Nueva York, EU. Los sexenios de Felipe Calderón Hinojosa y su antecesor Vicente Fox Quesada se encuentran en la mira del gobierno de Estados Unidos. Como parte del juicio de Genaro García Luna en la Corte federal del Distrito Este de Brooklyn, se ha revelado que las agencias de seguridad nacional –CIA, DEA, FBI– han rastreado todos los movimientos del exsecretario de Seguridad Pública y están convencidas de que éste y otros 14 exfuncionarios operaron como una organización criminal dentro de las instituciones federales, y que la corrupción y nexos con el Cártel de Sinaloa llegaron al más alto nivel. Ello, entre 2000 y 2012, periodo que corresponde a los gobiernos de ambos panistas.
En la presentación de los alegatos finales en el juicio contra el número dos del gobierno calderonista, la Fiscalía reveló ante el juez Brian Cogan, los 18 miembros del jurado (seis son suplentes), la defensa y el propio García Luna lo que considera la estructura criminal que conformó el exfuncionario federal: el enemigo estaba adentro.
Con base en información de inteligencia –sobre todo la que elaboró la DEA–, el miércoles 15 de febrero la Fiscalía mostró un esquema tipo pirámide en el se apreciaba en el primer peldaño al propio García Luna, hasta ahora considerado como la cabeza de la estructura presuntamente criminal pero sin descartar que hasta arriba pudieran estar los expresidentes de México.
Apenas debajo del exsecretario de Seguridad calderonista aparecían en el segundo peldaño sus amigos, cómplices y subalternos Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño. En el tercer piso de esa estructura se encontraban Armando Espinosa de Benito, Facundo Rosas Rosas, Édgar Millán Gómez, Iván Reyes Arzate, Víctor Garay Cadena, Édgar Bayardo y Francisco Javier Gómez Meza; y en el cuarto y último peldaño a Norberto Vigueras Beltrán, Fidel, Jorge, Guillermo Báez, Eloy y Víctor Hugo García. La mayoría de ellos, detenidos o prófugos.
No obstante, la Fiscalía ha señalado que éste es un caso de corrupción al más alto nivel del gobierno de México, corrupción que ocurre en secreto y que podría ir más allá de García Luna pues la debilidad institucional de México –al menos en el periodo analizado: 2000 a 2012– propiciaba que ilícitos como los de narcotráfico y lavado de dinero proliferaran, lo que indicaría que las indagatorias se mantienen abiertas.
En ese contexto y a través de la Fiscalía, el gobierno de Estados Unidos señaló que el exsecretario de Seguridad Pública de Calderón es culpable de conspirar con el Cártel de Sinaloa para introducir toneladas de cocaína a este país. Por ello, en su alegato final solicitó a los 12 miembros del jurado que determinen la culpabilidad del defendido en los cinco cargos que se le imputan:
La fiscal Saritha Komatireddy –especializada en casos internacionales de narcóticos y lavado de dinero– indicó que García Luna nunca imaginó que los más de 20 testigos se presentaran ante esa Corte y describieran las actividades presuntamente delictivas del acusado. Agregó: pero las cosas pasan y por primera vez en este juzgado se puede decidir que se trata de un caso de corrupción al más alto nivel en el gobierno mexicano [de Calderón, pero también de Fox].
Con el dedo, señaló hacia el lugar de García Luna e instó a los jurados que lo vieran: él es culpable, sentenció. La representante del gobierno federal estadunidense señaló que el defendido sabía que se estaba asociando en una organización criminal, el Cártel de Sinaloa.
Asimismo, indicó que el exfuncionario mexicano sí participó en la comisión de los delitos que se le imputan, pues por actuar u omitir hacerlo mediante diversas órdenes a sus subordinados, los crímenes sucedían. Uno de los ejemplos que puso fue la penetración y control que tuvo el Cártel de Sinaloa en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y recordó todas las pruebas al respecto, incluidas las declaraciones de los testigos cooperantes. Y recordó que hay consecuencias por las acciones.
La fiscal Komatireddy fue repasando cada una de las evidencias aportadas a lo largo de este juicio y destacó los detalles de los testimonios. Además, presentó la estructura de lo que podría denominarse el “cártel de García Luna” encabezada por el exfuncionario.
