La Habana, Cuba. Grandes retos esperan al rey Carlos III de Reino Unido, investido el 6 de mayo en una fastuosa ceremonia, transmitida en vivo a todo el país y que generó protestas en varias ciudades.
El nuevo monarca es uno de los miembros menos apreciados de la realeza británica en subir al trono, según analistas. Aunque su popularidad crece de a poco con el pasar de los meses, tiene una complicada labor por delante. Mantener la unidad del reinado, los temas ecológicos, revisar el pasado colonial, modernizar ciertos aspectos de la corona y gestionar rencillas familiares serán algunos de los desafíos del recién ungido rey.
Para ello, Carlos III deberá mantener la monarquía en los 15 reinos que heredó; algunos tan relevantes como Canadá, Australia o Nueva Zelanda. En el Caribe, Jamaica tiene previsto celebrar un referendo en 2024 para elegir entre república o corona británica como jefatura del Estado. Mientras otros países, por ejemplo Belice, buscan seguir el mismo camino.
El nuevo soberano deberá reconducir, además, las relaciones con el viejo continente tras el Brexit –la salida de Reino Unido de la Unión Europea–. Por ello, su primera visita de Estado es Alemania, considerada la locomotora comunitaria.
Durante la fastuosa investidura del ahora rey Carlos III de Reino Unido y su esposa Camila, republicanos tomaron las calles de Londres y Cardiff en Gales. La Policía Metropolitana de la capital informó que se practicaron decenas de detenciones por delitos como alteración del orden público y conspiración en un ambiente que incluyó abucheos y consignas, las cuales desconocían la coronación: “no es mi rey”, coreaban. Debido a las imágenes transmitidas por la televisión de una ceremonia, cuyo costo millonario irritó a los manifestantes en medio de una crisis económica que impide –no pocos– el pago de facturas de la electricidad y la compra de insumos básicos.
En la Abadía de Westminster transcurrió la solemne ceremonia, presidida por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, primado de la iglesia de Inglaterra. Contó con la asistencia de 2 mil 200 personas bajo una lluvia intermitente. Muchos seguidores de la realeza se agolparon en las calles de Londres y otros millones siguieron la ceremonia desde casa. Pero no pocos británicos cuestionaron el despilfarro en un acontecimiento tan opulento. Pues la crisis del costo de la vida aún azota al país.
Esta situación se vio reflejada en varios medios de prensa que aludieron a la alta inflación, los años de estancamiento salarial y a la repentina y pronunciada subida de precios de la energía que derivó en millones de nacionales al borde de la pobreza.
Se desconoce el monto exacto de la ceremonia –el Gobierno no reveló esa cifra–. Sin embargo, las estimaciones de la mass media lo ubican entre 50 y 100 millones de libras esterlinas –de 100 a 150 millones de dólares–. Mientras tanto, los salarios reales –incluidas las primas– disminuyeron un 3 por ciento desde noviembre del pasado año, según la Oficina de Estadísticas Nacionales. Esto representó una de las mayores caídas desde que se iniciaron los registros en 2001.
La conocida Plaza de Trafalgar fue un foco principal, donde los inconformes se reunieron con pancartas contra la monarquía e imágenes de la princesa Diana. Mientras en Escocia, hubo manifestaciones a favor de la independencia con epicentro en las calles de Glasgow, donde ocurrió una protesta convocada por la organización All Under One Banner (AUOB).
Por primera vez miembros de la realeza de otros países participaron en la coronación de un monarca británico, incluidos los reyes de España, Felipe VI y Letizia, quienes asistieron a la recepción ofrecida por Carlos III. Además, acudieron a la cita los reyes Abdalá y Rania de Jordania, los príncipes Alberto y Charlene de Mónaco, Guillermo Alejandro y Máxima de los Países Bajos y el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Thani.
Pese a que Reino Unido ya no es miembro de la Unión Europea, los máximos representantes de sus tres poderes asistieron a la coronación: la presidenta del Ejecutivo, Ursula von der Leyen; el líder del Consejo comunitario, Charles Michel, y la máxima representante del legislativo, Roberta Metsola. Igualmente, desde países más cercanos como Irlanda o Polonia, llegaron sus respectivos mandatarios, Michael Higgins y Andrzej Duda.
De esa manera, entre protestas, crisis económica y presencia inédita de la realeza foránea, trascurrió la coronación del monarca británico. Carlos III deberá asumir, entre otros temas, el reto de mantener la unión del Reino y calmar las intenciones independentistas que amenazan desde Escocia e Irlanda de Norte.
Ernesto Hernández Lacher*/Prensa Latina
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