Desde la ocupación de Irak por Estados Unidos, más de 1 millón 200 mil personas han muerto, principalmente, a manos de soldados invasores, una desbordante violencia generada por la guerra que decidieron librar dos potencias y un puñado de países al margen de la Organización de las Naciones Unidas. Con este reportaje, Contralínea inicia la publicación seriada de Proyecto Censurado 2009, una iniciativa de periodistas no alineados que rescatan los textos periodísticos ignorados por los grandes medios de comunicación. A pesar de la seriedad de estas investigaciones, los textos fueron censurados por los consorcios mediáticos de cada país. En esta presentación se reproduce una síntesis del reportaje original con actualizaciones escritas por sus propios autores
Michael Schwartz, Joshua Holland, Dahr Jamail, Luke Baker, Maki al-Nazzal / Red Voltaire
Más de 1 millón 200 mil iraquíes han tenido una muerte violenta como resultado de la invasión iniciada en 2003, según un estudio del prestigioso grupo británico de investigación Opinion Research Business (ORB). Estas cifras sugieren que la invasión y la ocupación de Irak rivalizan con las matanzas masivas del siglo XX –el número de víctimas mortales sobrepasa las 800 mil a 900 mil– que se estima murieron durante el genocidio de Ruanda en 1994, y ya se aproxima a la cantidad (1 millón 700 mil) de los que fallecieron en los tristemente famosos Campos de la Muerte, en Camboya, durante la era del Khmer Rojo en la década de 1970.
La investigación de ORB cubrió 15 de las 18 provincias de Irak. Las zonas no cubiertas incluyen dos de las regiones más inestables de Irak (Kerbala y Anbar) y la norteña provincia de Arbil, donde las autoridades locales les negaron el permiso de trabajo.
En entrevistas cara a cara con 2 mil 414 adultos, la encuesta encontró que más de uno de cada cinco encuestados había tenido por lo menos una muerte en sus hogares como resultado del conflicto.
En su reportaje de octubre de 2006 (Proyecto Censurado 2006), los entrevistadores de la revista The Lancet les preguntaron a los encuestados iraquíes cómo murieron sus seres queridos. Las respuestas arrojaron que el 56 por ciento de las muertes era imputable a las fuerzas de Estados Unidos y sus aliados.
Schwartz sugirió que si una parte proporcional de la mitad del resto de las muertes de iraquíes no atribuidas fue causada por las fuerzas de Estados Unidos, el resultado final sería que aproximadamente el 80 por ciento es atribuible a Estados Unidos.
Incluso con las cifras más bajas confirmadas a finales de 2006, las fuerzas de Estados Unidos habían dado muerte a un promedio de 5 mil iraquíes por mes desde el principio de la ocupación. Sin embargo, la tasa de víctimas mortales en 2006 fue dos veces más alta que el promedio total, lo que quiere decir que el promedio de muertes provocadas por los estadunidenses ese año estuvo por encima de 10 mil por mes, o más de 300 por día. Con la ola que comenzó en 2007, la cifra actual probablemente sea mucho más alta.
Schwartz precisó que la lógica de esta carnicería radica en una estadística emitida por los militares estadunidenses y divulgada por el Instituto Brookings: durante los primeros cuatro años de ocupación militar estadunidense, fueron enviadas a los barrios hostiles más de 1 mil patrullas diarias, con órdenes de capturar o matar a “insurrectos” y “terroristas”. Desde febrero de 2007, el número ha aumentado a casi 5 mil patrullas por día, si incluimos a las tropas iraquíes que participan con las fuerzas estadunidenses.
Cada patrulla invade un promedio de 30 hogares diarios con la misión de interrogar, arrestar o matar a iraquíes sospechosos. En este contexto, cualquier hombre en edad de luchar no sólo es un sospechoso, sino un adversario potencialmente letal. A los soldados estadunidenses se les advierte que no corran riesgos.
Según las estadísticas militares de Estados Unidos, divulgadas también por el Instituto Brookings, estas patrullas actualmente dan lugar a unos 3 mil tiroteos por mes, o poco menos de un promedio de 100 diarios (sin contar los 25 adicionales que involucran a los aliados iraquíes). Miles de rondas de patrullas dan como resultado millares de muertes de iraquíes inocentes y detenciones desmesuradamente brutales.
