El INE pasó de ser un órgano autónomo garante de la democracia a ser francamente un opositor al gobierno de López Obrador, considera la doctora Violeta Vázquez-Rojas. En entrevista, la investigadora de El Colmex reflexiona que en México se siguen usando al pie de la letra las estrategias del llamado golpe de Estado blando o suave y en éstas participan otros organismos autónomos
El Instituto Nacional Electoral (INE) ha pasado de ser un órgano autónomo garante de la democracia a ser francamente un opositor del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, en una especie de tergiversación del concepto de su autonomía, considera la doctora Violeta Vázquez-Rojas Maldonado, profesora-investigadora de El Colegio de México.
La doctora en lingüística por la New York University indica que el INE reconfiguró su idea de contrapeso: “en lugar de ser un contrapeso dentro de un mismo sistema de administración, [los consejeros] se fueron a ser opositores del presidente. Aunque no lo digan abiertamente, hay muchos indicios de ello. No lo digo simplemente porque me caiga mal Lorenzo Córdova. No. Hay muchos indicios: hay consejeros como Ciro Murayama peleando públicamente con defensores del presidente, como sucedió con Rafael Barajas. El periodista tiene derecho a declarar su militancia pero el consejero no, y no le importó. Este tipo de cosas revelan que el INE está asumiendo un lado de la contienda”.
Fue el pasado 26 de noviembre cuando Murayama escribió en su cuenta de Twitter: “Ser caricaturista no implica hacer una caricatura de su solvencia ética señor @fisgonmonero. Nunca dije (demuéstrelo) que la revocación amenazara la democracia. Digo que algunos oficialistas la usan tramposamente al llamarla ‘ratificación’. Usted sirve al poder, vaya monero”. Ello, en respuesta a un tuit de Barajas en el que apuntaba: “El alto funcionario del INE, @CiroMurayamaINE, escribió que la revocación de mandato propuesta por @lopezobrador_ amenaza la democracia. Esa es la postura de Va por México. Ciro Maromayama se ha convertido en un operador del sistema de partidos del viejo régimen”.
En los casos de Córdova y Murayama, la doctora Vázquez-Rojas Maldonado recuerda que ya van a terminar su periodo como consejeros, y “lo que vamos a ver, la ‘profecía’, es que se van a afiliar más abiertamente a las filas partidistas”. No obstante, reflexiona que “el sistema de partidos está quebrado: realmente sólo hay un partido que opera, los demás están reconfigurándose en diferentes frentes cada dos semanas, y probablemente las personas involucradas en esos organismos no saben con quién jalar; pero, lo vamos a ver próximamente”.
La investigadora de El Colmex observa que además del INE, muchos otros espacios autónomos –incluidas universidades– están siendo usados por los opositores. Como ejemplo, cita lo que ocurrido “muy flagrantemente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara [auspiciada por la Universidad Autónoma de Guadalajara], que parece un foro en donde el invitado no es Perú, sino Andrés Manuel López Obrador porque lo mencionan para todo. Todas las pláticas se tratan de él, de lo ‘malo que es’, de la ‘crisis de la democracia’, del ‘autoritarismo’. Cada dos pláticas se menciona. Pareciera que es un foro de la vieja intelectualidad en contra de Andrés Manuel López Obrador”. Por ello, asevera que muchos de estos órganos autónomos están declarando su afiliación política.
La estrategia del golpe blando
Las estrategias del llamado golpe de Estado blando o suave originalmente se generaron como “anti-golpes” para deponer gobernantes ilegítimos, explica la doctora Vázquez-Rojas Maldonado. Agrega: “lo que vemos es que se está usando al pie de la letra esa misma estrategia para deponer gobernantes legítimos que sí tienen respaldo popular, que sí fueron electos legalmente, como es el caso en México de Andrés Manuel López Obrador”.
