El Centro de Derechos Humanos Fray Julián Garcés exigió “un alto a la simulación”, luego de que el pasado 11 de octubre la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) inició un foro de consulta para “recabar propuestas, opiniones y planteamientos sobre la forma de dar cumplimiento a la Recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) 10/2017”, respecto a los daños a la salud generados por la contaminación de los ríos Atoyac, Zahuapan, Xochiac y sus afluentes.
El río Atoyac, ubicado en Puebla, es uno de los 125 sitios identificados con contaminación por plaguicidas en agua superficial, agua subterránea o suelo. Los hallazgos se encuentran en 23 estados de la República, pero la mayoría se localiza en Campeche, Guerrero y Sinaloa, refiere un estudio del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).
Agrega que en el río Atoyac “los compuestos detectados y cuantificados, si bien se emplean como plaguicidas, también tienen diversos usos industriales; por ello, sus concentraciones elevadas no necesariamente derivan de su aplicación para el combate de alguna plaga”.
El Diagnóstico sobre la contaminación por plaguicidas en agua superficial, agua subterránea y suelo –elaborado por el INECC, que depende de la propia Semarnat– señala que la mayoría de áreas afectadas por plaguicidas corresponde a pozos, ríos, lagos, lagunas o sistemas costeros y zonas agrícolas.
Los 10 estados con más espacios contaminados por pesticidas son: Campeche, 19; Guerrero y Sinaloa, 16 cada uno; Chiapas, 11; Sonora, ocho; Estado de México y Morelos, seis respectivamente; Coahuila y Guanajuato, cinco casos en cada entidad.
“Todos los plaguicidas, hasta el más sencillo de ellos, representan un riesgo porque un plaguicida está hecho para matar algo”, advierte en entrevista el doctor en medio ambiente y desarrollo Arturo Gavilán García, director de investigación de Contaminantes, Sustancias, Residuos y Bioseguridad del INECC.
El experto y colaborador del diagnóstico enfatiza que desde que se lleva a cabo el registro de cualquier pesticida, ante la Secretaría de Salud, se tiene información sobre las características de peligrosidad de la molécula.
En el caso de los agrotóxicos, expone que –cuando se liberan al ambiente– hay sustancias químicas que reaccionan a la lluvia, al sol, al calor, etcétera y se degradan. Sin embargo, hay otras sustancias cuyas moléculas son mucho más resistentes y si se usan de una forma continua, como es el caso de los plaguicidas, se van acumulando, y tienen tiempos de vida que pueden ser más largos que otros.
Entre los casos más extremos menciona al DDT, “un plaguicida que puedes encontrarlo desde aplicaciones más de 10 años hacia atrás y todavía lo podemos medir en el ambiente porque es una molécula súper fuerte y no significa que lo estamos aplicando hoy, sino que es una molécula que cuando se liberó se queda contenida en el suelo o en algunos de los compartimientos del ambiente, sedimentos, en el agua”.
Además del río Atoyac, el estudio del INECC –que data de 2019 pero se mantiene vigente– enlista al Valle de Culiacán, pues es el que reporta “el mayor número de plaguicidas detectados, con 31 ingredientes activos (compuestos padre) y algunos metabolitos”. Ésta es “una zona con intensa actividad agrícola” en Sinaloa.
El río La Laja, en Guanajuato, es otro afluente con transmisión de contaminantes. Este “llama la atención por sus concentraciones de glifosato, el cual se aplica en el caso de algunos cultivos genéticamente modificados”, expone el informe del INECC.
Agrega que los cuerpos de agua cercanos a varias plantaciones de plátano en el municipio de Teapa, Tabasco, “reportan los valores más altos de plaguicidas en agua”. Ahí “llama la atención las concentraciones de Etilentiourea, el principal metabolito del plaguicida Mancozeb”.
En la lista también figura el terreno que ocupó la exunidad industrial de Fertimex (Tekchem), en Salamanca, Guanajuato. Éste “muestra los mayores niveles en suelo”. Sin detallar el nombre, la investigación expone que también se detectó DDT en algunas comunidades de Chiapas, donde se pretendía controlar la malaria.
