Una plancha de concreto, con varillas expuestas que se oxidan con el viento y la lluvia, y una techumbre y escaleras metálicas que ya lucen herrumbrosas son parte de lo que, desde hace 7 años, sería una bibioteca en el plantel San Lorenzo Tezonco, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).
No es el único caso. La mayor parte del predio que ocupa este plantel está sembrado de edificios a medio construir o ya erigidos pero sin los acabados que permitan hacer uso de ellos. Allá, lo que serían aulas; más allá, laboratorios; aquí, oficinas. Pasa otra temporada de lluvias, termina otra época de vendavales hasta superar el lustro y las obras, a la imtemperie, se deterioran sin que se avance en su conclusión.
La UACM inició en 2014 un ambicioso proyecto de infraestructura que la dotaría de los inmuebles que le exige una comunidad de más de 45 mil alumnos y 900 profesores. A 7 años, 34 edificios no se han concluido. Las obras, en la mayoría de los casos, están detenidas. Algunas se litigian en tribunales con las empresas involucradas.
La administración que encabeza la doctora Tania Rodríguez Mora señala la responsabilidad de quienes le antecedieron en la rectoría de la UACM: contrataron obra sin especificar las características que debían contar cada uno de los edificios. Además, agrega, se efectuaron pagos que no correspondían con los avances de las construcciones.
Por su parte, el doctor Hugo Aboites, bajo cuya gestión se iniciaron las obras, rechaza irregularidades en la contratación y señala que, en el periodo que encabezó la Rectoría, siempre se hicieron pagos por debajo de los avances físicos reportados. Señala que las obras tuvieron que haber sido concluidas por las administraciones que le precedieron.
Las irregularidades se detectaron en construcciones de los cinco planteles académicos con que cuenta esta Universidad, fundada en 2001: Casa Libertad, Centro Histórico, Cuautepec, Del Valle y San Lorenzo Tezonco.
Entre las obras sin terminar, se encuentra la construcción de una biblioteca con plaza de acceso, áreas deportivas y recreativas, así como obras accesorias en el plantel San Lorenzo Tezonco. También, la conclusión del edificio de aulas y cubículos en la misma sede. Para ello, se firmó el contrato UACM7COC/LPN/OP/001-2016 con la contratista Diseño Ingeniería y Manufacturas, SA de CV, por un monto de 119 millones 635 mil 721.14 pesos.
Los trabajos iniciaron el 9 de marzo de 2016 e implicaron la celebración de tres convenios modificatorios: UACM7COC/LPN/OP/001-2016/CD1, UACM7COC/LPN/OP/001-2016/P1 y UACM7COC/LPN/OP/001-2016/CP2.
De acuerdo con el documento Status de Obras y Servicios, elaborado por la Coordinación de Obras y Conservación de la UACM y fechado el 3 de mayo de 2018, estas edificaciones presentaban a esa fecha un avance físico del 65 por ciento, y la Universidad había pagado 72 millones 485 mil 764.99. Es decir, el avance financiero era del 60.59 por ciento.
Otro caso es el de la remodelación de escalera principal, área de usos múltiples, biblioteca y espacio de lectura al aire libre, foro cultural y construcción de áreas deportivas y recreativas en el plantel de Casa Libertad. La empresa contratada para realizar los trabajos fue Terraurbana Ingeniería de Qro, SA de CV, por 19 millones 293 mil 590.10 pesos. Para ello se firmó el contrato UACM/COC/LP/006/2016 y los convenios modificatorios del mismo UACM/COC/LP006/2016/CD1 y UACM/COC/LP/006/2016/P1.
Al final del periodo de Aboites presentaba un avance físico del 64 por ciento y se le había pagado a la empresa el 60.04 por ciento del monto total, es decir, 11 millones 584 mil 577.70 pesos.
Asimismo, se contrató a la Constructora Fongo, SA de CV, para diversos trabajos de rehabilitación y construcción que se realizarían en el plantel Del Valle. Mediante el contrato UACM/COC/LP/OP/007/2016 y los convenios modificatorios UACM/COC/LP/OP/007/2016/CD1, UACM/COC/LP/OP/007/2016/P1 y UACM/COC/LP/OP/007/2016/P2, la Universidad acordó con la empresa la rehabilitación de sanitarios, drenaje, auditorio, área denominada “la isla”, espacio anexo a la biblioteca, techo del comedor, laboratorios, espacios liberados por el Instituto de Educación Media Superior y fachadas, así como la construcción de áreas deportivas y recreativas y elevador para personas con capacidades diferentes.
El monto del contrato asciende a 33 millones 23 mil 644.36 pesos. El avance físico de las obras se quedó en el 92 por ciento, según el documento, y se le pagó a la contratista el 90.99 por ciento de los acordado, es decir, 30 millones 47 mil 8.02 pesos.
