Al ser un proyecto híbrido para cuidar la seguridad interior pero también la seguridad nacional, y estar conformado lo mismo por civiles que por militares, se mantiene vigente el dilema de la Guardia Nacional: ser una corporación civil o pasar totalmente al control militar, consideran académicos y expertos en Fuerzas Armadas.
“El problema de origen es que tiene un mando militar. Es muy difícil que en México el mando militar obedezca necesariamente a civiles, razón por la que el presidente Andrés Manuel López Obrador puso sobre la mesa la necesidad de que la Guardia Nacional, que hoy tiene un carácter civil, retome su naturaleza militar”, refirió David Pérez Esparza.
La Guardia Nacional debe ser vista como un actor que garantice el control y la presencia territorial, acompañado por la Fiscalía General de la República (FGR) y las fiscalías locales en la investigación del delito, y por las policías estatales en la prevención de ilícitos, agregó el director del Centro Nacional de Información de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), durante la conferencia virtual “La evolución de la violencia armada” –para la clase Narcotráfico y Crimen Organizado en México 1900-2012 de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Pérez Esparza destacó que la Guardia Nacional carece de facultades de investigación del delito, tema medular que estará a discusión en el Congreso de la Unión, pues el presidente López Obrador presentará el proyecto de ley en 2023, y en su momento los legisladores definirán si la estrategia es oportuna.
“Tengo optimismo en la estrategia, pero me preocupa que la discusión se vaya de lado porque no necesariamente es tan relevante dónde esté la Guardia Nacional sino lo que puede llegar a ser, y hoy es un actor híbrido civil y militar, lo cual es insuficiente porque la discusión debería de estar en cómo será acompañada por las fiscalías”, subrayó.
Pérez Esparza explicó que hay lugares del país, por ejemplo Cozumel (Quintana Roo), donde casi todos los efectivos de la Guardia Nacional son civiles, pero el mando y la filosofía son militares. “Entonces no me sorprende la propuesta [de la Guardia Nacional], pero hay que poner más atención al tráfico de armas y la investigación y persecución del delito, inclusive el lavado de activos y la inteligencia financiera”, aclaró.
La formación de este cuerpo especializado de la Guardia Nacional sí ha presentado dificultades, explica por su parte el experto en seguridad nacional Emilio Vizarretea Rosales. El doctor en ciencias políticas agrega que por eso se hizo esta especie de integración, de mezcla entre militares y marinos, pero no es tan sencillo porque tampoco tenían formación policial.
En entrevista, destaca que “sí había la factibilidad de que quienes tuvieran formación militar y naval devinieran en guardias, pero no existe la posibilidad de que los guardias devengan en personal especializado militar o naval como los que hay, por el tipo de formación”.
Investigador en el Instituto Mexicano de Estudios Estratégicos en Seguridad y Defensa Nacionales, el doctor Vizarretea Rosales señala que sí hay dificultades para llegar a términos de excelencia las relaciones civiles y militares, porque se integran grupos de alto nivel y en algunos ámbitos han percibido la preparación, la formación y la necesidad de tener militares en ciertas tareas.
“Ése fue uno de los problemas que se discutieron con militares durante la creación de la Guardia Nacional, la demanda era que se prepararan tres meses y enviarlos a operaciones de campo. Era lo que ocurría con las escuelas de policía, no había un proceso de espíritu de cuerpo, estaban de cuatro a seis meses, pero así no se logra formar una Guardia Nacional”, destaca.
En el caso de las fuerzas de seguridad de la Guardia Nacional, una de las respuestas podría ser el desarrollo de fuerzas híbridas o intermedias que combinen capacidades de inteligencia y uso de la fuerza (incluyendo armamento y técnicas especializadas de empleo de la fuerza) con elementos de protección propias de las policías, destaca Yadira Gálvez Salvador, doctora en ciencias políticas y sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM considera que podría funcionar un aparato híbrido, “a partir de un diseño institucional mucho más centralizado, jerárquico y disciplinado que el de las policías regulares, militarizado o de carácter civil con algunas características de tipo militar relacionadas con la estructura organizacional, doctrina y armamento”.
En entrevista con Contralínea, agrega que “a este tipo de fuerzas de seguridad intermedias, también denominadas fuerzas policiales de estabilidad, corresponden los modelos de Gendarmerías, Guardias Nacionales, Guardias Civiles o Carabineros que hay en diversos países”.
También expone que “la Guardia Nacional pretende convertirse en esa fuerza intermedia. Si bien formalmente es una institución de carácter civil, la trayectoria que ha tenido en su primer año de operación, nos lleva a presumir que, desde un inicio, se apostó por aprovechar capacidades y experiencia de las Fuerzas Armadas, particularmente de la Policía Militar”.
