Uno de los temas de mayor relevancia contenida en las cinco acusaciones contra Los Chapitos, por parte de fiscales de distritos de Estados Unidos radica en el manejo de las enormes ganancias que esa facción del Cártel de Sinaloa obtiene, por la diversidad de actividades delictivas, a través de bitcoins y criptomonedas, considera Josué Ángel González Torres, doctor en ciencia política por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Las acusaciones contra Los Chapitos: Iván Archivaldo Guzmán Salazar, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, Ovidio Guzmán López [extraditado a Estados Unidos] y Joaquín Guzmán López en Estados Unidos, tiene que ver, fundamentalmente, con lavado de dinero y como lo realizan, especialmente a través de los bitcoins, y de cómo se han especializado y lo llevan a cabo en diferentes ciudades sin que las autoridades puedan dar con el origen de los recursos”, advierte el experto en entrevista.
De acuerdo con el expediente judicial contra Los Chapitos, “Muo Marín González, Mario Alberto Ménez Castro, alias el Kastor, y Sergio Duarte Frías, los acusados, son lavadores de dinero para el Cártel que, además de participar en el tráfico de fentanilo, son responsables de facilitar el movimiento de las ganancias del fentanilo de los Estados Unidos a México a través, entre otros métodos, del transporte de efectivo a granel, transferencias electrónicas, comercio de bienes y criptomonedas”.
González Torres refiere que en Estados Unidos las empresas de Los Chapitos son sucursales financieras, que operan en zonas de alto poder adquisitivo y hasta con oficinas plenamente establecidas con un alto nivel de especialización y conocimientos, para realizar ese tipo de compra-ventas y de cómo hacen que las transacciones de bitcoin al final del día se conviertan en dinero líquido, eso es lo más relevante”.
“Las criptomonedas no tienen trazabilidad territorial ni tienen trazabilidad en el sistema financiero, pero terminan al final del día en manos de líderes criminales en México”, destaca González Torres maestro en Estudios Políticos y Sociales, con estancia de investigación en la Universidad de París.
Señala que un segundo punto que llama la atención de las acusaciones de los fiscales contra Los Chapitos, es que a pesar que hablan de volúmenes gigantescos de fentanilo, cuando uno observa las acusaciones específicas que vienen al final de los cinco expedientes, en realidad, hay algunas que implican solamente algunos gramos o kilogramos de fentanilo.
El pliego de acusaciones contra Los Chapitos resalta que “aproximadamente en 2022, el Departamento de Control de Drogas de los Estados Unidos Administración (DEA) incautó más de 57 millones de píldoras recetadas, falsificadas mezcladas con fentanilo y más de 13 mil libras de polvo de fentanilo, el equivalente a alrededor de 410 millones de píldoras potencialmente mortales de dosis de fentanilo. En total, eso es suficiente fentanilo para matar a toda la población de Estados Unidos”.
Es decir, al final del día, dice el experto, ni siquiera las instituciones de Estados Unidos han tenido la capacidad de vincular esas toneladas de fentanilo y otras drogas de alta potencia con estos líderes criminales de primer orden y sus millonarias ganancias, sino que son acusaciones muy puntuales, en las que hay que entender que no son personas en lo particular, sino estructuras económicas en su conjunto.
Más que seguir haciendo este esfuerzo de focalizarlo en algunos líderes criminales de forma mediática como en su momento fueron el Chapo Guzmán y otros líderes criminales como Amado Carrillo, hay una línea de sucesión bien organizada que funciona como empresas capitalistas altamente rentables, más allá de quienes las encabecen, destaca González Torres.
Señala que en México hay dos grupos criminales de alto poder que tienen la capacidad logística de importar este tipo de precursores químicos, las sustancias acabadas y traficarlas en Estados Unidos, y establecer toda la logística para la venta, son el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa, en donde hay líderes visibles que en este caso son Los Chapitos.
Plantea que, otra vez va a pasaría lo mismo si las autoridades quitan de esas estructuras y posiciones que supuestamente son claves a personajes como Los Chapitos, el negocio del fentanilo va a seguir funcionando como estructura en su conjunto, y va a seguir llegando una gran cantidad de fentanilo hacia territorio americano.
“Entonces, hay que tomarlo con sus matices, no son líderes omnipotentes ni todopoderosos, sino que funcionan a partir de una estructura económica establecida en el capitalismo en donde ellos son las cabezas del negocio”, subraya.
