Cuarta de cinco partes
Las capacidades de las Fuerzas Armadas Mexicanas apenas alcanzan para reprimir protestas, sofocar insurrecciones y contener precariamente a la delincuencia organizada. La gloria que el Ejército Mexicano, la Armada de México y la Fuerza Aérea Mexicana pueden alcanzar no es la de la defensa de la patria sino la de combatir a activistas, guerrilleros y delincuentes domésticos en las calles citadinas o brechas rurales del propio territorio nacional.
El Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto desnuda a unas Fuerzas Armadas diseñadas y organizadas para afianzar al grupo en el poder, disuadir y destruir a todo aquello que internamente lo rete, pero incapaces de defender a la nación.
Organización inadecuada; falta de actualización de doctrina y adiestramiento; carencia de materiales y recursos humanos básicos; obsolescencia de equipos; incapacidad para coordinar operaciones de guerra… es la realidad que aceptan las Fuerzas Armadas Mexicanas en el documento secreto, elaborado por las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y de Marina (Semar), al que Contralínea ha tenido acceso.
Todo, cuando en el último año del sexenio de Enrique Peña Nieto cuentan con un presupuesto autorizado, de manera conjunta, por 112 mil 328 millones de pesos, el 35 por ciento más, en términos nominales, del de 2013, cuando recibieron 82 mil 675 millones. Descontando la inflación, en términos reales, el aumento presupuestal para las Fuerzas Armadas ha sido del 17 por ciento.
La crisis es estructural. El propio despliegue –basado en regiones y zonas militares, navales y áreas– parece más el de un ejército de ocupación y contención que el de uno de defensa. El documento reconoce que la disposición de las Fuerzas en el territorio nacional responde más a factores “políticos” que a necesidades de defensa nacional.
Consultado sobre las capacidades de las milicias mexicanas, el especialista en Fuerzas Armadas y seguridad nacional Guillermo Garduño Valero explica que el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea nunca contaron con un proyecto serio de desarrollo.
Conferencista en el Colegio de Defensa Nacional de la Sedena y en el Centro de Estudios Superiores Navales de la Semar –entre otros centros de seguridad y defensa nacionales–, Garduño Valero explica que las Fuerzas Armadas Mexicanas “quedaron replegadas a la voluntad del Poder Ejecutivo, que las emplea como un factor de coerción sobre la sociedad y los movimientos sociales, y también como una forma de control sobre los gobiernos de los estados”.
El doctor en sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en América Latina por la Universidad de Pittsburgh juzga que “México no posee una estructura de defensa importante”. Señala que “para la cantidad de factores en los que tienen que intervenir las Fuerzas Armadas, es muy escaso lo que se está gastando”. La paradoja es que “no poseemos tampoco un Ejército modesto”.
En el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2018, elaborado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y aprobado por la Cámara de Diputados federal, se destina para este año un monto de 81 mil 21 millones 903 mil 813 pesos para la Sedena (que organiza y administra al Ejército y a la Fuerza Aérea) y de 31 mil 305 millones 775 mil 196 pesos para la Semar (a cargo de la organización y administración de la Armada).
“Necesitamos un Ejército ligero y no uno cargado de dinero”, señala el general José Francisco Gallardo Rodríguez. El también doctor en administración pública por la UNAM señala que es urgente una reforma a las Fuerzas Armadas “porque el presupuesto de defensa no sirve para nada: ha subido 120 por ciento desde que Calderón declaró la guerra (2006)”.
Preso político en cárceles militares (1993-2002) por proponer un defensor de derechos humanos al interior de las Fuerzas Armadas, explica que, ante el fracaso de las milicias mexicanas, se debe revisar el presupuesto que se destina a la compra de material de guerra.
Y es que, considera, México debe contar con unas Fuerzas Armadas sui géneris por estar frente a la potencia militar más importante del mundo. Lo cierto es que actualmente “el día que Estados Unidos se quiera meter [a territorio mexicano], se mete”.
