domingo, marzo 16, 2025

La urgencia de lo que ocurre en Gaza es un llamado a recuperar ese papel activo del periodismo del que hablaba el Informe MacBride

Un genocidio ocurre frente a nuestros ojos, en tiempo real, y nos echa en cara que –como humanidad– no tenemos estrategias eficientes para frenar el inenarrable horror en la Franja de Gaza. Aún con la declaratoria del alto el fuego alcanzado entre Israel y Hamás, la reciente amenaza de Benjamin Netanyahu de reanudar los ataques el próximo fin de semana (del 15-16 de febrero) si no se liberan más rehenes, así como la amenaza de Donald Trump de hacer una “limpieza social” en Gaza, dejan claro que, como humanidad, no estamos cerca de acabar esta barbarie.

Hay certeza de que han fallado las instituciones internacionales (ONU, CIJ, CPI) que se crearon precisamente para evitar que delitos atroces volvieran a lastimar a los pueblos; y de que, en un año, la ofensiva inhumana del gobierno de Israel –en asociación con Estados Unidos y actores poderosos de la Unión Europea– lleva un saldo de más de 43 mil personas asesinadas, entre ellas, 13 mil 500 infantes (varias centenas apenas eran bebés).[1]

Sin lugar a dudas, esto nos convoca nuevamente a repensar el papel que juegan la verdad, la información, la comunicación y el periodismo como derechos humanos, tal como se reflexionó en su momento en el Informe MacBride. Y en ese sentido, observar que el periodismo debe servir precisamente para informar estas realidades atroces, inhumanas, ilícitas, ilegítimas, inmorales o anti éticas, para que los pueblos puedan transformarlas.

En vez de eso, lo que ocurre en las grandes corporaciones mediáticas es una suplantación de la realidad que perpetua la crisis humanitaria, la “justifica” y deliberadamente engaña a la población mundial. Prevalecen fenómenos como la posverdad y la desinformación, que acompañan y prolongan esas realidades en perjuicio de comunidades y pueblos.

Ejemplo de ello es lo ocurrido el 1 de noviembre de 2024, cuando un centenar de trabajadores de la BBC volvieron a criticar a la corporación por su cobertura parcial del genocidio en Palestina, a favor de Israel. En una carta enviada al director general, Tim Davie, más de 230 trabajadores de medios –incluidos 101 empleados de esa cadena– acusaron que se incumplen los propios estándares editoriales, al carecer de “un periodismo consistentemente justo y preciso basado en evidencia en su cobertura de Gaza”.[2]

Esta no fue la primera manifestación contra grandes corporaciones mediáticas por la violación al derecho humano a saber en el tema de Gaza: como se recordará, en noviembre de 2023, decenas de trabajadores de la prensa protestaron frente al edificio del rotativo The New York Times, al que llamaron “The New York Crimes”, en referencia a las violaciones éticas y la complicidad con Israel, al tergiversar intencionalmente la realidad para ocultar el genocidio.[3]

En un mundo cada vez más complejo –azotado no sólo por conflictos armados que ponen en riesgo varias regiones –como lo que ocurre actualmente en Oriente Medio o en Europa del Este–, sino también por las consecuencias más terribles del modelo neoliberal, incluido el cambio climático y los devastadores fenómenos naturales que lo acompañan, así como la miseria que padecen miles de millones de personas en el mundo–, es urgente recuperar los valores éticos de la profesión y los planteamientos más esenciales del Informe MacBride.

El informe y su vigencia

En sus recomendaciones, el Informe MacBride señaló que “todos los que trabajan en los medios de información deben contribuir a la realización de los derechos humanos, tanto individuales como colectivos, en el espíritu de la Declaración de la UNESCO sobre los medios informativos y el Acta Final de Helsinki, y la Declaración Internacional de los Derechos Humanos. La contribución de los medios de información en este sentido no es sólo la promoción de estos principios, sino también la exposición de todas las violaciones, dondequiera que ocurran, y el apoyo a aquellos cuyos derechos hayan sido descuidados o violados. Las asociaciones profesionales y la opinión pública deben apoyar a los periodistas sujetos a presiones o que sufren consecuencias adversas por su dedicación a la defensa de los derechos humanos”.