Para desestabilizar económica, política y socialmente a los gobiernos progresistas, el golpe de Estado blando emplea técnicas no frontales ni violentas. Según el politólogo estadunidense Gene Sharp, esta estrategia presenta cinco fases: comienza por ablandar a la sociedad a través del malestar y la desesperanza; deslegitimar las acciones gubernamentales por medio de la difusión de mensajes adversos, ofensas y noticias falsas; luego se promueven constantes movilizaciones de protesta; se emplean rumores para generar escenarios de falsa carestía y, con ello, señalar la incompetencia del gobierno e iniciar juicios injustos contra los gobernantes; finalmente viene la fractura institucional, donde los procesos judiciales avanzan, los medios de comunicación los apoyan y los gobiernos finalmente caen.
En entrevista con Contralínea, la doctora Vázquez-Rojas Maldonado reflexiona que al ser pacíficas y explotar el marco legal de ciertas repúblicas, dichas estrategias no son precisamente reprobables: “serían las mismas estrategias que se podrían usar en caso de tener un gobernante al que queremos deponer por fraude o por una cosa así, pero, en este caso, más bien la pregunta es: ¿quién lo usa y contra quién lo usa?”
Al respecto, responde que es una oligarquía que quiere retomar el poder político que perdió, y que no tiene imaginación política. “No saben ellos mismos cómo regresar al poder convenciendo o proponiendo otra forma de gobierno, y como no tienen imaginación, se bajaron el manual y lo están aplicando al pie de la letra. En algunas cosas les funciona, pero en otras no”.
La doctora Vázquez-Rojas expone que, como parte de la estrategia de manual que siguen, aplican narrativas con las que “tratan de instaurar la idea de que éste es un gobierno autoritario. Por eso tienen que hacer estas estrategias de contragolpe, porque primero tienen que decir que el gobierno es ilegítimo”. No obstante, recuerda que la aprobación del presidente López Obrador está por arriba del 70 por ciento, lo que –dice– es indicador de que no les está funcionando. “Pero siguen insistiendo en que el gobierno es autoritario, que la democracia está en crisis, y todos estos discursos anti-populistas que tienen”.
La investigadora de El Colmex añade: “si finalmente la meta de esta estrategia de cinco puntos, es remover a un gobernante, en este caso con lo que no contaban es que el gobernante les está poniendo en charola de plata la oportunidad de removerlo, que es la revocación de mandato. Pero en lugar de usar esa herramienta legal, pacífica y perfectamente legítima para deponer al presidente, la están boicoteándolo. Creo que esa es una aceptación de su ineficacia. Bajaron un manual, lo están tratando de aplicar pero no les está funcionando”.
—Acerca del discurso del miedo como el del “peligro para México” y ahora en torno a la pandemia y su supuesto “mal manejo”, ¿es previsible que esto siga los próximos 3 años?
—Sí. Va a seguir así. Lo que tenemos que hacer nosotros como analistas –y por analistas me refiero a todos: cualquier persona, como dice [Noam] Chomsky, con un poco de información y un poco de escepticismo sano es capaz de analizar la realidad– es poner atención en las propias contradicciones de esa oposición. Por ejemplo, una muy reveladora es que tratan de instigar el miedo, sí, en parte, aprovechando la oportunidad de la pandemia, pero también aprovechando ciertos huecos narrativos de la 4T, como el recurrir cada vez más a los militares para ciertas cosas estratégicas. Como es un hueco narrativo, una falta de explicación, se aprovechan de esta situación para decir que esto es gobierno militar, está todo militarizado. Se supone que tenemos que tener mucho miedo de esto, pero no nos dicen las razones. Tratan de deslegitimar al gobierno, pero cuando el gobierno dice: “ahí hay una herramienta para que voten y me saquen”, ellos dicen: “no, porque tienes una aprobación con la que no vamos a poder”. Reconocen abiertamente que el presidente tiene una aprobación contra la que no hay ninguna esperanza para que se le pueda revocar.