En conjunto, las tres Fuerzas Armadas suman 270 mil 314 efectivos. Todas carecen de un sistema de interoperabilidad, es decir, un sistema que les permita actuar coordinadamente. Por lo tanto, no tienen la capacidad de actuar de manera conjunta en un escenario de guerra. Además, no cuentan con los recursos humanos capacitados suficientes y la mayoría de los sistemas básicos de defensa están inoperantes.
En lo que también coinciden es que sí tienen capacidades para mantener a raya a los movimientos sociales y guerrilleros y pueden enfrentar al narcotráfico, aunque no vencerlo.
En suma, la milicia de tierra está desplegada para contener a la población; la del mar no cuenta con buques armados; la del aire, tiene modestos seis aviones de combate con fuego para 2 días.
Señala el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto que el Ejército Mexicano “en tiempo de paz” puede desarrollar su ejercicio de mando: lo comandantes se empeñan en la supervisión, la concepción, la planeación y la dirección de las operaciones militares.
Sin embargo, reconoce el documento, tanto el material con el que se cuenta como el adiestramiento son insuficientes para las operaciones en campaña. Apunta que ambos aspectos deben ser actualizados y fortalecidos hacia la conducción de operaciones de combate, “apoyados en una sólida doctrina que se actualice constantemente, toda vez que se considera que el Ejército es fuerte respecto a las seguridad interior pero vulnerable para defensa exterior”.
Incluso en la organización actual del Ejército se carece de componentes militares que hagan posible las operaciones castrenses para la defensa exterior. El documento agrega que la ausencia de interoperabilidad también es resultado de la falta de “recursos humanos aptos y acordes con los requerimientos de las actividades militares”.
Acepta el Plan Militar que la organización del Ejército, basada en Regiones y Zonas Militares, sólo atiende “a las necesidades de orden interno y se basa en los factores de índole político y económico, dejando de lado las necesidades operativas militares que pudieran requerirse en caso de un conflicto armado”.
Lo mismo ocurre en materia de inteligencia militar. La constitucional Fuerza Armada Permanente más numerosa del país reconoce en el documento secreto que todo su sistema de inteligencia está “orientado al ámbito de la seguridad interior y el narcotráfico”.
Por esta condición, la organización, las técnicas y los procedimientos para la producción de inteligencia estratégica, operacional táctica y para las operaciones de campaña “deben incrementarse y mantenerse desarrollando a la par de lo que nuestro país representa en el entorno internacional”.
Además, el Ejército “se encuentra limitado en tanques, artillería y vehículos artillados en comparación con la mayoría de los países sudamericanos”.
El Ejército cuenta con 203 mil 166 elementos. De ellos, 104 mil 647 son personal de arma; 80 mil 574 constituyen el personal de los servicios técnicos, y 17 mil 974 suman los de los servicios administrativos y generales, señala el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto.
El documento apunta que “dicho personal está distribuido orgánicamente por los organismos de las diferentes jurisdicciones de los mandos territoriales, y cada cual desempeña funciones acordes con su especialidad”.
Además, los efectivos cuentan con armamento individual (pistolas, carabinas, fusiles y escopetas), colectivo (ametralladoras, morteros y lanzacohetes) y de acompañamiento (cañones, lanzacohetes y morteros de pequeño calibre) y armas de apoyo terrestre (obuseros y morteros).
El Plan Militar también señala que “para cumplir con sus misiones”, el Ejército Mexicano cuenta con un parque vehicular de 18 mil 405 unidades de diferentes características: 12 mil 944 administrativos, 3 mil 966 de enlace y reconocimiento, 1 mil 264 blindados de reconocimiento y 165 embarcaciones ligeras. También cuenta con un sistema ferroviario con 118 unidades, entre coches, plataformas, furgones y otros.
En cuanto a la infraestructura, el Ejército cuenta con un Cuartel General Superior, en donde se encuentra el Alto Mando y su Estado Mayor, y Cuarteles Generales en las 12 Regiones Militares, 46 Zonas Militares y en un Cuerpo de Ejército.
“Estos Cuarteles Generales se encuentran en campos militares que se ubican atendiendo a la división política del país, en donde cada campo militar alberga unidades, dependencias e instalaciones.”
