En México, se desarrollan diversos movimientos que promueven la autosuficiencia en torno a nuestra alimentación y a la calidad de ésta. Es vital e imprescindible alcanzar la soberanía alimentaria. Estamos importando alrededor de 20 mil millones de dólares en alimentos. En lo que se refiere a maíz, frijol, trigo, soya y aceite, más del 40 por ciento del consumo es de importación.
Nuestro país está en los primeros lugares como importador de maíz. Aquí fue producido originalmente este cereal. Movimientos como Sin Maíz No Hay País han sido claves para desarrollar consciencia para preservar nuestras 64 especies nativas y frenar al maíz transgénico.
Además de éste, existen organizaciones como la Convención Agraria, el Movimiento Campesino Plan de Ayala, la Unión Campesina Democrática, la Central Nacional Plan de Ayala y el Movimiento Nuevo Agrarismo Mexicano que levantan la bandera del rescate del campo.
Para lograr la soberanía alimentaria hay que impulsar la agricultura urbana, la hidroponía y los huertos urbanos. Existen experiencias interesantes como la que generó el movimiento de los vecinos de Santa Bárbara en la Alameda Norte en Azcapotzalco, el Colectivo Huerta Urbana, el huerto Xochiquetzal, entre muchos otros.
Hay colectivos como el Consejo Obrero Campesino Indígena Popular (COCIP) o el Tlayolotli que promueven la conservación y manejo de los recursos naturales. Otro más es Nohusehe, el cual impulsa las ecotecnias.
La dependencia alimentaria con respecto al vecino del norte es una grave amenaza para nuestro país. Frente al sometimiento que vivimos, existen movimientos sociales como el que impulsa el Congreso de la Soberanía. Se manifiesta por la soberanía política, económica, cultural y militar. Además, está en contra de la relación de dependencia y subordinación con Estados Unidos, la cual sujeta a México e impide su plena independencia.
Para resolver sus necesidades e impulsar sus demandas de manera colectiva y organizada, comienzan a proliferar los colectivos pioneros en la implementación de salidas concretas y en la exigencia a las autoridades de atender sus derechos. A su vez, exigen la soberanía energética, financiera y en salud, sin dependencia del extranjero. Ésta sólo ha provocado adicciones, violencia y guerra en nuestro suelo.
También, hay movimientos que pelean por una política de defensa y amistad entre los pueblos. Defienden la soberanía a nivel internacional y enfrentan a las potencias con grandes sacrificios. En este rubro, se encuentran el Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba, así como diversos movimientos en apoyo a Palestina, Venezuela, Bolivia, entre otros.
De igual manera, existen movimientos, los cuales ven por los derechos de los migrantes. Desean detener la deportación de indocumentados, pues nadie es ilegal. Como seres humanos es preciso garantizar residencia legal, oportunidades y, al mismo, impedir la criminalización.
A este respecto, es importante la colaboración entre los países de Latinoamérica y el Caribe para el desarrollo soberano de cada uno. De esta manera, la paz y el arraigo a la tierra sean garantizados a la población y migrar deje de ser la única opción.
En Estados Unidos, también hay movimientos que exigen parar las sanciones y las políticas de endeudamiento, saqueo y extractivismo, así como la promoción de la venta de armas y de la violencia. Ésto está expulsando a la gente de su país de origen para alcanzar un futuro para sus familias.
Luchar por los derechos garantizados para todos –incluyendo migrantes– ha sido una de las causas defendida por diversos movimientos sociales y redes. Algunas de ellas son la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (REDODEM), Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos, Casa del Migrante Saltillo, Casa Refugiados, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, Sin Fronteras IAP y el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, AC.
De igual manera, se han destacado organizaciones como Eureka –la cual fundó Rosario Ibarra de Piedra–, el Centro Pro, el Fray Bartolomé de las Casas en Chiapas, Tlachinollan en la Montaña de Guerrero y desde luego las familias de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Han sido incansables. Así se coloca el orden del día: la lucha por la seguridad; por parar las desapariciones; por la búsqueda de los desaparecidos; y por la resolución de desplazamientos forzados.
El Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad, Vivas nos queremos, Nuestras hijas en casa, Madres buscadoras, Colectivo Voz de los desaparecidos, Sangre de mi sangre de Zacatecas y el Colectivo Hilos son algunos ejemplos. Buscan la defensa y las garantías de los derechos que nos pertenecen por el hecho de ser humanos, sin importar si somos mujeres, niños, jóvenes, migrantes, personas con discapacidad, ancianos o LGBTTT+. Luchan por la armonía entre los seres humanos y con la Madre Tierra.
La soberanía económica es clave para responder a las demandas de la población. Se necesita una economía productiva con una nueva dirección para el desarrollo de la producción, además de un consumo local, regional y nacional autosuficientes que sustenten una vida de bienestar.
Es hora de implementar el control de precios, el freno a la contaminación y la prohibición de la obsolescencia programada. Al mismo tiempo, impulsar las garantías de calidad, evitando la contaminación y despilfarro de recursos.
