La miseria en el país más pobre del Continente Americano mata a miles de personas cada año. Una de las caras asesinas es el cólera, padecido actualmente por 600 mil haitianos. En los próximos meses, la enfermedad será una epidemia si no se invierte en la construcción de letrinas e infraestructura para el aseo mínimo de miles de familias empobrecidas
Corresponsales de Haiti Grassroots Watch*/IPS
Puerto Príncipe, Haití. La falta de financiamiento para un plan de erradicación del cólera por 10 años significa que, probablemente, esta enfermedad se torne endémica en este país en un futuro cercano.
El cólera se propaga a través de alimentos y agua contaminada, así como mediante la exposición al ambiente de la materia fecal. Una de las partes fundamentales del Plan Nacional para la Eliminación del Cólera en Haití, de 2 millones 200 mil dólares, consiste en financiamiento para los sistemas de saneamiento en todo el país.
La mayoría de los haitianos –alrededor de 8 millones de los 10 millones de habitantes del país– no tiene acceso a sistemas de saneamiento higiénico. Defecan al aire libre en campos, barrancos o en las orillas de los ríos. En la región de la capital se producen, cada día, unas 900 toneladas de excremento humano, según la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos.
“Haití es el único país en el mundo cuya cobertura de saneamiento se redujo en la última década”, destaca Rishi Rattan, miembro de Physicians for Haiti (Médicos para Haití), organización integrada por profesionales de la salud radicados en Estados Unidos.
“Antes del brote de cólera o del terremoto [del 12 de enero de 2010], la diarrea era la principal asesina de los niños menores de 5 años, y la segunda causa principal de todas las muertes en Haití”, dice Rattan a Haiti Grassroots Watch (HGW), por correo electrónico.
“Dado que el cólera es una enfermedad que se origina en el agua y que depende de la falta de acceso al agua limpia, es altamente probable que se vuelva endémica en Haití, si entidades como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no financian plenamente el plan de eliminación [de esta enfermedad]”, añade.
El cólera, introducido en el país en octubre de 2010 por soldados de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah, por su acrónimo en francés), se propagó rápidamente por todo el territorio. Cada mes se producen casi 3 mil nuevas infecciones. Actualmente afecta a más de 600 mil personas y han muerto casi 8 mil 190 por esta causa.
La mortalidad va en aumento en las áreas rurales debido, en parte, a la falta de centros de tratamiento del cólera. En el peor momento de la epidemia había 285 centros. Actualmente hay apenas 28.
Cuando se terminó el financiamiento, la mayoría de las agencias humanitarias abandonaron el país. Y lo peor es que una de las dos grandes plantas de tratamiento de desechos construidas tras el terremoto quedó fuera de servicio en los últimos tiempos.
La conexión cólera-excrementos
Redactado con la ayuda de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el gobierno de Estados Unidos y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por su acrónimo en inglés), el plan de eliminación del cólera se centra en los excrementos humanos. Sólo el presupuesto de saneamiento llega a 467 millones de dólares.
“Según nuestras cifras, menos del 30 por ciento de la población tiene acceso a lo que podríamos llamar saneamiento básico”, dice Edwige Petit, jefa de saneamiento en la Agencia Nacional de Agua y Saneamiento (Dinepa, por su acrónimo en francés), a HGW.
“En los países vecinos, entre 92 y 98 por ciento tienen saneamiento básico”, agrega.
Según datos de Dinepa, alrededor de la mitad de los hogares rurales, y entre el 10 y 20 por ciento de los urbanos, carecen de acceso a un retrete o letrina adecuados. En Cité Soleil, uno de los grandes barrios hacinados de Puerto Príncipe, algunos usan cualquier terreno abierto para hacer sus necesidades.
“Cuando nuestros hijos tienen que evacuar, los ponemos sobre un pequeño recipiente –explica la residente Wisly Bellevue–; colocamos un poco de agua dentro del mismo. Una vez que terminaron, arrojamos el contenido en un predio vacío”.
Camiones desfangadores atienden a grandes instituciones con sistemas sépticos. En 2010 y 2011, agencias humanitarias vaciaron los miles de retretes portables en los campamentos de refugiados para los 1.3 millones de personas que quedaron sin hogar tras el terremoto.
