Grupos criminales rebasan a redes sociales

Grupos criminales rebasan a redes sociales

En México, las redes sociales han tenido dificultades para controlar el uso de sus plataformas por parte de los grupos criminales
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En México, las redes sociales han tenido dificultades para controlar el uso de sus plataformas por parte de los grupos criminales. Publican contenido que a menudo glorifica la ilegalidad, promueve la violencia y extienden su propio alcance mientras socavan a sus rivales, revela un estudio de Crisis Group

Los grupos criminales utilizan plataformas populares –Facebook, Twitter, TikTok, YouTube y Telegram–, así como aplicaciones de mensajería cifrada (EMA en inglés) –WhatsApp, Inbox y Messenger–, para sus rencillas locales y batallas digitales. Aprovechan las cuentas para amenazar a sus enemigos, intentar ganarse a los ciudadanos y atraer nuevos reclutas a través de representaciones glamurosas de la vida al margen de la ley.

Por ejemplo, en 2021, las amenazas en línea entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Cárteles Unidos alcanzaron su punto álgido con el apogeo de sus enfrentamientos por el control del Estado de Michoacán, señala el análisis Miedo, mentiras y lucro: el uso de redes sociales por grupos criminales en México, realizado por Crisis Group, organización no lucrativa con sede en Bruselas, Bélgica.

Indica que los grupos criminales se han fragmentado y multiplicado durante la última década. Pasaron de 76 en 2010 –el primer año completo de datos– a 205 a finales de 2020. “Esta fragmentación se ve reflejada en línea, donde los grupos criminales dependen en gran medida del trabajo de sus integrantes y simpatizantes para proporcionar plataformas y promover perfiles en redes sociales”, destaca.

Explica que los grupos criminales en México tienen una mayor presencia en Facebook. Pues, de 128 millones de habitantes en el país, más de 110 millones poseen un perfil en esta red social. Asimismo, ofrece Messenger, un servicio de mensajería cifrada, el cual reúne a más de 96 millones de usuarios. Meta es la compañía matriz de ambas plataformas.

Un informe interno de Facebook de 2021, consultado por Crisis Group, afirmaba que “las organizaciones criminales hacen un uso descaradamente indebido de nuestra plataforma para coordinar ataques fuera de línea, reclutar personas, promover la narcocultura y el comercio de drogas”.

Muchas cuentas incluyen fotografías de hombres con armas y equipo de combate, con sus rostros ocultos por máscaras o emojis. Otras no muestran una afiliación criminal directa, pero con frecuencia publican información que favorece a un grupo en particular. Algunas más –presuntamente patrocinadas por los propios criminales– siguen existiendo, aunque muchas han sido eliminadas, precisa.

El análisis advierte que la relevancia de las redes sociales con respecto a la actividad criminal va más allá de su uso como plataforma de propaganda. Hay que reconocer que también han desempeñado un papel fundamental en la documentación de la guerra contra las drogas, aduce.

Los ciudadanos utilizan las plataformas digitales para difundir información sobre incidentes en el terreno que involucran a grupos criminales, incluso a través de los llamados narcoblogs, sitios web anónimos de periodismo ciudadano. Las redes sociales –destinadas a documentar la violencia– a menudo publican contenido extremadamente gráfico, procedente de fuentes anónimas o de cuentas cercanas a los grupos criminales.

Aunque la disminución de la cobertura mediática en zonas peligrosas ha desviado la atención hacia los narcoblogs, depender de estos medios para acceder a información sobre las acciones criminales genera sus propios riesgos.

Los críticos –entre ellos, otras fuentes de noticias– han acusado a estos blogs de servir como portavoces y amplificadores de propaganda criminal. Argumentan que el contenido que publican sólo sirve para glorificar los estilos de vida perseguidos por los integrantes de los grupos criminales, sin mencionar la violencia que perpetúan.