En los Valles del Yaqui y Mayo, en Sonora, se ubicaron concentraciones muy elevadas de hexaclorobenceno, endrín, endosulfán, DDE, DDD, y DDT en suelo.
Al respecto, Israel Labastida Núñez, doctor del departamento de energía de la Universidad Autónoma Metropolitana (plantel Azcapotzalco), expone que la infiltración de plaguicidas en zonas agrícolas “nos lleva a pensar en la necesidad de actualizar las normas, por ejemplo, la Norma Oficial Mexicana 127 (NOM-127) que es para agua de consumo”.
Se requieren una suma de esfuerzos muy grande para potabilizar el agua, porque en el caso de los plaguicidas no basta con los tratamientos que utilizan elementos para remover arsénico, necesitas otros que coadyuven a la remoción del plaguicida. “Es evidentemente que mientras más tratamientos agreguen a una planta potabilizadora, los costos de instalación y después de mantenimiento se hacen más grandes; esas son algunas de las problemáticas a las que nos enfrentamos con el abastecimiento de agua subterránea para la población”, indica.
La NOM-127 establece que “el abastecimiento de agua para uso y consumo humano con calidad adecuada es fundamental para prevenir y evitar la transmisión de enfermedades gastrointestinales y otras, para lo cual se requiere establecer límites permisibles en cuanto a sus características bacteriológicas, físicas, organolépticas, químicas y radiactivas”.
El Diagnóstico da cuenta de que en el suelo de los 125 sitios contaminados, detectaron y midieron 45 plaguicidas; en el agua superficial, 58; y en el agua subterránea, 24. Algunos de ellos se repiten en varias de estas matrices. “En total son 82 ingredientes activos diferentes y nueve metabolitos, más un biocida a base de isotiazolinonas no identificado, en un reporte de fuga reportado a la Dirección de Suelos Contaminados de la Semarnat”.
Los agroquímicos pertenecen a 23 familias químicas, herbicidas como los llamados fenoxiacéticos, bipiridilos, pirazoles, neonicotinoides. El INECC revela que el hexaclorociclohexano fue el plaguicida más frecuentemente reportado; seguido del DDT y el endodulfán.
De los plaguicidas reportados, expone, 14 están incluidos en el Convenio de Estocolmo [regulador en el tratamiento de las sustancias tóxicas], también 16 aparecen en el anexo III del Convenio de Rotterdam [que establece los lineamientos sobre el comercio internacional de ciertos productos químicos peligrosos], y 40 han sido clasificados como plaguicidas altamente peligrosos en la lista más reciente de la Pesticide Action Network.
Entre los más dañinos, los primeros 10 son: alfa-hch, aldicarb, atrazina, beta-hch, bifentrina, cadusafós, carbarilo, cipermetrina, clorotolurón, cyalotrina y DDT.
Además, documenta que los plaguicidas con mayores importaciones corresponden al paraquat, la atrazina, el metamidofós, la cloropicrina y el bromuro de metilo.
Del periodo analizado –2003-2018– se desprende que los principales países de donde provienen las importaciones son: Estados Unidos, China, India y Reino Unido, con un 75 por ciento de las importaciones de plaguicidas altamente peligrosos.
Jesús Ignacio Simón Zamora, presidente de la Asociación Mexicana de Productores de Bioinsumos, AC, comenta que el promotor del uso de los pesticidas y los venenos fue el gobierno en sexenios pasado, por el paradigma de la revolución verde (consistente en la integración de los paquetes tecnológicos: semilla mejorada, fertilizante, herbicida e insecticida).
El ingeniero agrónomo indica que fue desde la otrora Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural que se empezó con el uso de esta tecnología en el sistema alimentario mexicano, durante la administración de José López Portillo, donde se invirtieron recursos millonarios a través del Banco de Desarrollo Rural.
