En el gobierno de Enrique Peña Nieto hubo un festín con dinero público para los dueños de grandes consorcios de medios de comunicación: televisoras, radiodifusoras y periódicos.
Con una considerable “ampliación” de 102 por ciento, el gasto gubernamental para publicidad se elevó en 6 años de la administración anterior a 51 mil 893 millones 753 mil pesos.
Sólo siete medios de comunicación: Grupo Televisa, TV Azteca, Grupo Imagen, Grupo Fórmula, El Universal, Organización Editorial Mexicana (El Sol de México) y Grupo Milenio, recibieron el 47.6 por ciento de ese total de dinero público, es decir 24 mil 729 millones 796 mil pesos, prácticamente la mitad de todo el presupuesto destinado para medios.
En los 6 años del gobierno anterior, el Congreso le había autorizado al Ejecutivo un gasto total de 25 mil 670 millones 414.1 mil pesos; sin embargo, el entonces presidente decidió incrementarlo en 26 mil 223 millones 339 pesos (102 por ciento), con lo cual benefició aún más a sus “amigos” dueños de los medios.
De acuerdo con cifras oficiales, hasta el cierre de la administración de Peña Nieto –mismo que está sujeto a investigación por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para determinar si hubo actos de corrupción operados desde las áreas de comunicación social–, la entrega de publicidad oficial puede clasificarse en cuatro grandes grupos para comprender la desorbitante cantidad de dinero de los contribuyentes que fue a parar a los bolsillos de los magnates de los medios.
En un primer grupo están los siete medios mencionados, a los cuales el gobierno les repartió entre 1.1 mil millones y 10 mil millones de pesos a cada uno. El otro 50 por ciento del presupuesto para publicidad se le otorgó al resto de la prensa.
En el análisis de las partidas presupuestales otorgadas arbitrariamente por el gobierno federal, se muestra una gran discrecionalidad, pues hay casos en donde a una misma empresa se le aumenta la asignación de recursos públicos hasta en 200 por ciento de un año a otro, sin justificación alguna.
En un segundo grupo se clasifica, de más a menos, a 13 empresas (en su mayoría periódicos) que recibieron en el sexenio anterior entre 100.1 millones y 1 mil millones de pesos cada una: Grupo Radio Centro, Grupo MVS, Grupo Radiorama, periódico La Jornada, Grupo Acir, El Financiero, Reforma, El Economista, La Razón, Grupo Expansión, el portal SDP Noticias; 24 Horas y Publimetro.
A un tercer grupo de medios de comunicación le asignaron entre 50.1 millones y 100 millones de pesos a cada uno: El Heraldo de México; revistas Nexos y Siempre.
En un cuarto grupo se ubican las revistas que menos recursos recibieron en los 6 años de gobierno, entre 1 millón y 49 millones de pesos cada una: Voz y Voto; Este país; Contralínea; Líderes Mexicanos; Etcétera; Proceso; Personae, y una revista que se llama Eduardo Ruiz Healy.
En un quinto bloque aparecen 13 columnistas que mediante portales en internet negociaron con el gobierno de Peña Nieto el cobro de partidas presupuestales discrecionales como publicidad.
Con esa arbitraria distribución del gasto publicitario puede explicarse porque algunos medios tuercen su línea editorial y escriben a favor del gobierno.
También entre los medios de comunicación que recibieron las mayores partidas presupuestales hay diferencias y unos fueron más “consentidos” que otros por el gobierno de Peña Nieto.
Por ejemplo, siempre con cifras oficiales, la empresa que recibió más dinero público es Grupo Televisa, cuyo accionista mayoritario es Emilio Azcárraga, con una asignación de 9 mil 70 millones 455.2 mil pesos, lo que sólo para ese consorcio representa el 17.5 por ciento de toda la publicidad gubernamental y el 36.7 por ciento del monto entregado a los siete medios más favorecidos.
Es decir, la empresa de Azcárraga recibía en promedio cada año 1 mil 511 millones 425 mil pesos.
Con ese monto, Televisa no sólo podía pagar su elevada nómina salarial con dinero de los contribuyentes, sino que le alcanzaba para que todos sus accionistas recibieran anualmente grandes dividendos. Un gran negocio mediático a costa de las arcas públicas.
En el desglose de la publicidad recibida, en el primero año (2013), Peña autorizó otorgarle a Televisa 1 mil 199 millones 712.18 mil pesos; el segundo año (2014), 1 mil 154 millones; en el tercero (2015) el monto creció a 1 mil 612 millones 76.34 mil pesos; en el cuarto año (2016), la cifra se elevó aún más y alcanzó casi los 2 mil millones, 1 mil 972 millones 409 mil pesos; el quinto año (2017), 1 mil 540 millones, 54.27 mil pesos, y el sexto año (2018), 1 mil 591 millones 760.24 mil pesos.