La investigadora y co-directora de la revista Cuadernos de Lingüística de El Colmex observa que al mismo tiempo que el primer mandatario tiene este margen de aprobación altísimo, “dicen que no es legítimo y no es democrático, y eso es una contradicción. Cuando tu adversario tiene una contradicción pues ya perdió; esa narrativa ya la perdieron, porque no es siquiera internamente consistente. Hay que estar muy mal lógicamente para creer que una contradicción es verdadera. Me parece que esas narrativas van a continuar, pero si la gente es perspicaz se dará cuenta que son narrativas muy debilitadas”.
Asimismo, observa que tras el informe del tercer año de su gobierno, que rindió en el Zócalo capitalino el pasado 1 de diciembre, “se desató una especie de rabia de parte de ciertos grupos de opositores. En redes sociales sí veo una reacción, no es una respuesta, es una reacción muy emocional. He de decir que no encuentro los fundamentos racionales para justificarla. Están haciendo solamente despliegues, tormentas emocionales. Eso, me parece, es un síntoma de que están perdiendo en su narrativa”.
—Pareciera en varios momentos que quienes están a la cabeza de estas estrategias se muestran hasta desesperadas. ¿Esto los puede llevar a optar por otras opciones, de carácter más violento, a abandonar las narrativas e irse a la parte de la violencia?
—La verdad no creo. Aquí es donde quisiera regresar a ese tema de la famosísima “militarización” que se denuncia se está incurriendo en ella. No termino de entender muy bien las motivaciones detrás de recurrir a la Secretaría de Defensa o de Marina para realizar ciertas labores que originalmente estaban asignadas al ámbito civil; no lo entiendo y no quiero decir que lo repruebe, pero sí me gustaría entenderlo mejor. Y me parece que en eso la 4T todavía no tiene bien lograda la explicación para que se entienda públicamente. Creo que a partir del 1 de diciembre se ve un poco más de voluntad de parte del presidente para explicar. Habrá razones explicitas y habrá razones más estratégicas que no vayan a ser explicitas, pero una de ellas creo que es que no quiere [López Obrador] tener a los militares contrariados con el gobierno federal en caso de que sucediera esto [la vía violenta golpista]. Que en un acto de desesperación, las viejas oligarquías quisieran recurrir a esa estrategia que ya no sería de golpe blando, sino de golpe tradicional. Me parece que esa es la parte que [el presidente] se está blindando al recurrir a las Fuerzas Armadas para un montón de labores en las que antes no figuraban. No estoy justificando: estoy tratando de entender.
La doctora Vázquez-Rojas Maldonado señala que, por ahora, “lo que están explotando todavía son los recursos legales que tienen a su disposición, porque tienen muchísimo poder dentro del sistema judicial. Me parece que van a ir por esa línea un buen rato: por la guerra judicial en lugar de la guerra frontal y violenta. Sí los veo emocionalmente desgastados, mucha desesperación; pero, espero que no [opten por la vía violenta].
—¿Por qué si la oposición está viendo a un presidente consolidado con más del 70 por ciento de aceptación no renuncia a estas estrategias, a estas narrativas?
—Porque nunca van a cesar en su ambición de recobrar el coto de poder político que es el gobierno federal –realmente eso es lo único que se ha ganado, porque hay oposición en muchos cotos de poder en los estados, en el poder económico, en los medios de comunicación–; entonces, por supuesto que quieren recuperar el gobierno federal. Es demasiado tentador como para dejarlo. La razón por la que no abandonan su práctica, y estoy especulando, es porque no tienen otra. No tienen imaginación política, y como no pueden tampoco ver la realidad, o sea, lo vemos, ven el Zócalo lleno y dicen “son acarreados”. ¿De verdad les conviene pensar eso? No les conviene pensar eso, no les conviene negar la realidad, porque entonces no van a poder hacer nada por cambiarla.
