El proyecto de estabilización de cárcavas dentro de La Loma, declarada en 2010 como Área Natural Protegida con la categoría de conservación ecológica, tendrá un costo inicial de 6 millones de pesos, según informó la propia Secretaría del Medio Ambiente. También se destinaron 3.1 millones de pesos para la construcción de instalaciones administrativas y de supuesta participación social.
Se invirtieron 200 mil pesos en la rehabilitación de la caseta de vigilancia ubicada en el paraje Mirasol, y para rehabilitar el sendero de un centro preescolar, así como para la construcción de un portal de entrada.
Al menos se han destinado 16 millones de pesos a la zona: 6 millones 100 mil, provenientes del Fondo Ambiental Público, como parte de lo que la empresa Controladora Vía Rápida Poetas, SAPI de CV, está obligada a aportar de acuerdo con el resolutivo en materia de impacto ambiental, y el resto directamente de las economías que la misma empresa ha tenido durante la ejecución del proyecto de vialidad.
Por los siguientes 30 años, la Controladora Vía Rápida Poetas deberá garantizar la inversión de recursos para el manejo y administración de La Loma. La concesionaria está obligada a aportar parte del cobro del peaje al Área Natural Protegida y la barranca de Tarango, considerada Área de Valor Ambiental (desde 2009).
Al respecto, Luis Zambrano, investigador en el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México, señala que aunque en teoría debe haber dinero para La Loma, no hay nada qué administrarle a algo que ya está destruido. “Ése es el gran problema: tiene una herida. Es como darle una puñalada en el corazón a alguien y luego pagarle el hospital en Houston [Estados Unidos]. ¿De qué sirve si ya está muerto?”.
En la superficie, al Área Natural Protegida la recorre un camino hecho expresamente para que los camiones de carga, maquinarias y vehículos de la empresa pudieran transitar con mayor rapidez. “Son caminos provisionales. Están marcados en la Manifestación de Impacto Ambiental y no se cortó un sólo árbol”, apunta el vocero de Medio Ambiente.
Una docena de trabajadores habilitan el cascarón de una vieja casona que no fue demolida dentro del área. Escépticos, los vecinos insisten en preguntarles para qué se conservó. Sin respuesta, prefieren no confiar en la versión oficial que Jorge Fuentes repite a este semanario por el auricular del teléfono: “son oficinas administrativas y una casa para la convivencia. La comunidad va a determinar”.
—¿Y el tanque de gas?– Se le cuestiona.
—Desconozco eso, yo he ido y no lo he visto.
Consultado días después, Fuentes asegura que el biólogo Rubén Rojas, quien habría coordinado los trabajos en la administración de Marcelo Ebrard, supone que tiene que ver con los trabajos de remodelación, que es para la gente que ahí trabaja, para las soldaduras. Y finaliza aseverando que no tienen reportado ningún tanque.
“Con las obras de mitigación se traslada el costo de la obra a la Ciudad de México: que se encargue la Ciudad de desazolvar las alcantarillas, las calles, las banquetas, porque tarde o temprano las lluvias llevarán todos esos montículos a las zonas más bajas… El jefe de gobierno debe parar, decir ?esto está muy mal, vamos a regresar’”, concluye Zambrano.
Para la realización de este trabajo se solicitó entrevista con la Comisión de Recursos Naturales de la Secretaría del Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, instancia encargada de resguardar la zona. Pese a que se había acordado la reunión, por “motivos de agenda” fue cancelada. Al cierre de edición, no se concretó una nueva cita.
⇒ Parte III: La Loma: la inversión en un cadáver
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Fuente: Contralínea 328 / marzo 2013