La inteligencia del Ejército Mexicano se articula en un Sistema de Inteligencia Militar con cuatro niveles. En el primer nivel se encuentra la Subjefatura de Inteligencia Militar del Estado Mayor de la Defensa Nacional, que define los objetivos estratégicos y líneas de acción a implementar para dirigir la búsqueda de información orientada a la obtención de productos de inteligencia, que puedan ser explotados en beneficio de las misiones constitucionales y orgánicas, así como las interinstitucionales”.
Señala el documento que las funciones del segundo nivel “son similares” a las del primer nivel, pero desarrolladas en las Regiones. El tercer nivel es el correspondiente a las Zonas. Y el cuarto nivel a “las guarniciones militares con sus Grupos de Análisis de Orden Interno y a las Unidades tipo Corporación con sus Pelotones de Información”.
Con respecto de investigación aplicada, el Ejército Mexicano cuenta con el Centro de Investigación y Desarrollo del Ejército y Fuerza Aérea (CIDEFA). Su misión es “realizar investigación en las ciencias militares, tecnológicas y biomédicas”.
De este Centro, el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto dice que “podrá garantizar, conjuntar, priorizar, coordinar y controlar los proyectos de investigación que se conciban; en este contexto, existen diversos organismos de investigación y desarrollo, creados con un fin de investigación específico, pero coordinados por el CIDEFA”.
El documento destaca de estos organismos las Direcciones Generales de Industria Militar, de Fábrica de Vestuario y Equipo, de Informática, de Transmisiones, de Sanidad y de Ingenieros.
En materia de interoperabilidad, el Ejército emplea medios de radiocomunicación con la Fuerza Aérea bajo un mando unificado. Además, ambas Fuerzas cuentan con medios tácticos logísticos y administrativos para interoperar “de manera limitada, debido a las características del equipo”.
“Las unidades del Ejército y la Armada, con miras a incrementar la interoperabilidad, han realizado pruebas de radiocomunicación con equipos de radio todo terreno y equipos de radio Falcón I y II, para facilitar la coordinación y las comunicaciones. Con ello se pretende establecer un procedimiento. Este aspecto requiere ser fortalecido mediante un adiestramiento conjunto que permita determinar las capacidades y, por ende, las necesidades reales.”
Además, en el documento se informa que, en materia de interoperabilidad, el Ejército Mexicano ha iniciado un programa para unificar “paulatinamente” el armamento individual de sus unidades, “así como el vestuario y equipo que emplea el personal, con lo que se busca aprovechar los aspectos logísticos”.
Con respecto de la doctrina, el Ejército señala que sus bases están contenidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, leyes, reglamentos, decretos, disposiciones, manuales y circulares, “donde se concretan la experiencia tanto propia como de diversos ejércitos”. Y por esto último, “adquiere validez universal”.
Además, “cuenta con diversos textos en donde se establecen los postulados medulares de la doctrina militar vigente”. Sin embargo, reconoce que “se carece de una doctrina conjunta que establezca información básica respecto a normas de doctrina y procedimientos para el ejercicio del mando en todos los niveles, en operaciones conjuntas”.
Con respecto de la organización, la del Ejército Mexicano está basada en el sistema terciario con cinco tipos de unidades e instalaciones de servicio.
Las unidades de maniobra son 106 Batallones de Infantería, 25 Regimientos de Caballería Motorizada; 25 Compañías de Infantería No Encuadradas; nueve Regimientos Blindados de Reconocimiento; ocho Regimientos Mecanizados; tres Batallones de Fusileros Paracaidistas; 11 Batallones de Fuerzas Especiales; cuatro Grupos de Reacción de Fuerzas Especiales y cinco Grupos Anfibios de Fuerza Especiales.
De las unidades apoyo por el fuego, nueve son Regimientos de Artillería de 105 milímetros (artillería ligera); siete son Grupos de Morteros de 81 milímetros; ocho, Grupos de Cañones de 106 milímetros (artillería antitanque), y uno, Batallón de Honores del Cuerpo de Guardias Presidenciales.