Las personas que no pueden pagar ese servicio, a menudo contratan uno más económico: los hombres llamados bayakou, que vacían letrinas y sistemas sépticos a mano. Trabajan por las noches y la mayoría vierte su carga en ríos, canales y barrancos.
Antes de la epidemia de cólera, el contenido de los camiones usados para arrojar las heces se mezclaban con la orina en los barrancos que drenan en el mar Caribe.
Avances y desafíos
Desde 2010, Dinepa y sus socios han logrado avances considerables en materia de saneamiento.
Con la ayuda del gobierno español, Unicef y otros, Dinepa construyó dos centros de tratamiento para la región de la capital, y espera erigir otros 22 con un presupuesto total de 159 millones de dólares.
Sin embargo, hasta ahora sólo se empezó a construir uno cerca de Saint-Marc, otro en Les Cayes, en el Sur, y un tercero en Limonade, en el Norte.
La imponente planta de tratamiento de desechos de Morne à Cabri, que costó unos 2 millones 500 mil dólares y se inauguró en septiembre de 2011, “tiene la capacidad de tratar 500 metros cúbicos de excrementos por día, equivalentes a lo que producen 500 mil personas”, según Dinepa.
Pero ya hay un problema: actualmente el centro está clausurado, los portones están cerrados. Un motivo es la falta de financiamiento. Las tarifas que pagan las empresas de transporte de excrementos no generan suficientes ganancias.
Después de que las agencias humanitarias dejaron de administrar los campamentos de refugiados –se retiraron apenas se terminó el financiamiento–, las entregas de retretes portables se volvieron problemáticas.
“Pasamos de tener desechos de basura en las letrinas constituidas de entre 10 y 20 por ciento, a tener entre 70 y 80 por ciento”, explica Petit.
Añade que “la planta de tratamiento no se construyó para manejar basura, sino agua y materia fecal. Los estanques colapsaron obstruidos por la basura”.
Aunque se esfuerza por subsistir financieramente, en Dinepa están determinados a hacer que las cosas vuelvan a funcionar.
“Vamos a usar equipos del gobierno. Si podemos obtener 40 mil o 50 mil dólares podremos limpiarla”.
Por supuesto, la otra planta de tratamiento funciona, pero persisten dos desafíos: convencer a los bayakou y a otros que entreguen sus cargas; y el asunto del financiamiento. Porque, aunque se entreguen los excrementos, los bayakou no podrán pagar.
Otra parte del plan es una campaña educativa que busca combatir “las malas prácticas de defecación e higiene”. Según Petit, muchas familias rurales ya ni siquiera se molestan en construir letrinas.
“En los últimos 30 años se desarrolló una cierta mentalidad según la cual la gente sabe que es bastante posible que alguien más (como una agencia extranjera) le dé retretes”, explica Petit.
Pero en vez de repartir retretes y letrinas gratuitas, Dinepa espera crear un fondo de 120 millones de dólares que permita a las familias pedir prestado el dinero necesario para hacer sus propias construcciones.
El plan anticólera, ¿un disparate?
Muchos aspectos del plan de erradicación del cólera están en suspenso. Haití requiere 2 millones 200 mil dólares, además de un plan para la vecina República Dominicana, que necesita 77 millones de dólares adicionales. Para 2013 y 2014, solamente Haití necesita alrededor de 443 millones de dólares.
El Banco Mundial, la OPS y la Unicef prometieron en los últimos tiempos 29 millones de dólares, y otras agencias de la ONU ofrecieron apenas otros 2.5 millones. Pero lo recabado hasta ahora es menos de la mitad de lo que se requiere.
El presupuesto 2012-2013 de la Minustah es de 638 millones de dólares, alrededor de 200 millones más de lo que necesitan Haití y la República Dominicana para los primeros 2 años de sus planes de eliminación del cólera.
*Haiti Grassroots Watch es una asociación de AlterPresse, la Sociedad de Animación y Comunicación Social (Saks), la Red de Mujeres de Radios Comunitarias (Refraka), radios comunitarias y estudiantes del Laboratorio de Periodismo de la Universidad del Estado de Haití
Fuente: Contralínea 351 / 9 al 15 septiembre de 2013