La urgencia de lo que ocurre en Gaza es un llamado a recuperar ese papel activo del periodismo del que hablaba el Informe MacBride, al respetar en todo momento el derecho humano a la verdad y a la información de los pueblos, no sólo para conseguir una cobertura justa de lo que ocurre en esa región, sino frente a otras tragedias, como las hambrunas en África, los golpes de Estado duros y blandos en América Latina o los saqueos de los bienes nacionales a lo largo y ancho del planeta.

La exposición de todas las violaciones a los derechos humanos de la que habla el Informe y el apoyo a las personas cuyos derechos hayan sido descuidados o violados es precisamente ese ideal de “darle voz a los que no la tienen”. Por tanto, es la reivindicación de escuchar desde abajo. Es decir, el periodista debe siempre privilegiar a los desposeídos, a los más vulnerables y a las víctimas. Pero no sólo hablamos de las víctimas de la guerra, sino también de las víctimas del sistema. Y aquí es fundamental reconocer que la pobreza y la pobreza extrema son producto del sistema económico neoliberal que propicia una brutal desigualdad social, generando hordas de miserables y apenas un puñado de súper ricos, explotadores de las masas.

El Código Internacional de Ética Periodística de la UNESCO nos ayuda a ver el camino que debe seguir la profesión para recuperar ese sentido activo, de servicio social. Al respecto, señala que “el pueblo y las personas tienen el derecho a recibir una imagen objetiva de la realidad por medio de una información precisa y completa, y de expresarse libremente a través de los diversos medios de difusión de la cultura y la comunicación”.[4]

Además, indica que “el verdadero periodista defiende los valores universales del humanismo, en particular la paz, la democracia, los derechos del hombre [del ser humano], el progreso social y la liberación nacional, y respetando el carácter distintivo, el valor y la dignidad de cada cultura, así como el derecho de cada pueblo a escoger libremente y desarrollar sus sistemas políticos, social, económico o cultural. El periodista participa también activamente en las transformaciones sociales orientadas hacia una mejora democrática de la sociedad y contribuye, por el diálogo, a establecer un clima de confianza en las relaciones internacionales, de forma que favorezca en todo, la paz y la justicia, la distensión, el desarme y el desarrollo nacional”.

De lo anterior se deriva que el periodismo debe contribuir a acabar con las grandes injusticias. Su ideal debe ser que, en el mundo, las mayorías empobrecidas tengan oportunidades de superar esas circunstancias que les limitan desde su nacimiento hasta su muerte. Necesitamos un mundo justo y lo que tenemos desde el modelo capitalista no lo es, y jamás lo será. Y esto sólo se puede advertir si se trabaja desde la independencia.

Por ello, en el periodismo verdadero, la información se comprende como un bien social, y no como un simple producto. Otra de las recomendaciones del Informe que hay que reivindicar actualmente es que: “los medios masivos deben contribuir a la promoción de la causa justa de los pueblos que luchan por la libertad y la independencia y por su derecho a vivir en paz e igualdad sin interferencia extranjera. Esto es especialmente importante para todos los pueblos oprimidos que, mientras luchan contra el colonialismo, la discriminación religiosa y racial, se ven privados de la oportunidad de hacer oír su voz, dentro de sus propios países”.

Esto es todavía más vigente desde el pasado 20 de enero, cuando Donald Trump asumió la Presidencia de Estados Unidos por segunda vez y amenazó no sólo a Gaza y a su población, sino también a Panamá, Groenlandia y México. En el caso de nuestro país, ha amagado con intervenir militarmente territorio mexicano en operaciones supuestamente contra el narcotráfico. Idea que ha ido acompañada de la retórica de las corporaciones mediáticas nacionales y sus comentaristas, lo que es claramente violatorio de la ética periodística.

