Un nuevo análisis científico elaborado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt) de México sostiene que existen riesgos inaceptables para la salud de los mexicanos que consumen maíz modificado genéticamente y glifosato, el herbicida más utilizado del mundo.
El documento de 200 páginas con 1 mil 200 referencias –publicado aquí por primera vez en inglés– sustenta la decisión de México de 2023 de restringir el uso de maíz transgénico en tortillas y otros productos de maíz mínimamente procesados, y de eliminar gradualmente el uso de glifosato. Estados Unidos impugnó esas políticas por considerarlas prácticas comerciales desleales en el marco del Tratado Mexico-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Se espera una decisión en ese caso de forma inminente.
Sea cual sea el fallo, la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha afirmado que su gobierno no permitirá el cultivo de maíz transgénico. Y anunció recientemente que intentará incluir restricciones al maíz transgénico en la Constitución mexicana; “es la mejor defensa que tenemos para la biodiversidad y para nuestra salud”, afirmó.
La postura de México a favor de la soberanía alimentaria y las pruebas científicas que reunió para respaldar su caso tienen relevancia mundial, ya que las naciones del Sur Global se enfrentan a leyes sobre semillas que abrirían las puertas a los alimentos transgénicos. También se produce en un momento en que los consumidores estadunidenses están perdiendo la fe en la seguridad de nuestro suministro de alimentos, según una reciente encuesta de Gallup.
Revisión de la ciencia del siglo XXI
El informe del Conahcyt y los análisis científicos conexos presentados al tribunal comercial figuran entre las revisiones más exhaustivas realizadas hasta la fecha de las pruebas científicas actuales sobre los riesgos para la salud del maíz transgénico y el glifosato.
“El Conahcyt hizo una revisión exhaustiva de la literatura científica”, explicó María Elena Álvarez-Buylla, exdirectora del Consejo hasta septiembre pasado y dirigió el esfuerzo de revisión de la evidencia científica que sustenta la política de maíz de México. Álvarez-Buylla es una galardonada genetista molecular y profesora de genética molecular, epigenética y desarrollo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Concluimos que la evidencia era más que suficiente para restringir, por precaución, el uso de maíz transgénico y su agroquímico asociado, el glifosato, en las cadenas de suministro de alimentos del país”, dijo Álvarez-Buylla en una entrevista con U.S. Right to Know.
Los estudios científicos a los que México hace referencia “muestran muy claramente los riesgos de la siembra y consumo de maíz transgénico en tortillas y masa”, dijo Álvarez-Bullya. “Hay que recordar que en México consumimos directamente mucho más maíz que en cualquier parte del mundo, de medio kilo a un kilo diario”.
El informe científico del Conahcyt es “excelente” y está “brillantemente presentado”, dijo Michael Hansen, científico jefe de defensa de Consumers Union. “Es tan superior a todo lo que ha publicado Estados Unidos que ni siquiera se le parece”, afirmó.
La investigación no ha demostrado que el maíz transgénico sea perjudicial para la salud, pero los nuevos datos científicos apuntan a menudo a la posibilidad de efectos sobre la salud que deben tomarse en serio e investigarse, afirmó Hansen. “En conjunto, está claro que no se puede decir que este maíz transgénico sea seguro”, dijo Hansen. “Obviamente hay mucho humo”, sentenció.
Comentó que las evaluaciones de seguridad de Estados Unidos para los alimentos transgénicos y el glifosato se basan en la ciencia de hace décadas. EU está “usando ciencia del siglo XX y aquí tenemos ciencia del siglo XXI”, aseveró.
Riesgos del glifosato para la salud
Múltiples líneas de evidencia relacionan el glifosato o los herbicidas a base de glifosato con una serie de efectos sobre la salud, como daños hepáticos y renales, problemas reproductivos, alteración del microbioma y cáncer, entre otros problemas.
Las pruebas incluyen estudios epidemiológicos a largo plazo publicados recientemente, muchos estudios bien controlados en animales, datos sólidos sobre la exposición y nuevas técnicas en el campo de la ómica que permiten a los investigadores estudiar conjuntos de datos biológicos a gran escala para comprender las interacciones y funciones de las moléculas en los sistemas vivos.
El informe de México presenta docenas de estudios de revistas científicas revisadas por expertos que relacionan estos y otros efectos sobre la salud con el consumo de maíz transgénico y la exposición a los residuos de glifosato que suelen acompañarlo, ya que el 80 por ciento del maíz estadunidense se rocía con herbicidas a base de glifosato.
Estados Unidos se negó a impugnar las restricciones al glifosato impuestas por México en la demanda comercial que presentó contra las restricciones al maíz transgénico. Los litigios en EU han establecido una clara relación entre los herbicidas a base de glifosato y el linfoma no Hodgkin, y Bayer es ahora responsable de más de 11 mil millones de dólares en daños y perjuicios.