Las unidades de apoyo al combate son: tres Batallones de Ingenieros de Combate; cuatro Compañías de Ingenieros de Combate, y tres Batallones de Construcción.
De las unidades de seguridad, 10 son Batallones de Policía Militar; tres, Batallones de Operaciones Especiales de Policía Militar; dos, Compañías de Policía Militar; uno, Grupo de Caballería del Cuerpo de Guardias Presidenciales, y 26, Cuerpos de Defensas Rurales.
Y las unidades e instalaciones de servicio con las que cuenta el Ejército Mexicano son: un Batallón de Parque de Ingenieros; una Compañía de Ingenieros de Servicios; siete Batallones de Materiales de Guerra; dos Batallones de Transmisiones; un Batallón Logístico de Transmisiones; 12 Compañías de Transmisiones; dos Batallones de Comunicaciones Especiales; un Regimiento de Transporte; cuatro Batallones de Transporte, y un taller de reparación de vehículos.
Otras instalaciones del Ejército Mexicano son las del Hospital Central Militar, el Hospital Central de Especialidades de la Mujer y Neonatología; la Unidad de Especialidades Médicas; la Unidad de Especialidades Odontológicas; 18 hospitales de región; 17 hospitales militares de zona; un Hospital del Estado Mayor; seis unidades médicas de consulta externa; siete Compañías de Intendencia; una Sección de Intendencia No Encuadrada; un Centro de Producción Canina, y 12 Compañías Regionales de Mantenimiento.
La Armada de México cuenta con 54 mil 686 efectivos. De ellos, 12 mil 556 operan en las áreas metropolitanas; 21 mil 390 en el Golfo de México y Mar Caribe, y 20 mil 740 en el Océano Pacífico.
El adiestramiento que reciben inicia con un Curso de Capacitación de Reclutas de la Armada de México. Posteriormente realizan cinco niveles de adiestramiento, a los que siguen otros cursos de capacitación, formación profesional y posgrado. “Se considera que el personal se encuentra adecuadamente capacitado y adiestrado para la misión y atribuciones que se tienen asignadas”.
También “se cuenta con un sistema de doctrina naval, estructurado en manuales correspondientes a los niveles estratégico, operacional y táctico. Estos manuales, en conjunto con las leyes, reglamentos y directivas, constituyen el marco doctrinario de la Armada de México, al cual se sujeta todo el personal naval”.
Las capacidades de la Armada de México, señala el documento, alcanzan para cumplir “adecuadamente [con] las atribuciones del mantenimiento al estado de derecho en la mar, cumplir los compromisos internacionales de búsqueda y rescate, ayuda a la población civil en casos y zonas de desastre, ayuda humanitaria internacional y prevención de la contaminación marina, dragando de mantenimiento a las instalaciones portuarias de la Semar; ejercicio de la autoridad marítima y portuaria en materia de protección, así como proporcionar apoyo a otras dependencias con responsabilidad en el ámbito marítimo”.
Y, sin ambages, la Armada de México concluye: “Sin embargo no se cuenta con la capacidad suficiente para la defensa marítima del Estado ante una intervención militar extranjera”.
La mayoría de las embarcaciones no están armadas. Agrega que México se ha quedado rezagado con respecto de países “como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, que cuentan con buques de guerra operativos y capacidad submarina”.
La tarea fundamental de la Armada de México, explica el documento, es “conducir la defensa marítima del Estado”. Para ello cuenta con dos Fuerzas Navales: la del Pacífico y la del Golfo de México. La segunda tarea es la de “mantener el estado de derecho en la mar”, por lo que ha establecido siete Regiones Navales que agrupan 13 Zonas y 14 Sectores Navales.
En cuanto a unidades de superficie, la Armada de México cuenta con 12 buques de guerra: seis fragatas, dos destructores, dos buques de guerra anfibia, y dos patrullas misileras.
Además, cuenta 95 buques auxiliares. Son 12 remolcadores, 17 dragas, 11 de investigación oceanográfica, 40 de búsqueda y rescate, dos multipropósito, dos de apoyo logístico, uno de transporte y 15 de apoyo a los mandos navales.