El mayor problema lo representan las obras que se aceptaron como concluidas o casi concluidas. Y resulta que necesitan aún de una intervención mayor para poder ser puestas en funcionamiento.
La rectora Tania Rodríguez Mora –elegidfa rectora para el periodo 2020-2024– señala que las contrataciones, que datan del periodo 2014-2016, se realizaron a precio alzado. Reconoce que este tipo de contratos están considerados en la ley, pero también la normatividad señala una serie de características sobre su seguimiento para que puedan cumplirse a cabalidad.
Advierte que “hay casi un nulo reporte con respecto del estado de cada situación”, que debieron dejar las anteriores dos administraciones, la de Hugo Aboites (2014-2018) y la de Galdino Morán (2018-2020).
Asegura que, incluso, su administración –iniciada en 2020– ha tenido que hacer “una especie de arqueología de cada caso”. El entonces coordinador de obra era Javier Mora y se fue sin hacer una entrega formal de la oficina.
Tania Rodríguez señala que en los contratos que se han encontrado sólo se especifica qué tipo de obra se debe realizar, pero sin ningún tipo de detalles. Ejemplifica: “‘Quiero que me entregues una casa’. Y yo te contrato y me entregas una casa, en tanto tiempo, y lo acordamos y tú fijas un precio. El tema es que nunca estuvo claro, nunca estuvo por escrito y con todas las determinaciones precisas, cómo iba a ser la casa: de qué materiales, en qué condiciones se iba a entregar o darla por terminada”.
A decir de la rectora, se trató de un primer problema de fondo. El segundo, que las empresas contratadas empezaron sistemáticamente a incumplir con los trabajos. Y a lo anterior se suma la falta de seguimiento que dio la Universidad al avance de las obras. Todo derivó en que se anotaran como “entregadas” edificaciones que realmente no tenían el ciento por ciento de avances. “Tenemos porcentajes de avances de obra del 40 por ciento con pagos del 70 u 80 por ciento”, asegura.
Las 34 obras hoy están inconclusas en términos legales, señala. A algunas les faltan algunos detalles o equipo. Por ejemplo, el auditorio de Casa Libertad cuenta casi con todo, pero le falta infraestructura de tecnologías de la información.
Los casos más graves, según el diagnóstico de la rectora, son los casos del plantel del Valle, una sección del plantel Cuautepec “y, fundamentalmente”, San Lorenzo Tezonco, que es donde se encuentran las obras con la mayor cantidad de dinero involucrado “y en términos de metros cuadrados”.
En el caso del auditorio del Plantel del Valle: “Ahora el auditorio está en obra negra, sin butacas y en un pleito legal. Estamos a punto de resolverlo porque para nosotros es un emblema esa situación”.
Por su parte, Hugo Aboites rechaza que durante su gestión se hubiera pagado a las constructoras más allá de lo que hubiesen avanzado en la edificación de los inmuebles. Destaca que si hubo pagos posteriores a que dejara el cargo, ya no fueron responsabilidad de su administración.
Asegura que puede demostrar que no hubo obras que se pagaran por adelantado o que se adelantaran pagos más allá de lo que avanzaba físicamente la constructora. Exhibe el Status de Obras y Servicios, al 3 de mayo de 2018. En ningún caso se asienta un pago superior al avance registrado.
Señala que fueron 113 contratos de obra y supervisión de obra los que celebró su administración y son 34 los que hoy se acusa que presentan irregularidades. Dice que las obras que no se concluyeron tenían que haber sido concluidas por las administreaciones que le precedieron.
“Llevamos 4 años después y no se ha construido nada. Todo esto está inconcluso. Cuando ellos [las actuales autoridades] hablan de lo inconcluso, no es algo que afecte mi administración sino que afecta a las administraciones siguientes: por qué no se concluyeron esas obras.”
Explica que al llegar a la Rectoría de la UACM ya había obras inconclusas y que se retomaron los trabajos en cada una de ellas. Ejemplifica con un edificio de aulas, en San Lorenzo Tezonco, con 4 pisos, en obra negra. “Dijimos: ‘hay que concluir esto, pues se está echando a perder’. No vimos quién lo hizo, por qué y por qué no lo concluyó. Lo que nos importaba era tener aulas”.
Considera normal que en su periodo no hubiera concluido obras que inició. Señala que lo importante era que comenzara la construcción “y avanzar todo lo que se pudiera” aunque necesariamente tendrían que ser concluidas por la siguiente administración.
