Teteles, Puebla. Una densa neblina cubre por las tardes este municipio enclavado en la Sierra Norte del estado, en cuyo centro se yergue arrogante el templo dominico de la virgen del Rosario erigido en 1736, frente a un no menos altivo palacio municipal. Apenas los separa una explanada donde merodean lugareños, perros callejeros y una patrulla que resguarda el recinto oficial.
A un costado de ambos edificios y bordeada por el oriente, se alza orgullosa con sus casi 100 años de existencia la Escuela Normal Rural Carmen Serdán, de mujeres. Un complejo educativo con aulas, canchas deportivas, dormitorios, granjas, tierras de cultivo, un teatro donde 420 alumnas aprenden baile, música, danza, teatro y se realizan eventos culturales.
“¡Gloria eterna al marxismo-leninismo!”, se lee en una de las paredes de los dormitorios, ceñida por las efigies de Carlos Marx, Federico Engels y Vladmir Ilich Lenin. Otro más enmarca la figura de Ernesto Guevara, el Che, llamando a “¡crear uno, dos, tres Vietnam!” Las bardas que rodean la escuela consignan el pensamiento que nutre la ideología política de las normalistas: “¡La victoria de la Revolución será la dictadura del proletariado y el campesinado!”
Las proclamas no sólo están en las paredes que rodean a la institución, también en su interior lucen bien conservadas convocatorias contra el statu quo, mezcladas con pensamientos de la heroína de la Revolución Mexicana, Carmen Serdán, frente a murales con la hoz y el martillo, símbolo perdurable que las inspira a luchar por una sociedad más justa, a una generación de la caída del bloque socialista.
—¿Qué significado tiene para ustedes esta alegoría de consignas y murales que evocan un pasado en el que ustedes aún no habían nacido?
—Representa los ideales por los que luchamos, la educación para combatir la ignorancia, el analfabetismo, abrir el panorama. Saber de teorías que, en su momento, hicieron por el pueblo lo más que pudieron; compartir nuestros conocimientos, ayudar al pueblo porque sabemos que el gobierno quiere privatizar la educación para que el pueblo siga sumiso para que lo puedan manejar a su antojo –dice la normalista rural María.
“Nos preparamos para enseñar a leer y a escribir a los niños de pueblos marginados, a que se desarrollen, que sepan lo que aqueja a nuestra sociedad. A exigir lo que por derecho nos corresponde. Sabemos que un pueblo que no está educado es un pueblo que no exige sus derechos.”
La integrante del Comité Estudiantil agrega: “no exigimos de más. No queremos que se nos dé a manos llenas, sino simplemente lo necesario, lo que nos corresponde”.
Explica que el gobierno estatal las tacha de “revoltosas” porque de cierta manera “les llevamos la contraria. Nosotras observamos lo que ocurre a nuestro alrededor, que hay tanta delincuencia, problemas sociales; buscamos la mejora del pueblo”.
“¡Si no eres parte de la solución, eres parte del problema, actúa!”; “Si los jóvenes no asumen la dirección de su país, nadie va a venir a salvárselo”; “¡La única lucha que se pierde es la que se abandona!”, proclamas que enmarcan la fachada principal de la normal rural de Teteles, del náhuatl “Montón de Piedras” en alusión a 23 montículos arqueológicos ubicados al norte del poblado.
El gobierno de Barbosa, de filiación morenista, firmó en 2019 un acuerdo con las normalistas con la promesa de atender las carencias de la institución. Dotación de literas y colchones, obras de remodelación de aulas del instituto pedagógico y de preescolar quedaron inconclusas, mejoras de la biblioteca y mobiliario, así como un kit escolar de material didáctico para realizar prácticas escolares y mejora a la ración alimenticia. Ante el incumplimiento, las normalistas realizan boteos para solventar al menos el tema del comedor.
“El gobernador del estado se comprometió a que se nos iba a estar entregando cada semestre un kit educativo, sólo nos llegó uno. En la biblioteca faltan libros”, se queja Silvia, una de las normalistas entrevistadas.
Rosa, otra estudiante, arguye que en respuesta a su pliego petitorio, el gobierno sólo prometió resolver lo relativo al Capítulo 2000 del presupuesto, no así el capítulo 3000, que contempla la compra de computadoras. Los recursos tecnológicos entran en el capítulo 5000 del Presupuesto Federal.