Las principales plataformas de redes sociales no han permanecido pasivas. Cada una mantiene una serie de reglas, con las cuales moderan las publicaciones. La mayoría intentan contrarrestar los contenidos delictivos de tres maneras: desactivar cuentas relacionadas con grupos considerados violentos o peligrosos; eliminar propagandas relacionadas con la violencia, y cerrar los perfiles que violan reiteradamente las normas de contenido. En contraste, las EMA como WhatsApp y Signal rara vez vetan usuarios.

Más allá de moderar los contenidos, las principales compañías de redes sociales cuentan con políticas para mantener a los grupos violentos fuera de sus sitios. Facebook, por ejemplo, tiene una lista escalonada de “organizaciones peligrosas”. Los grupos criminales se encuentran en el “Nivel 1” junto con los grupos terroristas y de odio. De acuerdo con esta clasificación, no se les permite tener presencia en la plataforma, ni pueden ser exaltados por otros usuarios.

La plataforma Twitter –ahora conocida como X– prohibió las organizaciones violentas que tienen un “propósito compartido” y han “atacado sistemáticamente a civiles”, según sus términos de servicio en 2020. Desde que Elon Musk adquirió la plataforma en octubre de 2022, se han mantenido en su mayoría vigentes, aunque la reorganización de la empresa provocó la salida de muchos de los responsables de hacer cumplir estas normas.

El informe apunta que otras redes sociales abordan el desafío de formas diversas. Por su parte, TikTok no permite grupos criminales, ni contenido a favor de ellos. YouTube elimina los videos creados por organizaciones criminales violentas. En algunos casos, están “vetados en la sombra”, lo que significa que sus nombres no se pueden buscar directamente.

A finales de 2021, Instagram, Facebook y TikTok habían establecido una prohibición en la sombra para términos relacionados con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), uno de los mayores grupos criminales de México. Una búsqueda de perfiles que contuvieran “CJNG” en Facebook, por ejemplo, arrojó docenas de resultados en la primavera de 2021, pero nada en 2022.

De igual manera, los contenidos pueden ser eliminados por violar una política específica relacionada con el acoso o la violencia. Estas publicaciones generalmente llegan a la atención de los moderadores, a través de revisiones realizadas por inteligencia artificial o por los mismos usuarios.

Por lo general, las redes sociales eliminan contenidos especialmente gráficos, como publicaciones o videos que muestran la muerte de una persona, aunque X tiene reglas más relajadas sobre mostrar violencia, describe el informe de Crisis Group.

Explica que Facebook y X ofrecen la opción de que el contenido aparezca detrás de una pantalla de advertencia. TikTok puede suspender o vetar una cuenta después de cualquier muestra de violencia desmedida, pero las otras plataformas suelen eliminar perfiles tras repetidas violaciones a los términos de servicio.

No obstante, las plataformas hacen excepciones con publicaciones educativas o de interés periodístico, aunque cada una tiene diferentes parámetros de lo que permite.

“Las plataformas son más proclives a monitorear y eliminar contenidos nocivos relacionados con grupos criminales y a colaborar con las autoridades mexicanas en períodos de tensiones potencialmente elevadas. Esto es especialmente cierto durante las temporadas electorales. Meta, por ejemplo, aumentó el monitoreo de sus plataformas [que incluyen Facebook y Messenger, como se señaló, así como Instagram y WhatsApp] antes de las elecciones mexicanas de 2021 debido a preocupaciones sobre la seguridad de los candidatos”.

En términos más generales, Twitter y Facebook informaron que coordinan esfuerzos con las autoridades mexicanas –incluida la Fiscalía General de la República (FGR) y la Guardia Nacional–, con el fin de mejorar la moderación de su contenido y proporcionar información relevante sobre actividades delictivas.

Incluso Facebook lanzó un chatbot para que los residentes de Ciudad de México denuncien delitos. Las plataformas informaron que trabajan con aliados de la sociedad civil, con el objetivo de estar actualizados sobre posibles actividades delictivas.