También cuenta con embarcaciones menores para servicios diversos, con un porcentaje de operatividad de 70 por ciento aproximadamente.
Con respecto del armamento con el que cuentan los buques de guerra, se trata de sistemas de armas antibuque, antiaéreos y antisubmarinos. El documento señala que “los sistemas antimisiles se encuentran limitados en sus capacidades por falta de misiles y por su antigüedad; en la misma situación se encuentran los sistemas lanzatorpedos”.
Al parecer estas “carencias” se buscaron solventar con la compra de alrededor de 30 misiles y seis torpedos por casi 2 mil millones de pesos. El hecho se conoció por un documento que publicó el Departamento de Estado de Estados Unidos a principios de año.
Además, según el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto, los buques de guerra de la Armada cuentan con detección de superficie, aérea y de guerra electrónica. “En cuanto a la detección submarina, se encuentran limitados por contar con sonares fuera de servicio. El resto de los buques cuenta únicamente con sistemas de detección de superficie y de navegación”.
La Armada cuenta también con una flota aeronaval integrada por 53 aeronaves de ala fija y 55 de ala móvil. Las 108 son de diverso tipo: de búsqueda, vigilancia, reconocimiento, transporte y, entre otros, adiestramiento. También, los militares del mar cuentan también con dos sistemas de vehículos aéreos no tripulados (drones): el VANT táctico y el “mini VANT”.
“Las aeronaves que desarrollan operaciones de reconocimiento tienen la capacidad para ser artillados con ametralladoras y tubos lanzacohetes”. Además, algunos helicópteros “cuentan con afustes para instalar ametralladoras de distintos calibres”.
Las aeronaves de vigilancia, conocidas como patrullas marítimas, cuentan con capacidades de detección de superficie, mediante radar y cámara con sistemas de imágenes térmicas de visión nocturna (de la marca estadunidense Flir). “El resto de la unidades carecen de sistemas de detección”.
Con respecto de la Infantería de Marina, la Armada cuenta con vehículos de transporte de tropa; blindados anfibios; blindados de reconocimiento, y vehículos ligeros de transporte y reconocimiento.
El armamento utilizado por la Infantería de Marina está constituido por las armas portátiles orgánicas calibre 5.56 milímetros, ametralladoras de 7.62 y 12.7 milímetros, lanzagranadas de 40 milímetros, morteros de 60 y 81 milímetros, obuseros de 105 milímetros y sistemas de artillería antiaérea de 40 y 20 milímetros.
En materia de infraestructura, el documento destaca que la Armada cuenta con el Cuartel General del Alto Mando, con diversas instalaciones adscritas al mismo. Entre ellas se encuentran la sede del Alto Mando, establecimientos logísticos, el Hospital Naval de Alta Especialidad, clínicas de salud, una base aeronaval, el Centro de Estudios Superiores Navales, la Escuela Médico Naval e instalaciones para una Brigada de Infantería de Marina.
Además, las siete Regiones Navales cuentan con infraestructura de muelles; escuelas; hospitales; astilleros y centros de reparación de unidades; instalaciones para unidades de Infantería de Marina, y bases y estaciones aeronavales.
El Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto dice que los astilleros de la Semar tienen la capacidad de construir unidades navales de superficie de diferentes tipos, “con lo cual contribuye al fortalecimiento del desarrollo nacional mediante la generación de empleos, evita la dependencia extranjera y mejora la tecnología de construcción propia”.
Con respecto de las capacidades de inteligencia, el documento señala: “El Sistema de Inteligencia Naval (SIN) lo encabeza la Unidad de Inteligencia Naval, que conduce inteligencia estratégica, operacional y táctica”. Este sistema se integra con la participación de las Secciones Segundas del Estado Mayor General y de los Mando Navales, “para lo cual se cuenta con diversos medios de inteligencia humana, de imágenes y electrónica”.
En materia de investigación aplicada, la Armada de México cuenta con el Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico. Es el recinto en el que se llevan a cabo “proyectos para optimizar la operación y mejora de las capacidades tácticas de las unidades operativas”.