Vaticina que, por muchos años todavía, el negocio del fentanilo estará establecido porque es muy redituable, “es el negocio más lucrativo que exista en el mundo ilegal y en esa medida, pues es difícil que se quede sin personas interesadas en seguir promoviendo o no el tráfico del fentanilo hacia los Estados Unidos”.
Las estructuras delictivas mexicanas son las más establecidas, las que tienen el conocimiento y las que han irrumpido en ese mercado del fentanilo y, por tanto naturalmente serán las que continuarán el proceso hasta en tanto no haya estrategias de contención adecuadas de ambos lados de la frontera, refiere el investigador.
Por tanto, asegura que tampoco le interesa a Estados Unidos que se refuerce y se resuelva el tema del narcotráfico, como lo pregonan, resume González Torres, pese a que en este momento “es el tema más importante en la relación bilateral porque está matando más de 100 mil americanos, al menos en el último año, de acuerdo con los datos estadísticos del ámbito de salud de los Estados Unidos”.
El pliego de acusaciones conta Los Chapitos establece que “desde agosto de 2021 hasta agosto de 2022, 107 mil 735 estadunidenses murieron por sobredosis de drogas. La mayoría de esas muertes involucraron opioides sintéticos como el fentanilo. Entre 2019 y 2021, las sobredosis mortales aumentaron aproximadamente un 94 por ciento, con un estimado de 196 americanos muriendo todos los días por fentanilo”.
En lo inmediato, González Torres considera que lo que va a pasar es que será el último esfuerzo entre las administraciones, tanto de Joe Biden en Estados Unidos, como de Andrés Manuel López Obrador en México, “y ya veremos cómo se restablecen ese tipo de relación en materia de fentanilo y lucha con el contra el crimen organizado en la próxima administración en todas las áreas no militares”.
“Se tendrá que reestructurar la estrategia contra las organizaciones criminales, ya que habrá nuevas cabezas presidenciales, nuevas burocracias, nuevos intereses y formas de trabajo, por lo que eventualmente se tendrá que reestructurar este enfoque como sucede cada que hay cambio de administración en Estados Unidos y en México”, asume.
Consumo de fentanilo en México
González Torres advierte que ya está presente un mercado de fentanilo en México que, por supuesto, no es comparable con el de Estados Unidos, pero ha ido creciendo, lo que pasa no hay encuestas de consumo de drogas desde 2017 que fue la última de la Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic). “Lo que hay son indicadores secundarios, básicamente económicos del impacto de la criminalidad”.
Indica que, si no hay los primeros indicadores del comportamiento del consumo de fentanilo en México, por ejemplo, en los lugares que son sitio de paso de droga como Tijuana, podría pasar lo mismo que cuando empezaron a poner las barreras y empezó a quedarse la cocaína en México.
Los cárteles necesitaban vender la cocaína y empezaron a crear un mercado nacional, pasa exactamente lo mismo con el fentanilo y quizás por mucho tiempo, en lo que se establecen los mecanismos que impidan el tránsito de esta droga letal en ambos países, establece.
Observa que el consumo nacional de fentanilo ha empezado a hacerse esporádico entre las personas, poco a poco, pero eventualmente puede crecer por el alto nivel de adicción que provoca el fentanilo, aunque matiza que, para el caso de México, no tiene un caldo de cultivo tan fuerte como en Estados Unidos, donde ya tenían millones de adictos y fue como la transición natural, “había un caldo de cultivo que se hizo una pesadilla”.
Por lo pronto, González Torres da cuenta de que la Cruz Roja mexicana en el norte del país ya está equipada con el antídoto para revivir a las personas en caso de sobredosis de fentanilo, no así en los Centros de Integración Juvenil. Por supuesto, señala que habrá muchos adictos, por lo que se considera que va a empezar a crecer el consumo de fentanilo en México.
Y en Estados Unidos en materia de salud tienen acciones de tratamiento a adictos a distintas drogas, por lo que “eventualmente yo creo que sí van a domar esa curva, pero no del consumo del fentanilo, porque hay personas que consumen cocaína y no saben que está mezclada con fentanilo”, por ejemplo.
Sin embargo, González Torres precisa que en el futuro en Estados Unidos le siguen apostando a emerger el negocio los narcotraficantes porque el mercado es muy grande, pero “yo creo que sí terminará afectando el propio mercado de continuar la misma tendencia del fentanilo, en el sentido de que no necesitas que se te mueran todos”.