“La gente antes hacía milpa, sembraba maíz, frijol, calabaza, pero con este sistema se le apostó más al maíz que a otros cultivos. Toda la generación de hace 70 años ya no existen, o si existen son viejitos. ¿Quiénes se quedaron? Los hijos que ya nacieron con toda la revolución verde: maquinaria y herbicidas. Cambiar ese paradigma, ahora, es un poco difícil, sobre todo porque la industria de los agroquímicos es muy fuerte: organiza fiestas y reuniones donde invita a todos los agricultores, les pone videos y comparativos; ‘si lo haces con herbicidas sacas más y más dinero’, pero nunca te dicen el costo en el medio ambiente”, enfatiza.
El experto en bioinsumos comenta que cuando se daña la salud del suelo “se daña el agua, porque todo va a los mantos freáticos y el mayor diluyente es el agua. Entonces, el vital líquido “se está llevando el dimetotato [mata insectos]. Todos los pesticidas que hay en el ambiente, los neonicotinoides [insecticidas], [van] a los acuíferos, las escorrentías, ríos, lagos, lagunas. Con los bioinsumos la diferencia es que se trata de un biodegradable que pasa a ser un fertilizante natural, en lugar de contaminante”.
Uno de los verdaderos retos que tiene esta administración, añade, es que se trabaje pronto a favor de una normatividad para la aplicación de bioinsumos, pero hay una oposición muy fuerte de la agroindustria y de algunos funcionarios al interior del gabinete.
El 26 de diciembre de 2018, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la Recomendación 82/2018 “sobre la violación a los derechos humanos a la alimentación, al agua salubre, a un medio ambiente sano y a la salud, por el incumplimiento a la obligación general de debida diligencia para restringir el uso de plaguicidas de alta peligrosidad, en agravio de la población en general”, dirigida a los titulares de la Semarnat, Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios y el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria.
Al respecto, la Semarnat incluyó entre los puntos a desarrollar la elaboración de un diagnóstico sobre el “estado actual de contaminación de suelos y agua superficial y subterránea por plaguicidas, con énfasis en las zonas predominantemente agrícolas; debiendo remitir a esta Comisión Nacional las constancias que acrediten su cumplimiento”.
Arturo Gavilán García, director de investigación del INECC, comenta que desde el año de la recomendación se ha dado uno de los principales pasos en contra de los agroquímicos en el país. Se trata del decreto presidencial en torno al tema del glifosato, que es utilizado en cultivos transgénicos y de los que se utiliza en mayores cantidades en México.
“Éste es uno de los temas más importantes. Las instituciones gubernamentales que tienen que ver con el proceso de la autorización y la importación de este plaguicida, han trabajado en diversas mesas donde se estableció, entre otras cosas, cuota con la cual se va a hacer la reducción continua del plaguicida hasta su eliminación total”, expone.
El 1 de enero de 2021 entró en vigor el decreto que ordena a las dependencias que integran la administración pública federal, a “sustituir gradualmente el uso, adquisición, distribución, promoción e importación de la sustancia química denominada glifosato y de los agroquímicos utilizados en nuestro país que lo contienen como ingrediente activo, por alternativas sostenibles y culturalmente adecuadas, que permitan mantener la producción y resulten seguras para la salud humana, la diversidad biocultural del país y el ambiente”.
—¿Se pueden limpiar las fuentes contaminadas o se elimina a través del tiempo?
—Depende del lugar y de la concentración, hay metodologías para eliminar concentración de sustancias en suelos o tratamientos para el caso de los sitios contaminados hay todo un protocolo que se sigue para poder hacer la remedición de los sitios y, en otros casos, lo más recomendado es esperar a que estas sustancias se degraden a moléculas que ya no representen ningún riesgo, pero para esto lo que hay que hacer es trabajar desde la eliminación de entrada de estas sustancias. A lo mejor, en el caso del Paraquat, no es una sustancia muy persistente, pero como se usa mucho la tienes todo el tiempo presente. En el caso del DDT ya no la usas, pero era muy resistente y está todavía ahí; con el tiempo han ido bajando las concentraciones, pero sigues todavía encontrándola.
