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Gobiernos y agencias del mundo fracasan en detener trasiego ilegal de drogas y armas: ONU

Publicado por
José Réyez

Los cárteles de las drogas son los principales impulsores del tráfico ilegal de armas. Gobiernos y agencias de todo el mundo carecen de respuestas integrales al fenómeno. En México, pandillas pequeñas han fragmentado y diversificado el mercado de estupefacientes mediante el uso de la violencia armada. Empresas armamentistas de Estados Unidos siguen abasteciendo a organizaciones criminales en todo el Continente por la falta de controles en la venta

La violencia armada es resultado directo del aumento de las capacidades de los narcotraficantes de acceder a una amplia variedad de armas de fuego, señala el documento conjunto de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) y el Instituto Flamenco de la Paz: Armas de fuego y drogas, socios en el crimen trasnacional.

La conexión entre las armas de fuego y las rutas, actores y modus operandi del narcoxtráfico, con los narcotraficantes aceptando o exigiendo armas de fuego como pago en especie por las drogas traficadas, han intensificado el contrabando de armas en el mundo.

Preparado conjuntamente por el Programa Mundial de Armas de Fuego (GFP), bajo la supervisión de Simonetta Grassi, y el Instituto Flamenco para la Paz, bajo la supervisión de Nils Duquet, el informe advierte que el tráfico mundial de drogas actúa como un factor clave para el uso de armas de fuego ilícitas, así como para su fabricación y proliferación.

El uso instrumental del arma de fuego es un medio para “superar en armas” a los rivales y/o a las fuerzas de seguridad, refiere por su parte la Iniciativa Global Contra el Crimen Transnacional (IG-CO). Informa que la proliferación de armas de fuego ha permitido a las pandillas más pequeñas competir con rivales y fuerzas de seguridad.

Señala que este es especialmente el caso en México, donde las pandillas más pequeñas han podido fragmentar y diversificar el mercado de la droga, utilizando la violencia armada como herramienta para arrebatar territorio a otros rivales previamente establecidos.

Por otra parte, según el Consejo Nacional Sueco para la Prevención del Delito, la violencia criminal utilizada en el mercado ilegal de drogas en México tiene como objetivo principal mejorar la reputación de los perpetradores en su búsqueda de estatus y poder.

Autoprotección y control

“El papel defensivo de un arma de fuego les proporciona la capacidad de autoprotegerse y controlar el territorio ya establecido tanto de los competidores como de las fuerzas públicas. En ambos casos, los Grupos de la Delincuencia Organizada (GDO) utilizan armas de fuego con fines instrumentales, ya sea para adquirir poder o para protección”, advierte la (IG-CO).

Mientras que en algunas situaciones, por ejemplo, en las guerras de los cárteles de la droga en México, dice, las armas de fuego se utilizan principalmente en un conflicto abierto entre competidores.

Explica que el uso ofensivo y defensivo de armas de fuego puede adoptar muchas formas específicas, dependiendo del contexto de su uso. Con sólo amenazar con usarlos, por ejemplo, los delincuentes pueden transmitir una sensación de poder que obliga a otros a seguir instrucciones o puede disuadir a sus oponentes de atacarlos.

Este poder permite a delincuentes de todo el mundo adquirir riqueza a través de diversos tipos de actividades ilícitas, como el crimen organizado o el contrabando. El arma de fuego en sí puede señalar y aumentar el estatus que tiene el propietario dentro del mercado criminal, especialmente cuando posee armas de fuego de grado militar.

En el contexto de los delitos relacionados con las drogas, debido a la naturaleza ilícita del mercado, sus enormes ganancias monetarias, se crea un fuerte nexo entre el tráfico de armas de fuego y el tráfico de drogas, señala el informe.

Incautación de armas en todo el mundo

Las incautaciones de armas de fuego relacionadas con drogas ocurren a escala global luego de que las autoridades nacionales informan a la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) de sus incautaciones de armas de fuego en relación con otros presuntos delitos a través del Cuestionario sobre Flujos de Armas Ilícitas (IAFQ, por su sigla en inglés).

Según los datos proporcionados a la ONUDC a través del IAFQ, el 7.4 por ciento de todas las incautaciones de armas de fuego ocurren en el contexto del tráfico de drogas a nivel mundial.

Curiosamente, la demanda de armas de fuego no se limita a mercados de drogas específicos, como la marihuana y la cocaína. Otros mercados de drogas ilícitas también utilizan armas de fuego. Es el caso de las drogas sintéticas y sus precursores, como el fentanilo, con un alto potencial de uso indebido.

Las rutas de tráfico en todo el mundo, así como las drogas son un factor importante que alimenta el tráfico de armas de fuego en el entorno del narcotráfico.

Por lo tanto, estos beneficios pueden estimular una “carrera armamentista” entre organizaciones criminales rivales y/o la posibilidad de entrar en combate con las fuerzas de seguridad debido al calibre de las armas de fuego disponibles.

