Formar cuadros políticos, establecer filtros para evitar traiciones como las ocurridas hasta ahora y reproducir las bases de una izquierda social y humanista, son los retos que tiene la llamada cuarta transformación para su continuidad en México, analiza el investigador Julián Atilano Morales.
El doctor en ciencia social con especialidad en sociología por El Colegio de México e investigador posdoctoral en el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala que se deben cerrar totalmente las puertas del movimiento a las élites económicas empresariales, para no fracasar y truncar el proyecto. No dejar seducirse por el canto de las sirenas del capital y tampoco permitir el ingreso de gente sin principios y valores progresistas, por el único afán de un rápido crecimiento del Partido Movimiento Regeneración Nacional.
De cara al próximo cambio de gobierno, Julián Atilano observa que el vacío que dejará el presidente López Obrador será muy difícil de llenar. Y como nada más le quedan 22 meses a su administración, su trabajo se va a intensificar todavía más. “No hay nadie que llene sus zapatos. El riesgo es que se le abra la puerta a las élites económicas empresariales, que se dejen seducir por estos cantos de sirena del capital económico, de los grandes capitales, que no estén los actores suficientemente convencidos”.
Agrega que algunos aspirantes a cargos populares “no son conscientes y por pragmatismo podrían abrir la puerta a todo mundo. Debe haber filtros y reproducir las bases. No abrir la puerta a conservadores, a la derecha por quedar bien y, por el afán de crecer rápido, no formar cuadros, sino tomar como alternativa lo más sencillo: traer gente que no tenga los valores de la 4T”.
El analista político Atilano Morales explica a Contralínea que la profundidad del proyecto transformador –iniciado en diciembre de 2018– ha permitido que el sello de este gobierno sea la visión social, que puede ejemplificarse a partir de los programas para la reducción de la pobreza. En el fondo, observa, esto tiene una mirada social de izquierda, además de poner en el centro de la discusión pública y del debate político a amplios sectores: el pueblo. No obstante, advierte que sí existen riesgos de que regrese al poder la derecha, misma que es muy lejana a los intereses de las mayorías.
Reflexiona que en México hay una discusión pública más fuerte: se han politizado sectores que no participaban y hay personas que a este fenómeno le llaman polarización cuando es politización. “Por un lado, sectores que no salían a la calle a manifestarse ahora salen. También sectores que usualmente participaban siguen participando, pues en cualquier democracia la confrontación de ideas en un contexto de paz por supuesto que es un fenómeno de politización y democracia”.
Agrega que ahora, por la politización, el debate llega al terreno doméstico: a los hogares, áreas de trabajo, a los círculos de amigos; pero lo destacado es que se esté discutiendo sobre lo público y lo que sucede en el país. En la actualidad, explica el doctor en sociología, no hay una relación tensa, sino normal para un marco democrático. Ello, en el entendido de que donde hay debates, hay tensiones.
Indica que tampoco los poderes Legislativo y Judicial están distantes: hay una relación cordial y política, pero en el fondo, lo que existe es una disputa entre dos grandes proyectos políticos, sostiene el doctor Atilano Morales. En palabras del presidente López Obrador, es una lucha entre el neoliberalismo y el humanismo mexicano.
El doctor Julián Atilano considera que en esta disputa, por un lado, se ubica Morena y sus aliados, y por otro, prácticamente toda la oposición. Por ello, cualquier agenda, cualquier propuesta se politiza. Es obvio que cualquier propuesta tiene una dimensión política y se lleva al plano de tensión de grupos.
La aparente ruptura o discusión álgida se debe a que aprobar las reformas legislativas que impulsan Morena y sus aliados hacen más fuertes al partido dominante, reflexiona.
El diagnóstico que el presidente Andrés Manuel López Obrador hace respecto a la oposición es correcto, considera el doctor Atilano Morales. No obstante, considera que muchas de las declaraciones, sobre todo el tono y la burla, llegan a ser excesivas. Respecto de la oposición –representada en los partidos políticos–, estima que no ha logrado articularse desde 2018.
“Fue un cambio de régimen, estamos en un proceso de cambio de régimen en el que estos partidos [PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano] no se han podido reestructurar”. Y agrega que en el caso del PRI, que ha perdido todas las elecciones desde 2018, no ha podido hacer nada frente al avance de Morena y sus aliados.
