El erario nacional recuperó más de 27 mil millones de pesos almacenados en 91 fideicomisos del Conacyt (hoy Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías). La saliente administración encabezada por la doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces descubrió y devolvió la bolsa multimillonaria, de la cual, “más de 7 mil millones estaban comprometidos en proyectos que no tenían solvencia ni técnica ni administrativa”.
La doctora Álvarez-Buylla explica que esos fideicomisos presentaban duplicidades y hasta multiplicidades, por lo que se cancelaron y el recurso se recuperó. De los 91 fideicomisos que se heredaron, 15 eran sectoriales y 35 estatales, uno para cada estado y tres en municipios.
Desde el 3 de mayo de 2023, en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador– la científica denunció el uso que los gobiernos pasados dieron al Consejo Nacional que ahora se transformará en Secretaría de Estado. Por ejemplo, advirtió que “se transfirieron a través de estos fideicomisos y también de programas presupuestarios del [entonces] Conacyt más de 45 mil millones de pesos a empresas privadas, nacionales y también trasnacionales”. Así, los recursos que supuestamente impulsarían las ciencias y las tecnologías acabaron en los bolsillos de compañías como Kimberly Clark, Femsa, Monsanto, Bayer, BMW, entre otras que conformaban “casi 3 mil” entidades.
Esto, narra la directora en entrevista para Contralínea, es un claro ejemplo de cómo se destinaban los recursos “a fondo perdido y sin que esto redundase en un aumento en los resultados de innovación, en fortalecer la soberanía nacional en términos de tecnologías e innovaciones soberanas para el bienestar, que es lo que hemos estado promoviendo en este sexenio”.
Si bien se hizo un señalamiento público, no fue posible trascender a una denuncia penal, pues “estas trasferencias se hicieron quizás de manera ilegítima, pero no ilegal […] con base en una normativa muy laxa, muy a modo, que era muy típico del neoliberalismo”, critica.
“Por eso es tan importante la primera Ley General del HCTI [Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación], que ahora establece con mucho mayor claridad que no se pueda otorgar estos fideicomisos, y que no haya esta opacidad y discrecionalidad con asignación de recursos”.
La única denuncia que presentó el Consejo ante las autoridades ministeriales fue contra el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, AC. “Ellos tomaron el nombre […] para una asociación civil de interés privado, y entonces enajenaron todas las funciones que debía cumplir ese foro orgánicamente. Ahí empezaron los problemas”, explica la directora del Conahcyt.
Álvarez-Buylla Roces continúa: les pidieron seguir con las transferencias de dinero ya en su administración. “Primero 30 millones, luego 30 y tantos millones, sin que mediase un proyecto o una especificación clara de compromiso”.
La instrucción del presidente López Obrador fue clara: “no deberíamos ya más transferir recursos a estas instancias”, que intermediaban funciones que la institución estaba obligada a hacer, acción que se acató.
La doctora María Elena Álvarez-Buylla afirma que su gestión tuvo como ejes la transparencia, honradez, austeridad, y la rendición de cuentas para un uso eficiente de los recursos (y que no se desperdicien). Y que eso diferencia a su gestión de las anteriores.
En los sexenios pasados, añade, “había estados marginados que no recibían apoyo del Conahcyt; había disciplinas marginadas: todas las de humanidades y las ciencias fundamentales; se habían privatizado los posgrados”, más de 2 mil estudiantes quedaban anualmente sin becas a pesar de ya haber sido seleccionados.
Se vulneraban, entonces, el derecho a la ciencia y la educación. La actual administración buscó evitar que éstas se vuelvan mercancías o un privilegio, enfatiza la doctora. Agrega que ahora “se asigna casi el doble de la cantidad de recursos de lo que se asignaba en el sexenio pasado”, y hay más personas inscritas en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Ello, “en contra de todo ruido mediático –totalmente falso– de que ha habido un desprecio a todos los científicos y científicas”.
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), Conahcyt recibió 18 mil 949 millones 792 mil 711 pesos en 2018, último año del gobierno de Enrique Peña Nieto; para 2024, año en que termina el sexenio de López Obrador, se destinaron 25 mil 722 millones 398 mil 901 pesos al Consejo.
De igual manera, destaca los Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces), que implican “organizar la aplicación del conocimiento y el desarrollo de tecnologías soberanas para el bienestar en torno a metas muy urgentes en términos de problemáticas muy prioritarias del país, buscando colaboración de diferentes instituciones, colegas, pero de manera muy eficaz, eficiente y rigurosas; [así como] prevenir que emerjan nuevas”.