“Se tiene que trabajar desde evitar la entrada de sustancias nuevas y dependiendo del sitio o de las condiciones. También para para evitar que se transporte a través de alguno de los medios de compartimientos ambientales y que no pueda exponerse algún tipo de población en riesgo, ya sea humana o de algún organismo del ecosistema.”
A la Recomendación 82/2018 le antecedió la generada en torno a la contaminación del río Atoyac. Al respecto, el Centro Fray Julián Garcés recordó que hace 10 años, junto con la Coordinadora por un Atoyac con Vida, presentó una queja ante la CNDH “por la grave devastación socio ambiental, la cual, después de seis años de gestión técnica y social de nuestra parte”. Esta derivó en la Recomendación 10/2017, “en la que se asienta claramente que ‘existe un nexo causal entre la contaminación de los ríos, la falta de saneamiento de las aguas residuales municipales e industriales y la incidencia de enfermedades crónico degenerativas en la población’. En ésta se señaló la violación a los derechos humanos a la información, el saneamiento, el agua y la salud.
No obstante, la organización defensora de los derechos humanos indicó que a la fecha no se ha remediado el río, lo que es indignante porque “las comunidades somos quienes estamos poniendo los muertos y sufriendo la contaminación ambiental”.
“Pasaron más de cuatro años de que se emitió la Recomendación 10/2017, y son ya décadas de grave contaminación. Es urgente que las dependencias federales, los gobiernos de Puebla y Tlaxcala, y los gobiernos de los municipios asuman sus responsabilidades y obligaciones. De nuestra parte, junto con las comunidades, elaboramos la Propuesta Comunitaria para el Saneamiento Integral de la Cuenca Atoyac-Zahuapan y la Reparación del Daño a las Comunidades la cual hemos hecho llegar en diversas ocasiones a las dependencias involucradas, y en esta ocasión lo hemos vuelto a poner en la mesa, demandando que se tome en cuenta”, advirtió el Centro.
Sitios por estado en los que se reporta la presencia y niveles medidos de plaguicidas
Campeche | 19 |
Guerrero | 16 |
Sinaloa | 16 |
Chiapas | 11 |
Sonora | 8 |
Estado de México | 6 |
Morelos | 6 |
Coahuila | 5 |
Guanajuato | 5 |
Baja California | 3 |
Puebla | 3 |
Tabasco | 3 |
Tamaulipas | 3 |
Yucatán | 3 |
Quintana Roo | 2 |
Veracruz | 2 |
Ciudad de México | 1 |
Jalisco | 1 |
Nayarit | 1 |
Nuevo León | 1 |
Michoacán | 1 |
Querétaro | 1 |
Tlaxcala | 1 |
Total | 118 |
Fuente: Diagnóstico Sobre la Contaminación por Plaguicidas en Agua Superficial, Agua Subterránea y Suelo —elaborado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC)—.
Plaguicidas reportados incluidos en algún convenio internacional del que México es parte
Convenio de Estocolmo | Convenio de Rotterdam | Lista de Plaguicidas Altamente Peligrosos |
2,4-D Aldrín Alfa-HCH Beta-HCH Clordano DDT Dieldrín Endosulfán Endrín Heptacloro HCB Lindano Mirex Pentaclorofenol | Carbofurán Clordano DDT Dieldrín Endosulfán Heptacloro HCB HCH (mezcla de isómeros) Lindano Metamidofós Metil paratión Paratión Pentaclorofenol | Beta-HCH Bifentrina Cadusafós Carbarilo Cipermetrina Clorotolurón Cyalotrina DDT Deltametrina Diazinón Dimetoato Disulfotón Diurón Endosulfán Esfenvalerato Famfur Fenpropatrín Fipronil Glifosato HCB HCH (mezcla de isómeros) Lambda cyalotrina Lindano Linurón Malatión Metamidofós Metil paratión Metoxicloro Mevinfós Nitrobenceno Oxamil Paratión Pentaclorofenol Permetrina Primicarb Sufotep Tiametoxam |
Fuente: Diagnóstico Sobre la Contaminación por Plaguicidas en Agua Superficial, Agua Subterránea y Suelo —elaborado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC)—.
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