FOTO: CUARTOSCURO.COM
Con pasos calmados se dirigen Carla, Marta y Elvira. En sus manos sostienen un lirio de agua, flor que con su blancura pinta de esperanza el (anti)monumento que rinde tributo a los 65 mineros de carbón que perdieron la vida en Pasta de Conchos, Coahuila, hace ya 19 años, y que apenas unos meses atrás comenzaron a recuperarse los restos de sus cuerpos, 12 al día de hoy.
El pasado 8 de febrero, Guillermo Iglesias Ramos por fin fue velado por su familia. Un día antes, su hija Marta Iglesias estaba en la Fiscalía General de la República, en la Ciudad de México, para identificar a su padre, acompañada de la incertidumbre sobre cómo saber si en realidad era él.
“Hay características que presentan nuestros seres queridos […] que nos hacen pensar que” son ellos, dice Marta. Por tal motivo, para ella fue clave ver y analizar la dentadura de su padre, que reflejaba la fortaleza de un hombre sin lesiones y sin quebraduras, como lo describe.
Un largo camino
“Estoy contenta que mi papá haya salido ya, pronto, y que se cortaron mis tiempos de espera. De espera en el cuerpo, ¿verdad?”, añade Marta durante la misa celebrada en el antimonumento, en Paseo de la Reforma, a la altura de la Bolsa Mexicana de Valores, el pasado 19 de febrero, fecha que marcó un nuevo aniversario desde el siniestro, ocurrido en 2006, en el sexenio del panista Vicente Fox Quesada.
Pero para llegar hasta aquí, tuvieron que pasar muchos días lluviosos, soleados, nublados; llenos de exigencias a los gobiernos y a la empresa para que hicieran los trabajos de rescate, cancelados en abril de 2007 con la excusa de que era peligroso, incluso cuando ya se habían recuperado los cuerpos de dos mineros.
Más de 17 años después, en junio de 2024, se recuperó el cuerpo de José Alfredo Ordóñez Martínez, el primero de los restantes 63. Ello tras cinco años de iniciado el Plan Integral de Reparación y Justicia en Pasta de Conchos, elaborado por el gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador. A la fecha, ya son 12 los restos recuperados de mineros y cinco identificados.
Es un hecho que causa alegría, señala Elvira Martínez en el evento; no obstante, las familias también llegaron a este aniversario “con coraje, con furia de que se ha demostrado que el rescate siempre fue posible. Siempre desde que lo dijimos, el rescate pudo ser posible. ¿Por qué dejaron que pasaran 19 años esperando a las familias para poder volverlos a ver? […] Cuando se trataba solamente de una voluntad, de un querer, de querer atender a las familias en un derecho muy justo, porque no solamente nos los mataron, también nos lo negaron”.
Pone el foco en Javier Lozano Alarcón, quien fuera secretario del Trabajo de diciembre de 2006 a 2011, en la administración de Felipe Calderón. “Siempre nos trató de una mala manera, muy déspota, muy insensible y fue quien determinó que el rescate no era viable”; sin embargo, continúa Elvira, hoy “yo le puedo decir a él que los hechos dicen otra cosa y que queda claro que siempre mintieron, y siempre estuvieron protegiendo los intereses de las empresas”.
Los gobiernos Fox, Calderón y Peña Nieto protegieron a la empresa Industrial Minera México SA de CV, de Grupo México –propiedad de Germán Larrea, la segunda persona más rica del país–, y quienes nunca han dado la cara a las familias, dice Carla María Hernández en entrevista para Contralínea, sobrina de Ricardo Hernández Rocha, minero que aún se mantiene atrapado en Pasta de Conchos.
Una historia de negligencia y falta de voluntad
Todos los días, la familia esperaba al tío Ricardo. Él era el encargado de llevar el refresco, que posteriormente se tomaban juntos afuera de la casa. La noche anterior al 19 de febrero de 2006, llegó a la mina 8 Unidad Pasta de Conchos para cubrir su turno nocturno. A las 2 de la mañana, una explosión por acumulación de gas metano lo dejó atrapado junto a 64 compañeros, así como dejó con quemaduras de primer y segundo grado a otros 11 mineros que sí salieron.
