Roberto García Hernández/Prensa Latina
El Departamento de Defensa de Estados Unidos analiza cómo enfrentar los recortes multimillonarios a su presupuesto en la próxima década, que implican reducciones significativas en sus tropas y sistemas de armamentos.
El rango de opciones para los reajustes, muchos de los cuales requieren la aprobación del Congreso, están contenidos en el documento publicado recientemente y denominado Revisión de las opciones estratégicas y de dirección, conocido por la sigla SCMR, que fue diseñado para ayudar al Pentágono a enfrentar estos recortes de fondos.
De esta forma, el Pentágono presiona al Congreso de aquel país para que resuelva la crisis fiscal al amenazar con afectar a dos sectores fundamentales para los intereses electorales de los integrantes del Capitolio: centenares de miles de oficiales y soldados, así como los representantes de la industria militar, afirma el periódico digital Politico.com.
Ésas son las reducciones más drásticas anunciadas por el secretario de Defensa, Charles Hagel, en el Pentágono para enfrentar los recortes de más de 500 mil millones de dólares en los próximos 2 años, que incluyen 52 mil millones para el presupuesto del año fiscal 2014, el cual comenzó este 1 de octubre.
Esta crisis ocurre ante la incapacidad del Ejecutivo y el Capitolio para ponerse de acuerdo en torno a temas fiscales, una contienda en la que demócratas y republicanos se enfrentan con planes discordantes sobre política impositiva y gastos federales.
En ese sentido, una consecuencia reciente de estos reajustes es la decisión de la Armada estadunidense de eliminar uno de sus submarinos nucleares de ataque, el USS Miami, por no tener los fondos necesarios para restaurarlo después de que sufrió los daños de dos incendios consecutivos, iniciados intencionalmente por un empleado civil.
La jefatura de la Marina de Guerra estadunidense anunció, a principios de agosto, la desactivación de dicho buque por no tener los más de 400 millones de dólares necesarios para reparar los daños del siniestro.
Autoridades de la Armada detuvieron en esa ocasión a un exempleado de los astilleros navales de Portsmouth Naval Shipyards, como sospechoso de provocar los incendios el 23 de mayo y el 16 de junio de 2012, señala el diario Stars and Stripes.
Para el congresista republicano Randy Forbes, la desactivación de esta unidad naval es un indicio peligroso de los daños que la crisis fiscal ocasiona al Pentágono, y un recordatorio inevitable de los costos reales que tienen para la seguridad nacional los rejuegos políticos en Washington en torno a los temas presupuestarios.
“Enfrentamos una crisis de disposición y capacidad combativas que nosotros mismos hemos provocado, y la desactivación del USS Miami es un ejemplo insuperable de esta situación”, estimó el legislador, según el sitio digital Defense News.
Un informe del Pentágono emitido a principios de agosto señala que uno de los escenarios posibles para enfrentar la crisis fiscal es la reducción de las fuerzas del Ejército de 490 mil a 380 mil efectivos; la infantería de marina, de 182 mil a 150 mil, y los grupos de ataque de portaaviones, de 11 a ocho.
Estas reducciones resultan excesivas para las actuales condiciones de turbulencias estratégicas en el mundo, considera el académico Michael O’Hanlon, experto en temas de defensa de la Institución Brookings, un think tank con sede en Washington.
Según el académico, estos reajustes disminuirán las capacidades militares estadunidenses a un nivel insoportable, y el ejemplo más significativo es el Ejército, que perderá alrededor de 100 mil soldados de sus fuerzas en servicio activo y una cantidad similar en el componente de la reserva, debido a los recortes automáticos.
Esto significa que dicho servicio armado será significativamente menor que durante la administración de William Clinton (1993-2001) y más pequeño, además, que en cualquier otro momento histórico anterior a la Segunda Guerra Mundial, señala el especialista O’Hanlon.
Además, el experto afirma que las Fuerzas Armadas estadunidenses son demasiado caras y han pasado en la última década por dos guerras terrestres desgastantes en Irak y Afganistán, tras las cuales muchos piensan que el Pentágono sólo necesitará medios aéreos y navales y una fuerte capacidad de ciberguerra, lo cual es un error.
El académico señala que en la década de 1990 las fuerzas terrestres tenían capacidades para enfrentar hasta dos guerras de manera casi simultánea, concepto estratégico que se mantuvo durante varios años.
