Recientemente, durante la segunda semana de agosto en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California estalló la violencia. En Guanajuato presuntos integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación quemaron unidades de transporte público y tiendas Oxxo. Particularmente, en Celaya, Irapuato y Silao.
En Jalisco quemaron vehículos y tiendas en el municipio de Ixtlahuacán. En Chihuahua, hubo enfrentamientos y se amotinaron en el Penal de Ciudad Juárez.
Baja California vivió actos de violencia en Ensenada, Tijuana, Tecate y Mexicali, donde incendiaron unidades de transporte público, camiones y automóviles.
El objetivo de quienes mueven los hilos del crimen organizado es claro: generar la percepción de violencia incontrolada en México. Buscan debilitar al gobierno, curiosamente en momentos en los que se enfrenta a corporaciones estadunidenses para desarrollar la soberanía energética, desarrolla una política internacional independiente con respecto a Cuba y a otras cuestiones, impulsa la nacionalización del litio y la reforma eléctrica que fortalece el papel del estado, combate los contratos ilegales como los de los Oxxo para tener luz y la nacionalización del litio.
Tanto en el colonialismo, como en el neocolonialismo la política del Imperio ha sido: divide y vencerás. De manera consciente generan la violencia para mantener a la sociedad paralizada e introducen la opresión a la mujer y su degradación, el racismo, el clasismo, las luchas religiosas, los conflictos por la tierra, el antagonismo entre las distintas naciones, los enfrentamientos armados entre comunidades y grupos, el embrutecimiento de la juventud a través de alcohol y drogas, la polarización entre facciones políticas e ideológicas, la discriminación por preferencias sexuales y otras más. Es la forma en la que imponen un dominio exterior sobre naciones divididas que se desgastan y se desangran en vez de unirse para superar su situación y enfrentar a sus verdaderos enemigos.
El abonar conflictos armados además de ser una necesidad política y social es un gran negocio para las potencias imperiales para quienes la venta de armas es una de sus principales entradas de divisas. El complejo militar-industrial de Estados Unidos necesita generar guerras constantemente. Y lo ha hecho durante décadas.
Generar división y violencia es necesario para que las potencias imperen. Los colonialistas ingleses provocaban enfrentamientos entre distintos pueblos para venderles armas a ambos, así destruían alianzas entre naciones originarias. Los colonialistas españoles hacían lo propio, mientras acaparaban la tierra les daban a los pueblos despojos de sus propios territorios en forma de títulos virreinales, y frecuentemente daban terrenos y títulos a pueblos vecinos para provocar una guerra entre ellos, mientras los hacendados acumulaban tierras para la minería, o las plantaciones de caña de azúcar o algodón, los pueblos se peleaban entre sí por sus pequeñas parcelas. Además, esta política aislaba a los pueblos entre sí. La época de la colonia no fue de paz y tranquilidad, hubo más de cien rebeliones … pero aisladas. Solo cuando la rebelión se generalizó en todo el país a partir de 1810 se logró la independencia, demostrando que la unión hace la fuerza.
En México desde hace seis décadas se han seguido planes para el total somentimiento de nuestro país y la eliminación de los avances que se lograron con la Revolución y el Cardenismo. Todos marcados por la violencia, contra los trabajadores: ferrocarrileros, petroleros, médicos y contra los estudiantes y la juventud. Luis Echeverría al firmar la primera carta de intención con el FMI, mes y medio antes de terminar su gobierno encaminó al país al sometimiento de los Organismos Financieros Internacionales dirigidos por Washington, al neoliberalismo que comenzó con Miguel De la Madrid y al neocolonialismo que se reforzó con los gobiernos del PRI y del PAN.
En el México actual junto con el proceso de integración a Estados Unidos que comenzó Salinas de Gortari en 1992 se disparó la delincuencia y el crimen globalizado. Es claro cómo desde esa época se desata la violencia y el narcotráfico. Sabemos bien que las armas proceden principalmente de Estados Unidos, la droga va para allá donde se distribuye. además en el país vecino se lava el dinero de la droga. Desde allá se arma a una veintena de carteles y grupos criminales que crean un clima de inseguridad. Y además justifican la intervención de agencias extranjeras en México como la DEA, la CIA, el FBI, la ATF y otras. Entonces se implementan las políticas de “coordinación para la seguridad” y se implemente la participación de México en maniobras militares conjuntas con Canadá y Estados Unidos bajo el liderazgo del Comando Norte.
