La crisis de sobredosis por consumo de opioides sintéticos, en especial por el fentanilo, constituye la principal amenaza a la seguridad nacional para Estados Unidos porque ha cobrado más vidas que las armas de fuego, el suicidio, los homicidios, o los accidentes automovilísticos. Sin embargo, las autoridades del vecino país del norte apuntan que este problema es muy difícil de erradicar.
El reporte final de la Comisión de Lucha contra el Tráfico de Opioides Sintéticos, dado a conocer este mes de junio, concluye que “el fentanilo llegó para quedarse”. Además, reconoce que mitigar las amenazas que plantean los opioides sintéticos es un desafío, en parte, porque las soluciones se encuentran en la intersección de numerosos intereses nacionales: seguridad nacional, cumplimiento de la ley, inteligencia, sistema legal y otras áreas relacionadas con la salud pública y la demanda de drogas.
“Es uno de nuestros desafíos de seguridad nacional”, advierte el informe 2022 del Congreso de Estados Unidos. Añade que los opioides sintéticos han invadido la oferta de drogas ilícitas, impulsados por una fuerte demanda interna y el aumento del uso de múltiples sustancias.
“Los opioides sintéticos han sido causa de muertes por sobredosis en Estados Unidos desde 2014; en abril de 2021, el número total de muertes por sobredosis de drogas superó las 100 mil para el periodo anterior de 12 meses”, apunta el documento.
El reporte final de la Comisión de Lucha contra el Tráfico de Opioides Sintéticos –conformada por el Senado, la Cámara de Representantes, la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas, la Administración de Control de Drogas (DEA), el Departamento de Seguridad Nacional, el Departamento de Defensa, el Departamento del Tesoro y el Departamento de Estado– indica que desde 2014, cuando los opioides sintéticos ilegales comenzaron su rápida expansión en Estados Unidos, su fuente ha evolucionado. Añade que de 2014 a 2019, entre el 70 y el 80 por ciento del fentanilo puro y análogos del fentanilo que las autoridades federales incautaron provenían de proveedores extranjeros en la República Popular China. No obstante, a últimas fechas la fuente dominante de fentanilo de origen ilegal ha sido México. Expone que en territorio mexicano, la droga se fabrica en laboratorios ilegales utilizando precursores de Asia, principalmente de China, y su tráfico se da por tierra.
El fentanilo es el tema de mayor interés en materia de criminalidad y seguridad nacional para Estados Unidos junto a las armas, considera Josué González Torres, doctorante en ciencias políticas por la UNAM. Explica que desde 2017 el uso de opioides se estableció como crisis de salud, pero ahora lo establecen como emergencia nacional. Así ya se declaró en 2021, a diferencia de las armas que oficialmente no son emergencia nacional. “Hay un sentido para que las personas sigan comprando armas, pero para el fentanilo es materia de salud pública”, apunta en entrevista.
Señala que el gobierno estadunidense admite que se requieren sólo de 3 a 5 toneladas métricas de fentanilo para satisfacer toda la demanda del mercado por año, contra 47 toneladas de heroína y 145 toneladas de cocaína.
“No es una producción abismal, pero podría decirse que es una cantidad que incluye una importante proporción de lo que producen las organizaciones criminales mexicanas, principalmente el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)”, apunta González Torres, excomisionado Nacional de Seguridad (CNS), de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC).
“Si las organizaciones mexicanas apostaron a enviar toneladas de cocaína, metanfetamina, cannabis, ahora es mucho más manejable el fentanilo, y los datos son determinantes, se identifican en Estados Unidos 3 millones de consumidores, sobre todo de fármacos, que pueden migrar a la heroína o al fentanilo”, destaca.