La catedrática Gálvez Salvador señala que el jefe del Poder Ejecutivo reconoce que el proceso de la Guardia Nacional tomará más tiempo del originalmente previsto, y deja ir la oportunidad de limitar las actividades militares en seguridad pública y de ejercer un control civil efectivo, que va más allá de la subordinación de la línea de mando presidente-Fuerzas Armadas.
Para el director del CNI, David Pérez Esparza, la relación entre las fiscalías y la Guardia Nacional es un tema preocupante al que sí hay que ponerle atención, so pena de que sea una discusión vacía si no se entiende el panorama delictivo que tiene que ver con la debilidad de las fiscalías y, sobre todo, con la incapacidad que tienen éstas para reducir la impunidad en el país, que corresponde a las fiscalías”.
Al participar en la conferencia virtual “La evolución de la violencia armada”, indicó que “cuando inicia el gobierno de la 4T, teníamos dos alternativas: mantener todo como estaba y repensar una solución bastante arriesgada, pero distinta que es la Guardia Nacional y que partía de la premisa de que había que dividir un país en cuarteles para asegurar un mínimo de control territorial. Es decir, que las personas no estuvieran yendo y viniendo de Ciudad de México a Culiacán o a Nuevo Laredo, sino que vivieran en Culiacán y en Nuevo Laredo: se conformaron entonces escuadrones o estaciones de la Guardia Nacional en todo el país, no se ha terminado, pero ya va muy avanzado el proceso”.
En ese contexto, explicó que la diferencia es que “las personas se quedan a vivir allá y hacen lo que técnicamente se llaman ejercicios de proximidad, es decir cualquier elemento, en lugar de andar en todo el país apagando fuegos se queda a apagar los fuegos de Sinaloa básicamente porque vive en una comandancia de la Guardia Nacional. La lógica de fondo es que es más barato y además genera un lazo de identidad; en teoría es más rápido, eficaz e interesado porque su familia vive ahí. Ésa es la lógica de la Guardia Nacional, el problema es que el estado de fuerza no alcanza para eso todavía”.
Por su parte, en su análisis La Guardia Nacional a un año de su creación y la profundización de la participación militar en seguridad pública en México, la doctora Yadira Gálvez Salvador señaló que México continúa siendo un país con altos niveles de violencia criminal. “La fragmentación de los grupos criminales ha generado una mayor competencia por las rutas, territorios y mercados; así como el desarrollo de células y grupos más pequeños, algunos de los cuales llevan adelante actividades que generan profundo daño en las comunidades y las personas”.
Agregó que, “sin duda, la trayectoria de este nuevo cuerpo de seguridad [la Guardia Nacional] dependerá en buena parte de la visión que el liderazgo civil tenga del mismo, así como de su desarrollo y desempeño”. En tanto que la dinámica continúe siendo apostar por “apagar el fuego” utilizando a las Fuerzas Armadas, se mantendrá su presencia y se profundizará la dependencia de ellas para la atención de los temas de seguridad pública.
Para la experta, no hay duda de que en México la subordinación militar al poder civil está garantizada. Sin embargo, no hay que dejar de lado elementos sustantivos de las relaciones civiles-militares en un contexto democrático, que incluyen la conducción y el control civil, así como referentes para evaluar la efectividad militar.
Para el doctor en seguridad nacional Evan Ellis, la estructura de la Guardia Nacional absorbió aspectos negativos. Alienaba a expolicías federales porque estaba dirigida y dominada por militares. Al mismo tiempo, inicialmente no estaba bajo el mando directo del Ejército y tampoco contaba con todas las autoridades que anteriormente correspondían a la Policía Federal.
En su análisis México: Una crisis que se agudiza y un desafío estratégico para Estados Unidos (agosto, 2021), señaló que cuando muchos policías federales optaron por retirarse en lugar de transferirse a la Guardia Nacional, la organización experimentó dificultades con sus objetivos de reclutamiento, lo que obligó al Ejército y la Armada de México a cubrir el déficit mediante el préstamo de unidades.
En algunos casos, los elementos continuaron vistiendo sus uniformes militares originales, mientras portaban brazaletes que las designaban como parte de la Guardia Nacional, que contaba con aproximadamente 100 mil miembros en julio de 2021 Para entonces a este cuerpo se le prometió un aumento presupuestario de 50 mil millones de pesos, mayor que el presupuesto total de la Policía Federal a la que reemplazó, para alcanzar su fuerza final prevista de 150 mil miembros para 2023.
Consideró que adicionalmente a las cuestiones organizativas, la Guardia Nacional también tiene problemas importantes a nivel de cultura interna. “Los expolicías federales generalmente continúan identificándose a sí mismos como ‘policías’, a veces en tensión con miembros prestados por las Fuerzas Armadas, que todavía se ven como militares”.
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