La doctora Vázquez-Rojas observa que esa oposición está en etapa de negación: “no se dan cuenta de que su diagnóstico está mal, su análisis de la realidad está mal, y por ello insisten en su estrategia de golpe blando o anti-golpe, como le quieran llamar, porque: uno, no se les ocurre otra; segundo, ellos creen que funciona. Hay que recordar que son élites que se mueven en burbujas: solamente se escuchan y leen entre ellos, y piensan que uno también está de acuerdo, porque no se van ir a dar una vuelta al Zócalo a preguntarle a la gente qué opina, en un miércoles 1 de diciembre. Creo que es eso: tienen una cámara de eco que no les permite ver que su estrategia no está funcionando, y al mismo tiempo no tienen una manera de imaginarse otra”.
En el Zócalo capitalino, el pasado 1 de diciembre por primera vez Andrés Manuel López Obrador abrazó abiertamente su militancia en la izquierda. En su discurso del tercer año al frente de la Presidencia, indicó: “nada se logra, y esto aplica en México y en todo el mundo, nada se logra con las medias tintas. Los publicistas del periodo neoliberal –que ya se fue, se está terminando esa pesadilla– los publicistas del periodo neoliberal, además de la risa fingida, el peinado engominado y la falsedad en la imagen, siempre recomiendan a los candidatos y gobernantes correrse al centro; es decir, quedar bien con todos; pues no, eso es un error: el noble oficio de la política exige autenticidad y definiciones. Ser de izquierda es anclarnos en nuestros ideales y principios, no desdibujarnos, no zigzaguear. Si somos auténticos, si hablamos con la verdad y nos pronunciamos por los pobres y por la justicia, mantendremos identidad y ello puede significar simpatía, no sólo de los de abajo, sino también de la gente lúcida y humana de clase media y alta, y con eso basta para enfrentar a las fuerzas conservadoras, a los reaccionarios”.
Al respecto, la doctora en lingüística Violeta Vázquez-Roja indica: “fue realmente sorprendente. Hasta ahora Andrés Manuel López Obrador había sido muy cauteloso en no declararse de izquierda, obviamente no por declararse de derecha, pero la manera de ganar la elección de 2018 fue creando una coalición suficientemente amplia como para que el excedente de votos fuer suficiente para que no se pudiera hacer un fraude como en 2006, o no se pudiera comprar el voto como en 2012. Al formular ese consenso amplísimo en esa ocasión, tuvo que sumar fuerzas que hasta a los simpatizantes les caían muy pesadas, como la alianza con el PES [Partido Encuentro Social], con partidos que podían traer un 1 por ciento de la votación. Pero, ni modo, no se podía arriesgar ni siquiera ese 1 por ciento que se pudiera ir a la oposición”.
Al respecto, abunda que “la estrategia para formar ese grandísimo consenso fue trascender la discusión de la derecha y la izquierda, porque muchas de las personas que en ese momento apoyaron no se sienten de izquierda, se pueden sentir obradoristas pero no de izquierda, porque tal vez sean socialmente conservadores por ser católicos, en fin, por las razones culturales que sean, no necesariamente todos podían llamarse de izquierda. López Obrador fue muy cauteloso en estos 3 años en no traer esa distinción a colación, precisamente para no romper con unos adeptos que tiene. Y dado que ya los tiene ganados realmente desde los primeros meses de su mandato, ya puede ser más abierto y franco con su postura política: declararse de izquierda, apelar a las clases medias. Ése fue también un perfil nuevo, porque hasta ahorita la relación con las clases medias había sido áspera y me parece que las está tratando de recobrar”.
Ello, indicó, se da tras “haber afianzado ese consenso amplísimo que tuvo que hacer en 2018, y que ese consenso le implicó no decantarse por esas opciones políticas tradicionales, sino de enarbolar una bandera que podía ser una voz que era la lucha contra la corrupción, que lo va a seguir siendo, pero ahora tiene ese sentido de justicia social que caracteriza a las izquierdas”.