Termina 2021, bicentenario de la Consumación de la Independencia. En el proceso de esta lucha por la Independencia, las mujeres participaron y lo hicieron desde todas las trincheras, en todos los ámbitos, no sólo como enfermeras y cocineras, sino como dirigentes e ideólogas, combatientes armadas, organizadoras, espías, propagandistas, estrategas, en el apoyo logístico también. En todos los rumbos del país la mujer siempre sostuvo la lucha por la Independencia, no sólo contra los invasores españoles, también contra los estadunidenses y contra los invasores franceses. La mujer ha sido el alma, la base, el motor de luchas cruciales.
Fueron muchas las mujeres que tomaron las armas para atacar a los realistas, una de ellas Altagracia Mercado. Era de Huichapan, Hidalgo. Ella tuvo su propia compañía y la financió con sus propios recursos y los dio generosamente para comprar abasto, armas y equipo para su tropa. El 24 julio de 1819 fue derrotada por los españoles, valientemente se quedó luchando hasta el final, la atraparon. Y el capitán realista ordenó: “A los hombres fusílenlos”, a esta mujer no; no debe morir una mujer con tanto valor. Fue detenida y llevada a la Ciudad de México donde fue condenada a trabajos en prisión hasta que la liberó la Independencia. Es conocida como la heroína de Huichapan.
Otra mujer que destacó fue Manuela Medina, de Taxco. Ella creó su propia compañía y acompañó a José María Morelos a Oaxaca, y luego a Acapulco. La Suprema Junta de Zitácuaro la nombró Capitana. Ganó siete batallas. De ella dijo Morelos: “Ojalá que la décima parte de los americanos tuviesen los mismos sentimientos pues ya hubiéramos ganado la guerra. La Capitana luchó desde los inicios de la insurgencia y nunca se indultó. Murió en 1822 en Texcoco, a causa de las heridas de lanza que recibió de parte de los realistas.
Por su lado, María Fermina de Rivera fue una insurgente en la Revolución de Independencia. Originaria de Tlatizapan, lugar que 1 siglo después se convertiría en capital de la Revolución Zapatista. Junto a su esposo, José María Rivera, se unió a la lucha de Morelos. Al morir éste, encabezó su grupo armado en lucha por la Independencia. Se unió a Vicente Guerrero, y ella luchó con hambres terribles, recorriendo caminos pedregosos, climas ingratos… a veces cogía el fusil de un muerto y sostenía el fuego al lado de su marido. Y murió combatiendo el 21 de febrero de 1821 en la Hacienda de Chichihualco, hoy Guerrero.
Recordamos a otra gran mujer, Antonia Nava de Catalán, la Generala, quien batalló por la Independencia al lado de Morelos y Bravo. Era un motor de la lucha avituallando a la tropa, cooperando en la administración de los ejércitos, atendiendo heridos. Participó junto a Nicolás, su esposo en la lucha hasta el triunfo. Cuando las provisiones de la tropa de Nicolás Bravo, en la Sierra de Xaliaca o Tlacotepec, Guerrero, se les agotaron y fueron sitiados por los realistas en San Juan Coscomatepec, en octubre de 1814. El general mandó diezmar a sus soldados para que comieran los demás de su carne, la Generala se presentó ante Bravo acompañada de varias mujeres y le dijo: “¡Venimos porque queremos servir de alimento, repartan nuestros cuerpos en raciones a los soldados!” Esto levantó el ánimo de las tropas y se lanzaron, muertos de hambre a luchar y a vencer. Mujeres y hombres cantaban La Tlayuda durante el sitio canción que dice: “Cogerás la jaula, pero a los pájaros no”. De forma increíble y sigilosa lograron romper el sitio. Cuando a Antonia Nava de Catalán Morelos le dio el pésame, por la muerte de su esposo, ella dijo mi marido murió cumpliendo su deber y vengo a traer a mis cuatro hijos. El chiquito de tambor para apoyar.
Hubo todo tipo de actividad, y diversas formas en las que las mujeres apoyaban, por ejemplo Francisca y Magdalena Godos hacían cartuchos. Detengámonos en otra de estas mujeres que han de rescatarse en la historia, Juana Guadalupe Arcos Barragán, la Barragana, nació en 1780 en Amuco Coyuca, Tierra Caliente de Guerrero. En plena lucha por la Independencia reunió un grupo de campesinos y se presentó con Morelos para pelear por la causa.
Juana había dedicado su vida a trabajar con su padre y hermano, en el cuidado y acarreo de mulas y caballos, que solía montar con agilidad y maestría. Una vez iniciada la Guerra de Independencia, en 1810, en una diligencia, su padre y hermano fueron aprehendidos en Izúcar por los realistas, llevaban consigo correspondencia y armas para José María Morelos. Los invasores españoles los ejecutaron.
Juana encontró los cuerpos de sus familiares colgados de un árbol. Desconocía, hasta entonces, que su familia estuviera involucrada en el movimiento insurgente; decidió, entonces llena de coraje tomar el poco dinero que su padre había dejado para ella y su madre, reunió y armó a un grupo de campesinos de su confianza y abandonó su hogar para seguir las tropas del general Morelos. Fuerte y aguerrida, Juana Guadalupe se lanzó a la lucha.