Según la Iniciativa Global Contra el Crimen Transnacional, durante los últimos 15 a 20 años, los grupos criminales en México han estado igualando a las fuerzas públicas en términos de compra de tipos similares de armas, para sofocar y limitar sus actividades ilegales.

La adquisición de armas de fuego de grado militar, como las que compran los cárteles de las drogas, no sería posible sin las lucrativas ganancias que pueden generar. Como resultado, el desvío de armas de fuego fabricadas y usadas legalmente hacia mercados ilícitos parece ser un importante factor que impulsa la oferta de armas de fuego.

Mayoría de armas incautadas proceden de EU

Según un informe de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y  Explosivos del Departamento de Justicia de Estados Unidos, entre 2014 y 2018, el 70 por ciento de todas las armas de fuego incautadas en México procedieron de Estados Unidos. Según la Universidad de Harvard, esta cifra llega al 90 por ciento.

Esto indica que las armas de fuego fabricadas y desviadas en Estados Unidos son ampliamente utilizadas por los cárteles de la droga mexicanos. El desvío de armas de fuego se ve facilitado por sus políticas contrastantes y rutas de contrabando por tierra desde Texas y Arizona.

Los narcotraficantes de todo el mundo se benefician de esas oportunidades de desvío y de las actividades de tráfico de armas de fuego asociadas. Las incautaciones de armas de fuego en el contexto del tráfico de drogas ocurren a escala global y son particularmente prominentes en Europa, América Latina y el Caribe.

El tráfico de armas de fuego a menudo se financia con las ganancias generadas por el tráfico ilícito de drogas, y en ciertos casos se realizan intercambios directos de armas de fuego por drogas, advierten.

Sugieren que la demanda de armas de fuego es alta en un contexto criminal relacionado con las drogas debido a los propósitos instrumentales y reputacionales que cumple un arma de fuego para los actores involucrados en actividades de narcotráfico.

 

Rutas, actores y modos operandi

Si bien el tráfico de drogas se caracteriza por un alcance global y el tráfico de armas de fuego generalmente se limita a una dimensión regional, surgen importantes interconexiones entre ambos tipos de tráfico a través de los actores, rutas y modus operandi utilizados por los traficantes. Los métodos de tráfico de armas a menudo han sido iniciados por los narcotraficantes.

Con frecuencia, las armas de fuego y las drogas se contrabandean juntas, o las armas de fuego pueden usarse como medio de protección para los narcotraficantes, tanto de los competidores como de las fuerzas de seguridad pública.

Los vínculos entre las armas de fuego y el tráfico de drogas pueden desencadenar, facilitar e intensificar la violencia y tiende a aumentar el uso de la violencia en los mercados de drogas de todo el mundo, con más víctimas letales y niveles más altos.

Por otro lado, la violencia armada relacionada con las drogas y conectada con los mercados locales de consumo de drogas se puede observar en todo el mundo.

El tráfico de armas de fuego no ocurre en el vacío, sino que está impulsado por la oferta y la demanda. Por el lado de la oferta, las armas de fuego ilícitas, sus piezas y componentes y sus municiones son productos de tráfico y tienen un precio. Por el lado de la demanda, las armas de fuego se adquieren ilegalmente para utilizarlas como herramientas para afirmar el poder y socavar el estado de derecho y el gobierno local, así como para facilitar los delitos violentos y el terrorismo.

Como tales, las armas de fuego ilícitas están intrínsecamente vinculadas a una amplia gama de actores criminales, terroristas y grupos armados no estatales. La extorsión, el robo y el secuestro a punta de pistola son sólo las manifestaciones más obvias de los vínculos entre las armas de fuego ilícitas y las actividades delictivas.

A menudo se entrelazan diferentes formas de criminalidad, como el tráfico de personas, de armas de fuego y de drogas. En esta combinación de actividades delictivas, las armas de fuego ilícitas han surgido como una amenaza transversal y multifacética a la seguridad y un impedimento para la paz y el desarrollo sostenible.

Se ha identificado que la relación entre el tráfico de drogas y el tráfico de armas de fuego es doble: en primer lugar, los grupos delictivos organizados involucrados en el tráfico de drogas se encuentran entre los principales usuarios y, por lo tanto, tienen una gran demanda de armas de fuego y municiones.

Y, en segundo lugar, la propia actividad de tráfico ilícito presenta puntos de conexión como rutas, proveedores/facilitadores para falsificar documentos de viaje y transferencia y los modus operandi para ocultar envíos.

Sin embargo, el informe resalta que, a pesar de la fuerte evidencia anecdótica de diversas formas de interrelación, no se han realizado suficientes investigaciones específicas sobre las interrelación y dinámica entre estos dos fenómenos criminales.

Y, en lo que respecta a los consumidores, los usuarios finales de drogas son en su mayoría civiles y delincuentes involucrados en el tráfico, mientras que en el caso de las armas de fuego pueden ser usuarios finales tanto civiles como Estados, así como organizaciones criminales.

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