Cada minuto en 2023, se gastaron 173.884 dólares en armas nucleares. Se vive uno de los momentos más peligrosos de la historia, debido a la supremacía de lo nuclear en un escenario de conflictos crecientes, desde Europa del Este hasta Oriente Medio. Nunca el planeta experimentó un riesgo tan alto como el actual de confrontarse con la auto extinción.
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés) publicó su Anuario 2024. En éste, sostiene que Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, República Popular Democrática de Corea e Israel continuaron modernizando sus arsenales nucleares en 2023. Asimismo, puntualizó que varios desplegaron nuevas armas o sistemas bélicos de ese tipo (https://www.sipri.org/sites/default/files/WNF%202024%20press%20release%20ESP.pdf).
De acuerdo con el SIPRI, la cantidad de armas nucleares en circulación se calcula en 12 mil 121 ojivas o cabezas nucleares. Casi todas pertenecen a Rusia (5 mil 580) y Estados Unidos (5 mil 44).
Unas 3 mil 900 están desplegadas en misiles y aviones, lo cual significa un aumento de más de 60 con respecto a 2023. De ese total, 2 mil 100 se encuentran en misiles balísticos y en estado de máxima alerta operativa.
Las ojivas “desplegadas” son las cargas nucleares en misiles o en bases con fuerzas operativas, en tanto que las “almacenadas” se encuentran en reserva y requieren cierta preparación para el despliegue –como transporte y carga en lanzadores–.
El informe del SIPRI reconoce que sus cifras sobre las fuerzas nucleares son aproximadas; cada año, son actualizadas en base a nueva información. Sin embargo Rusia y Estados Unidos no publican los totales de sus respectivas fuerzas nucleares estratégicas. En 2023, Moscú se retiró del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START), último acuerdo vigente sobre esos artefactos entre los dos países, aunque ambos lo prorrogaron en 2021, y por cinco años.
Según el Anuario del SIPRI, entre enero de 2023-2024, el arsenal chino aumentó de 410 ojivas nucleares a 500. De esta manera, se convirtió en la tercera potencia nuclear mundial, aunque muy por detrás de Estados Unidos y Rusia.
A fines de esta década, China podría llegar a tener tantos misiles balísticos intercontinentales (ICBM) como Rusia o Estados Unidos, aunque se prevé que su arsenal de cabezas nucleares seguirá siendo mucho menor.
Y, aunque todo indica que en 2023 el Reino Unido no ha incrementado su arsenal nuclear, el SIPRI anticipa que está programando un salto de 225 a 260 ojivas nucleares para los próximos meses.
Francia, por su parte, ha continuado con sus programas de desarrollo de un submarino nuclear lanzamisiles balísticos (SSBN) de tercera generación y de un nuevo misil de crucero lanzado desde el aire. Además, implementó el reacondicionamiento y la mejora de sus sistemas existentes, con aproximadamente 290 ojivas nucleares.
En ese mismo periodo, India amplió su arsenal nuclear. Tanto India como Pakistán desarrollaron nuevos tipos de sistemas de vectores nucleares. El primer país parece estar poniendo más énfasis en armas de mayor alcance, algunas de las cuales podrían impactar objetivos en China.
Corea del Norte sigue dándole prioridad a su programa nuclear militar como elemento central de su estrategia de seguridad nacional. El SIPRI estima que esa nación ya ha ensamblado unas 50 cabezas nucleares. Asimismo, hay señales de que ha realizado su primer test de un misil balístico de corto alcance desde un silo rudimentario.
También completó el desarrollo de por lo menos dos tipos de misiles de crucero de ataque terrestre (LACM) diseñados para el transporte de armas nucleares.
Asimismo, aunque Israel no reconoce poseer armas nucleares, está modernizando su arsenal nuclear y mejorando su reactor de producción de plutonio en la ciudad de Dimona.
En 2023, las nueve naciones con armamento nuclear destinaron 91 mil 400 millones de dólares para este rubro específico. Representa 173 mil 884 dólares por minuto o 2 mil 898 dólares por segundo, según cálculos actualizados de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN por su sigla en inglés).
Esta organización internacional obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2017. (https://www.icanw.org/global_nuclear_weapons_spending_surges_to_91_4_billion). Con sede en Ginebra, Suiza, reúne a 652 organizaciones, grupos y redes de 100 países, asociadas en la lucha antinuclear. Asimismo, acaba de publicar el informe Aumento: gasto mundial en armas nucleares en 2023.