Pero Estados Unidos debe contar con un nuevo paradigma de planificación de las unidades terrestres, capaces de lidiar con una guerra y a la vez llevar a efecto otras dos misiones importantes, como los esfuerzos residuales que tendrá que cumplir en Afganistán o estabilizar otros países de Oriente Medio, añade O’Hanlon.
Ese esquema permitiría tener un Ejército más pequeño que el actual, pero no inferior a 450 mil efectivos, para poder cumplir con las expectativas del mando político militar del país, por lo cual los planes actuales de reducciones van más allá de lo que puede soportar la seguridad nacional de Estados Unidos.
A pesar de todas estas restricciones y reajustes, un informe del inspector general para la Reconstrucción de Afganistán, John Sopko, asegura que miles de millones de dólares destinados a las Fuerzas Armadas estadunidenses en Afganistán están fuera de control y pueden caer en manos de grupos insurgentes y terroristas de ese país.
Apenas 18 meses antes de la retirada del grueso de las tropas estadunidenses y de sus aliados de suelo afgano, esos fondos son malgastados y hay ruptura entre los objetivos de la política de la Casa Blanca y la posibilidad real de alcanzarlos, advierte el reporte.
Sin embargo, a pesar de las quejas del Pentágono y algunos legisladores por estos recortes presupuestarios, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos apenas afectan sus fondos para participar en grandes ejercicios y maniobras en ultramar, lo que les garantiza sus capacidades de intervención en otras regiones.
En ese sentido, el Pentágono anunció recientemente la realización del ejercicio anual conjunto Ulchi Freedom Guardian con fuerzas de Surcorea y otros siete países, del 19 al 30 de agosto, en áreas del Océano Pacífico cercanas a la península coreana.
Este año participarán Australia, Canadá, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Nueva Zelandia y Noruega.
La República Popular Democrática de Corea considera estos ejercicios uno de los de mayor envergadura realizados en la zona por Estados Unidos y sus aliados, como una provocación contra ese país y ha advertido que tales actividades incrementarán las tensiones en la región.
Las maniobras, con un costo de varios miles de millones de dólares, tienen como fin “garantizar la estabilidad y seguridad en la Península Coreana y reafirmar el compromiso de Estados Unidos en la región del Noreste de Asia”, señala un comunicado oficial al que hizo referencia, el 11 de agosto pasado, el diario Stars and Stripes.
Las autoridades de Pyongyang ya recibieron una notificación sobre este entrenamiento, que según fuentes del Departamento de Defensa tiene un carácter “rutinario”, aunque está basado en escenarios realistas que permiten la preparación de las tropas, agrega el rotativo.
Además, desde principios de julio, más de 10 mil militares de Estados Unidos arribaron al Océano Pacífico para participar en ejercicios multinacionales y visitas de cortesía, como parte de la estrategia de la Casa Blanca de incrementar su presencia castrense en la región asiática.
A finales de junio pasado partió de Yokosuka, Japón, el grupo de ataque del portaaviones USS George Washington (CVN-73) con alrededor de 6 mil marineros, casi un centenar de aeronaves a bordo, acompañado por seis unidades de superficie y al menos un submarino.
Para participar en entrenamientos similares, 2 semanas antes salió de la base naval de Sasebo, en territorio nipón, la unidad anfibia USS Bonhomme Richard y sus naves escoltas, con más de 2 mil 200 efectivos de la 31 Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina.
Estos marines constituyen una agrupación de operaciones especiales, lista para intervenir en plazos breves en cualquier conflicto, como otras seis que Estados Unidos tiene desplegadas en diferentes regiones geográficas.
Los costos de éstas y otras actividades de los militares estadunidenses apenas están afectados por la actual crisis fiscal, cuyos efectos se sienten más en los beneficios del personal civil y militar.
En particular, los recortes inciden negativamente en la atención a los veteranos de guerra, cuya situación precaria fue reconocida en un reporte del Departamento de Defensa, y no parece tener solución a corto plazo.
De todas formas las arcas del Pentágono siguen siendo voluminosas, pues su presupuesto para el año fiscal 2014 se estima en más de 640 mil millones de dólares, y es mayor que el monto combinado de las otras 10 naciones que más gastan en esa esfera.
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