Acerca del PAN, explica que intentó la transición cuando llegó a la Presidencia, pero no hubo transición hacia ningún lugar. Del PRD, indica que está más vacío que el PRI: es un cascarón que orbita cerca del PAN, único partido que le da oxígeno a la oposición.
El sociólogo destaca que lo que hace el presidente es un señalamiento correcto, pues sí hay una relación tensa. Explica que López Obrador es un muy activo políticamente, porque además de gobernar le entra al debate político. Considera que su estrategia es una cuestión de pedagogía política, es un ejercicio para definir quién está de un lado y quién está del otro. Qué partidos están de un lado y de otro; qué están haciendo y qué están votando, sobre todo para revelar quiénes son, sin máscaras.
El sociólogo expone que en México sí hay una mayor politización, debido a varios factores: uno, que el esquema de comunicación del presidente –con la conferencia mañanera– tiene comunicación directa, sin intermediarios con la población, y esto hace que el pueblo se sienta interpelado, ya sea porque se considere que no está siendo representado por el primer mandatario –o que se estén peleando ciertos privilegios, que no coinciden– o porque están totalmente a favor de él.
Eso, indica, crea consciencia política y, es una consciencia política que se puede traducir a favor o en contra del presidente. El doctor señala que el hecho de que hace unos días los conservadores hayan salido a manifestarse –un gran número de personas en supuesta defensa del Instituto Nacional Electoral (INE)– habla de que hay consciencia política, son personas que están en desacuerdo con López Obrador por infinidad de situaciones.
Éstas mismas, dice, fueron movilizadas con un esquema de desinformación, con la falsa idea de que se quiere destruir al INE, pero en el fondo lo que se vio fue una marcha de oposición al presidente.
Del otro lado, añade, también hay consciencia política que se materializa en 2018 y que se afianza constantemente. El catedrático expresa que el hecho de que en este momento Morena y la 4T sean un partido y un proyecto que ha estado ganando, que se ha ampliado en el territorio nacional, que cuente con un presidente con máxima aprobación, pues tiene un respaldo popular no gratuito. Ese respaldo popular va relacionado con la consciencia de la gente de estar respaldando a un gobierno.
Así, asegura el sociólogo experto en temas políticos, el hecho de que en este momento las encuestas marcan que hay un partido dominante que va a ganar en las próximas elecciones presidenciales de 2024, habla de que hay una consciencia: la gente está consciente de lo que quiere y por qué quiere votar a favor de este gobierno.
En ese contexto, Atilano Morales distingue que después de dos gobiernos panistas volvió a la Presidencia de la República el PRI, y la gente no refrendó al gobierno del PRI, votó en contra de ese partido político. Mientras que ahora sí se prevé que habrá un refrendo en 2024 por Morena. Ese apoyo, dice, habla de consciencia política. Misma que se refleja también en el hecho de que haya gente debatiendo, apoyando, discutiendo. Esa politización está aunada a la consciencia.
Luego de que el partido Morena ha ganado en 22 entidades federativas, el doctor Atilano Morales considera que hay una ampliación de apoyo a la 4T. Gobierna en más de dos terceras partes del país, por lo que es posible que en 2023 gane el Estado de México y Coahuila.
El pronóstico del investigador también toma en cuenta el respaldo que tuvo el partido en las elecciones para renovar el Legislativo. “Hubo refrendo en la Cámara de Diputados, y hay un crecimiento innegable; sin embargo, este fenómeno en donde se están construyendo dos grandes bloques tiene un anclaje en sectores específicos: ese voto duro que tenía el PRI se está trasladando a Morena y era una base social que más que priísta, se integraba con personas de cierto nivel económico, cierta escolaridad”.
El científico social explica que las propias bases de Movimiento Regeneración Nacional tienen particularidades relacionadas con el discurso del presidente. Y por el otro lado, un bloque que se articula con valores conservadores, pero también con sectores medios que más bien son una clase ideológica, que consideran no ser representados por la 4T, por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y, estos sectores están las zonas urbanas. Ellos son los que votan en contra, identifica.
Respecto de la aprobación internacional del presidente no es cuestión de carisma, acento de voz, o lugar de nacimiento; esa forma de entender la aprobación es una visión muy simplista y superficial, explica el sociólogo. Lo único que busca es caricaturizar algo de fondo y, ese algo de fondo es lo permite entender la aprobación del presidente, sugiere. Al primer mandatario, dice, se le debe evaluar por la política social de gran calado.
