El salario mínimo representa la menor cantidad de dinero que un trabajador puede recibir por sus servicios a una empresa. Al considerando al trabajador como el pilar fundamental de una familia, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que el monto del salario mínimo debe ser suficiente para cubrir las necesidades normales de vida, educación y recreación de dicho trabajador. No obstante, desde el año 2000, este derecho constitucional ha sido vulnerado. Hasta 2016, el incremento anual del salario mínimo se mantuvo en un promedio anual de alrededor de 2.20 pesos. Sin embargo, en 2017 experimentó un aumento de 7 pesos, y en 2018, de 8.32 pesos. A pesar de estos incrementos aparentes, el crecimiento del salario mínimo real –es decir, el que toma en cuenta el aumento de los precios– apenas alcanzó el 0.87 por ciento durante los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
Estos datos revelan que el poder adquisitivo del salario mínimo no mejoró las condiciones de vida de la mayoría de la clase trabajadora. Esta situación plantea un desafío significativo en términos de equidad económica y resalta la necesidad de revisar y reformar las políticas salariales para garantizar un salario mínimo que cumpla con su propósito constitucional.
El pasado 1 de diciembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que la Comisión Nacional de Salarios Mínimos estableció un salario mínimo de 248.93 pesos por jornada laboral para este año 2024. Este monto refleja un aumento nominal de 41.49 pesos, representando un incremento del 20 por ciento. Este crecimiento constituye la subida nominal más significativa de los últimos cinco años. Comparativamente, en 2019, el salario mínimo fue de 102.68 pesos, con un alza nominal de 14.32 pesos. En los años subsiguientes, observamos una elevación de 20.54 pesos en 2020; de 18.48 pesos, en 2021; de 31.17 pesos, en 2022; y, finalmente, en 2023, la subida alcanzó los 34.57 pesos, culminando en un salario mínimo de 207.44 pesos.
Este reciente anuncio del salario mínimo para 2024 marca un hito importante en términos de mejora sustancial en el poder adquisitivo de los trabajadores, superando las tendencias de los años anteriores. Además de ello, el salario mínimo real durante los últimos 5 años ha sido del 13.8 por ciento, razón por la que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social ha afirmado que la pobreza se ha reducido.
Este anuncio del incremento del salario mínimo puede desencadenar efectos en la economía, tal como disminuir la migración de mexicanos al extranjero y atraer recursos humanos del exterior. En este sentido, según los datos de la Secretaría de Gobernación, en el periodo de 2018 a 2023 la entrada de extranjeros al país, con perspectiva de permanencia, creció más que los mexicanos residentes en el extranjero (18.1 y 16.6 por ciento, respectivamente), aunque en términos absolutos son más los mexicanos que viven en el extranjero; es decir, los aumentos del salario mínimo no han frenado la emigración.
Por otro lado, el incremento ha impactado de forma modesta en la población económicamente activa. El Inegi reporta que entre 2018 y el tercer trimestre de 2023 el empleo creció apenas en 2.04 por ciento. Esto sugiere que, a pesar de los ajustes salariales, el impacto en la creación de empleo ha sido limitado durante ese periodo. Este desempeño del empleo ha sido paralelo al crecimiento económico, pues de acuerdo con los datos del Banco Mundial, el crecimiento del producto de los últimos 5 años ha sido de 1.79 por ciento, aun con grandes caídas de 2019 (-0.19 por ciento) y de 2020 (-7.98 por ciento). Así, este crecimiento moderado frente al incremento del salario mínimo indica que la relación capital-trabajo se mantiene estable.
Es importante destacar que, en el plano internacional, el incremento del salario mínimo no ha desalentado la inversión extranjera directa (IED). El desempeño de la economía mexicana ha colocado al país en una mejor posición para la atracción de la IED. Al respecto, el Wall Street ha señalado que nuestro país es la primera opción para las inversiones globales. Además, el incremento del salario mínimo tampoco ha impactado en la recaudación tributaria, pues la estructura de los ingresos tributarios se mantiene. Según la Secretaría de Hacienda, entre 2018 y 2023 el crecimiento real del ingreso tributario neto –es decir, impuestos recaudados menos devoluciones– ha sido del 12.2 por ciento, mientras que su composición muestra que los impuestos directos tanto a personas físicas como morales; es decir, el impuesto sobre la renta ha sido el que mayor participa sobre el total de ingresos tributarios.
El incremento del salario mínimo ha sido una medida necesaria, y su éxito ha dependido y dependerá de otras acciones de la política del gobierno, como la política social y los programas que han emanado de ella, los cuales refuerzan el bienestar de la población y garantizan la demanda de las empresas, así como los instrumentos de la política económica, la continuidad de las finanzas públicas sanas, el nulo endeudamiento, la apertura comercial y el incremento de la inversión pública – privada, han permitido el nulo riesgo para los negocios del país, todo ello, ha fortalecido que el crecimiento paulatino del SM no provoque desequilibrios en la economía.
En este sentido, en 2024 el gobierno federal requiere de la continuidad de la política empleada en esta administración; además, es necesario reforzar los canales para la innovación tecnológica y el desarrollo industrial del país, y de esta manera estar en condiciones productivas de un incremento del ciento por ciento del salario mínimo por arriba de la inflación. No obstante, es importante considerar que aun cuando la economía no crece lo suficiente, la relación de fuerzas entre empresarios, trabajadores y gobierno ha mantenido cierto equilibrio que permite que el salario mínimo crezca. Es posible que, de no continuar en los próximos años con el perfil actual de la política federal, se corre el riesgo de enfrentar severas crisis socio-económicas internas, pues aún faltan elementos para solidificar el camino del desarrollo que el país requiere.
Marco Antonio Márquez Mendoza*
*Profesor investigador del Centro de Investigación y Docencias Económicas, AC, División de Estudios sobre el Desarrollo.
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