En el diagrama tipo pirámide se apreciaba en el primer peldaño al exsecretario calderonista; en el segundo, a Luis Cárdenas Palomino y a Ramón Pequeño; en el tercero, a Armando Espinosa de Benito, Facundo Rosas, Millán, Iván Reyes, Víctor Garay Cadena, Édgar Bayardo y Gómez Meza; y en el cuarto y último peldaño a Vigueras, Fidel, Jorge, Guillermo Báez, Eloy y Víctor Hugo García.
Asimismo, se centró en las coincidencias que revelan el nivel de corrupción al que presuntamente llegó García Luna:
-Los pagos del Cártel de Sinaloa a él y a sus subordinados, en especial a Luis Cárdenas Palomino.
-Las diferentes evidencias y testimonios de que García Luna trabajaba para el Cártel y hasta se le llamaba por la palabra compa, de compañero. Con lo que se comprobaría que al interior del grupo criminal se le veía como a un igual.
-La guerra entre el Cártel de Sinaloa y grupos antagónicos como Los Zetas y el Golfo, en la que el gobierno habría participado en defensa de la primera de estas dos organizaciones criminales
-El uso de información del gobierno mexicano para eliminar a los enemigos del Cártel de Sinaloa [en este punto, profundizó sobre las pruebas como por ejemplo los operativos conjuntos entre la Policía Federal y el grupo criminal de Joaquín Guzmán Loera, alias Chapo, para detener o abatir a líderes de las otras agrupaciones; la entrega a los narcotraficantes de credenciales de identificación y uniformes de corporaciones federales).
-El miedo de los testigos a declarar contra García Luna, por el enorme poder que éste había acumulado y que mantenía aún después de 2012. En ese sentido, recordó que las cárceles federales de México estaban bajo la custodia del exsecretario de Seguridad Pública, lo que era una amenaza real contra la vida de detenidos en conflicto con García Luna.
-En el periodo de 2000 a 2006, indicó la fiscal, la AFI –a cargo entonces de García Luna– colaboró con la violencia, entre otros.
Luego de que la defensa presentara su propio alegato final, en voz del abogado César de Castro y en el que se anotó que no había evidencias de la corrupción de García Luna porque no se presentaron videos, fotografías, documentos ni dinero, y buscar descalificar los testimonios de los testigos cooperantes mediante el argumento de que ellos son los verdaderos criminales; la fiscal Erin Reid volvió a defender las pruebas de la Fiscalía.
Ella criticó que la defensa presenta a García Luna como la persona más desafortunada del mundo por ser víctima de una persecución del gobierno estadunidense y sus agencias. Asimismo, añadió que si bien la evidencia en este caso es chocante por tratarse de criminales confesos, hay cosas muy claras, como el hecho de que la Fiscalía sí presentó testigos y que en una conspiración de esta magnitud se debe sopesar a quién se le debe creer, pues ambos polos recurrían a la violencia y mataban.
A lo largo de esta última intervención, García Luna –traje negro, camisa blanca, corbata gris– movía la cabeza en señal de negativa, alzaba las cejas, se movía en su asiento. Por primera vez en estos tres días de la semana de cierre se le vio descolocado, enojado, haciendo gestos y viendo hacia el reloj que cuelga en la sala.
Líder de la plaza del Distrito Federal de 2000 a octubre de 2008, Jesús Zambada García, alias el Rey Zambada, declaró bajo juramento que el Cártel de Sinaloa controló el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México desde el sexenio del panista Vicente Fox.
El 13 de febrero, el testigo estelar de la Fiscalía señaló que en las propias bodegas que tenía la Policía Federal al interior del AICM llegaban los aviones chárter procedentes de Venezuela, con entre una y cinco toneladas de cocaína. En estas operaciones, expuso, también se empleaban aviones pequeños, aerocommander, jets 747 a los que calificó como grandes, entre otras aeronaves.
Traje color beige, camisa blanca, corbata a rayas y una cabeza ya sin cabellera, el Rey Zambada declaró ante el juez Brian Cogan que quienes descargaban la droga eran los propios policías federales y que transportaban los cargamentos en sus patrullas, para entregarlos a miembros del Cártel de Sinaloa. Además, indicó que el papel que jugaba el gobierno federal fue muy importante para la organización criminal, sobre todo a partir del año 2000, cuando Fox ganó la Presidencia.