Según este documento, la participación de Estados Unidos en el gasto mundial total para armas nucleares (unos 51 mil 500 millones de dólares) supera el gasto conjunto de los demás países que poseen ese tipo de armamento (https://www.icanw.org/surge_2023_global_nuclear_weapons_spending).
El segundo mayor presupuesto es el de China. El gigante asiático destinó 11 mil 800 millones de dólares. Rusia, con 8 mil 300 millones de dólares, ocupa el tercer lugar. También Reino Unido aumentó su presupuesto en 2023. Por segundo año consecutivo, llegó a los 8 mil 100 millones de dólares.
En los últimos cinco años, se invirtieron 387 mil millones de dólares en la construcción y el mantenimiento de armas nucleares. Por otra parte, el año pasado las empresas involucradas recibieron nuevos contratos por un valor de casi 8 mil millones de dólares. Sólo en Estados Unidos y Francia, gastaron 118 millones de dólares en cabildeo político para asegurar sus negocios.
ICAN es uno de los portavoces críticos de más reconocimiento internacional ante esta escalada bélico-nuclear. La Campaña sostiene que “los miles de millones de dólares que se desperdician cada año en armas nucleares constituyen una asignación inaceptable de fondos públicos [porque] en lugar de invertir recursos en una carrera imprudente con armas de destrucción masiva, los nueve Estados con armas nucleares podrían pagar servicios vitales para sus ciudadanos o ayudar a abordar las crisis globales existenciales”.
Las comparaciones que siguen son elocuentes: con los 91 mil 400 millones de dólares anuales destinados al desarrollo bélico-nuclear, se podría cubrir el 27 por ciento del déficit del actual financiamiento de la lucha contra el cambio climático, la protección de la biodiversidad y la reducción de la contaminación.
Con cada minuto del gasto en armas nucleares de 2023, podría haberse plantado un millón de árboles. Los últimos cinco años hubieran permitido alimentar a 45 millones de personas que actualmente padecen hambre.
En su sitio interactivo, la ICAN provee información actualizada sobre el Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares en vigor desde el 22 de enero de 2021. Cualquier persona puede consultar allí si su país ya lo ha ratificado (https://www.icanw.org/signatur_and_ratification_status).
A la fecha, 93 estados se han adherido al Pacto, y 70 lo han ratificado. Sin embargo, no se han adherido los nueve Estados con armamento nuclear, buena parte de Europa (a excepción de Austria e Irlanda), ni tampoco Canadá y Japón. De las principales naciones de América Latina y el Caribe, Argentina es la única que no lo ha suscrito.
La seguridad y la estabilidad mundial confrontan un peligro mayor creciente. Sin duda en estos últimos años y meses, las guerras en Ucrania y en Gaza han impactado en el armamentismo y la seguridad internacional. Las constantes referencias al armamento nuclear que podría ser empleado en el caso de una escalada regional del conflicto, no son más que señales de ese fatalismo creciente.
Igualmente, han estallado conflictos armados activos de muy diversa naturaleza en otras 50 naciones. Las guerras en la República Democrática del Congo y en Sudán han provocado el desplazamiento de millones de personas. De igual manera, en los últimos meses de 2022, el conflicto resurgió en Myanmar.
En algunos países de América Central y del Sur, bandas criminales armadas han sido y siguen siendo una importante preocupación de seguridad, lo cual explica el colapso efectivo de Haití y su estructura de Estado.
El Anuario 2024 de la ICAN constata que “existen numerosas fuentes de inestabilidad: rivalidades políticas, desigualdades económicas, perturbaciones ecológicas y una carrera armamentista en aceleración”. En otras palabras: el planeta camina cerca del abismo. Es hora de que las grandes potencias den un paso atrás y reflexionen; preferentemente juntas, concluye ICAN.
Es cotidiano el riesgo de una nueva confrontación bélica donde la abundancia de armas nucleares arrasaría con gran parte de la humanidad. Y en este marco, sobresale el predominio de la soberbia belicista.
Acuerdos de control de material nuclear entre potencias que se deshacen; procesos de reducción de armamento postergados u olvidados, y la industria bélico-nuclear que no deja de desarrollarse. Y, tal vez, lo más grave sea que tantas naciones ni siquiera se adhieren al principal Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares.
Del barril de pólvora, ahora, al barril nuclear. Y una sociedad planetaria sentada sobre él.
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