En los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón (2000-2012), el ‘superpolicía’ Genaro García Luna violó la ley para constituir sus bandas delictivas conocidas como: Los 12 Apóstoles y Los Siete Jinetes del Apocalipsis, revelan documentos internos de la Secretaría de Seguridad Pública en poder de Contralínea.
Los incondicionales estuvieron al frente de puertos, aeropuertos, fronteras, caminos, protección federal, áreas de inteligencia y, hasta en una agregaduría en Colombia, y servían entre otras cosas para triangular información sensible. Así, los datos sobre el tráfico de precursores químicos, drogas, armas y dólares, además de los movimientos de los cárteles de Tijuana, Juárez, Golfo, Jalisco y Sinaloa, necesariamente fueron de su conocimiento.
Para que sus cercanos colaboradores accedieran a los cargos, García Luna –considerado en su momento como la mano derecha de Calderón Hinojosa– violó todas las disposiciones y protocolos con los que se cuenta para determinar si los perfiles de los futuros servidores públicos son adecuados o no. Por ejemplo, ordenó dispensar exámenes del Centro de Control de Confianza (CCC) a los integrantes de su equipo. Ante el raudal de arbitrariedades, el entonces presidente Felipe Calderón omitió denuncias y “no hizo nada” para frenar la impunidad.
Los documentos en poder de Contralínea exhiben estas irregularidades y cómo García Luna tenía poder absoluto en las áreas de seguridad e inteligencia. Además, las testimoniales precisan la manera en que gozó de contacto e información directa con el US Departament of Justice [Departamento de Justicia de Estados Unidos] y el Federal Bureau of Investigatión (FBI).
En las más de 1 millón de páginas que integran el expediente a revisar por el jurado en la Corte Federal de Nueva York existen imputaciones directas y testimoniales de exintegrantes del crimen organizado y colaboradores cercanos en contra del llamado súper secretario en el sexenio calderonista. El jurado también conocerá cómo en el sexenio Felipe Calderón Hinojosa, se eliminó a funcionarios y jefes policiacos que conocerían los vínculos entre la autoridad policial y el crimen organizado. En paralelo hubo un baño de sangre en todo el país.
Entre otros elementos, se asesinó a Édgar Eusebio Millán Gómez (8 de mayo de 2008), quien fungió como coordinador general de Seguridad Regional de la ya extinta Policía Federal Preventiva (PFP). El jefe policiaco fue compañero de García Luna en el Centro Información y Seguridad Nacional (Cisen).
Semanas después (26 de junio 2008) fue acribillado Igor Labastida, director de investigaciones de la Policía Federal Preventiva (PFP), quien iba acompañado de Jesús María Ochoa Martínez, Álvaro Pérez Mendoza, Humberto Torres y Heady Yasel Cruz Osornio. Este último, dado de alta sin presentar ningún tipo de examen.
Apenas el pasado 15 de diciembre, el entonces subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Ricardo Mejía Berdeja, reveló que el también conocido como ‘superpolicía’ tenía dos grupos de acción conocidos como Los 12 Apóstoles y Los Siete Jinetes del Apocalipsis, mismos que se encumbraron a partir de 2006 con García Luna en la Secretaría de Seguridad Pública.
Tan pronto inició el gobierno de Calderón Hinojosa –diciembre de 2006–, Genaro García Luna –quien fuera titular de la Agencia Federal de Investigación (AFI) en el gobierno de Vicente Fox– vendió la idea de una “policía científica”. En realidad se trató de una estrategia de venta de plazas, secuestros, homicidios, narcotráfico, protección a la delincuencia organizada e internacional, entre otras cuestiones, expresan denuncias e investigaciones.
García Luna propuso un esquema de seis divisiones. La primera, División de Proximidad Social, se la encomendó a Javier Garza Palacios, alias el Froot loops o Frutilupis; la segunda, División Antidrogas, a Armando Espinosa de Benito; la tercera, División de Mandamientos Judiciales, a Édgar Eusebio Millán Gómez; la cuarta, División de Información y Análisis, al ingeniero Facundo Rosas Rosas; la quinta, División de Fuerzas Federales de Apoyo, al general Héctor Sánchez Gutiérrez –con quien nunca pudieron pactar–; y la sexta, División de Inteligencia Policial, a Luis Cárdenas Palomino (actualmente encarcelado).
