una dieta adecuada, agua y productos de higiene”, expone la OCHA. Entre septiembre de 2024 y agosto de 2025, la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria visualiza que habrá 60 mil casos de desnutrición aguda en infancias de 6 a 59 meses, de los cuales, 12 mil serán casos severos.

La salud no existe

El sistema de salud en Gaza no tiene la capacidad para hacer frente a la situación actual. “las pocas instalaciones médicas que funcionan están saturadas”, describe la organización Médicos Sin Fronteras (MSF), la cual cuenta con personal en Palestina, mismo que ha atestiguado “ataques contra instalaciones sanitarias, incluidos asaltos a hospitales, asedios y destrucción de infraestructuras y equipos médicos. En varias ocasiones, nuestros equipos también han sido testigos de la detención, y en algunos casos maltrato, de personal médico y pacientes”, anunció el pasado 21 de agosto en su página web.

De nuevo, en el norte de Gaza los hospitales Al-Awda, Indonesia y Kama Adwan “están operando a mínima capacidad” con 285 pacientes y 161 en emergencia, ha mencionado OCHA. Por su parte, UNRWA informa que ha habido más de 500 ataques a trabajadores de la salud, pacientes, hospitales y otras infraestructuras médicas. Ese organismo afirma haber otorgado 5.7 millones de consultas de atención primaria a la salud, así como 4.6 millones de litros de agua y 167 mil kits de higiene a familias desplazadas.

Ha habido personas “que han sucumbido a enfermedades totalmente evitables o cuya atención sanitaria ha visto interrumpida por el conflicto, como pacientes en diálisis que no pueden recibir tratamiento, pacientes con enfermedades no transmisibles que no reciben tratamiento o mujeres embarazadas con complicaciones que fueron rechazadas en hospitales saturados”, agrega MSF. Además, se han presentado enfermedades derivadas de las pésimas condiciones de vida, como sarna y trastornos gastrointestinales.

En el norte de Gaza hay “400 mil palestinos asediados y bombardeados, a quienes no les queda otra alternativa más que quedarse y morir por las bombas o morir de hambre, o bien marcharse y encarar la muerte en otro lugar. Cualquier palestino que se quede en el norte es considerado objetivo militar legítimo. Todos son ya rehenes, son monedas de cambio. Esto no es la guerra, estos son crímenes, esto es genocidio. Esto tiene que parar y tiene que parar ahora”, exclamó en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU Ryiad Mansour, representante de Palestina en Naciones Unidas, bajo su estatus de Estado Observador no Miembro, el pasado 16 de octubre.

La cuestión palestina continúa

A pesar de lo anterior, “esto no significa que la cuestión palestina se va a terminar […] porque no se puede destrozar a una sociedad con conciencia nacional y de ciudadanía –como la sociedad palestina– y esperar que olvide”, manifiesta Fakhry Taha, con esperanza limitada, aunque señala que mientras continúe una discrepancia de poder entre Israel con Palestina, Líbano y otros países de la región, no se logrará la estabilidad.

“El sistema regional con la superioridad israelí es un sistema dictatorial que solo usa el idioma de la violencia y la amenaza”, y que se recrudece cuando se entromete Estados Unidos y busca una política para la contención de Irán, potencia regional que lanzó misiles hacia bases militares en Israel el pasado 1 de octubre. “Si Tel Aviv y Washington te dicen que lo que quieren es paz en la región […] no es correcto porque ellos quieren sociedades árabes muy pacificadas contra Israel, pero muy militarizadas contra Irán”, argumenta el diplomático.

“No hay nada más peligroso que una persona que se cree como víctima, que tiene tanto poder”, alerta el representante de la embajada de Palestina. De tal manera se manifiesta también en el Líbano, donde los bombardeos israelíes escalaron hace aproximadamente un mes, luego de un intercambio de misiles contra el grupo armado Hezbolá. Desde entonces, al menos 2 mil 448 personas libanesas han sido asesinadas por Israel y otras 11 mil terminaron heridas, según el Ministerio de Salud libanés. “Líbano es un país no grande […] que no tiene muchas medidas para defenderse contra cualquier agresión”.

En la ONU, Ryiad Mansour recalcaba ante los ojos y oídos de los demás países presentes: “no hay regla que Israel no haya roto. No hay línea roja que Israel no haya cruzado. Y, sin embargo, todavía no ha tenido que rendir cuentas por ninguna de estas cosas. Esta impunidad, mientras comete atrocidades, es lo que explica el plan más reciente de Israel para alcanzar lo que ha sido su objetivo desde el primer momento, desde los primeros días del asalto israelí: el desplazamiento forzoso del pueblo palestino y la anexión del territorio palestino”.

Por todo esto, Fakhry Taha se considera pesimista sobre la situación que vive la comunidad palestina en la Franja de Gaza. “No es una buena noticia que Israel vaya a convertirse en un país completamente loco”; sí es, por contrario “si Israel es derrotado”.

Aunque no cree que el alto el fuego se va a lograr, en gran parte por el rol de Estados Unidos como negociador que hace “un mínimo”; se sujeta a la idea de que “la burbuja de ilegitimidad en algún tiempo se va a explotar. Lo que [se] está perdiendo en la guerra es el espíritu y el alma de la sociedad israelí, y eso está mal para ellos, para su interés. Ganas mucho, pero vas a perder mucho del otro lado”, concluye.

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