Se requiere llevar un control más adecuado de porque al final del día el fentanilo se produce de manera artesanal y con alto nivel de pureza, lo cual produce que las personas se mueran, bastan 2 gramos para que una persona se muera, lo que tienen que hacer es controlar las dosis no establecidas dentro de esas pastillas impedir ese impacto tan fuerte en el cuerpo humano que al final del día lo mata.
Sin embargo, lo que queda claro es que, según las mismas estadísticas de autoridades de salud de Estados Unidos, sigue aumentando el consumo del fentanilo. No hay ni siquiera una estabilización, y como negocio quién sabe cuánto tiempo pueda durar con 80 mil muertos anuales desde 2018 a la fecha.
Por lo que, dentro de la misma estadística es posible que se siga manteniendo el nivel de narcotráfico y el número de personas que mueren al año sin que afecte al negocio en marcha, lo que, en la propia reproducción del capital basado en las drogas, no pasa nada, acota.
Aquí el asunto, es de que los consumidores finalmente son el mercado al va dirigido y si se detiene su crecimiento entre los consumidores porque es letal, lo que podría pasar es que es posible que traficantes cambien la fórmula para hacerlo no con tal nivel de pureza para que se siga consumiendo por años.
“Por eso yo creo que el futuro de estas drogas que los gringos llaman de Land Page, va a ser muy difícil, o sea, ya serán nuevas drogas de diseño con características similares a las que tiene el fentanilo cuyo consumo que te da para abajo, no tiene el potencial de alucinógenos como el LCD que te pongan eufórico. O sea, habrá nuevas drogas sintéticas con característica que tendrán otro tipo de repercusiones”, advierte.
Las falacias de las acusaciones contra Los Chapitos
Los fiscales estadunidenses han apuntado a una de las empresas narcotraficantes más poderosas de México, Los Chapitos, en una serie de imputaciones que revelan la historia del grupo y la evolución global del tráfico de fentanilo.
Los cinco escritos de acusación vienen de tres distritos judiciales federales de Estados Unidos: el distrito de Columbia, distrito del norte de Illinois, y el distrito del sur de Nueva York (SDNY), y relatan en detalle los actos delictivos de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, Ovidio Guzmán López (extraditado a EU) y Joaquín Guzmán López, conocidos como Los Chapitos, así como diversos cómplices y aliados en un amplísimo espectro geográfico y cronológico.
Después de revisar cuidadosamente los escritos de acusación de los fiscales de Estados Unidos a Los Chapitos y compañía, estas son las cinco conclusiones principales que observa Steven Dudley, codirector y cofundador de InSight Crime, miembro principal del Centro de Estudios Latinos y Latinoamericanos (CLALS) de American University en Washington, D.C.
Fue en ese año que, según el Distrito Norte de Illinois, los Chapitos enviaron diez toneladas de cocaína por el “Pacífico” hacia Estados Unidos. Poco después, se dice que llevaron otras cinco toneladas por esa misma ruta del Pacífico.
El momento es importante. En enero de 2008, las autoridades mexicanas capturaron a Alfredo Beltrán Leyva. Poco después, liberaron a Iván Archivaldo Guzmán Salazar por un tecnicismo. La Organización Beltrán Leyva (OBL) vio eso como una señal de que el infame padre de Guzmán Salazar, Joaquín Guzmán Loera –quien no estaba como ahora encarcelado– había cambiado con las autoridades a Alfredo por Iván.
Se desató la guerra. Cientos murieron, incluido otro hijo del Chapo, quien cayó muerto por una ráfaga de balas cuando salía de un centro comercial en Culiacán. En medio de este embrollo familiar, Los Chapitos se foguearon en el arte de la guerra, tanto como en el de los negocios.
En estos días, Los Chapitos tienen presencia literalmente por doquier, según el Distrito Norte de Illinois, y ahí se incluye a Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala y, por supuesto, a México. También estaban en Texas, Illinois, California, Nueva Jersey y Arizona, entre otros lugares, para el trasiego de cocaína, metanfetaminas y marihuana. El Distrito Sur de Nueva York, por su parte, dice que tienen presencia en 45 países.
Según el SDNY, esto ocurrió en una “modesta casa de Culiacán” bajo la supervisión de Los Chapitos. A este le siguieron más experimentos en un laboratorio clandestino en Durango, que se usaba para elaborar metanfetaminas, dicen los fiscales.