“Sólo contamos con 50 computadoras de escritorio; no todas funcionan. Hemos hecho la petición de computadoras para cada una de las estudiantes, pero el gobierno responde que no se puede porque no está dentro del presupuesto”, refiere.
De las carencias materiales, falta la remodelación en el sector asistencial y pedagógico, pintura, mobiliario del comedor y la cocina, reparación de los baños, mantenimiento de la escuela.
“Tenemos club de danza y club de rondalla. También tenemos club de voleibol, futbol y basquetbol; no contamos con el material necesario para implementar otros clubs, como de ajedrez o juegos de mesa, tampoco televisiones o aplicaciones para ver otros contenidos de entretenimiento.”
“En nuestra institución no hemos sentido la presencia del nuevo gobierno de la Cuarta Transformación porque seguimos exigiendo prácticamente lo mismo desde años atrás. Llamamos a que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador cumpla lo que prometió, de apoyar a las Normales Rurales”, exige una de las normalistas.
Señala haber tenido contacto con la subsecretaria de Educación Pública de Puebla, América Rosas Tapia, para tratar su pliego de demandas; sin embargo, pese a que el gobierno federal destina recursos para las normales rurales, “cuando llega al estado no se sabe si llega completo. El mismo presidente reconoce que hay desvío de fondos”.
Agrega que el último contacto con el gobierno de Puebla fue el 13 de junio de 2021. “Nos dijeron que se están haciendo los trámites necesarios para que nos hagan llegar el recurso, y sólo contamos con 1 millón del presupuesto y eso es muy poco”.
Explica que las estudiantes no administran las partidas, sino el director de la escuela. “Hace año y medio cambiaron a nuestros directivos, porque había desvío de recursos. Se habló con Gobernación estatal y consintieron en cambiarlo; se eligió al maestro que está actualmente, con quien se tiene una comunicación constante”.
En cuanto a la rendición de cuentas, basta un ejemplo: “Una piscina que fue un proyecto fantasma porque en la Subsecretaría de Finanzas de la Secretaría de Educación Pública local sí justificó el gasto, pero en la normal no vemos la obra que se suponía que tenía que estar lista. Se realizó una auditoría en la que se mostró que sí había desvío de fondos”.
Otras obras que se encuentran en la misma situación: “la remodelación de la pista, entubar el agua que nos llega de un manantial desde hace 2 años. Todavía no ingresábamos a la normal cuando estas obras se encontraban en las mismas condiciones; ya lo manejamos como un hecho dentro de la institución. Tenemos conocimiento de que estas obras se debieron de haber entregado en junio”.
En Teteles también demandan apoyo para los proyectos productivos, es decir, los módulos de producción agropecuaria, como fertilizante y alimento para animales que tienen un alto costo.
Rosa señala que las autoridades luego se quejan de las movilizaciones que realizan las estudiantes. Pero “para que nos hagan caso se tiene que hacer presión, mediante actividades pacíficas, como repartir volantes para externarle a la población la problemática que nos aqueja. Hemos hecho actividades de boteo para sustentarnos porque lo que nos llega como ración de alimentos no es suficiente.
“Cuando nosotras estábamos en primero, las compañeras de tercero, segundo y cuarto año nos compartían de su ración de alimentos porque no se no se abastece a todas las estudiantes la ración del almuerzo, la comida y la cena para todas desde 2019.”
El presupuesto de la Escuela Normal Rural de Teteles es de 1 millón de pesos al año, apenas para cubrir 60 por ciento de las necesidades de las estudiantes, el resto lo pagan ellas como pueden. “No buscamos vivir con lujos, sino sólo con lo necesario, para trasladarnos diario, a veces hasta por 15 días, y en el caso de compañeras que están en cuarto año, casi un mes”, dice María.
Esta escuela cuenta con tres licenciaturas: educación primaria, enseñanza y aprendizaje en telesecundaria y educación preescolar. Todas están orientadas a realizar prácticas con los alumnos mediante educación igualitaria, para que piensen y sean más críticos. “Buscamos ser analíticas y reflexivas y transmitirlo a otros lugares, donde hacemos nuestras prácticas”.