La mayoría de las indemnizaciones por daños y perjuicios se han concedido a personas expuestas directamente a herbicidas a base de glifosato: paisajistas, trabajadores agrícolas e incluso jardineros domésticos que lo aplicaron. Pero la literatura científica que cita México ofrece múltiples líneas de evidencia de que los riesgos para la salud van más allá del linfoma no Hodgkin, y sugieren que la presencia de bajo nivel en los residuos encontrados en los alimentos es motivo de preocupación, especialmente para las personas que consumen grandes cantidades de maíz no procesado.
Por ejemplo, el informe cita un gran número de pruebas que relacionan sistemáticamente el glifosato con problemas hepáticos, incluida la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por su sigla en inglés), una enfermedad que está aumentando en los adolescentes estadunidenses. Esto incluye estudios epidemiológicos a largo plazo, como un estudio de 2023 que relaciona la exposición al glifosato durante toda la vida de los niños de California con el daño hepático en la adolescencia, y un estudio de 2020 que muestra niveles más altos de glifosato en la orina de personas con una enfermedad hepática asociada a la NAFLD.
Los estudios en animales también encuentran problemas hepáticos en los animales expuestos al glifosato, incluyendo un estudio de 2015 y un seguimiento de 2017 utilizando técnicas ómicas para mostrar NAFLD en animales de laboratorio expuestos a “dosis ultra bajas” de glifosato.
Pruebas epidemiológicas recientes también relacionan una mayor exposición al glifosato en los primeros años de vida con el cáncer, un desarrollo neurológico temprano adverso, un menor peso al nacer y efectos reproductivos al nacer, efectos que también aparecen en animales de laboratorio expuestos al glifosato.
Estudios independientes plantean dudas sobre el maíz Bt
En cuanto al maíz transgénico, el mayor factor de riesgo identificado en la literatura científica procede del maíz Bt, las variedades transgénicas diseñadas para incluir proteínas de la bacteria Bt que son tóxicas para el barrenador europeo del maíz e insectos similares. Al insertar la toxina Bt, este insecticida permanece presente en todas las partes de la planta, incluidos los granos de maíz cuando se cosechan. El insecticida actúa dañando el tracto gastrointestinal de los insectos objetivo cuando consumen la planta en el campo, y la preocupación es que también pueda tener efectos nocivos en animales no objetivo, incluidos los humanos.
Estados Unidos basa sus garantías de seguridad en estudios encargados por las empresas que concluyen que el maíz transgénico es “sustancialmente equivalente” al maíz normal y que no hay pruebas de daños.
Sin embargo, estudios realizados en animales por científicos independientes han relacionado el maíz transgénico con una serie de efectos sobre la salud, como efectos sobre la fertilidad masculina, alteraciones inmunológicas, toxicidad renal y hepática, y daños en el aparato digestivo, el hígado y el páncreas.
Según Michael Antoniou, catedrático de genética molecular y toxicología del King’s College de Londres, que presentó a el T-MEC su testimonio como experto sobre las pruebas que suscitan preocupación sanitaria, los problemas de salud son potencialmente importantes para una población que consume niveles tan elevados de maíz mínimamente procesado.
Antoniou describe “un gran número de pruebas procedentes de estudios de toxicidad en animales de laboratorio bien controlados que demuestran que los agentes tóxicos presentes en el maíz transgénico dañan múltiples sistemas fisiológicos”. Entre ellos se encuentran las proteínas insecticidas vegetativas (Bt/VIP), algunas de las cuales son altamente inmunógenas.
Un “consumidor de maíz estadunidense probablemente esté ingiriendo múltiples proteínas de toxinas Bt/VIP, así como los residuos de múltiples herbicidas y otros pesticidas”, escribió Antoniou.
En una entrevista concedida a U.S. Right to Know, Antoniou afirmó que “existen pruebas de que el maíz transgénico es perjudicial en los estudios sobre alimentación animal”. Según Antoniou, no es posible determinar si estos efectos se deben a “la propia toxina Bt, a residuos de plaguicidas, a alteraciones bioquímicas derivadas del propio proceso transgénico, a daños en el ADN” o a una combinación de factores. Pero su informe señala muchos estudios que muestran “importantes diferencias de composición entre las variedades de cultivos modificados y no modificados genéticamente” que “demuestran que el proceso de transformación transgénica puede dar lugar a cambios de composición no deseados tanto a nivel de proteínas como de metabolitos, derivados de los efectos dañinos para el ADN de este procedimiento”.
Y concluye: “el consumo de maíz transgénico estadunidense importado a los altos niveles típicos de los ciudadanos mexicanos tiene el potencial de provocar graves consecuencias negativas para la salud.”
Para complicar aún más el panorama de riesgos, las variedades de maíz transgénico tienen ahora rasgos transgénicos “apilados”, lo que significa que las empresas están añadiendo varios genes tolerantes a herbicidas y genes insecticidas Bt en una sola planta de maíz. Los nuevos datos presentados al USMCA por Amigos de la Tierra EU informan de que las plantas transgénicas muestran ahora una “concentración mucho mayor” de toxinas Bt que plantean problemas de salud.