En el documento se destaca que este instituto “opera con un presupuesto limitado asignado a la Dirección General de Investigación y Desarrollo, de la que depende orgánicamente”. También cuenta con el fondo sectorial Semar-Conacyt (Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología) “para proyectos de investigación y desarrollo, aprovechando las capacidades de las universidades y centros de investigación nacionales”.
La interoperabilidad de la Armada, según el documento, está acotada. Esta Fuerza Armada reporta que “se cuenta con los medios y doctrina para interoperar de manera independiente entre buques, unidades de Infantería de Marina y unidades aeronavales”. Sin embargo, “en la mayoría de los casos está limitada a radiocomunicaciones”.
Lo que sí destaca entre las capacidades de interoperabilidad es un Sistema de Mando y Control, “en donde se puede dar seguimiento a las operaciones casi en tiempo real, tanto en el Estado Mayor General de la Armada como en los Mando Navales”.
Finalmente, en materia de organización, las dos Fuerzas Navales se organizan cada una en: Mando y Estado Mayor, Flotillas de Destructores y de Buques Auxiliares, Fuerzas de Reacción Anfibia y Escuadrones Aeronavales.
Las regiones navales se organizan en: Mando y Estado Mayor, Flotillas y Escuadrillas de Buques; Brigadas y Batallones de Infantería de Marina, Bases, Estaciones, Escuadrones Aeronavales y Unidades de Búsqueda y Rescate.
La Fuerza Aérea Mexicana está integrada por 12 mil 462 efectivos. De ellos, 6 mil 394 son pilotos y personal de los servicios técnicos; 1 mil 648 son paracaidistas, y 4 mil 420 son de los servicios comunes.
En el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto se establece sin ambages que tal cantidad de recursos humanos resulta insuficiente para cubrir las necesidades de la institución. Señala que se carece de “las tripulaciones de vuelo necesarias, en una relación de dos tripulaciones por cabina; por consiguiente, las diferentes especialidades demandan un incremento de este personal y el dedicado al apoyo y a los servicios”.
En síntesis, la Fuerza Aérea Mexican, señala el Plan Militar, sólo puede cumplir de manera parcial con sus misiones asignadas. Es capaz de:
“Hacer frente a una amenaza tradicional [agresión externa] de manera limitada […] efectuar una parcial defensa del espacio aéreo mexicano, por la [escasa] disponibilidad de aeronaves y sistemas de vigilancia (radares) y por la insuficiente aviación de combate; y se dispone de 2 días de fuego para las aeronaves susceptibles de ser artilladas (64 aviones y 50 helicópteros) que representan el 28.42 por ciento del total de las aeronaves”.
También la Fuerza Aérea puede seguir llevando a cabo operaciones contra el narcotráfico: búsqueda, identificación, destrucción y erradicación de sembradíos de marihuana y amapola; localización y destrucción de laboratorios clandestinos donde se elaborar productos sicotrópicos; y apoyo a las fuerzas federales, estatales y municipales “contra la delincuencia organizada a través de la búsqueda, identificación, seguimiento, transporte, infiltración y exfiltración de las fuerzas de reacción”. Asimismo, puede auxiliar a la población en casos de desastre.
Pero “existe escasez del recurso humano para el cumplimiento de las misiones asignadas a la Fuerza Aérea, sobre todo de personal especialista; no se dispone de tripulaciones de vuelo suficientes según los requerimientos especificados para cada tipo de aeronave”.
México no cuenta con aeronaves militares modernas. “Únicamente se dispone de un escuadrón de aviones de combate F-5, con únicamente seis operativos […].
“Se puede aseverar que México se encuentra en desventaja en este tipo de aviación. Aunque se cuenta con otro tipo de aeronaves que pueden ser artilladas, bajo esta configuración no adquieren la clasificación de aviación de combate, debido a que cuentan con menores características para enfrentar alguna amenaza proveniente del exterior.”