Silvia explica que se cuenta con la bibliografía necesaria para cada licenciatura: las teorías y modelos de aprendizaje de diversos autores, libros de sociología, psicología, y cita como ejemplo a Sigmund Freud.
Además del plan de estudios oficial, las normalistas estudian materias adicionales para comprender la situación material y espiritual de los pueblos a donde irán a enseñar a alumnos marginados, como ética, materialismo histórico y obras de Marx, Engels, Lenin, Che Guevara.
“Son lecturas necesarias para entender las problemáticas que se viven en diversos lugares. Analizamos y reflexionamos sobre estas situaciones para darnos cuenta de cómo podemos ayudar a la población, qué estrategias podemos utilizar o qué gestiones podemos hacer para mejorar escuelas y enseñar una educación que pueda formar a los alumnos críticos, para que tengan una mejor calidad de vida.
“Llevamos la educación a los lugares más marginados del país, mediante estrategias para que los alumnos aprendan, acorde las prácticas y programas de estudio y para que los niños comprendan mejor los contenidos de las materias”, señala María.
Agrega que “en cualquier parte de la República es necesario esta educación porque en algunas sierras los maestros urbanos no quieren ir. Somos nosotras, las normalistas rurales las que vamos a lugares marginados porque salimos con ese perfil al egresar, con las características necesarias para poder llevar a cabo este trabajo”.
Algunas materias hablan de la educación socialista, problemas socioeconómicos y políticos, en las que reflexionan acerca de las comunidades y los problemas que enfrentan, para crear mejores estrategias, pues, además del plan y programa de estudio estipulado, las normales tienen su propio programa de estudios.
Las estudiantes señalan que la licenciatura en educación, enseñanza y aprendizaje de telesecundaria les enseña que en este tipo de escuelas hay un solo profesor que imparte todas las materias. Por ello consideran que es necesario cambiar el plan y programas de estudio. De igual forma, dicen, en el aula multigrado se educa a niños que tienen diferentes edades y cursan distintos grados de estudio.
María explica que “al presupuesto de la SEP no tenemos acceso, lo administran los directivos. En el sector pedagógico está el director, el subdirector, las secretarias y los profesores; los pone la SEP y son los que aplican los planes y programas de estudio”.
De su formación, expone que otras formas de conocimiento son las que obtienen en los modulos: “sembramos maíz, criamos borregos, conejos, puercos, pollos, patos y los vendemos para complementar el presupuesto. Ofrecemos este servicio a algunas escuelas, limpiamos, realizamos actividades culturales”.
Añade que sus “maestros son buenos: cumplen con su trabajo y sienten empatía para transmitir los conocimientos necesarios para llevarlos a los lugares más marginados, principalmente la sierra donde casi no hay agua, electricidad, ni transporte.”
Contralínea solicitó entrevista con el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, y con el secretario de Educación Pública estatal, Melitón Lozano Pérez, para que aclararan los recortes al presupuesto de la normal y la falta de cumplimiento de los acuerdos alcanzados con las normalistas rurales. Sin embargo, hasta el cierre de edición no hubo respuesta.
A partir de la Revolución de 1910 se ve la necesidad de que los pueblos marginados tengan docentes con las características, que puedan impartir bien en esas comunidades. En 1925 se crea la institución en Izúcar de Matamoros, Puebla, pero no se consideraba Normal Rural solo como Escuela Normal tipo.
En 1926 se fundan las demás escuelas normales y reciben el nombre genérico de Normales Rurales. En 1931 migra la escuela de Izúcar de Matamoros a Tlatlauquitepec, con alumnado mixto. Posteriormente se muda a Xochiapulco, donde recibe el nombre del normalista Basilio Badillo. Después de enfrentar otros problemas, se muda nuevamente la escuela de Tlatlauquitepec, en Hueyapan.
En 1936 se convierte en la Escuela Regional Campesina y en 1941 vuelve a ser Escuela Normal Rural. Posteriormente, en 1944, se buscan otros lugares donde pueda fundar la escuela en Hueyapan. A causa de otros factores vuelve a migrar la institución y el 1959 migra a Teteles de Ávila Castillo, Puebla, y en 1962 se le otorga el nombre de Carmen Serdán.
En 1935 se reunieron diversas normales para formar la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, con el propósito de formar maestros capaces de llevar la educación a los lugares más recónditos.
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