García Luna también ofreció construir 500 estaciones de policía en poblaciones conflictivas de más de 15 mil habitantes, bajo una estructura de 50 comandancias regionales que nunca se consolidaron. A la par, construyó una imagen de eficiencia de la mano de periodistas y medios de comunicación corporativos: desde el inicio del sexenio de Calderón, empezó con “golpes” mediáticos.
Por ejemplo, el 16 de diciembre de 2006 se lanzó una incursión en Michoacán con 200 elementos y 40 vehículos; el hecho fue aprovechado tanto por el expresidente de la República –entonces carente de legitimidad por el fraude electoral con el que se hizo de la Presidencia– y por el propio secretario de Seguridad. Para el 14 de enero de 2007 se dio el arribo de forma espectacular a Guerrero. Ese mismo mes se irrumpió en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y con ello se inauguró la fatídica “guerra” contra el narcotráfico que benefició al Cártel de Sinaloa.
Para marzo de 2007, García Luna presentó la Plataforma México (mecanismo de acopio, sistematización e intercambio de información en seguridad que le brindó un flujo constante de datos sensibles), así como un nuevo uniforme provisto de chips y tela supuestamente infalsificable. Cuatro meses después, en julio de 2007, se dio el primer fracaso de la Policía Federal: fueron levantados y ejecutados cinco elementos en Monterrey, Nuevo León.
En ese momento, Ardelio Vargas Fosado sustituyó a Luis Cárdenas Palomino. Además, inició la guerra interna por el poder. Ardelio Vargas, con amplia experiencia en el Cisen y sin ser parte del equipo de García Luna, fue relevado por Víctor Gerardo Garay Cadena, incondicional del súper secretario desde que estuvo en la AFI.
Antes de eso, en mayo de aquel año fue exhibido Francisco Garza Palacio porque una caravana de narcotraficantes cruzó casi todo el estado de Sonora, sin encontrar oposición de la policía, pese a que fueron detectados y grabados desde un avión.
En ese mismo año, García Luna reacomodó a su equipo: a Garza Palacios lo colocó como enlace policial en Bogota, Colombia, desde donde obtenía información de eventuales envíos de remesas de droga e infiltrados de la Administración Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por su sigla en inglés), según una testimonial de narcotraficante Sergio Villarreal Barragán, alias el Grande, rendida ante el juez Harry D Leinenweber el 8 de noviembre de 2018.
Para ajustar las piezas, García Luna ordenó enroques e intercambió a Espinosa de Benito, comisionado de la División Antidrogas, para nombrar a Ramón Pequeño García, quien fungía como delegado del Cisen en el Estado de México, incondicional del súper policía. Al mismo, tiempo Édgar Eusebio Millán dejó de ser comisionado de Análisis Táctico Policía y pasó a la titularidad de la División de Proximidad Social. Más tarde fue ejecutado.
Los Jinetes del Apocalipsis se reforzaron con Rosaura Paz como comisionada de Análisis Táctico Policial. Aunque no duró mucho tiempo, pues en su lugar colocó a Ramón Pequeño García. Esa era la estrategia para no compartir el poder e información. Además de que no había cooperación con las secretarías de la Defensa y Marina.
En el mismo gobierno de Felipe Calderón se permitió el ingreso a la Policía Federal de 12 comandantes destituidos en la AFI, los cuales ahora son conocidos como Los 12 Apóstoles. A todos se les dio grado de comisario y director general adjunto. De este grupo, siete reprobaron el examen del Centro de Control de Confianza, pero por orden superior (de Genaro García Luna) se elaboraron cartas responsivas para avalar profesionalismo y buena conducta. A todos se les asignaron comisiones de carácter confidencial, sin comprobación de gastos, plazas fuera de la estructura y privilegios sin medida.
En el grupo selecto también estaba Alberto Valencia Velazco, director general de Administración y Fianzas, quien supo de operaciones millonarias, adjudicaciones directas y negocios con la compra de vehículos y equipo.
Estos grupos fueron reforzados por Benito Roa Lara, excolaborador de García Luna en AFI, a quien se le dio el grado de inspector general; José Becerril Ramírez y Heady Yesel Cruz Osornio, quienes omitieron exámenes de control y confianza; y Héctor Alejandro Moreno Mendoza, a quien se le encomendó Puertos y Fronteras, pese a ser destituido por los hechos de Cananea, Sonora. García Luna siempre tuvo el control de todo, en especial de la información de inteligencia más sensible.
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