Tráfico de especies amenaza la seguridad nacional

Tráfico de especies amenaza la seguridad nacional

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El tráfico ilegal de vida silvestre compromete la seguridad nacional de México por su naturaleza ilícita, señala un informe de la Semarnat. La comercialización de especies en mercados negros se asocia directamente con otros sectores del crimen organizado, como lavado de dinero y tráfico de drogas

Los delitos contra la biodiversidad han aumentado exponencialmente en la última década en México, debido al bajo riesgo que entraña y los cuantiosos beneficios que grupos de delincuencia organizada obtienen con el comercio ilícito de vida silvestre.

El tráfico ilegal es una actividad clandestina que comprende la extracción, movilización, compra, venta y tenencia no autorizada de especies silvestres o productos derivados, representan un riesgo a la seguridad nacional, afirma un informe de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

 

 

El comercio ilícito de especies se registra en mercados, bazares, tiendas de mascotas, particulares, puestos en carreteras, internet y anuncios en medios impresos, señala el documento al que tuvo acceso este semanario.

En la Ciudad de México, expendedores de animales realizan sus actividades en el comercio ambulante o en locales comerciales que ofrecen sólo animales autorizados, pero discretamente satisfacen cualquier pedido faunístico de los compradores.

En mercados como el de Sonora, en la alcaldía Venustiano Carranza,
o el de Juchitán, en Oaxaca, es posible conseguir a precios variados cualquier tipo de criatura, que sea capaz de caminar, volar, nadar o arrastrarse, sin importar leyes nacionales o convenios internacionales que las protejan.

Saúl es un vendedor del mercado de Sonora. Asegura que cualquier especie que requiera el cliente, se fija precio y tiempo de entrega. Las aves, reptiles, cuyos, conejos, ratones, perros, gatos y otras especies que ofrecen en este lugar constituyen mercancía fachada con permiso de comercialización.

El negocio del tráfico de especies no autorizadas se esconde detrás de puestos lícitos del mercado de Sonora, según se desprende de la charla con Saúl, quien afirma que sin problema consigue la especie requerida por el cliente, incluso con entrega a domicilio.

También el mercado de Juchitán es ejemplo del desmedido incremento de actividades comerciales de ejemplares de vida silvestre. Ahí inició como tráfico menor en poblados pequeños, pero al paso del tiempo se transformó y hoy es similar al mercado de Sonora, en la Ciudad de México.

En poblados del sureste del país se pueden encontrar sujetos comercializando aves a la orilla de carreteras, que se encuentran protegidas por algún estatus especial y sobre las que no se presenta ningún tipo de autorización para su venta, refiere el documento Tráfico de especies amenaza fauna y flora en México.

La organización del comercio ilegal de fauna comienza en poblaciones pequeñas y aisladas, que presentan escasa o nula vigilancia de autoridades locales o federales. Éstos cumplen un papel vital en el tráfico como centros de abastecimiento y transportación de animales en peligro de extinción.

El eslabón final se centra no sólo en grandes ciudades del país, sino en Europa, Estados Unidos y Asia, donde se venden especies protegidas como souvenirs, alimentos y medicinas, para su uso en la industria de la moda, en mercados de mascotas, la industria de curas tradicionales, particularmente en la región asiática y China, y a coleccionistas.

Quienes trafican con animales frecuentemente ya tienen detectados a los mejores captores o “atrapadores” de la región, se encargan de buscar los animales solicitados por una paga al día o por ejemplar obtenido, dependiendo del sistema de cada traficante.

Cuando ya se tiene listo el pedido de animales, se transportan hasta su destino en camiones adaptados para ocultarlos. A veces los animales son sedados, para evitar cualquier ruido que delate su presencia. Tal es el caso de monos, leopardos, cocodrilos y aves adultas.

Especies pequeñas, medianas y polluelos de aves son vendadas o amarradas del cuerpo, y se les tapa el pico con tela adhesiva, sólo dejándoles espacio para respirar e introduciéndolas dentro de calcetines o cualesquiera ropas, con el fin de ocultar su existencia.

La gran demanda de animales en peligro de extinción o sujetos a las normas de protección es el elemento más importante para que este mercado negro siga operando. Junto con el comercio de cactáceas, constituye la principal salida en el mercado internacional.

Entre las especies de fauna más comercializadas ilegalmente en México destacan el perico cabeza amarilla, la guacamaya roja, la guacamaya verde, el tucán pecho amarillo, el mono araña, el mono aullador, la tarántula rodillas rojas, la iguana negra, la iguana verde, víboras de cascabel y el halcón de Harris.

Y en el caso de la flora, especies de cactáceas del género Mammilaria, especies de palmas del género Chamaedora, así como un gran número de especies de la familia de las orquídeas.