Los intentos de los iraquíes por escapar de la violencia han originado una crisis de refugiados de enormes proporciones. En informes de 2007, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para la Migración documenta que casi 5 millones de iraquíes han sido desplazados por la violencia; la mayor huyó de su país a partir de 2003. Más de 2.4 millones abandonaron sus hogares por áreas más seguras dentro de Irak, 1.5 millones se fueron a vivir a Siria y más de 1 millón de refugiados, a Jordania, Irán, Egipto, Líbano, Turquía y los países del Golfo Pérsico.
Los refugiados de Irak, que aumentan a un promedio de casi 100 mil por mes, no tienen ninguna opción legal de trabajo en la mayoría de las provincias y estados receptores, y su desesperación es cada vez mayor. Sin embargo, son más los iraquíes que continúan abandonando sus hogares que los que han retornado a sus casas, a pesar de las afirmaciones oficiales que indican lo contrario. Miles de los que huyen opinan que la seguridad es tan mala como siempre y que retornar significaría aceptar la muerte. La mayoría de los que vuelven son posteriormente desplazados una vez más.
Los periodistas Maki al-Nazzal y Dahr Jamail entrevistaron a un ingeniero iraquí que ahora trabaja en un restaurante de Damasco, Siria:
“¿Regresar a Irak? No hay un Irak adonde volver, mi amigo. Irak sólo existe en nuestros sueños y recuerdos”.
Otro entrevistado dijo a los autores: “Los militares de Estados Unidos dicen que ahora Fallujah es segura, mientras más de 800 hombres permanecen detenidos allí en las peores condiciones… Por lo menos, 750 de los 800 detenidos no son combatientes de la resistencia, sino gente que se niega a colaborar con las fuerzas de ocupación y sus ‘colas’” (los iraquíes llaman comúnmente “colas de los americanos” a quienes colaboran con las fuerzas de ocupación).
Otro refugiado de Bagdad dijo: “Regresé a mi hogar con mi familia en enero. Durante la primera noche después de nuestra llegada, los estadunidenses allanaron nuestra casa y nos mantuvieron a todos en una misma habitación mientras sus francotiradores utilizaban nuestro tejado para dispararle a la gente. Decidimos volver aquí [a Damasco] a la mañana siguiente, tras una noche de horror que nunca olvidaremos”.
Las estadísticas de mortalidad citadas en “Is the United States Killing 10,000 Iraqis Every Month?” se basaron en una investigación científica de las muertes causadas por la guerra en Irak, publicada en otro artículo plausible para Proyecto Censurado. El artículo original, publicado en The Lancet en 2006, recibió una cobertura desdeñosa cuando se dio a conocer y después desapareció de la vista de los lectores, mientras los grandes medios volvían a divulgar estimados parciales que reflejaban la cifra de iraquíes muertos en una décima parte de los cálculos de The Lancet. El bloqueo informativo de los medios corporativos también se extendió a mi artículo, y no ha disminuido en lo más mínimo, aunque el artículo de The Lancet ha resistido varias oleadas de críticas, en tanto que otros estudios lo confirman y actualizan.
A principios de 2008, la mejor valoración, basada en extrapolaciones y reproducciones del estudio de The Lancet, señaló que 1.2 millones de iraquíes habían muerto como consecuencia de la guerra. Esta cifra, a mi entender, no se ha divulgado en ninguno de los medios de comunicación de Estados Unidos.
El bloqueo informativo de las cifras de víctimas fue acompañado de uno similar de otra prueba fundamental en mi artículo: que la estrategia militar de la administración de Bush en Irak asegura diariamente una enorme destrucción de propiedades y una elevada mortandad. Las reglas de reclutamiento que exigen que las aproximadamente 1 mil patrullas estadunidenses respondan diariamente a cualquier acto hostil con un aplastante poder de fuego –armas de bajo calibre, artillería, y poderío aéreo– garantizan que gran cantidad de civiles sufran y mueran. Pero los principales medios rehusaron cubrir este delito de mutilación, aun después de las reuniones de la organización Soldados de Invierno, de marzo de 2003, en las que se destacaron las declaraciones hechas por más de 100 veteranos de guerra de Irak sobre su participación en lo que llamaron “situaciones generadoras de atrocidades”.