El segundo lugar de este bloque de medios es TV Azteca, con 5 mil 945 millones 82 mil 700 pesos (11.4 por ciento del total de publicidad). En promedio, cada año recibió 990 millones 847.1 mil pesos. En 2013, 661 millones 582.33 mil pesos; 2014, 578 millones 727.43 mil pesos; 2015, 1 mil 157 millones 598.43 mil pesos; 2016, 1 mil 204 millones 900.66 mil pesos; 2017, 1 mil 169 millones 722.07 mil pesos, y 2018, 1 mil 172 millones 552 mil pesos.
La tercera empresa más beneficiada es Grupo Imagen, con 3 mil 504 millones 892 mil 500 pesos (6.7 por ciento), que da un promedio anual de 584 millones 148 mil 750 pesos. En 2013, 138 millones 940 mil pesos; 2014, 199 millones 250.53 mil pesos; 2015, 630 millones 739.98 mil pesos; 2016, 628 millones 724 mil pesos; 2017, 1 mil 247 millones 924.95 mil pesos, y 2018, 659 millones 313 mil pesos.
En cuarto lugar está Grupo Fórmula, con 1 mil 902 millones 875 mil 600 pesos (3.6 por ciento), lo que promedia anualmente 317 millones 145 mil 930 pesos. En 2013, 215 millones 693.36 mil pesos; 2014, 310 millones, 172.4 mil pesos; 2015, 345 millones 182.88 mil pesos; 2016, 338 millones, 677.47 mil pesos; 2017, 303 millones 886 mil pesos, y 2018, 389 millones 263.5 mil pesos.
Quinto lugar, diario El Universal, con 1 mil 602 millones 483 mil 700 pesos (3 por ciento) y un promedio anual de 267 millones 80 mil 610 pesos. En 2013 recibió 186 millones, 723.66 mil pesos; 2014, 206 millones, 783.24 mil pesos; 2015, 320 millones 43.60 mil pesos; 2016, 264 millones 915 mil pesos; 2017, 290 millones 439.66 mil pesos, y 2018, 333 millones 578.65 mil pesos.
Sexto lugar, Organización Editorial Mexicana (El Sol de México), con 1 mil 522 millones 981 mil 400 pesos (2.9 por ciento) y un promedio anual de 253 millones 830 mil 230 pesos. En 2013 recibió 313 millones 850.93 mil pesos; 2014, 265 millones 82.16 mil pesos; 2015, 237 millones 696.66 mil pesos; 2016, 255 millones 259.28 mil pesos; 2017, 200 millones 121.92 mil pesos; 2018, 250 millones 970.58 mil pesos.
En el séptimo lugar está Grupo Milenio con 1 mil 181 millones 25.2 mil pesos (2.3 por ciento) y un promedio anual de 196 millones 842 mil pesos. En 2013 recibió 313 millones 850.93 mil pesos; 2014, 265 millones 82.16 mil pesos; 2015, 237 millones 696.66 mil pesos; 2016, 255 millones 259.28 mil pesos; 2017, 200 millones 121.92 mil pesos; 2018, 250 millones 970.58 mil pesos.
Antes esta enorme cantidad de dinero público asignado arbitrariamente a siete medios de comunicación, el presidente de la República anunció en una de las conferencias de prensa matutinas de la semana pasada, que el presupuesto destinado para la publicidad del gobierno federal tendría en 2019 una reducción del 50 por ciento con relación a lo ejercido en 2018.
De hacerlo así, pasaría de 8 mil 751 millones 789 mil pesos a 4 mil 375 millones 894.5 mil pesos.
La gran duda que está por despejarse en los próximos días y que prácticamente toda la sociedad y los medios esperan ansiosos conocer, es saber si el gobierno de López Obrador quitará los privilegios a los corporativos mediáticos que cada sexenio concentran la mayor parte del pastel publicitario y, por primera vez se distribuye equitativamente –acorde al trabajo profesional y al interés social– entre los medios (críticos e independientes) que en gobiernos anteriores han sido castigados por el priismo y el panismo por ser incómodos para el poder.
Sin normatividad alguna que regule la asignación publicitaria, López Obrador puede caer en el error de repetir la misma fórmula de utilizar el presupuesto público para beneficiar a los mismos empresarios de siempre, lo que no lo haría nada diferente a sus antecesores y prácticamente destinaría al cierre a varios medios que son de interés para la sociedad.
El presidente de la República debe saber que el periodismo no puede ser conceptualizado como un vil negocio para acumular fortunas personales o de grupo, porque eso va contra la propia esencia del periodismo, el cual tiene como único y verdadero interés servir a la sociedad y a nadie más. Por eso López Obrador debe frenar el escandaloso enriquecimiento con dinero público de los dueños de medios de comunicación.
Al margen de darle seguimiento puntual a lo que será el reparto del gasto publicitario gubernamental en la llamada cuarta transformación, dejaremos para la próxima columna el desglose del otro 50 por ciento del gasto para el resto de los medios y periodistas que, aunque no todos son muy privilegiados, algunos también recibieron cientos de millones de pesos.
Miguel Badillo
[Oficio de papel]
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