Otra de las declaraciones que destaca de este testigo es que, según su palabra, a partir de entonces el Cártel de Sinaloa creció sus negocios. Acerca de la rentabilidad de éstos, dijo que oscilaban entre los 2 mil 800 y los 3 mil millones de dólares, pues se podían “trabajar” hasta 100 toneladas de cocaína al mes.
A la pregunta de la fiscal de cuáles fueron las cosas que hizo el Cártel de Sinaloa para ser exitoso, el Rey Zambada respondió: “para asegurar el negocio se necesita apoyo del gobierno”. Y añadió que contar con el favor de las autoridades federales es muy importante para que el Cártel “tenga afluencia de trabajo grande”.
Sobre los nexos con el gobierno, Jesús Zambada –un narcotraficante confeso que se encuentra actualmente en libertad condicionada– afirmó que ésta se daba mediante Genaro García Luna. Como ejemplo, citó que en 2003, durante el sexenio de Fox, Arturo Beltrán Leyva le ofreció trabajar como enlace al más alto nivel, durante una reunión que sostuvieron en Cuernavaca y donde el llamado Jefe de Jefes le pidió dar la cara ante “esta gente [autoridades]”.
El Rey afirmó haber rechazado la propuesta de Arturo porque no contaba con las conexiones necesarias, a lo que Beltrán Leyva le respondió: “no te preocupes, yo tengo las conexiones. Por ejemplo, con el ‘compa G’”. Zambada García aseguró haber preguntado si acaso se trataba de García Luna y que la respuesta que le dio Arturo fue que sí.
Esa no fue la única referencia a García Luna: el Rey Zambada dijo haber sido testigo directo del pago de sobornos en dos momentos diferentes, en noviembre de 2006, previo a que el ingeniero y amigo de Calderón asumiera el cargo. Ello, porque su abogado Óscar Paredes sugirió la reunión luego de que sus fuentes le confirmarán que García Luna sería el próximo secretario de Seguridad Pública.
Ambos pagos, aseguró el testigo estelar, se hicieron en el restaurante Champs Elysees, ubicado sobre avenida Reforma en la Ciudad de México. Ese negocio, agregó más adelante, le compraba lechones pues él también se dedicaba a la crianza de cerdos.
El presunto primer pago ilegal a García Luna fue de 3 millones de dólares tan solo por sostener la reunión con el abogado Óscar Paredes. La entrega, afirmó, se hizo en uno de los privados del restaurante –el cual ya no existe–, mientras él observaba desde el bar que se encontraba en la planta baja. Primero vio pasar al licenciado Paredes. Minutos más tarde llegó García Luna acompañado de dos personas.
A la salida de García Luna, dijo el Rey Zambada, los dos colaboradores del exsecretario cargaban la maleta y el portafolios, respectivamente. Zambada García aseguró que él mismo ayudó a acomodar 2 millones de dólares en una maleta deportiva y el otro millón en un portafolios de abogado con mayor capacidad.
El exlíder del Cártel de Sinaloa indicó que el siguiente soborno ocurrió unos 15 o 20 días después. Entonces se le pagaron 2 millones de dólares que se acomodaron en una maleta deportiva. En ambas reuniones en las que sólo participó el ya fallecido abogado Paredes, García Luna se habría comprometido a no tocar a Ismael Zambada García, el Mayo: no abrirle investigaciones y dejarlo operar. Eso era todo lo que podía hacer, dijo, porque tenía compromiso con Los Beltrán Leyva.
En el segundo encuentro, el Rey fue visto por García Luna en el privado. Sobre este encuentro, el exnarcotraficante aseguró que como parecía que el exsecretario se iba a tardar unos 20 minutos más, el abogado Paredes le pidió que subiera al privado para que le comentara algo. En eso tocó la puesta y tomo por sorpresa a Jesús Zambada y a Óscar Paredes. Para corregir el error, el abogado del Cártel de Sinaloa presentó al Rey como un colega y éste abandonó de inmediato el privado.
En el contrainterrogatorio, la defensa de García Luna encabezada por César de Castro intentó hacer ver al testigo como una persona que no recuerda los hechos ocurridos 10 años antes, con lo que buscó descalificar ante los ojos de jurado todas las aseveraciones del Rey que tienen más de 13 años. No obstante, la ironía y las repuestas del hermano del Mayo Zambada acabaron por desesperar al abogado, a quien además le fueron anuladas –ante la objeción de la Fiscalía y la orden del juez– más de 10 preguntas.
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