Municiones de tipo militar –como granadas propulsadas por cohetes (GPC), lanzagranadas de 40 mm, chalecos antibalas y arneses de combate, rifles Barrett calibre 50, vehículos blindados de combate y artefactos explosivos improvisados, drones equipados con armas, fusiles AR-15 y AK-47– reflejan la evolución del armamento usado por el crimen organizado, en especial por los cárteles del narcotráfico.
La artillería de tipo militar con que cuentan las organizaciones criminales mexicanas es utilizada a menudo para enfrentar a las fuerzas del orden y a grupos antagónicos en disputa por las plazas en algunas regiones del territorio nacional, señalan Robert J Bunker y John P. Sullivan.
Los fundadores de El Centro-Small Wars Journal, un centro de análisis de las guerras de guerrillas e insurgencias criminales de América Latina, analizan el tema y consideran que “la evolución táctica de los cárteles se ha militarizado cada vez más con el tiempo, aunque con ciertos retrocesos esporádicos, como cuando Los Zetas pasaron de ser centralizados y se comenzaron a fragmentar, lo que llevó a una disminución de su sofisticación táctica”.
Las municiones de tipo militar –como las granadas propulsadas por cohetes (GPC) y los lanzagranadas de 40 mm– son parte de los arsenales de los cárteles. Tanto sicarios como integrantes rasos usan cada vez más chalecos antibalas y arneses de combate, y portan rifles de asalto. Los rifles calibre 50 son bastante comunes y generalmente se utilizan como el armamento principal de los vehículos blindados de combate improvisados (improvised armored fighting vehicles, IAFV).
También, en videos de cárteles –grabados con teléfonos celulares y publicados en línea– muestran batallas rudimentarias con narcotanques en algunas de las regiones y plazas más disputadas de México.
Los cárteles han utilizado artefactos explosivos improvisados (improvised explosive devices, IED), generalmente a manera de mensajes amenazantes, así como carros bombas antipersona, diferentes a los detonados con grandes cargamentos de explosivos para afectar la infraestructura, como los que se utilizaban en Colombia a fines de la década de 1980 y principios de la década de 1990.
En su análisis publicado por Insigne Crime –fundación dedicada al estudio e investigación de amenazas para la seguridad nacional y ciudadana en América Latina y el Caribe–, Bunker y Sullivan explican que la adaptación e innovación táctica de los cárteles mexicanos es resultado de múltiples factores.
Estos factores pueden ser de carácter tecnológico (por ejemplo, nuevas armas) o no tecnológico, como la creación de nuevas alianzas, nuevas prácticas organizacionales, tácticas, técnicas y procedimientos (TTP) no tradicionales, nuevas prácticas de marketing, e incluso la misma fragmentación organizacional.
La evolución táctica permite a grupos armados criminales obtener ventaja sobre sus rivales, acumular poder y control territorial, aumentar ganancias y mejorar capacidad de supervivencia, todos factores de carácter táctico, pero la interacción tanto con rivales como con aliados es clave para dar a conocer nuevas tácticas y prácticas.
El gobierno y el Ejército Mexicano han podido adaptar sus tácticas con el fin de responder a esta evolución de cárteles, pero esto es algo que varía con el tiempo y el lugar, indican los expertos.
También difiere según los niveles de gobierno, y esto también es variable. Las policías municipales y estatales pueden adaptarse más rápidamente debido a la proximidad de determinada amenaza, y es posible que posean menos capacidad organizativa.
Por el contrario, las fuerzas federales, como la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina, tienen mayor capacidad organizativa para adaptarse a las TTP en evolución de los cárteles. De hecho, a nivel estratégico, se podría argumentar que el despliegue de la Guardia Nacional, que es como una gendarmería, es en sí mismo una adaptación a las circunstancias tácticas.
En general, la adaptación táctica de ambas partes es clave para el éxito de las tácticas. La adaptación negativa, como la corrupción y la cooptación de las fuerzas estatales para garantizar la seguridad personal, también es evidente. Las fuerzas municipales y estatales han sido tradicionalmente más susceptibles a estos factores, lo que tiene repercusiones tácticas, operativas y estratégicas.
El origen de armas ilícitas de los cárteles mexicanos son variadas, pero existen tres fuentes principales de armamento de grado militar, refieren los expertos Robert J Bunker y John P Sullivan, autores de los libros Crime Wars and Narco Terrorism in the Ameticas y Mexico’s Criminal Insurgency.
La primera son los rifles “deportivos” Barrett semiautomáticos calibre 50 y los fusiles semiautomáticos como los AR-15 y AK-47, que son comprados por intermediarios en Estados Unidos para luego ser contrabandeados a México. Los rifles de carácter “civil” pueden ser modificados para elaborar modelos de alta capacidad de fuego.