Sentada entre dos banderas, una de México y la otra del Consejo que encabeza, la doctora Álvarez-Buylla se enorgullece de que Conahcyt haya elaborado dos ventiladores para combatir la pandemia de Covid-19: ‘Ehécatl 4T’, con patente del Estado, y ‘Gätsi’, en colaboración con la iniciativa privada. “Esto te lleva a que cada vez tengamos mejor equipamiento médico, que sea soberano, y que ya no tengamos que estar gastando en el exterior para las pólizas de mantenimiento”.
Sin embargo, “siempre uno es ambicioso cuando estás tratando de ayudar y resolver”. Los retos en ese tema, considera, es que tenga continuidad y que “cada vez más haya un acuerdo orgánico entre las necesidades públicas de equipamiento médico y la capacidad de desarrollo tecnológico e innovación no solamente en los centros del Conahcyt”.
Respecto de los retos que ha enfrentado la institución hasta ahora, la científica subraya la búsqueda de alternativas al glifosato: en 2020, el presidente López Obrador promulgó el primer decreto, y luego un segundo en 2023, para prohibir gradualmente el uso del herbicida más usado en el mundo.
“Alternativas, no sustituto”, pues “no es cambiar un químico por otro […], para poder crecer nuestros alimentos prescindiendo de este tóxico, y eventualmente de otros tóxicos que son igualmente perniciosos, pero este en particular [porque] se asoció a los transgénicos, [pues] más del 80 por ciento de las líneas transgénicas lo toleran” en consecuencia de un modelo capitalista y neoliberal al que ha sido empujado el campo mexicano, opina la también experta en temas sobre genética”.
La doctora Álvarez- Buylla afirma que ya se están produciendo 60 millones de litros de bio-insumos comunitarios. “Tenemos tres formulaciones nuevas, cien por ciento mexicanas, con eficiencias de más del 90 por ciento”.
Por ello, asegura: “podemos prescindir del glifosato” y desmitificar que “sin el glifosato nos vamos a morir de hambre”. Lo que falta ahora es buscar “que se puedan escalar a nivel industrial, para una mayor producción.
Advierte que no puede dar detalles del contenido del producto, pero comenta que son inocuos y que “están hechos a partir de principios biológicos que pueden ser tanto aceites esenciales, como productos del metabolismo secundario de las plantas”. Asimismo, adelanta que en unos meses darán información actualizada de exactamente cuándo podrán ser adquiridos por las personas agricultoras, y que seguramente será más barato que el actual glifosato.
La doctora reconoce que no sólo se trata del glifosato, sino que también se debe avanzar en investigación para dejar de usar otros, como el ‘2,4-D’; apoyados de programas de gobierno como Sembrando Vida, Producción para el Bienestar, los faros agroecológicos y, desde luego, con las comunidades campesinas.
La directora del instituto presume la total digitalización que ahora existe a nivel interno, “con sistemas propios que hemos desarrollado dentro del propio Conahcyt, y que están ya siendo usados y que es tecnología del Estado”. Viaja al pasado y señala que “recibimos más de 10 mil proyectos tirados, en desorden: sin digitalización, sin transparencia. El SNI […] se manejaba con hojas de cálculo”.
La científica afirma que la próxima administración –que será elevada a rango de Secretaría, como anunció la presidenta electa Claudia Sheinbaum– recibirá un Conahcyt con “mucha solvencia administrativa, tecnológica […] y con líneas programáticas muy claras, que nos gustaría que tuvieran continuidad y que creemos que la va a tener porque hay mucha congruencia” con el próximo gobierno.
Por ello, indica que debe haber un enlace entre el quehacer científico y el público, que los proyectos salgan de los escritorios y que aterricen para ayudar a las personas.
Para el futuro, recuerda que está comprometida con la UNAM: volverá a su trabajo académico tan pronto termine su etapa al frente del Conahcyt el 30 de septiembre, por lo que dice adiós al servicio público. Y estará gustosa, confiesa, de ceder el lugar a la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, “una colega tan querida, reconocida y cercana”, que conoce desde hace mucho y que incluso fue su profesora de filosofía de la ciencia; seleccionada por la virtual presidenta para que tome las riendas a partir del 1 de octubre, con todos los retos que tendrá que abrazar.
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