Es necesaria una producción que se desarrolle para beneficio social y de la Madre Tierra. Debe estar en contra del capitalismo globalizador. Para ello, ya existen iniciativas comunitarias que impulsan diversos movimientos sociales con nuevas modalidades. Establecen los bancos del tiempo, monedas comunitarias, las ferias multitrueque, entre más, para fomentar la soberanía monetaria. Dos ejemplos son la mixhuca y la mercomún.
En el movimiento que impulsa la Promotora para la Suspensión de la Deuda Pública, desde hace dos años y medio participan decenas de organizaciones y colectivos. Exigen la suspensión de pagos y la auditoría de la deuda, así como dejar de pagar el IPAB-Fobaproa, la cual es odiosa. De igual manera, piden una reforma fiscal progresiva y el impuesto a la riqueza para que el gobierno disponga de recursos necesarios.
En México, durante la Independencia se suspendieron los pagos, igual tras la Reforma. En 1914, sucedió lo mismo en la Revolución. Vicente Guerrero, Valentín Gómez Farías, Benito Juárez y los gobiernos posrevolucionarios hasta Cárdenas lo hicieron.
Los conservadores Anastasio Bustamante, Lucas Alamán, Santa Anna, Porfirio Díaz y el PRIAN siguieron pagando y aumentaron la deuda. En 2022, pagamos 792 mil millones de pesos en tiempo de postpandemia: un tiempo de grave crisis económica para muchas familias. Es hora de suspender pagos y dar prioridad al problema interno y al pago de la secular deuda social.
Resolver las exigencias de los movimientos sociales pasa por resolver problemas de financiamiento. Ante las demandas populares, la respuesta corriente es “no hay presupuesto”, “no hay dinero”. Sin embargo, sí lo habría si se suspende y negocia el pago de la deuda. De esta manera, se contaría con cerca de 2 billones 500 mil millones. Además, se aligeraría el peso tras un acuerdo exitoso.
Por lo pronto es urgente dejar ya de pagar el IPAB-Fobaproa. Ya se ha pagado el doble y resta otro tanto en los siguientes 70 años. Esta deuda pertenecía a los banqueros, no del pueblo. Por lo tanto, son ellos los que la deben pagar.
Asimismo, rompieron récord de ganancias el último año. Obtuvieron 236 mil millones. En el primer cuatrimestre de 2023, consiguieron 92 mil millones de pesos, una cifra sin precedente. Con una reforma fiscal progresiva, se pueden obtener billones de pesos adicionales.
Actualmente, el impuesto sobre la renta para la población es de 35 por ciento. Sin embargo, las corporaciones pagan el 2.4 por ciento, y las mineras, sólo 0.02 por ciento, según ha informado la secretaria de Economía, Raquel Buenrostro.
La situación actual exige una reforma fiscal para que México deje de ser uno de los países, en donde menos se pagan impuestos. Ocupa el último lugar de recaudación en países de la OCDE. El pago de impuestos como porcentaje del Producto Interno Bruto fue sólo del 16.5 por ciento. Mientras que en Dinamarca se pagó 46.3; en Francia, 45.4 por ciento, y en Estados Unidos, 24.5 por ciento.
Hoy por hoy, quien más gana debe pagar más y no al revés. También se requiere de un impuesto a las grandes fortunas. Entre 2019 y 2021, por cada 100 pesos de riqueza que se crearon, 21 pesos se fueron al 1 por ciento más rico. Apenas 0.40 pesos van al 50 por ciento más pobre. Las fortunas de los súper ricos crecieron 117 veces más rápido que el resto de la economía. Ésto sin pagar ni un peso más por estas ganancias extraordinarias.
Los súper ricos fueron los grandes ganadores en México. Han visto crecer sus fortunas en un tercio desde el inicio de la pandemia hasta noviembre de 2022. En cambio, la economía nacional creció apenas en 0.28 por ciento en ese mismo período, reveló la organización Oxfam México.
Con esas tres medidas –suspensión y auditoría a la deuda pública, reforma fiscal progresiva e impuesto a las grandes fortunas–, el presupuesto que se sumó en 2023 –8 billones 200 mil millones– podría aumentar cerca de un 50 por ciento en 2024. Habría recursos suficientes para atender problemas urgentes de seguridad, empleo, salud, vivienda, educación, etcétera.
El Estado debe recuperar su papel en la economía. A nivel financiero, hay que regular inversiones con un sentido social y ecológico que favorezcan la soberanía del país, así como el desarrollo tecnológico propio con producción de calidad, además de incentivar la innovación. Es necesario frenar las corporaciones, el extractivismo y el saqueo. Es indispensable cancelar concesiones mineras que contaminen y afecten a los trabajadores y las comunidades.
Hace falta una gran movilización popular para que se garanticen los derechos de la población. Lograr que las soluciones y alternativas –existente y a la vista– se concreten. Será el pueblo en unidad de acción, quien va a lograr que prevalezcan los intereses de la sociedad, sobre las grandes potencias extranjeras y la oligarquía local que hoy predominan.
Los movimientos sociales en México se desarrollan por todas partes y en todos los sectores. La unidad y articulación entre éstos empujan la agenda de la ciudadanía. De esta manera, podrán hacer posible la profunda transformación de la vida actual y lograr la paz, la justicia, la democracia y la equidad. (Continuará).
Pablo Moctezuma Barragán/Segunda parte*
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