La información y la verdad son bienes públicos, en su pleno carácter de derechos humanos. Por ello, el periodismo se debe reivindicar como una herramienta para ejercer esos derechos humanos que no son patrimonio de las corporaciones mediáticas, ni mucho menos de los y las comunicadoras. El periodismo es, ante todo, un servicio social que requiere de profesionales con un alto sentido de responsabilidad, íntegros y con una ética intachable, y todo lo que no es ético no es periodismo.

Esto implica no sólo desafiar los intereses de los dueños de los medios –o concesionarios, para el caso de los medios electrónicos en México–, sino oponerse de manera franca a fenómenos como la posverdad, la infodemia, las mentiras, los montajes mediáticos, las verdades a medias, que traicionan a los pueblos y los convierten en rehenes de intereses ilegítimos. Ello, porque dichos fenómenos atentan contra los pilares del periodismo: búsqueda de la verdad, independencia, honestidad, libertad y responsabilidad social.

Como nunca debe quedar claro que la labor periodística es ajena a los intereses ruines de las propias corporaciones mediáticas o de sus financiadores, como los que han ido, poco a poco, convirtiendo en vil mercancía a los contenidos de los medios de comunicación, sujetos a las reglas del mercado, como ya lo han advertido escritores y periodistas como Ignacio Ramonet, Kapuscinski y Chomsky. Claramente eso no es periodismo. El periodismo sólo puede ser aquel que es ético y aquí no hay claroscuros: o se es ético o no se es.

En el actual ambiente de corrupción que priva en las corporaciones mediáticas, los periodistas no podemos sucumbir al lucro ni seguir el camino fácil del privilegio. Estamos llamados a velar por la información, e impulsar un periodismo independiente y profesional, que se asuma como elemento transformador de las realidades inhumanas, injustas, ilegítimas, ilegales, anti éticas o inmorales. Es decir, debemos aspirar como periodistas no sólo a descubrir las cosas que están mal, sino a que éstas cambien.

Kapuscinski decía que para ser buenos periodistas primero hay que ser buenas personas. Y señalaba que los cínicos [concepto que incluye a los corruptos] no sirven para este oficio. Por ello, se necesitan periodistas buenos, pero también con conciencia de clase y conciencia social; que investiguen a todos pero en particular se centren en los regímenes opresores –como el de Israel-Estados Unidos–, en el sentido amplio del concepto ‘opresión’ (el ahorcamiento generado por el modelo económico neoliberal, el saqueo de los bienes nacionales por parte de las grandes corporaciones, la contaminación asesina de la industria criminal, la apropiación del dinero público por parte de funcionarios y empresarios corruptos, etcétera). Periodistas comprometidos con el bienestar general y no próximos a los intereses de la oligarquía y la élite política hegemónica opresora.

[1] Oms, ©. (2024, octubre 28). Más de 43.000 personas han muerto ya en Gaza por la ofensiva israelí, que no hace más que empeorar. Noticias ONU. https://news.un.org/es/story/2024/10/1533831?utm_source=Noticias+ONU+-+Bolet%C3%ADn&utm_campaign=4c220991cf-EMAIL_CAMPAIGN_2024_10_28_04_53&utm_medium=email&utm_term=0_e7f6cb3d3c-4c220991cf-%5BLIST_EMAIL_ID%5D

[2] Stavrou, A. (2024, noviembre 1). More than 100 BBC staff accuse broadcaster of Israel bias in Gaza coverage. Independent. https://www.independent.co.uk/news/uk/home-news/bbc-israel-gaza-letter-tim-davie-bias-palestine-b2636737.html

[3] Now!, D. (2023, noviembre 10). Trabajadores de los medios protestan frente a la sede del periódico The New York Times por su cobertura sesgada y antipalestina del ataque israelí contra Gaza. Democracy Now! https://www.democracynow.org/es/2023/11/10/titulares/media_workers_protest_new_york_times_for_biased_anti_palestinian_coverage_of_israeli_war_on_gaza

[4] Código internacional de ética periodística (UNESCO). (n.d.). Comisiondequejas.com. Retrieved November 4, 2024, from https://www.comisiondequejas.com/otras-normas-eticas/codigos/codigo-internacional-de-etica-periodistica-unesco/

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