Las Fuerza encargada de defender los cielos mexicanos cuenta con 217 aeronaves de ala fija y 131 de ala rotativa, que hacen un total de 348. También cuenta con radares, sistemas aéreos no tripulados (drones), vehículos y armamentos.
Señala que este material, “aun y cuando presenta algunas limitantes como son los años de servicio, puede actuar con eficacia para el cumplimiento de las necesidades de operación de orden interno. Sin embargo, este material resulta insuficiente y obsoleto para hacer frente a una intervención militar extranjera”.
En el documento se asienta que incluso la infraestructura necesita ser actualizada y acondicionada en su totalidad. Señala que bases, estaciones, escuadrones, escalones de mantenimiento, depósitos deben adaptarse a nuevas tecnologías incorporadas a las aeronaves. “Asimismo, es necesario remozar las instalaciones que cuentan con más de 30 años de servicio, a fin de asegurar su óptimo empleo y hacer que cumplan con sus propósitos fundamentales de operación y/o apoyo según corresponda”.
En materia de inteligencia, las actividades de la Fuerza Aérea se orientan a “la definición del orden de batalla aéreo”. Para ello, integra las capacidades de los Servicios a la Navegación del Espacio Aéreo Mexicano (Seneam) y de la Dirección General de Aviación Civil, ambas instancias dependientes de la civil Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
“También se lleva un seguimiento de las capacidades de las Fuerzas Aéreas de la región [se entiende, América del Norte y América Central] y elabora estudios comparativos para determinar su relativa fuerza de combate. Asimismo, coopera con el Ejército para llevar a cabo operaciones de inteligencia electrónica y de imagen, mediante el empleo de equipos especiales a bordo de las aeronaves.”
Sobre las capacidades en materia de investigación y desarrollo, la Fuerza Aérea Mexicana reconoce en el documento que “en la actualidad se cuenta con una limitada cantidad” de ingenieros en aeronáutica. Con los que se cuenta, se desarrollan proyectos de investigación en aeronáutica. Señala que los ingenieros han sido capaces de diseñar artefactos, equipos y sistemas “que han sido de gran utilidad para la institución”.
Con respecto de la interoperabilidad, entendida como “la adecuada coordinación y enlace” entre las aeronaves y otros organismos durante operaciones militares, la Fuerza Aérea Mexicana dispone de equipos de comunicación de muy alta frecuencia (VHF), “mismo que resulta demasiado limitado para establecer enlace con el Centro de Operaciones Aéreas para el intercambio de información”.
Tampoco es posible la comunicación aire-tierra con las fuerzas terrestres y con los coordinadores aéreos y controladores aéreos adelantados, “por lo que se dificulta establecer la coordinación que demanda la misión”.
Con respecto de la interoperabilidad en el uso de armamento y equipo con el Ejército, señala que es limitada; “pero va en aumento para eficientar las misiones realizadas de manera conjunta”.
Sobre el adiestramiento que reciben los integrantes de la Fuerza Aérea, el documento señala que se cubre con los requerimientos necesarios para cumplir las misiones. Pero “existe la necesidad de mantener al personal adiestrado de acuerdo con las nuevas técnicas y tecnologías que surgen y que vayan acordes con nuestra doctrina”.
En cuanto a la organización, la Fuerza Aérea Mexicana está encabezada por una Comandancia y su Estado Mayor, “quien la auxilia para el control, administración y operación de sus organismos”. Está constituida por cuatro regiones aéreas, 18 Bases Aéreas, nueve Estaciones Aéreas y 10 Bases de Operaciones Aéreas.
Además, las Grandes Unidades Superiores corresponden al Ala de Reconocimiento y Transporte y al Ala de Combate. Por su parte, las Grandes Unidades Elementales se integran por cinco Grupos Aéreos, un Grupo de Detección y Control y 25 Escuadrones Aéreos como unidades tipo corporación.
Y se cuenta con los planteles educativos: el Colegio del Aire, las Escuelas Militares de la Fuerza Aérea y los Centros de Adiestramiento.