Sobre la biblioteca del plantel Tezonco, que hoy es una obra negra, dice que “2 años es muy poco tiempo” para todo lo que se hizo. “La cuenta de 113 puntos de construcción o supervisión es mucha, para 2 años y meses. Fue un esfuerzo titánico el que se hizo de parte de obras en ese rubro. Lo digo con base, sin deteriorar a nadie, en el hecho de que estos últimos 4 años no cambió sustancialmente la situación”.
—¿No considera que falta coherencia entre lo que se señala que se avanzó, en casos del 90 o el ciento por ciento, cuando hay edificios que están en obra negra? –se le cuestiona.
—El avance es de lo que se planeó que se hiciera. Ojo, porque la percepción de uno, evidentemente un profesor que le dicen: ‘Vamos a arreglar los cubículos, con paredes, canceles, ventana, piso, etcétera, pero no habrá cerradura en la puerta, aire acondicionado… la luz puede ser que no funcione todavía. La misión que uno tiene como usuario es muy exigente, y que bien que sea así. Pero, la coordinación de obras dice hasta dónde llegar.
“Quienes critican que está inconcluso, en su apreciación de un documento similar a este, deberían de reflejarlo, y no. Ahí está la prueba, si ellos mismos que critican lo hecho en estos 2 años, coinciden los porcentajes de avance.”
—¿Había un proyecto arquitectónico o de ingeniería para cada inmueble?
—Lo que se hacían eran contratos. Uno le dice a la constructora que se necesita una construcción con tales especificaciones, y por eso se hace la licitación y la contratación. Yo, como encargado de obras, pensaría en que luego tendremos que hacer un contrato con una empresa especializada en equipamiento. Porque no le puedo pedir a una empresa que me ponga los cimientos, y luego defina si un color es mejor que otro.
“Nosotros éramos muy conscientes de que teníamos 2 años, y pensábamos en dejar lo más avanzado posible de construcción en todos los frentes posibles, porque hubo cosas que ni siquiera se comenzaron. Lo vimos como un esfuerzo institucional, en el sentido de que no es una cosa de la administración sino de la institución, que van a retomar las demás administraciones.”
Pone de ejemplo el caso de un edificio administrativo del plantel Cuautepec. Ahí se entregó, además del inmueble,un pórtico, un auditorio y la construcción de la plaza principal, plantel de Cuautepec.
—¿Lo dejó funcionando?
—…No, no necesariamente. Es conclusión del edifico. Si no ponen sillas, escritorios… Ese detalle de ese contrato habría que ver si está incluido o no. Supongo que no está incluido. Es la visión del constructor, del albañil, y la visión del ama de casa. El albañil, ve un espacio con piso, paredes, y techo. El dueño ve alfombra, sillas, mesa, librero, un tablero, una pintura acá.
—¿Se especifica esto en el contrato?
—No. Estas cosas, no.
—¿Hay alguna obra en que la empresa no hiciera lo que se le pagó?
—No. Es que, como se puede ver en el documento, fuimos muy estrictos en eso. No soltábamos dinero. Les empiezas a dar tantito a las empresas y abusan. Fueron las excusas más variadas del mundo. Tuvimos un pleito porque había unas varillas abandonadas en San Lorenzo, desde hacía mucho tiempo. Llegó la empresa y dijo que las varillas eran suyas, porque tenían la posesión de la obra. Perdimos muchos días por las varillas. Es muy ingrato. Pero estoy de acuerdo con lo que dice aquí: ninguna empresa cumplió con las obras en el periodo que indicaba su contrato. Este documento se elaboró el 30 de abril de 2018, hasta aquí llega mi responsabilidad, y mi periodo. Comprueba hasta dónde estábamos y sobre todo la cuestión de que hubiéramos dado a algunas empresas más dinero de lo que habían construido.
La rectora Tania Rodríguez Mora señala que, ante las más de tres decenas de obras sin concluir, su administración ha establecido tres lineamientos. El primero de ellos es priorizar el uso de los espacios que puedan ser usados. “Es patrimonio y la gente lo necesita. Hay que tratar de habilitar los espacios lo antes posible para que puedan usarse; pero eso supone problemas legales”.
El segundo es saber la verdad de lo que pasó, así como cuánto dinero queda y establecer qué se puede ir resolviendo caso por caso.
Finalmente, deslindar responsabilidades. Esto supone “otra ruta jurídica altamente compleja” y que involucra no solamente a la Universidad. Considera que hay hechos que pueden constituir delitos de orden comercial, penal o de responsabilidad civil.
—¿Hay algún tipo de responsabilidad que usted considere que tiene en este asunto? –se le pregunta a Hugo Aboites.
—Pues la de credulidad inicial con las empresas: de que las empresas eran tan serias como nosotros. Fue inicial, luego ya caímos en cuenta de eso.
Zósimo Camacho/Tercera parte
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