Esta afirmación es increíble por muchas razones, de las cuales una importante es porque, al día de hoy, las autoridades mexicanas, incluido el presidente Andrés Manuel López Obrador, insisten que los grupos criminales mexicanos no sintetizan fentanilo en México, refiere Steven Dudley.
Sostiene que también es poco creíble por la presunta fecha de inicio. “El consumo de fentanilo en Estados Unidos despegó en 2014 (las estadísticas de sobredosis de 2015 en Estados Unidos fueron el primer indicio de la magnitud del problema) y no ha cesado, lo que pondría a Los Chapitos al frente de la crisis del fentanilo”.
Sin embargo, aunque esa narrativa tenga muchos adeptos en Washington, la realidad podría ser un poco más compleja. Cuando se inició el consumo de fentanilo en Estados Unidos, este se producía en China y llegaba directamente al país del norte sin participación de organizaciones criminales mexicanas.
Más aún, Los Chapitos tendrían unos 20 o 30 años en 2014, muy jóvenes para cualquier negocio y sobre todo para supervisar una operación incipiente de fentanilo por su cuenta antes de que el gobierno chino comenzara a aplicar medidas estrictas para regular el fentanilo y los análogos de fentanilo, lo que no sucedió en propiedad sino hasta 2019.
Sin embargo, esto puede ser cierto en lo que respecta al Cártel de Sinaloa en general, específicamente porque las metanfetaminas siguieron un proceso similar. En la actualidad, los grupos criminales mexicanos como el Cártel de Sinaloa –en gran medida por la manera como se están endureciendo las regulaciones sobre los precursores de las metanfetaminas– se han hecho autosuficientes en la producción de metanfetaminas con calidad sobresaliente a nivel mundial.
Ellos “controlan y manejan un porcentaje importante de los laboratorios del Cártel [de Sinaloa]”, según los fiscales del Distrito Sur de Nueva York. Y han montado una “avanzada” de distribución en Ciudad de México, donde podrían vender fentanilo terminado a otras divisiones de su organización y a otras organizaciones para mezclar con drogas tradicionales como la heroína.
Eso difiere en parte de lo que InSight Crime ha descubierto en varios años de investigación sobre las drogas sintéticas. Nuestra hipótesis, sin tener necesariamente acceso a interceptaciones y testigos cooperantes, fue que estas redes actuaban de manera más independiente, apunta Steven Dudley. Aun así, dice, la narrativa del SDNY habla de un control estricto.
“En la primavera de 2022, Ovidio Guzmán López señaló que estaba trabajando para centralizar toda la elaboración de fentanilo en Sinaloa”, dice uno de los escritos de acusación, lo que “impone de manera absoluta un monopolio para el Cártel sobre el mercado del fentanilo en México”.
Hay algunas variaciones de esto. La imputación del SDNY contra Los Chapitos aclara que hay varias facciones del grupo que “manejan redes de laboratorios propias”. Pero, otros usan el “mismo grupo de cocineros compartidos” para sintetizar fentanilo, aducen los fiscales.
El escrito de acusación del SDNY identifica a Ana Gabriela Rubio Zea, de nacionalidad guatemalteca, como una de las principales intermediarias del grupo para los precursores químicos. Rubio, según los fiscales, trabaja con productores chinos de químicos con operaciones en Wuhan y otras provincias que no fueron identificadas. Sin embargo, los fiscales identificaron a Jiang y Yonghao Wu, alias “Tim”, como “intermediarios radicados en China” y Wuhan Shuokang Biological Technology como la empresa que dirigen.
Estos precursores tenían distintas rutas. Algunos iban directamente a México “ocultos en contenedores de alimentos o empacados con químicos legales”, muchas veces por medio de “servicios de mensajería aérea china”. Pero “por lo general” llegaban por Alemania, como indicó un intermediario. Y otros más, pasaban por Estados Unidos, incluidos Alaska y California. Gran parte del fentanilo y los precursores de fentanilo llegaban por los aeropuertos internacionales de México, como los de Ciudad de México y Guadalajara.
Los fiscales del SDNY dicen que Los Chapitos y sus cómplices venden fármacos adulterados mezclados con fentanilo por cerca de 1 dólar por tableta en Estados Unidos. También afirman que la facción y sus cómplices venden un kilo de fentanilo por unos mil dólares. Esos dos datos son información suficiente para estimar el tamaño del mercado mayorista de fentanilo, aunque cada dato lleva a una conclusión muy distinta.
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