La concentración global promedio de dióxido de carbono (CO2) en 2023 fue de 420 partes por millón (ppm), que significó un incremento anual de 2.3 ppm respecto a 2022. A su vez, resultó en un nuevo récord en las concentraciones de CO2 en la atmósfera, desde su medición en la época preindustrial, antes de 1750, cuando eran de 278.3 ppm, informó el Programa de Vigilancia Global de la Atmósfera (GAW, por sus siglas en inglés), de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
“Este incremento marcó el doceavo año consecutivo con un incremento mayor a 2 ppm, continuando con una ya significante tendencia. Durante la existencia humana, el CO2 se está acumulando en la atmósfera más rápido que en cualquier otra época. El nivel actual de CO2 atmosférico ya es 51 por ciento mayor que en la época preindustrial (antes de 1750) […] Se proyectó que las emisiones [en 2023] serían de 37.4” miles de millones de toneladas de CO2, 1.1 por ciento superior que el año anterior, enfatizó el documento publicado el pasado 28 de octubre.
Asimismo, hubo concentraciones de 1 mil 934 partes por billón (ppb) de metano (CH4) en 2023. Este otro gas de efecto invernadero (GEI) “experimentó su mayor incremento en tres años” entre 2020 y 2022, de 15.4 ppb desde 1980, principalmente por “humedales naturales en respuesta a temperaturas más calientes, y particularmente condiciones de tierra más húmedas” durante el fenómeno de La Niña entre esos años, explicó GAW. Los niveles de metano “han incrementado significativamente desde el inicio de la época industrial”, de 729 ppb a 1 mil 774 ppb en el periodo 1999-2006.
Por su parte, las concentraciones de óxido nitroso (N2O) alcanzaron 336.9 ppb en 2023, un incremento de 1.1 ppb respecto al año anterior. El dióxido de carbono (66 por ciento), metano (16 por ciento) y óxido nitroso (6 por ciento), junto con el diclorodifluorometano (CFC-12) y el triclorofluorometano (CFC-11) representan el 96 por ciento “del forzamiento radiativo debido a los gases de efecto invernadero de larga vida”, advirtió el informe, basado en el uso de los observatorios de Bukit Kototabang, en Indonesia, y el Baring Head, en Nueva Zelanda.
Así como dióxido de carbono: en 2023, también se presentó el mayor incremento de monóxido de carbono atmosférico. Esto, debido a incendios. Por ejemplo, Canadá “experimentó su peor temporada de incendios forestales”, lo cual provocó una emisión de 0.65 mil billones de gramos de carbono (Pg C) a la atmósfera, comparable a las emisiones de carbono fósil de naciones grandes, resaltó el boletín. Entre 2023-2024, las emisiones globales de carbono por la temporada de incendios fueron de 2.4 Pg C, equivalente a 16 por ciento más que el promedio desde 2003.
El Programa GAW también explicó que el 40 por ciento del metano emitido fue por fuentes naturales (humedales y termitas), y el otro 60 por ciento por fuentes antropogénicas como rumiantes, agricultura arrocera, explotación de combustibles fósiles, vertederos, aguas residuales y quema de biomasa. El óxido nitroso, por su parte, fue emitido en aproximadamente 57 por ciento de fuentes naturales y 43 por ciento de fuentes antropogénicas, incluidos océanos, suelos, quema de biomasa, uso de fertilizantes, y varios procesos industriales.
Otro aspecto alarmante fue el intercambio ecosistémico de carbono: “aproximadamente 28 por ciento menor en 2023 que en 2021-2022”. Las emisiones por actividades humanas durante el periodo 2013-2022 se acumularon en alrededor de 43 por ciento en la atmósfera, 26 por ciento en el océano y 31 por ciento en la tierra, subrayó el documento.
De manera tajante, GAW concluyó: “la observada tasa de crecimiento [en 2023] es resultado de continuas emisiones de fuentes fósiles, incremento de emisiones de incendios y una posible reducción de” retención de CO2. “El consenso científico es que la variabilidad en la tasa de crecimiento del CO2 atmosférico sube principalmente por el cambio en la cantidad de la absorción de CO2 por ecosistemas terrestres.
“Para apoyar políticas efectivas de reducción de emisiones, los gases de efecto invernadero deben monitorearse de tal manera que las medidas puedan proveer una cuantificación objetiva y autorizada de las emisiones y absorciones”, añadió tras señalar que 2023 también fue el año más caliente en la tierra y océanos desde 1850.
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