“Las primeras variedades de maíz transgénico de finales de la década de 1990 expresaban de 2 ppm a 6 ppm (partes por millón) de una o dos toxinas Bt en los granos de maíz, la parte de la planta que come la gente”, explicó Charles Benbrook, uno de los autores de la comunicación. “Las principales variedades de maíz transgénico actuales expresan de cuatro a siete toxinas en los granos de maíz y a niveles mucho más altos, de 50 ppm a 100 ppm. ¿Por qué este gran aumento? Porque los insectos objetivo se vuelven más tolerantes a las toxinas Bt con el tiempo y, finalmente, totalmente resistentes. Esto obliga a la industria biotecnológica de semillas a añadir nuevas toxinas transgénicas y a diseñar las plantas para que las expresen a niveles mucho más altos. Esto puede ayudar a matar más insectos durante un corto periodo de tiempo, pero también aumenta constantemente los riesgos para la seguridad alimentaria humana.”
Argumentos científicos estadunidenses
Es importante señalar que México invocó el principio de precaución en su análisis científico. Este enfoque de gestión de riesgos exige tomar medidas preventivas ante la incertidumbre, especialmente cuando existe la posibilidad de que se produzcan daños graves o irreversibles para la salud, el medio ambiente o la sociedad. México también dijo que la carga de la prueba de la inocuidad del maíz transgénico y el glifosato recae en el gobierno de Estados Unidos.
La posición de Estados Unidos es que el maíz transgénico es seguro. “El enfoque de México sobre la biotecnología no se basa en la ciencia y va en contra de décadas de pruebas que demuestran su seguridad y el riguroso sistema de revisión regulatoria basado en la ciencia que garantiza que no representa ningún daño para la salud humana y el medio ambiente”, dijo el entonces secretario de Agricultura de Estados Unidos, Tom Vilsack, en agosto de 2023, cuando EU presentó la disputa comercial.
En el curso del proceso de disputa comercial del T-MEC, el gobierno de Estados Unidos tuvo la oportunidad de refutar los argumentos de México. Esa habría sido una oportunidad para examinar la evidencia científica y refutarla con pruebas de fallas en los estudios que México citó o que pusieran en duda sus conclusiones. En lugar de ello, el gobierno estadunidense reiteró en gran medida su base de pruebas existente. Ninguno de los estudios sobre el glifosato fue siquiera reconocido por Estados Unidos, y mucho menos refutado.
En su refutación, EU incluyó un anexo científico que refuta estudios específicos citados por México en unas pocas frases. Las respuestas del gobierno mexicano ofrecían críticas detalladas punto por punto de las respuestas estadunidenses.
Víctor Suárez, entonces subsecretario de Agricultura de México, dijo a Reuters en marzo: “hasta el día de hoy no hemos visto ningún estudio científico que hayan presentado Estados Unidos y las empresas sobre la inocuidad del consumo continuado durante años. Así que no hay base científica para que Estados Unidos y las empresas afirmen que su maíz es seguro”.
En opinión de los funcionarios mexicanos, Estados Unidos tiene la carga de la prueba de demostrar que su maíz transgénico es seguro, y no lo ha hecho.
“La investigación por parte de EU fue bastante pobre”, dijo Álvarez-Bullya, exdirectora del Conahcyt. “La refutación de Estados Unidos no contaba con evidencia científica actualizada. Sus anexos científicos ignoraban muchos de los estudios, desestimaban la ciencia independiente y seguían citando ciencia llena de conflictos de interés.”
El profesor Michael Antoniou, biólogo molecular y toxicólogo con un amplio historial de publicaciones, coincide en que los argumentos de Estados Unidos son débiles y se basan en datos científicos obsoletos. En su opinión, los argumentos de México para restringir el maíz transgénico y el glifosato están “basados en pruebas, no son políticos, ni económicos, ni conflictivos. Creo que han hecho el mejor esfuerzo posible para demostrar que su posición está basada en pruebas.”
Michael Hansen, de Consumers Union, está de acuerdo con esa valoración y afirma: “si la resolución del litigio comercial se basa en la ciencia, está muy claro quién debe ganar, porque Estados Unidos no tiene la ciencia de su parte”.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha declarado públicamente su compromiso de restringir el cultivo de maíz transgénico y el consumo humano directo independientemente del fallo del T-MEC, y su gobierno buscará un plan para restringir el maíz transgénico en la Constitución de México.
“Si hay un cambio constitucional que haga valer la protección del alimento básico de México, eso contribuirá a largo plazo a cuidar nuestro sistema alimentario, nuestro medio ambiente y nuestra salud”, dice la doctora Álvarez-Buylla. “Es muy, muy importante mantener las tortillas y todos los alimentos derivados del maíz en México libres de transgénicos y glifosato”.
La postura de México de mantener fuera el maíz transgénico pase lo que pase “sienta un precedente importante para el mundo”, dijo Antoniou, “y por eso Estados Unidos está luchando tanto contra ella.”
U.S. Right to Know, 27 de noviembre de 2024
Timothy A. Wise y Stacy Malkan
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