“Yo estaba durmiendo en mi casa y llega mi hermano, porque la esposa de mi tío estaba gritando que pasó un accidente en la mina”, narra Carla María, al viajar por sus recuerdos de aquel momento. “Desde el día uno, las primeras horas, fue puro estar esperando. Esperamos buenas noticias, sin embargo, de repente” les informaron que “ya están muertos”.
El tío Rica, como lo nombra, “era una persona admirable”, recuerda Carla, quien todavía lo espera. La esperanza, esta vez, de que sea una de las próximas 51 recuperaciones de restos que aún se encuentran atrapados en el lugar.
“Ahorita yo todo lo miro como que ya es felicidad porque ya van a llegar”, dice. Su esperanza también se finca en recuperar a su padre, de 60 años, quien tras la tragedia fue consumido por la depresión. “Yo te puedo decir: yo perdí a mi padre en el momento que era puro Pasta de Conchos […], su vida era Pasta de Conchos [para] esperar a su hermano”, continúa, con voz cortada y lágrimas en el rostro.
“Sí destruye a una familia emocionalmente”, asegura Marta. “En este caso eran mis padres, son los muros de la familia”. Su papá era pelotero, continúa, jugaba béisbol y era árbitro para tener un ingreso extra y poder mantener a sus cinco hijos, ya que su salario como carbonero no bastaba. Ahí “era líder de cuadrilla y manejaba la máquina del minero continuo […], ahora él está reposando con mi mamá. Están juntos, que era el deseo de mi madre”.
Antes de fallecer, dice Marta, su padre Guillermo Iglesias les comentaba que en “ciertas partes de la mina había mucho gas”. También se quejaba de la falta de un ventilador, porque “ellos ya tenían mucho calor. Y realmente a mi papá me lo dieron así: en un calzón y en una playera. ¿Qué quiere decir, verdad?, que sí estaba muy caliente abajo”, argumenta su hija junto a una foto de su papá, quien posaba en una cancha de béisbol.
Mineros de carbón: trabajar en la precariedad
“Una gran cantidad de minas de la zona carbonífera [de Coahuila] no cuentan con condiciones de trabajo que garanticen la seguridad de sus trabajadores, quienes además carecen del equipo y/o de la capacitación necesaria para realizar sus labores de acuerdo con las condiciones de seguridad e higiene que señala la normatividad”, advertía la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en noviembre de 2011, tras visitar diversos puntos de extracción.
La Organización Familia Pasta de Conchos, por su parte, había alertado que los pozos no cuentan con salida de emergencia y los trabajadores tienen que usar equipos propios, entre otras cosas.
No tuvo que haber sido así, pues en julio de 2004 la Delegación Federal del Trabajo, de la Secretaría del Trabajo (STPS), inspeccionó a la empresa Industrial Minera México. Señaló “48 faltas u observaciones al Reglamento de Seguridad, Higiene y Medio Ambiente”; así como notó que “no contaba con los 19 documentales que le fueron requeridas en materia de seguridad e higiene y de protección civil”, evidencia la CNDH en el expediente 2006/883/2/Q.
No obstante, la dependencia no clausuró la mina. Por tanto, la CNDH “acredita violación a los derechos humanos de legalidad, seguridad jurídica, respeto a la integridad física y a la vida”. A la STPS por la omisión que tuvieron sus inspecciones de seguridad e higiene, y a la Delegación por no pronunciarse para que se remediaran las medidas. Tan sólo 12 días antes del siniestro, trabajadores notificaron el riesgo que representaba no tomar acciones para mejorar las condiciones laborales, se lee en la Recomendación 26/2006.
Aunado a ello, la Organización Internacional del Trabajo confirmó que se incumplieron los Convenios 150, 155 y 170, sobre seguridad de trabajadores, inspección y servidores públicos, de acuerdo con el documento GB.304/14/8 en marzo de 2009.