El imperio norteamericano comenzó el 28 de agosto de 1960 sus maniobras militares UNITAS en la región, de cara a la contención de la Revolución Cubana y del descontento popular en Latinoamérica y el Caribe. Desde entonces la Armada estadunidense ha realizado ejercicios militares en Latinoamérica, contando con el apoyo de países como Brasil, Argentina, Chile etcétera, que han tenido largos períodos de dictadura. México jamás participó en estas maniobras hasta que Obama le pidió a Calderón la participación de la Armada mexicana en estos ejercicios militares. Violando la Constitución Mexicana (pues las Fuerzas Armadas Mexicanas no pueden participar en maniobras dirigidas por una potencia extranjera), la Armada de México participó en Mayport, Florida en UNITAS 5009 del 15 de abril al 5 de mayo de 2009, mismos días en que se desató el escándalo de la epidemia de influenza. Con estos hechos se intensificó la integración militar de México y Estados Unidos lo que es absolutamente violatorio de nuestra soberanía y que comenzó con la integración para “la seguridad y la energía” que comenzó Vicente Fox y continuó Calderón con la Iniciativa México. Con el pretexto de la violencia y el narcotráfico y de combatir grupos criminales la actuación del FBI y de la DEA en México fue una constante. La barbarie, las matanzas, el dolor que se registró en el colonialismo hoy se están viviendo otra vez en el neocolonialismo, particularmente en los territorios que más les interesan a los vecinos del Norte: Chihuahua, Veracruz, Michoacán, Tamaulipas. Y a mayor integración, desde hace 30 años se dispara la inseguridad y la violencia.
Mientras tanto las corporaciones acaparan nuestros territorios, 120 millones de hectáreas se concesionaron a la minería, se adueñan del agua mediante concesiones y desarrollan la agroindustria con sistemas que contaminan y empobrecen la tierra, generan proyectos eólicos en grandes extensiones de tierra. Los campesinos despojados y los trabajadores mal pagados son obligados a migrar a Estados Unidos, donde por no tener papeles no se les reconocen derechos elementales.
Para hacer avanzar su proyecto de dominación, generan violencia y crean la percepción de la necesidad de intervención extranjera. A raíz de los sucesos de la segunda semana de agosto en la que el crimen organizado se hizo presente en al menos cuatro estados del al República Mexicana Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California, la derecha proyanqui incluso en el Washington Post califica los hechos como terrorismo. Buscan la intervención de EU. Ya Trump había hablado de mandar tropas a México para combatir a los bad men.
La lucha contra el terrorismo ha sido bandera de Estados Unidos para sancionar y combatir a países que no se le someten como Cuba, Siria, Irán y Corea del Norte. Al hablar de la existencia de terrorismo en México justifican la idea de un Estado fallido y de la intromisión de la potencia del norte. Cuando la raíz del problema de la violencia en México radica en el país vecino que busca y ha logrado destruir el tejido social y crear un clima de inseguridad para inhibir las grandes luchas por una profunda transformación y la conquista de la plena soberanía e independencia.
Enfrentar esta situación es tarea urgente y necesaria, profundizando la transformación y empoderando al pueblo. Sólo por medio de la afirmación de la Soberanía Nacional, regional y local se pueden crear condiciones para combatir y enfrentar esta violencia los que será tarea de todas y todos, desde las comunidades, dando prioridad a la reconstrucción del tejido social con el desarrollo social, económico y cultural a través de trabajo, educación, arte y deporte como la mejor forma de lograr paz y seguridad, capacitando a la gente en el conocimiento y defensa de derechos en todos los niveles educativos. Erradicar la violencia implica reformar a fondo el sistema de impartición de justicia, rehabilitar lo centros de detención, prohibir la apología del delito en los medios y en general en todos los espacios de la vida del país. Combatiendo la impunidad y practicando justicia para todas y todos. Enfrentando los feminicidios, las desapariciones, los asesinatos de defensores comunitarios contra las minas, de periodistas y defensores del medio ambiente.
Es necesario sanear las Fuerzas Armadas y policiales, ubicando y castigando a los mandos corruptos y fortalecer la seguridad comunitaria y la autodefensa colectiva de la población, la integración comunitaria es vital en todas partes, creando cuerpos civiles de paz, guardianes de la paz en cada comunidad, formándose las y los jóvenes en una nueva cultura, proponiendo y practicando la solución pacífica de conflictos y que impere el respeto entre las personas y el medio ambiente y el de los derechos de todas y todos teniendo en cuenta que la paz y la seguridad van íntimamente ligadas a la garantía de acceso y ejercicio de los derechos, tomando en cuenta que la seguridad radica en los derechos de todos.
Las y los mexicanos somos absolutamente capaces de resolver nuestros propios problemas y lo haremos, es importante que quien busque la soberanía, la justicia y la paz debe procurar la unión por encima de edad, color de piel, origen nacional, estilo de vida y preferencias sexuales, ideologías partidos políticos y creencias religiosas, niveles económicos y educativos. No será ni desde el exterior, ni desde “arriba” que se logre la pacificación, será un pueblo organizado con poder de decisión quien lo logre, en el marco de un gobierno popular, en aras del bienestar general, del presente y del futuro de México y su pueblo. Construyamos la paz.