La segunda fuente –que prácticamente ha sido agotada– son saqueos a los armamentos militares centroamericanos y armas que provienen de todo el mundo. Este armamento, como las GPC y otras armas antitanques, lanzagranadas y ametralladoras de mediano y alto peso, son verdaderas armas de infantería de grado militar.
La tercera fuente proviene del propio México y la constituyen funcionarios, políticos y militares corruptos. Se trata de armamento militar supuestamente obtenido en las bases y arsenales del Ejército y la Guardia Nacional en zonas de conflicto, así como armamento incautado a los cárteles y que de alguna manera regresa a las manos de estos en vez de ser destruido.
Los analistas indican que la instalación de trincheras y el uso de bloqueos en regiones de Michoacán y Guanajuato cambia y varía dependiendo de la fase de las operaciones, el terreno y los actores involucrados. Además, a menudo se trata de acciones tácticas y no operativas.
Estas TTP se utilizan para obstaculizar las líneas de comunicación (el acceso a la policía, la Guardia Nacional y las fuerzas militares y navales, y la movilidad de estas instituciones), canalizar las respuestas (facilitar las emboscadas) o posibilitar las fugas. Las trincheras suelen ser transitorias y son similares a los narcobloqueos (barricadas hechas con escombros y vehículos en llamas, usados generalmente en entornos urbanos).
Grupos criminales emplean narcotanques por su utilidad, es tanto simbólica (demostrar destreza), como instrumental (proveer un medio de protección y movilidad a los combatientes).
Los narcotanques se utilizan principalmente en enfrentamientos entre cárteles en zonas donde estos luchan por el control territorial. En Monterrey los han utilizado el Cártel del Golfo y Los Zetas. También han sido utilizados por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); de hecho, a finales de 2019 se descubrió un taller para ensamblar narcotanques en Tuxpan, Veracruz.
Y, por supuesto, se han utilizado en Michoacán, donde el Cártel de Sinaloa utilizó narcotanques livianos en Culiacán para enfrentarse a las fuerzas gubernamentales en 2019, durante la frustrada captura de Ovidio Guzmán López.
En Michoacán, los narcotanques han sido utilizados por el CJNG y Cárteles Unidos para demostrar su presencia y en enfrentamientos armados entre grupos. También han contribuido al uso de trincheras anti narcotanques por parte de los Viagras, Cárteles Unidos y autodefensas comunitarias locales, con el fin de estropear los narcotanques y camiones monstruo del Cártel Jalisco, así como otros vehículos del grupo, como vehículos no blindados y camiones con elementos de infantería integrados.
Su uso se ha limitado al tiempo que duran las ofensivas del CJNG. El uso tanto de narcotanques como de trincheras anti narcotanques suele ser en el corto plazo, lo que ofrece una ventaja táctica durante operaciones prolongadas pero de poco beneficio operativo o estratégico a largo plazo.
La fragmentación y las escisiones son un fuerte generador de violencia e innovación táctica, lo representa la división entre el Cártel del Golfo y Los Zetas en 2010. La escisión del Cártel del Golfo en 2015 y las luchas por la primacía entre los Rojos, los Metros y los Ciclones, entre otros, involucraron el uso de narcotanques, intensos tiroteos y decapitaciones.
Luego, en 2018, surgieron indicios de que el Cártel del Golfo poseía minas antipersona en Tamaulipas. Y recientemente, en 2020, el uso de búnkeres subterráneos por parte del Cártel del Golfo, muy probablemente por los Escorpiones, cerca de Reynosa, Tamaulipas.
La fragmentación y las escisiones son generadores de innovación táctica, o bien se benefician de ella. El proceso de fragmentación es esencialmente una lucha por el poder. Estas competencias suelen ser violentas, y los grupos recurren a la violencia extrema para demostrar destreza y eliminar a los rivales. La expresión táctica de esa violencia suele ser brutal, gráfica y caracterizada como “barbarización”.
Los nuevos grupos “disidentes” a menudo se llevan consigo las habilidades, las TTP y las preferencias tácticas aprendidas en su antigua organización. Esto conduce a la transmisión de TTP que han sido probadas en el tiempo, así como a la proliferación de habilidades de tráfico entre los grupos nuevos.
Ocasionalmente, estos nuevos grupos adoptan tácticas novedosas o no tradicionales con el fin de obtener una mayor parte de los mercados ilícitos. Otras veces buscan nuevas oportunidades, como el microtráfico en los mercados mexicanos locales, la adopción de nuevos productos como el fentanilo, o la adquisición de armas nuevas, como los drones equipados con armas.
Los cárteles, incluido el Jalisco, utilizan permanentemente estrategias propagandísticas y diversas narrativas (como la de los bandidos sociales o la de Robin Hood). Estas son a veces burdas y torpes, como cuando, durante la pandemia de Covid-19, miembros del cártel fuertemente armados ofrecieron ayuda a un ciudadano aterrorizado, quien se esforzó por ofrecer una débil sonrisa en señal de agradecimiento. En otras ocasiones, son mucho más sofisticadas.