Desgraciadamente hoy esta situación sigue igual, lamenta Carla María. “Se dice entre comillas que ha cambiado, pero no ha cambiado porque ha seguido habiendo muertes, ha seguido habiendo cosas”.
En agosto de 2022, 16 años después de Pasta de Conchos, 10 trabajadores quedaron atrapados en El Pinabete, otra mina en el mismo municipio, San Juan de Sabinas. Se suman a los más de 3 mil 100 mineros de carbón que han perdido la vida mientras hacían su trabajo en la zona, entre 1883 y 2018, como exhibió la organización de las y los familiares en el informe El carbón rojo de Coahuila: Aquí acaba el silencio.
“Los empresarios hacen dinero, pero no les meten seguridad, no les meten salarios, los traen sacando carbón. Ellos haciéndose millonarios y ellos [los mineros] con un salario mísero donde no completan en mantener a su familia”, añade, con coraje, la sobrina del fallecido Ricardo Hernández.
Héroes anónimos
Toneladas de piedras y montañas de tierra. Acompañados de pesada maquinaria y herramientas. Bajo la superficie se mueven las personas de las que nadie habla: los mineros del carbón. Son ellos mismos, los héroes, quienes realizan los peligrosos trabajos para rescatar a sus excompañeros y colegas, en las áreas que se han abierto hasta ahora de la derrumbada mina: Lumbrera uno, Lumbrera dos y Rampas.
“Sí, el proyecto está a cargo de la Comisión Federal de Electricidad”, encargada de la ingeniería; “pero quien entra al área siniestrada, quien baja todos los días, quien arriesga su vida, son nuestros mineros, siguen siendo nuestro mineros y de ellos nadie habla, no se nombran ni siquiera”, detalla Elvira Martínez.
Propone, junto con las otras familias, que se les haga un reconocimiento, pues “son los héroes de todo esto, porque sin la humana obra de ellos, esto no se realiza”.
En este sentido, reclama los salarios por los cuales realizan las recuperaciones. Ganan 3 mil 500 pesos a la semana. “Hemos gestionado, les hemos dicho a la Secretaría del Trabajo que ellos no están haciendo una labor de trabajo normal, ellos están rescatando, están en un riesgo más alto de que cuando entran a sacar carbón, que se debería considerar una tarifa especial para ellos, como una forma de agradecer. […] Ojalá que el gobierno ponga atención y escuche este mensaje”, puntualiza.
Siguiente paso: justicia
Durante el dictamen médico, a Marta le informaron lo que habría ocurrido en la mina y el tiempo que su padre pudo permanecer con vida ahí dentro, mas nunca le explicaron cómo murió o el día específico cuando ocurrió. “Me hago un montón de preguntas y ahora quiero saber la verdad. […] A lo mejor sí, me lo hubieran dado ya muerto, ¿verdad?, pero hubiera sido la recuperación porque estamos pensando y creyendo, con lo que está sucediendo, que pudieron estar vivos en otras áreas”, subraya.
Y dirige sus reclamos hacia los exmandatarios del país. “Yo quisiera preguntarles a los presidentes de ese tiempo por qué no hicieron la recuperación; quisiera hablar con Secretaría [del Trabajo], quisiera hablar con el sindicato [de los mineros], quisiera hablar con ese montón de gente, ¿verdad?, que no permitieron que se hiciera el rescate y que pudo haber sido”.
Pero la organización de familiares no se queda ahí, recalca Marta. También buscan que hechos como este no se repitan; que haya buena seguridad con base en las normas de la STPS y, lo más importante, que haya justicia en contra de los culpables.
“Ahorita vamos sobre la justicia, vamos sobre la verdad porque siempre tuvimos razón que el rescate se pudo hacer en su momento”, complementa Carla, aunque se centra en su padre, quien está muy mal porque aún no hay noticias de su hermano atrapado en la mina hace casi dos décadas. “Si se lograra rescatar [el cuerpo], él ya va a estar mejor”.
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