La eficacia del bloqueo informativo de los medios fue ilustrada vívidamente por una encuesta de Associated Press en febrero de 2007, mediante la cual se le preguntó a una muestra representativa de residentes estadunidenses cuántos iraquíes habían muerto como resultado de la guerra. El encuestado promedio pensó que la cifra era menos de 10 mil, equivalente a cerca del 2 por ciento del total real para aquella época. Este notable desconocimiento masivo, al igual que muchos otros aspectos de la noticia sobre el desarrollo de la guerra en Irak, no recibió ninguna cobertura de los medios de comunicación, ni siquiera de la Associated Press, que encargó el estudio.
La organización Veteranos de Irak Contra la Guerra señala la brutalidad de la ocupación en Irak como la principal causa de la situación; el principal objetivo de su trabajo como activistas es denunciar este hecho.
La masacre del pueblo iraquí es la base de sus demandas de retiro inmediato y completo de las tropas de Estados Unidos y el tema en las históricas reuniones de Soldados de Invierno en Baltimore. Aunque no hubo cobertura de este acontecimiento por parte de los principales medios de comunicación de Estados Unidos, el flujo de información de actualidad de Pacifica Radio y del sitio web de IVAW alcanzó una enorme audiencia –incluyendo a un gran número de soldados en servicio activo–, con vívidas descripciones de las atrocidades cometidas por la maquinaria bélica de Estados Unidos. Un número creciente de sitios independientes de noticias ofrece ahora cobertura regular sobre este aspecto de la guerra, incluyendo a Democracy Now, Tom Dispatch, Dahr Jamail’s Mideast Dispatches, Informed Comment, Antiwar.com, y ZNet.
El ascenso de los generales de Estados Unidos –David Petraeus, a jefe del Cent Com (Comando Central de Estados Unidos), y Raymond Odierno, como sustituto de Petraeus como comandante general de la Fuerza Multinacional en Irak– provocó mucha cólera entre los iraquíes que viven en Siria y Jordania. Los dos generales que convencieron a Estados Unidos y a la sociedad internacional de “las mejoras en Irak” parecen no haber tenido éxito para convencer de tales “mejoras” a los refugiados iraquíes.
“Tal como la administración de Bush condecoró a Paul Bremer (el jefe anterior de la Autoridad Provisional de la Coalición), ellos están premiando a otros que participaron en la destrucción de Irak”, dijo Muhammad Shamil, un periodista iraquí que huyó a Siria en 2006. Lo que ellos llaman violencia se concentró en algunas áreas de Irak, pero ahora se ha expandido a todo el país, gracias a los héroes de guerra de Estados Unidos. “Son miles los que matan, desalojan o detienen, desde Basra (en el sur) hasta Mosul (en el norte)”.
Otros refugiados iraquíes parecen haber cambiado su actitud con respecto de la esperanza de volver. Desde que se publicó este artículo en marzo de 2008, ha continuado profundizándose la crisis de los refugiados. Esto lo agrava el hecho de que la mayoría de los iraquíes no tiene intención alguna de volver a casa. En su lugar, están buscando residencia permanente en otros países.
“Decidí dejar de soñar con regresar a mi tierra y tratar de buscarme un nuevo hogar en cualquier lugar del mundo”, dijo Maha Numan, de 32 años, en Siria. “Soy un refugiado desde hace tres años, viviendo hasta ahora del sueño de regresar, pero decidí dejar de soñar. He perdido la fe en todos los líderes del mundo después de las oleadas en Basra, Ciudad Sadr y ahora Mosul. Esto parece no tener fin y hay que esforzarse más por encontrar un refugio seguro para la familia.”
La mayor parte de los iraquíes en Siria conoce mucho más noticias sobre su país que la mayoría de los periodistas. En cualquier café internet de Damasco, cada uno de ellos llama a su ciudad o pueblo natal y le informa a otros refugiados iraquíes sobre los sucesos del día. Las noticias de la violencia en curso en gran parte de Irak les reafirman su convicción de permanecer en el exterior.
“¡Hoy hubo cuatro explosiones en Fallujah!”, dijo Salam Adel, quien trabajó como traductor para las fuerzas de Estados Unidos en Fallujah, en 2005. “¡Y dicen que es seguro regresar! Malditos sean; ¿volver para qué? ¿Para las bombas de carretera o los coches bomba?”
Para la administración de Bush, fue políticamente importante asegurar que la situación en Irak está mejorando. Esta afirmación ha sido apoyada por la complicidad de los medios corporativos. Sin embargo, 1.5 millones de iraquíes en Siria y más de 750 mil en Jordania tienen una opinión muy diferente. Si no, no permanecerían fuera de Irak.
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