El mercado existe por los pocos controles que hay en prescripción indiscriminada de medicamentos –en especial somníferos y painkillers–; el hecho de que médicos y asociaciones impulsen su consumo ha permitido que esta demanda sea permanente, explica el también exfuncionario del Centro Nacional de Inteligencia (CNI)
“En Estados Unidos son 170 muertos diarios por sobredosis de drogas en general, no sólo de fentanilo; ésa es una cifra abismal para un país con tal nivel de aplicación de la ley, y está por encima de los homicidios dolosos en México, por eso es una emergencia nacional”, subraya.
La Comisión de Lucha contra el Tráfico de Opioides Sintéticos recibió información clasificada y no clasificada de varias agencias federales, expertos en la materia, personal de la Embajada de Estados Unidos en México, funcionarios del gobierno mexicano y personal policial federal en el puerto de entrada terrestre en El Paso, Texas, destaca el informe del Congreso.
Con base en esos datos, se indica que los proveedores, especialmente las organizaciones criminales mexicanas y los distribuidores nacionales, tienen fuertes razones para seguir prefiriendo a estos opioides en vez de la heroína, debido a sus ventajas económicas y la tendencia de personas adictas cada vez más tolerantes y, por lo tanto, que buscan dosis más altas.
El reporte indica que Estados Unidos se enfrenta al tráfico de drogas ilícitas transfronterizo, donde la aparición de tabletas falsificadas que contienen cantidades diminutas de opioides sintéticos es especialmente preocupante. Asimismo, desliza sin precisar que “graves problemas geopolíticos impiden significativamente las acciones para interrumpir el suministro de la gran mayoría del fentanilo fabricado ilegalmente que ingresa a Estados Unidos desde México”.
Refiere que los cárteles mexicanos dominan el tráfico de drogas –Sinaloa y CJNG– y despliegan una “destreza financiera y el uso extensivo de armas, sobornos, amenazas y asesinatos de políticos y miembros del público –muy pocos de los cuales se resuelven alguna vez–”, lo que, concluye, obstaculiza significativamente la capacidad del Estado para controlarlos.
Explica que los traficantes de drogas en México producen la mayoría de estas tabletas de fentanilo, pero el prensado ilegal de píldoras ocurre en menor medida en Estados Unidos y Canadá.
Acusa que el flujo de precursores de China a México permanece casi inalterado, ya que los proveedores usan plataformas en línea, incluidos sitios web, redes sociales y de empresa a empresa para conectarse con compradores, incluidos otros cárteles mexicanos que se comunican a través de otros sistemas encriptados que permanecen fuera del alcance de las fuerzas del orden.
Añade que el contrabando a través de la frontera suroeste de Estados Unidos es el principal método de transporte del fentanilo importado ilegalmente fabricado en México. Sin embargo, ha aumentado el uso que hacen los cárteles y otros delincuentes del sistema de correo nacional estadunidense para transportar fentanilo dentro de ese país.
Independientemente del canal de distribución, los envíos más pequeños y compactos son más fáciles de ocultar, y los productos químicos novedosos pueden escapar, y a menudo lo hacen, a las herramientas y capacidades de detección existentes.
Las fuerzas del orden deben confiar en tecnologías costosas y avanzadas que requieren más personal para controlar, o en controles convencionales que se basan en las observaciones e intuiciones de los agentes.
El análisis observa que los grupos criminales mexicanos también se involucran cada vez más en la síntesis y fabricación clandestina de tabletas falsificadas, introduciéndolas de contrabando a Estados Unidos y tratando de atraer nuevos clientes haciéndoles creer que esas tabletas son medicamentos desviados.
En las últimas dos décadas, las organizaciones criminales mexicanas –en particular el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación– han pasado de las drogas de origen vegetal a la producción de drogas sintéticas, comenzando con la metanfetamina.
Respecto del tráfico de fentanilo desde México, se apunta que éste no se basa en gran medida en productos farmacéuticos desviados, sino que involucra fentanilo fabricado ilegalmente utilizando precursores importados, algunos de los cuales ya son de uso controlado y están regulados por las autoridades.
La Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, en inglés) informó que la cantidad de píldoras falsificadas incautadas en el vecino país del norte aumentó más de siete veces, al pasar de 2.6 millones en el año fiscal 2019 a más de 20 millones en el año fiscal 2021.
La DEA ha concluido que la gran mayoría de estas píldoras falsificadas se originan en México y han sido fabricadas por cárteles. Además, ha indicado que el 71 por ciento de las tabletas falsificadas incautadas y analizadas en Estados Unidos en 2019 tenían técnicas de producción de fentanilo compatibles con la fabricación por parte de las organizaciones criminales mexicanas.
En 2021, la DEA informó que los cárteles mexicanos “seguirían siendo la principal fuente de suministro y el fentanilo [terminado] ingresado de contrabando a Estados Unidos, utilizando precursores principalmente de China”.
Además, las autoridades mexicanas informaron un aumento continuo en las incautaciones de fentanilo a nivel nacional, tanto en polvo como en tabletas falsificadas. Las incautaciones hasta agosto de 2021 ascendían a casi 1 mil 200 kg de fentanilo.
Además de los delitos relacionados con las drogas y la corrupción, los grupos criminales mexicanos están involucrados en otras funciones que posibilitan o están relacionadas con operaciones de narcotráfico, como funciones centrales del comercio ilegal de drogas. Destacan importación legal y contrabando de precursores químicos, e importación ilegal de máquinas para hacer tabletas (máquinas que prensan polvo en tabletas), síntesis clandestina y tableteado, tráfico y exportación ilegal; así como funciones que permiten el comercio ilegal de drogas: tráfico de armas de fuego a México, contrabando de personas, de dinero en efectivo a granel en México, lavado de dinero (basado en el comercio, bienes raíces, cambio de divisas), corrupción de funcionarios públicos, uso y amenazas de violencia.
Conocedor de la mayor parte de documentos que ha emitido el gobierno de Estados Unidos relativos al tema de fentanilo, el investigador Josué González Torres considera que el informe del Congreso estadunidense es uno de los más completos, porque establece de manera muy clara el fenómeno de la adicción en ese país, que reportan las agencias de inteligencia y control de drogas.
Sin embargo, dice, la política antidrogas de México y el enfoque del gobierno han cambiado: mientras que con los gobiernos de Donald Trump y Enrique Peña Nieto no se le daba la suficiente atención, con los gobiernos de Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador se ha abierto un nuevo esquema de cooperación. Éste tiene como tema pilar la prevención de adicciones y el fentanilo, tanto en la producción en México, como en Estados Unidos.
Así, detalla que las secretarías de Defensa y Marina de México trabajan mucho en el combate a los precursores químicos y al fentanilo terminado, aumentando las capacidades para detección de la droga, con entrenamiento del personal y equipamiento de Estados Unidos.
“Se han redoblado esfuerzos en puertos, aeropuertos y en zonas fronterizas. Si me preguntaran cómo está el fentanilo en detección respecto a hace 6 años, diría que se han dado pasos agigantados para su atención por parte del gobierno mexicano”, subraya González Torres.
Asimismo, González Torres –maestro en estudios políticos y sociales con estancia de investigación en la Universidad de París– considera que hay respuesta en el aspecto criminal, al identificar algunos de los estados, municipios, puertos, aeropuertos, carreteras federales, por donde se realiza el tráfico de drogas.
El experto señala que en estas estrategias de combate se debe poner más atención en la frontera sur de México, porque una ruta adicional puede ser de Centroamérica, dónde hay un menor nivel de aplicación de la ley en materia de recursos clínicos y químicos.
“Por eso creo que puede ser la frontera sur una zona donde pase de manera común, ya sea el fentanilo o precursores químicos, y las rutas por donde pasa en el Golfo de México serían más grandes, pasarían por Tamaulipas, Nuevo León, donde hay otras organizaciones que incursionan en el tráfico de fentanilo, no sólo el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación”.
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