De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), México es uno de los 17 países megadiversos del
mundo. Es un país único ya que alberga una diversidad biológica excepcional, representa apenas el 1 por ciento de la superficie terrestre y en ella resguarda al 10 por ciento de la diversidad biológica del mundo.

En cuanto al número de especies, ocupa el segundo lugar en reptiles, el tercero en mamíferos, el quinto en plantas y anfibios y el octavo en aves.
Muchas de estas especies habitan únicamente en territorio nacional, por lo cual se catalogan como endémicas, siendo sumamente valiosas en términos
de biodiversidad.

La Semarnat enlista a 49 especies nativas de flora y fauna silvestre como extintas en el medio silvestre; entre ellas se encuentran el lobo mexicano del Noreste y el cóndor norteño; mientras que 282 se enlistan como especies en peligro de extinción.

Se identifican 25 especies que se encuentran sujetas a una mayor presión debido al tráfico ilegal de vida silvestre; ejemplos de éstas son la guacamaya y el ocelote.

Los animales víctimas de este delito suelen padecer condiciones infrahumanas en ranchos cinegéticos, actividades de cetrería, espectáculos, exhibición, ornato, colección e incluso son masacrados para obtener sus pieles y plumajes o producir alimentos exóticos por supuestas propiedades afrodisiacas, medicinales, o curativas.

El tráfico de vida salvaje es una tragedia que está empujando a muchas plantas y animales al abismo de la extinción y minando años de labores del Fondo Mundial de la Naturaleza conservación, alerta el documento de Semarnat.

Destaca que, pese a los esfuerzos globales para proteger a especies incluidas en  Convención sobre el Comercio Ilícito de Fauna y Flora Silvestres (CITES) frente a la sobreexplotación y el furtivismo, grupos criminales organizados siguen poniendo a la biodiversidad más preciada en su mira.

Las rutas del tráfico ilegal de especies

De acuerdo con el informe de Semarnat, en territorio nacional existen 50 zonas donde se colecta de forma ilegal vida silvestre. Los estados más afectados por estas prácticas delictivas son Campeche, Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Tabasco y Veracruz.

Tres son las principales rutas de tráfico de vida silvestre en el país: El Golfo y sur-sureste de México; la vertiente del Golfo, norte y centro;  y la vertiente del Pacífico norte.

La primera ruta va de los estados del sur y sureste hacia el centro, donde se utilizan las vías de comunicación terrestre del Golfo de México, principalmente las ubicadas en Veracruz, y se encuentran dos caminos por donde se moviliza a los ejemplares, productos y subproductos.

Desde la Península de Yucatán a través de la carretera Escárcega-Villahermosa hasta Veracruz, y de ahí al centro del territorio nacional. La otra ruta es desde la frontera de Chiapas con Oaxaca (Pijijiapan) hasta Minatitlán y Acayucan, en Veracruz, por donde se hace el tráfico “hormiga” y se distribuye al centro de la república.

Una vez ubicados los ejemplares de las especies en el centro del país (sobre todo en Puebla y Ciudad de México), se dirigen los embarques hacia las zonas metropolitanas de Guadalajara y Monterrey.

La segunda ruta va de Tamaulipas, Coahuila, Zacatecas y San Luis Potosí hacia los estados del centro, para transportarlos a las ciudades de Guadalajara y León.
El comercio ilegal en esta zona comprende aves canoras, de ornato y rapaces; felinos y cactáceas.

Las principales especies movilizadas en ambas rutas son tucanes, aves rapaces, loros, pericos, cocodrilos, iguanas, monos y tortugas. En los estados del sur y sureste se extraen o se cazan furtivamente animales como jaguar, ocelote, aves canoras y de ornato, pavo ocelado, faisán, pecarí, venado temazate, loro cabeza de viejo, loro cabeza amarilla, orquídea, mono aullador, mono araña y cocodrilo.

En el norte y centro del país se trafican especies como venado bura, borrego cimarrón, puma, berrendo, venado de cola blanca, guacamaya verde, aves acuáticas, perico atolero, loro corona lila, cocodrilo, jaguar, urracas, coatíloro cabeza amarilla, paloma de alas blancas, entre otros.

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Unidades de Manejo Ambiental, vulnerables

El sistema de cría regulado por el gobierno federal para tortugas, cocodrilos y otros animales, conocido como Unidades de Manejo Ambiental (UMA),  creó un marco legal para cría y comercialización de animales especialmente vulnerables al tráfico ilegal.

Sin embargo, poblaciones de tortugas y cocodrilos en Tabasco están aún muy lejos de volver a niveles anteriores, después de ser asolados por la cacería durante décadas, pero se están recuperando.