Al respecto, expone, López Obrador no compra a la gente, sino que distribuye la riqueza que se genera en México y, sin una reforma fiscal, hace que se cumpla con las tributaciones. Es cercano a la gente y la escucha. Pero, además, es receptivo a los problemas y los resuelve.
Uno de los temas más polémicos es el acercamiento del primer mandatario con las secretarías de la Defensa Nacional y Marina Armada de México. Al respecto, el doctor Atilano Morales reconoce que el binomio presidente-Fuerzas Armadas es un tema complicado, tal vez el tema más complicado que tiene el presidente López Obrador. Incluso, es más complicado que la pandemia de Covid-19 –que prácticamente ya concluyó–, pero el tema de la inseguridad permanece, no se va resolver en este sexenio.
Además, considera, sí hay una contradicción en esta relación tan estrecha, porque el presidente dijo que no haría uso de las Fuerzas Armadas y cambió de opinión. El tema de fondo se verá en las siguientes generaciones, advierte.
“Yo no veo mal que esté la Guardia Nacional en tareas de seguridad pública: sería un error catastrófico meter a los cuarteles a la Guardia Nacional cuando se tienen policías infiltrados, cuando hay una descentralización de las corporaciones, cuando las policías locales están vulneradas totalmente. En algún tiempo debe haber una transición a un mando civil”.
El investigador considera que también es positivo que el Ejército Mexicano esté metido en otras tareas de asistencia a la población más desprotegida. “En épocas de paz que los militares tengan otras tareas, es bueno para no estar ante una fuerza ociosa y que pudiera ser oxígeno de grupos criminales como Los Zetas”.
El doctor Atilano Morales considera que la relación entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial se desarrolla de forma normal. A partir de 1997, explica el sociólogo, en estas relaciones el Ejecutivo –entonces encabezado por Ernesto Zedillo– perdió la mayoría principalmente en la Cámara de Diputados. Antes de ese año había un poder metaconstitucional del presidente; es decir, una fuerza, un poder, más allá de los propios límites que le confiere la Constitución, y esto tenía que ver con el poder que le otorgaba tener mayoría.
Sin embargo, a partir de 1997 y hasta 2018, ningún presidente tuvo mayoría, razón por la que crearon mayorías artificiales. En los sexenios panistas estas mayorías eran aceitadas con apoyos extraordinarios (los llamados moches). “Recordemos que los excedentes del petróleo que se vendía hasta por 100 dólares el barril, con Vicente Fox, se repartían para salvar estos problemas y tener cohesión”.
Así, desde 1997 no ha sido tersa la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo. Este sexenio no es la excepción y, a diferencia de otros sexenios, el presidente tiene mayoría, no tiene mayoría calificada que es lo que se necesita para aprobar reformas constitucionales, pero mayoría que permite aprobar leyes secundarias y el presupuesto, indica.
“Sin lugar a dudas el Instituto Nacional Electoral tiene que reformarse. Hoy el INE es un órgano electoral opaco, costoso, donde su consejero presidente actúa en forma facciosa y no como árbitro”, advierte el doctor en sociología Julián Atilano Morales.
Un órgano electoral centralizado sí podría resolver el tema de elecciones en México, indica en el contexto de los futuros comicios que definirán el rumbo que seguirá el país, en esa disputa de los dos proyectos de nación.
Dichos proyectos son muy distintos: uno, basado en el saqueo y el empobrecimiento masivo de la población; y el otro, que busca una mayor distribución de la riqueza por medio de programas sociales, que apuesta a fortalecer la soberanía en sectores estratégicos (como el alimentario, el energético) y que trabaja por fortalecer al Estado frente al mercado. De ahí, la importancia de que el órgano electoral no esté cargado hacia la facción que apuesta por el neoliberalismo.
El investigador de la UNAM expone que un árbitro electoral renovado no enfrentará problemas, pues se trata de una cuestión logística: organizar los comicios. “No es algo del otro mundo el hacer un despliegue de las campañas electorales”, asegura el catedrático ante la propuesta del Ejecutivo federal de terminar con la dispersión y despilfarro de recursos en organismo electorales locales, al tiempo que se fortalece a la institución encargada de salvaguardar la voluntad del pueblo respecto de sus gobernantes.
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