Había sido la primera que se enfrentó a un batallón realista con su grupo en Cuautla cuando iba a empezar el sitio y avisó oportunamente a Morelos sobre la llegada de Félix María Calleja a la zona, alertando al grupo de patriotas para preparar la defensa.
En efecto Don Felipe Montero, el relator que era capitán insurgente, originario de Cuautla, quien tuvo el tino de narrar el Sitio de Cuautla, narró parte de las hazañas de esta valiente mujer que se distinguió por su valentía y lealtad a José María Morelos y Pavón. Menciona el relator Felipe que el 17 de febrero de 1812, Juana se dirigió a todo galope perseguida de cerca por los realistas para encontrar a Morelos e informarle que ya llegaban los españoles a las lomas de Pazulco, al norte de Cuautla. A toda prisa con las balas del enemigo silbándole cerca de los oídos, llegó hasta donde estaba el general Morelos para ponerle al tanto de la situación.
Juana era una gran combatiente y además tenía mucho carisma. Era muy elocuente, cuando sus paisanos la escuchaban hablar, atentos, hacía surgir en ellos el amor por la libertad. Por su parte, Juana, al igual que muchos hombres, mujeres y niños de Cuautla, estaban totalmente dispuestos a morir antes de permitir el triunfo de los realistas.
Durante el sitio de Cuautla, Doña Juana Arcos Barragán se destacó por su comportamiento heroico y audaz, ganándose la confianza de Morelos. Él le encargó defender los lugares de mayor riesgo y responsabilidad. La presencia de la mujer armada que peleaba a la par de los hombres y asombraba a todos por su arrojo.
Se distinguió por su valentía e intrepidez en el combate y Morelos admirado le concedió el mando de un batallón. Su contingente de soldados la llamaban, la Barragana.
Roto el sitio de Cuautla, Juana siguió a Morelos hasta la muerte de éste, el 22 de diciembre de 1815. Después de tan doloroso acontecimiento, la Intrépida Barragana, apodo que adquirió después de su valiente participación en la batalla de Ahuacatillo en el marco de la toma de Acapulco, llegó a comandar un numeroso grupo de insurgentes con el grado de capitana.
Contaba con el apoyo popular, y la mayoría de las poblaciones del rumbo le brindaban alimentos para su tropa. En toda Tierra Caliente se hizo famosa su valentía, que fortalecía y brindaba confianza a todos los que peleaban bajo su mando. Instaló su campo de operaciones por el rumbo de San Miguel Totolapan, donde aprovechó fortificaciones naturales y de difícil acceso, dotadas de fortines, de fosos de entrada y salidas secretas que conocía perfectamente y de donde nadie podía sacarla ni vencerla.
Murió fusilada en 1820, poco antes de consumarse la Independencia. El Honorable Ayuntamiento de Cuautla, en 1828, honró su recuerdo poniéndole a una calle el nombre de “La Barragana Intrépida”, como la llamaba Morelos siempre que la dama se aprestaba a realizar lo que el general ordenaba. La calle lleva su nombre, con la finalidad de inmortalizar con justicia el inmenso valor que desplegó en el famoso sitio de Cuautla, ocurrido en 1812.
Muchas otras mujeres sacrificaron una vida cómoda y tranquila y dieron no sólo su apoyo, sino sus bienes y riquezas al movimiento de independencia. Y algunas hasta su vida como Gertrudis Bocanegra. Una mujer acomodada que dejó todo, hasta la vida, en la lucha es María Gertrudis Teodora Bocanegra Lazo Mendoza. Nació en Pátzcuaro, Michoacán cerca de las aguas del hermoso lago de Pátzcuaro, un 11 de abril de 1765. Ella fue hija de padres comerciantes de clase media. Su papá fue don Pedro Javier Bocanegra y su mamá se llamaba Doña Felicia Mendoza. Gertrudis convirtió su posición acomodada en un baluarte de organización y lucha.
Otra gran combatiente es desde luego fue Josefa Ortiz de Domínguez. Fue una mujer decidida, que defendía sus opiniones hasta lo último, además ligaba su pensamiento a la acción. Josefa Ortiz siempre se rebeló contra la estructura autoritaria colonial y trascendiendo las barreras que le imponía al género femenino una sociedad patriarcal.
Tuvo una participación, abierta y activa en la vida social en la que sistemáticamente desafiaba los convencionalismos sociales que imponía la vieja y caduca sociedad colonial, patriarcal opresora. Ella conquistó su independencia personal y aspiraba a la independencia de todo nuestro México.
Quiero subrayar que sin ella no se hubiese iniciado la Independencia, además de su papel clave en la conspiración. Al ser descubiertos y estar encerrada, se las ingenió para dar la orden a Ignacio Pérez de que avisara a Allende que había que dar inicio a la lucha de inmediato. Hidalgo era de la misma idea que ella, mientras Allende y Aldama dudaban y fue así que se inició la gran gesta el 16 de septiembre de 1810.
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