El sistema de cría oficial, la prohibición y los cambios culturales, incluyendo la menor demanda de productos de piel de cocodrilo, han contribuido conjuntamente al abandono de la caza ilegal de estos animales como forma de vida.

Las UMA han creado estándares y normas en una industria que alguna vez fue ilegal, donde las pieles y la carne reguladas alcanzan mayores precios y estándares de lo que se ofrece en el mercado negro.

Pero el número de productos ilegales de cocodrilo y tortuga incautados en Tabasco en los últimos años indica que también pueden estarse colando animales de los criaderos locales en el mercado negro. Es difícil atribuir los miles de productos y animales retenidos a lo largo de los años solo a la caza ilícita.

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México, cuarto lugar en tráfico de especies: WWF

México se encuentra en el cuarto lugar de importancia como comercio ilegal, después del tráfico de drogas, el tráfico de personas y los productos falsificados según el Fondo Mundial de la Naturaleza, World Wildlife Fund (WWF, en inglés).

Asimismo, ocupa el segundo lugar mundial como amenaza para la vida silvestre, después de la destrucción y fragmentación de hábitats naturales.

El WWF indica que el tráfico ilícito es la segunda causa de pérdida de flora y fauna del planeta, y que después de las drogas y armas, es el tercer crimen organizado de mayor impacto mundial.

No obstante, se desconoce con precisión cuánto obtienen los delincuentes ambientales de la depredación de flora y fauna marina, especímenes que en muchos casos nutren las tradiciones de las comunidades, pero cuyo tráfico abona a la codicia de redes criminales en crecimiento.

Según estimaciones realizadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) e Interpol, los delitos ambientales mueven entre 110 y 281 mil millones de dólares anuales en todo el mundo.

Se trata de un negocio que afecta especialmente a las Américas al contar con cinco de los diez países con mayor diversidad del planeta: Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú.

Las implicaciones que tiene dicho tráfico sobre el marco social y económico son graves: pone en riesgo la seguridad nacional debido a su cercana relación con otras actividades ilícitas, frena el crecimiento de comunidades locales, debilita gobiernos y representa serios riesgos para la salud mundial, refiere el informe del WWF.

Negocio lucrativo internacional

Otro tipo de exportación ilícita asociado a animales en peligro de extinción y exóticos, son los pepinos de mar y aletas de tiburón, los cuales son deshidratados y trasportados para su consumo, principalmente en el continente asiático, donde se preparan como alimentos afrodisiacos, refiere la organización no gubernamental Insing Crime.

Las granjas de tortugas y cocodrilos reguladas por el gobierno de México han contribuido a reducir la caza ilegal y proteger las especies en riesgo, pero el tráfico persiste. Productos de animales procedentes de la cacería ilegal y, posiblemente, de la cría ilegal, siguen circulando en México y también se cuelan en el mercado externo.

Tabasco representa una tajada grande de los decomisos de productos ilegales de tortugas y cocodrilos en México. Datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), indican que incautaron 12 mil 081 tortugas y 20 mil 346 cocodrilos entre 2006 y 2015.

De ellos, alrededor del 20 por ciento de tortugas y más de un tercio de cocodrilos se decomisaron en Tabasco. Los demás fueron retenidos en Ciudad de México y en Sinaloa, advierte la fundación dedicada al estudio de la principal amenaza de la seguridad nacional y ciudadana en América Latina y el Caribe.

Tráfico silvestre y Covid-19

El Informe mundial sobre los delitos contra vida silvestre y bosques 2020 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) destaca que cuando animales salvajes son sustraídos de su hábitat, masacrados y vendidos ilegalmente, aumenta el potencial de transmisión de enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas causadas por patógenos que se propagan de los animales a los seres humanos.

Las enfermedades zoonóticas representan hasta el 75 por ciento de todas las enfermedades infecciosas emergentes e incluyen el SARS-CoV-2 que causó la pandemia de Covid-19.

El informe señala que los pangolines, identificados como posibles fuentes del coronavirus, son los mamíferos silvestres más traficados del mundo, y que las confiscaciones de escamas de este animal se han multiplicado diez veces entre el 2014 y 2018.

Señala que casi 180 mil confiscaciones en 149 países y territorios, cerca de 6 mil especies han sido incautadas entre 1999 y 2019, que incluyen no sólo mamíferos, sino reptiles, corales, aves y peces.

Estos datos ponen de relieve el carácter global de los crímenes contra la vida silvestre, afectan a todos los países por sus repercusiones en la diversidad biológica, la salud humana, la seguridad nacional y el desarrollo socioeconómico.

Por lo que advierte que detener el tráfico de especies es un paso crucial, no sólo para proteger la diversidad biológica y el estado de derecho, sino para ayudar a prevenir futuras emergencias de salud pública.

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