El documento señala que es necesario evaluar y reorganizar la Fuerza Aérea. En específico, “algunas unidades, a fin de hacerlas eficientes”. Además, “aun y cuando se tienen organismos en todo el territorio, existe la necesidad de dotar y organizar unidades aéreas en la porción Este-Noreste del país, con el propósito de tener presencia en el área y crear una fuerza disuasiva”.
Consultado sobre las amenazas y riesgos a la defensa nacional y las capacidades para enfrentarlas, Gerardo Rodríguez Sánchez Lara señala que es necesario fortalecer a las Fuerzas Armadas.
Experto en asuntos de seguridad nacional, el posgraduado en institutos de seguridad nacional de Francia, Estados Unidos y Alemania señala que el presupuesto destinado a la defensa nacional debe verse como una inversión: “estamos hablando de la defensa de las instituciones”.
Para el general Gallardo Rodríguez la reforma a las Fuerzas Armadas es urgente. La actual estructura y organización –a decir del militar, defensor de derechos humanos y posdoctorado por el Observatorio Latinoamericano de Geopolítica– hicieron posible hechos como los de 2 de octubre de 1968; la guerra sucia con crímenes de lesa humanidad contra comunidades de Guerrero, y las masacres contra civiles en el marco de la “guerra” contra el narcotráfico.
El doctor Guillermo Garduño Valero explica que las modestas capacidades de las Fuerzas Armadas Mexicanas no son suficientes para enfrentar a la delincuencia organizada.
“El narcotráfico ha demostrado en distintos escenarios de guerra que posee mejor armamento que las propias Fuerzas Armadas, lo cual es inadmisible”. Explica que la “guerra” contra el narcotráfico también es un asunto político. “Es falso que el narco no tenga objetivos políticos. Toda guerra los tiene”.
Catedrático en la Universidad Autónoma Metropolitana, Garduño Valero evalúa que las Fuerzas Armadas Mexicanas son incapaces de sostener un conflicto de carácter regional, es decir, con sus vecinos latinoamericanos. Las capacidades de hoy son resultado de un modelo militar pensado para proteger a los gobernantes del siglo pasado. Hoy ha hecho crisis porque ya no puede garantizar la seguridad interna.
“Las Fuerzas Amadas quedaron siempre como un factor para dirimir los conflictos internos, como un Ejército doméstico. Entonces, reprimir movimientos sociales no requería de mayor gloria. Pero enfrentarse con grupos armados, con armas de grueso calibre, con elementos que puedan tener incluso tanto barcos como aviones, pues es otra cosa totalmente diferente.”
Dos intereses de defensa justifican el Plan Militar
El Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto, elaborado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar), tutela formalmente dos “intereses de defensa”. Cada interés cuenta con sus propios “objetivos de defensa”.
El primer interés de defensa plasmado en el documento clasificado como “secreto” es: “La consecución de una condición estable de paz y seguridad interna, que garantice la actuación de las instituciones democráticas del país”.
A este interés corresponden cinco objetivos de defensa: “garantizar el orden constitucional; robustecer los mecanismos de cooperación interinstitucional en la prevención y lucha contra las amenazas, riesgos y desafíos; fortalecer los mecanismos de transmisión de la identidad nacional potenciando la cultura de defensa y apego a la patria; impulsar la coordinación interinstitucional para el establecimiento de la legislación que sustente la participación de las Fuerzas Armadas en el ámbito interno y externo; promover la justicia social y el desarrollo nacional; e impulsar el desarrollo tecnológico del país, disminuyendo la dependencia del exterior”.
El segundo interés de defensa que se busca preservar es: “La consecución de seguridad que permita la existencia y desarrollo de la nación ante amenazas provenientes de otros Estados y otros actores externos e internos”.
Los cuatro objetivos de defensa que le atañen son: “salvaguardar la soberanía, la independencia e integridad de la nación; salvaguardar la infraestructura vital de tecnología de la información y comunicaciones del país; fomentar una economía de defensa en los sectores productivos del país; y proyectar en el ámbito internacional el compromiso de la sociedad con la defensa del país”.
Zósimo Camacho y José Réyez / Cuarta de cinco partes
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