A medida que el CJNG adquiere más dominio, entra en conflicto con el gobierno, lo que está obligando al cártel a recurrir a este tipo de comunicación estratégica. La estrategia de relaciones públicas de mostrar miembros del cártel con el rostro descubierto significa que el Cártel Jalisco Nueva Generación no teme a los enjuiciamientos ni a los ataques por parte del gobierno. Esto da cuenta de la impunidad implícita de la que goza el cártel actualmente.
Los videos en los que se observan unidades del CJNG fuertemente armadas, con todos sus vehículos blindados y exhibiendo potencia de fuego, buscan hacer una ostentación de su sofisticada capacidad militar para impresionar al pueblo mexicano, a los cárteles rivales y a los agentes gubernamentales.
Las estrategias de relaciones públicas son una forma más sutil de comunicación que los videos de tortura y las escenas de narcoterrorismo (cuerpos desperdigados con mensajes escritos en narcomantas), que lo que buscan es aterrorizar a los opositores del Cártel Jalisco.
Mantener la integridad organizacional es un reto para todas las organizaciones, bien sea gubernamentales o criminales. La estructura en red del Cártel de Sinaloa y el CJNG beneficia a esa autoridad estratégica para la toma de decisiones, pero también la complica.
En primer lugar, los grupos criminales en red no son entidades unitarias, sino que suelen estar compuestos por bandas y células que tienen vínculos laxos con la gran estructura del cártel.
El control suele darse por beneficio mutuo, influencia personal o castigo violento cuando los integrantes o los subordinados actúan en contra de los dictados del cártel. Pero en general hay bastante laxitud, siempre y cuando se respete la visión estratégica y se pague el tributo financiero. A menudo, el control se delega a elementos subordinados.
Esta flexibilidad táctica es un arma de doble filo. Puede permitir –y en efecto lo hace– la flexibilidad y la innovación táctica, pero también puede conducir a la competencia por el control y a la fragmentación. Las operaciones de información, la violencia instrumental, la imposición de la “identidad grupal” mediante la narcocultura y, por supuesto, la generación de ingresos y las oportunidades de recibir parte de las ganancias son elementos que refuerzan la disciplina.
El CJNG se basa en un modelo de franquicia más que Los Zetas, que eran más centralizados y con quienes se les suele comparar. Por esta razón, su sofisticación táctica varía mucho entre las diferentes subfranquicias, y no hay un sistema nacional o regional que evidencie una academia de entrenamiento del CJNG –lo cual sería darles demasiado crédito.
Por otro lado, durante muchos años a través de sus videos propagandísticos de asesinatos por parte de cuadrillas y comandos se observa cómo equipos que integrantes del CJNG utilizan han aumentado enormemente en sofisticación, potencia de fuego y protección personal. La cantidad de vehículos blindados de combate improvisados y el tamaño de sus unidades también han aumentado, como ocurre en una compañía de infantería establecida.
Esto hace pensar que, además de las franquicias, el líder del CJNG, Nemesio Oseguera Cervantes, alias Mencho, ha desarrollado una o varias fuerzas móviles centralizadas, las cuales brindan apoyo operativo a las franquicias del cártel de vez en cuando.
Estas unidades estarían mucho mejor entrenadas que los integrantes rasos de las franquicias y permitirían una mayor concentración de fuerzas del Cártel Jalisco contra las pandillas y cárteles que están a la defensa de sus territorios, así como contra las autodefensas.
Aun así, esta capacidad no está tan evolucionada como la del Cártel del Golfo (y luego solo de Los Zetas), que tenían unidades de comando y control e inteligencia muy avanzadas y, por lo tanto, podían cambiar las reservas estratégicas móviles en sus territorios. Aun así, el creciente poder del CJNG es causa de cierta preocupación.
Él [Mencho] nació en Michoacán y, si bien es difícil adivinar qué pasa por su cabeza, uno tiende a sentir un apego personal y emotivo por su lugar de origen. Hay muchas cosas que influyen en la toma de decisiones de un líder y en sus decisiones estratégicas. Es un criminal transnacional agresivo y experimentado. Trabajó para el Cártel del Milenio y utilizó esa experiencia para convertir al CJNG en una de las principales empresas criminales con alcance transnacional. Utiliza la violencia tanto instrumental como simbólica, así como el manejo de información, para reforzar su control. Ha buscado consolidar el control mucho más allá de Jalisco y Michoacán, especialmente en Guanajuato, e incluso también en Colima y Nayarit.
Es posible que sus reacciones en contra de Cárteles Unidos tengan que ver con situaciones personales que se remontan a la época del Cártel del Milenio. Pero, esto es sobre todo de carácter estratégico y con ello lo que busca es consolidar el control, proteger los mercados, especialmente el de las drogas sintéticas (que es un mercado cada vez más importante) y degradar a los rivales.
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