Llegar a los 109 años de existencia como un sindicato independiente y ligado a las luchas sociales del país desde la primera década del pasado siglo, le confiere al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) una prosapia histórica. Al punto que es una referencia obligatoria para entender cómo se tejieron las conquistas obreras plasmadas en el artículo 123 de la Constitución de 1917.
Desde su nacimiento, los fundadores del SME debieron enfrentarse contra empresas extranjeras en una lucha desigual. Estaban acostumbradas a pisotear a la clase trabajadora del país, gracias al cobijo y la protección que el gobierno del dictador, Porfirio Díaz, les daba a sus intereses.
En esos años, los obreros y empleados de estas compañías debían soportar excesivas cargas de trabajo, tratos despóticos, total ausencia de un servicio médico para sus enfermedades, despidos injustificados y la presencia de cuerpos represivos, los cuales evitaban que se organizaran en los entonces incipientes sindicatos.
El 14 de diciembre de 1914, surgió el SME. Representó un punto de partida para comenzar a escribir el derrotero de las luchas obreras en México. Se convirtió en un ejemplo de solidaridad y factor de unidad con las organizaciones que también iniciaron su actividad gremial.
Sus primeras movilizaciones fueron para exigir la reinstalación de obreros despedidos por sumarse al naciente movimiento. Éstas fueron realizadas a compañías como la Mexican Light and Power y la Ericsson. Además de la negociación inmediata de demandas como el aumento salarial, la jornada de ocho horas, el pago de horas extras y la desaparición de los cuerpos de seguridad con los que se agredía e intimidaba a los trabajadores.
En 1916, el gobierno de Venustiano Carranza trató de imponer el pago de los salarios a los obreros en la capital del país. Esto mediante su “moneda infalsificable”, en vez del pago en oro, lo cual evitaba que el poder adquisitivo se devaluara. El Sindicato Mexicano de Electricistas –junto a organizaciones como la Federación de Sindicatos de Obreros del entonces Distrito Federal–iniciaron una serie de protestas.
En julio de 1916, el SME realizó un paro en las plantas eléctricas de Necaxa, Nonoalco, Indianilla y San Lázaro. Esta situación detonó la toma por medio de las bayonetas de las instalaciones y el arresto de los miembros del comité de huelga y del secretario general de los electricistas, Ernesto Velasco. A este último, Carranza lo condenó a la pena de muerte acusándolo de traición y rebeldía, pues el generalizado apagón detuvo las actividades en su fábrica de munición, en el fragor de la lucha revolucionaria.
A principios de septiembre y con el SME a la cabeza en el movimiento de huelga, se logró que el gobierno de Carranza echará marcha atrás a su autoritaria pretensión y ordenará retornar el pago de los salarios en oro.
A la par, la Mexican Light and Power tuvo que reconocer la antigüedad, el ajuste a los salarios, el pago por incapacidad, el otorgamiento de servicio médico, el establecimiento de la jornada de 8 horas y la indemnización de incapacidades permanentes.
Por la presión del SME y la solidaridad de las organizaciones obreras hermanas, se logró conmutar la pena de muerte por una condena de 20 años de prisión a Ernesto Velasco. Más tarde, se logró su libertad absoluta en 1918.
Al releer estos hechos, se entiende por qué fue la ardua lucha del SME, la cual fundamentó las conquistas obreras plasmadas en el artículo 123 de la Constitución de 1917, como el derecho a huelga, la contratación colectiva, el derecho a la jubilación, vivienda y la jornada de 8 horas. Éstos son los fundamentos de la seguridad social.
En los registros históricos del país, el SME estuvo presente cuando se hizo necesario asumir la defensa de la nación y su soberanía. Un ejemplo fue la expropiación petrolera de 1938 durante el gobierno de Lázaro Cárdenas.
Precisamente 2 años antes, el SME obtuvo el más absoluto respeto a su movimiento de huelga de 1936 del entonces presidente patriota. Esto derivó en varias conquistas plasmadas en un Contrato Colectivo que fue un modelo a seguir no sólo en México, sino en el Continente.
El SME fue una de las primeras organizaciones en lograr un seguro sindical para sus trabajadores activos y posteriormente para sus jubilados.
Otro de los hechos memorables fue el apoyo otorgado por nuestra centenaria organización al presidente Adolfo López Mateos, en la Nacionalización de la Industria Eléctrica, el 27 de septiembre de 1960. Los smeitas no faltamos a la encomienda del también patriota mandatario, vigilante de este sector para bien de la nación.
El SME se opuso a los intentos de privatización echados a andar por el modelo neoliberal desde Ernesto Zedillo, Vicente Fox, hasta el sexenio del espurio Felipe Calderón. Este último desapareció Luz y Fuerza del Centro como parte de la estrategia de desmantelamiento de la industria eléctrica. Asimismo, dio paso a la indiscriminada generación de energía por parte de las trasnacionales. Con éstas, firmó desventajosos contratos de compra venta de su energía, en perjuicio de las finanzas públicas.
Calderón Hinojosa tuvo en mente aniquilar al SME. Pensó que lo conseguiría con la fuerza de las armas y la represión del Estado. Sin embargo, tal como sucedió un siglo atrás con el autoritario Carranza –quien usó las bayonetas para tratar de intimidar a sus fundadores–, los electricistas se quedaron a dar la pelea en su movimiento de resistencia. Salieron adelante en la defensa de su sindicato. Además, continuaron combatiendo contra el ilegal despojo a la nación representado con el cierre de una empresa pública, la cual era propiedad de los mexicanos.
Hoy, algunas acechanzas orquestadas desde el poder han fracasado en su intención por apoderarse de un sindicato que les queda muy grande a esta generación de oportunistas. Salieron huyendo con las liquidaciones que el narcopresidente les ofreció en el 2009.
Vendieron por migajas todo el acervo histórico de lucha de sus antecesores. Sólo las personas, quienes hicieron posible que el SME llegara a sus 109 años, saben lo que cuesta y representa el pelear con dignidad por la herencia nacionalista. Desde ésta, se sigue dando la defensa de la patria y de nuestros recursos energéticos.
Martín Esparza*
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
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