En una carta que difundió su defensa este 10 de agosto, Ismael Zambada García aseguró que no negoció su entrega, sino que fue secuestrado con violencia, en Sinaloa, y llevado contra su voluntad a Estados Unidos. Su versión, coincide con lo revelado por la revista Contralínea desde el 29 de julio, aunque el líder del Cártel del Pacífico omite identificar a sus captores como agentes de la DEA [https://contralinea.com.mx/interno/semana/la-dea-capturo-al-mayo-y-al-chapito-en-territorio-mexicano/ ].
Lo que sí indica la carta del Mayo Zambada es que acudió a una reunión en la que estuvo presente el exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén Ojeda (asesinado ese mismo día), y que también se tenía previsto que llegara el gobernador de esa entidad –Rubén Rocha Moya–, así como el líder de la facción de Los Chapitos, Iván Archivaldo Guzmán López, y que en lugar de éste acudió su hermano (también capturado por Estados Unidos), Joaquín Guzmán López.
Tal como lo reveló este semanario cuatro días después del secuestro, el narcotraficante confirma también que desde el 25 de julio pasado –fecha en que ocurrieron los hechos al medio día–, los dos escoltas que lo acompañaron están desaparecidos o muertos.
La carta del Mayo Zambada se difunde un día después de que Contralínea consultara al presidente Andrés Manuel López Obrador hasta cuándo sería prudente esperar la respuesta detallada de esta doble captura, si México cuenta con elementos para presumir la vulneración de nuestra soberanía, y si es creíble la versión de que Estados Unidos no tenía información de ese vuelo, al ser uno de los países con mayor custodia de su espacio aéreo desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. A lo que el primer mandatario respondió que el vecino país rompió la cooperación con México en este caso.
La versión de Zambada García también se da horas después de que el embajador en México diera una conferencia de prensa para asegurar que ni la DEA ni ninguna corporación participó en el secuestro del Mayo Zambada, y echarle la culpa a Joaquín Guzmán López de esos hechos de violencia.
A continuación –y por tratarse de un hecho de interés público, que podría haber implicado la vulneración de la soberanía nacional– reproducimos la carta de uno de los principales líderes del Cártel de Sinaloa, quien se encuentra preso en Estados Unidos a la espera de su juicio:
DECLARACIÓN DE ISMAEL ZAMBADA GARCÍA
Desde que fui traído en avión a los Estados Unidos desde México el 25 de julio de 2024, ha habido muchos informes inexactos en los medios de comunicación de ambos países. En esta declaración proporcionaré los hechos reales de lo que sucedió ese día. Deseo decir desde el principio que no me entregué y no vine voluntariamente a los Estados Unidos. Tampoco tenía ningún acuerdo con ninguno de los dos gobiernos. Al contrario, fui secuestrado y traído a los Estados Unidos a la fuerza y contra mi voluntad.
Los detalles de cómo sucedió esto a continuación.
Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado. Estaba al tanto de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, el gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuen Ojeda, el ex diputado federal, alcalde de Culiacán y rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), sobre quién debería dirigir esa institución. Me dijeron que además de Héctor Cuen y el gobernador Rocha Moya, Iván Guzmán Salazar también estaría presente en la reunión.
El 25 de julio, fui al rancho y centro de eventos llamado Huertos del Pedregal, justo en las afueras de Culiacán, donde se llevaría a cabo la reunión. La reunión estaba programada para las 11:00 a.m. y llegué un poco antes. Vi una gran cantidad de hombres armados que vestían uniformes militares verdes y supuse que eran pistoleros de Joaquín Guzmán y sus hermanos. Me acompañaban cuatro agentes de seguridad, de los cuales dos se quedaron fuera del perímetro. Los dos que entraron conmigo fueron José Rosario Heras López, un comandante de la Policía Judicial del estado de Sinaloa, y Rodolfo Chaidez, un miembro de mi equipo de seguridad desde hace mucho tiempo.
Mientras caminaba hacia el área de la reunión, vi a Héctor Cuén y uno de sus ayudantes. Los saludé brevemente antes de entrar a una habitación que tenía una mesa llena de frutas. Vi a Joaquín Guzmán López, a quien conozco desde que era un niño, y me hizo un gesto para que lo siguiera. Confiando en la naturaleza de la reunión y en las personas involucradas, lo seguí sin dudarlo. Me llevaron a otra habitación que estaba a oscuras.
Tan pronto como puse un pie dentro de esa habitación, me tendieron una emboscada. Un grupo de hombres me agredió, me tiró al suelo y me colocó una capucha de color oscuro sobre la cabeza. Me ataron y me esposaron, luego me obligaron a subir a la parte trasera de una camioneta. Durante toda esta terrible experiencia, fui sometido a abusos físicos, lo que resultó en lesiones importantes en la espalda, la rodilla y las muñecas. Luego me llevaron a una pista de aterrizaje a unos 20 o 25 minutos de distancia, donde me obligaron a subir a un avión privado.
Joaquín me quitó la capucha de la cabeza y me ató con bridas al asiento.
No había nadie más a bordo del avión excepto Joaquín, el piloto y yo.
El vuelo duró aproximadamente de 2 ½ a 3 horas, sin ninguna parada hasta que llegamos a El Paso, Texas. Fue allí, en la pista, donde agentes federales de Estados Unidos tomaron mi custodia. La idea de que me entregué o cooperé voluntariamente es total e inequívocamente falsa. Fui traído a este país a la fuerza y bajo coacción, sin mi consentimiento y contra mi voluntad.
Estoy consciente de que la versión oficial que cuentan las autoridades del estado de Sinaloa es que Héctor Cuén fue baleado la noche del 25 de julio en una gasolinera por dos hombres en una motocicleta que querían robarle su camioneta. Eso no fue lo que sucedió. Fue asesinado a la misma hora y en el mismo lugar donde yo fui secuestrado. Héctor Cuén era un viejo amigo mío y lamento profundamente su muerte, así como la desaparición de José Rosario Heras López y Rodolfo Chaidez, de quienes nadie ha vuelto a ver ni a saber nada desde entonces.
Creo que es importante que se sepa la verdad. Esto es lo que ocurrió, en lugar de las historias falsas que circulan. Hago un llamado a los gobiernos de México y Estados Unidos para que sean transparentes y proporcionen la verdad sobre mi secuestro a los Estados Unidos y sobre las muertes de Héctor Cuen, Rosario Heras, Rodolfo Chaidez y cualquier otra persona que haya perdido la vida ese día.
También hago un llamado al pueblo de Sinaloa para que use la moderación y mantenga la paz en nuestro estado. Nada se puede resolver con violencia. Ya hemos pasado por eso antes y todos pierden.
Ismael Zambada García
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