Para 2030, alrededor de 670 millones de personas en el mundo seguirán padeciendo hambre. La cifra corresponde al 8 por ciento de la población mundial y se mantiene igual que en 2015, cuando se puso en marcha la Agenda 2030 que impulsa la Organización de las Naciones Unidas, reveló la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Aunque la FAO no se pronuncia sobre el resultado de ese esfuerzo, resulta claro que no es exitoso pues se buscaba abatir la pobreza extrema.
En su informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022, la FAO señaló que en 2021 el hambre aumentó en todo el mundo, pues alrededor de 702 millones a 828 millones de personas sufrieron de inseguridad alimentaria y malnutrición.
El análisis también reveló que el acceso a una dieta saludable era más caro en América Latina y el Caribe durante 2020. El costo rondaba los 3.89 dólares por persona diariamente. Asia se colocó como la segunda región con un costo de 3.72 dólares. Le seguían África, América del Norte y Europa; y Oceanía, con 3.46, 3.19 y 3.07 dólares, respectivamente.
En dicho año, alrededor de tres mil 100 millones de personas no pudieron acceder “a una alimentación sana que ofreciera una diversidad de alimentos ricos en nutrientes, en línea con las orientaciones dietéticas”. La cifra representó un aumento de 112 millones de personas más que en 2019.
De esta cantidad, 78 millones se encontraron en Asia, 25 en África, ocho en América Latina, del Norte y el Caribe, y un millón vivían en Europa. “En doce países, todos ellos de África, más del 90 por ciento de la población no puede acceder a una alimentación saludable con regularidad”.
La FAO explicó que también en 2020, el 22 por ciento de los menores de cinco años padecía retraso del crecimiento y el 5.7 por ciento, sobrepeso. Explicó que los niños que vivían en las zonas rurales y los hogares más pobres, –cuyas madres no habían recibido una educación formal–, eran más vulnerables al retraso del crecimiento y la emaciación –pérdida involuntaria de peso–; en tanto, los de las zonas urbanas y los hogares más ricos corrían un mayor riesgo de padecer sobrepeso.
David Laborde –director de la División de Economía Agroalimentaria de la FAO– señaló que no solo se debe acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas –incluida la carencia de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad–, sino también se deben conseguir alimentos suficientes y nutritivos.
Sin embargo, reconoció como un obstáculo clave “el elevado coste de los alimentos nutritivos y la escasa asequibilidad de dietas saludables para un gran número de personas en todo el mundo”.
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