Dicho esto, señala que los desafíos a largo plazo persistirán mientras los grupos criminales mantengan presencia en las redes sociales. Encuentran formas de eludir las normas para seguir publicando imágenes gráficas y otras formas de propaganda. Mientras tanto, las herramientas de mensajería privada y cifrada, como Messenger y WhatsApp, son ampliamente usadas para coordinar actividades entre sus miembros.

Cómo usan las redes sociales los grupos criminales

Intimidar a rivales y civiles sigue siendo prioridad. Para ello, publican imágenes violentas, como fotos y vídeos de decapitaciones, palizas y tortura. Este tipo de contenido tiende a proliferar durante los conflictos por territorio, como la escalada de enfrentamientos en Michoacán entre el CJNG y Cárteles Unidos, en 2020-2021. En ese momento, eran los dos mayores grupos criminales operando en la región.

Sin embargo, las organizaciones criminales también publican sobre su trabajo caritativo. Recurren a las redes sociales para ganarse el apoyo de la opinión pública. Con frecuencia, aseguran estar protegiendo a los civiles de otros grupos más peligrosos, o incluso del Estado, proclamando promover la “autodefensa” de las comunidades.

Asimismo, utilizan las redes sociales para difundir información que los hace ver como protectores. Son comunes los videos, en los cuales se les muestran distribuyendo ayuda –narcodespensas– a los ciudadanos tras la Covid-19 o desastres naturales.

Este tipo de publicaciones suelen caer en una zona gris en los términos de servicio. Por un lado, las plataformas prohíben exaltar a los grupos criminales que aparecen en sus listas de organizaciones peligrosas, con base en que puede glorificar sus acciones. YouTube, por ejemplo, durante los primeros días de la pandemia eliminó un video, en el cual mostraba al Cártel de Jalisco distribuyendo ayudas.

De igual manera, ante la ausencia de una incitación clara a la violencia o contenido gráfico, no es fácil determinar si deben ser borrados. No todos los grupos criminales están en listas de organizaciones peligrosas.

Igualmente, el contenido podría considerarse de interés periodístico y no hacer una referencia explícita a un grupo criminal en particular. Además, mientras se lleva a cabo la revisión, permanecen en línea, donde pueden ser recogidos y circulados a través de la prensa generalizada o los narcoblogs.

Los grupos criminales rara vez coordinan sus actividades en plataformas públicas como Facebook y Twitter, por la obvia razón de que sus mensajes pueden ser rastreados. En el primero, han circulado listas de personas que grupos ilegales planean asesinar, a menudo desde cuentas descartables.

Sin embargo, dependen más de las EMA, plataformas con cifrado de extremo a extremo como WhatsApp y Messenger. Son particularmente atractivas porque las fuerzas de seguridad no pueden interceptar los mensajes enviados mediante esas plataformas.

El reclutamiento es un área en la que tanto los EMA como las plataformas públicas –en particular, Facebook– han jugado un papel importante. Además, puede ocurrir de varias maneras. Se han utilizado anuncios de empleo imprecisos y a menudo bien remunerados, para reclutar contrabandistas y jóvenes. Usuarios que dicen pertenecer a grupos criminales publican mensajes o imágenes que dicen “estamos reclutando gente… Inbox”.

Desafíos para las plataformas

Las redes sociales enfrentan una serie de problemas complejos en la lucha contra el uso de sus servicios por parte de grupos delictivos. Las principales compañías hacen seguimiento a tres grupos prioritarios para las fuerzas de seguridad: organizaciones terroristas, grupos de odio y organizaciones criminales, advierte el informe.

Los grupos criminales son especialmente difíciles de detectar porque, a diferencia de muchos grupos terroristas y de odio, no organizan foros dedicados a debatir ideologías. Además, su propaganda no está diseñada para atraer a grandes audiencias. Tienden a operar a través de redes de cuentas descentralizadas y rara vez pretenden volverse virales, lo que hace más difícil detectar contenido ofensivo.

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